LIBROS QUE FUERON UN RETO EN 2018
Para celebrar que esta es la entrada número
200, lo haré hablando sobre los cuentos, las novelas y las obras de teatro que
representaron un desafío de lectura personal, ya sea por su estilo y/o su contenido
complejo o por su longitud. Muchos los leí como parte del blog, pero otros
fueron independientes.
Y ahora, empezaré a hablar de estos libros
desafiantes:
Noche
de Reyes o Lo que queráis de
William Shakespeare – El contenido que maneja esta obra hizo que me costara
mucho leerla y tuviera que hacerlo dos veces. Por momentos es graciosa, algo
que se puede esperar de una comedia, pero al terminar de leerla se siente que se
pudo haber hecho algo mejor.
Peer Gynt de Henrik Ibsen – Peer Gynt está escrita en forma de verso y no de
prosa como ocurre con la mayoría de las obras de Ibsen. A pesar de contar con
una banda sonora hecha por el compositor Edvard Grieg, al leerla se hace
patente que está escrita para ser más leída que representada sobre tablas por
lo difícil que es darse cuenta cuando se pasa de una escena a otra y saber
diferenciar la fantasía de la realidad.
54 de Wu Ming – Esta novela con tres hilos conductores, distintos
tipos de narrador y narración hacen difícil seguirle la marcha, así seas un
lector empedernido como yo. Sin embargo, no todas las historias son buenas y la
mezcla de dos de ellas al final crea una conclusión rápida y un poco forzada, como
sí no supieran como acabarla después de tantas tramas. No colmó mis
expectativas.
La
elección de los alcaldes de Daganzo de Miguel de Cervantes – No es un entremés fácil de leer y
entender por su lenguaje arcaico y propio de la población llana de la época.
Sin embargo, nos invita a reflexionar a la hora de elegir a las personas que
nos gobiernan. Fue una lectura que llenó todas mis expectativas.
El
beso de la mujer araña de
Manuel Puig – Esta es una novela que maneja mucho la narración enmarcada porque
a menudo se cuentan sobre alguna novela o alguna película. Pero lo que la hace
particularmente difícil de leer es el hecho de que está escrita en forma de
conversación, únicamente separada por guiones típicos de una. Esto hace que
cualquiera pueda confundir los diálogos de los dos personajes. Por esto, no
creo que esta novela sea para todos.
Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell – Mi máximo reto del año, junto con La
tejedora de coronas. Me tomó seis meses terminarla debido a mi trabajo con el
blog, pero tuve la ventaja de que la estructura y el lenguaje no son difíciles
por lo que es sencillo seguirla. Aunque es una novela de más de mil páginas,
una vez la empiezas a leer ya no quieres soltarla. Es una obra que maneja no
sólo historia y romance sino también muchas reflexiones sobre la guerra, el
patriotismo y el deseo de lucha ante la adversidad. Realmente disfruté leerla y
está entre las mejores novelas que leí este año.
Fortunata
y Jacinta de Benito Pérez Galdós – Es
una novela larga. El inicio es un poco denso e incluso cansón porque empieza
hablando de las familias que manejan los negocios en la Madrid de finales del
siglo XIX, aunque a medida que sigue la lectura es más sencilla y disfrutable.
Sin embargo, los últimos capítulos de la novela, en particular el capítulo
final, se hacen más largos, como si el autor hubiera pensado que era mejor
alargar las tramas para poder acabarlas.
Aurora
Floyd de Mary Elizabeth Braddon – Esta novela es un ejemplo de un
interesante concepto que no fue realizado de manera adecuada ni bien trabajada,
sobre todo en su segunda parte. Misterio predecible, personajes que surgen de
la nada para arreglar los problemas, personajes femeninos que parecían
importantes al principio y luego desaparecen al final, mal uso del narrador
heterodiegético testigo… Sin duda, una de las novelas más decepcionantes del
año.
El
libro de arena de Jorge Luis Borges – Como la mayoría de los cuentos de Borges, el
uso de la imaginación mezclada con la realidad crea una historia tan
interesante como compleja, lo que hace que su lectura no sea sencilla. No está
mal, pero estaría al nivel de otras historias de Borges de haber estado mejor
escrita y fuese un poco más larga.
Cartas
desde la tormenta de
Julianna Baggott, escrita bajo el seudónimo de Bridget Asher – Esta fue una
novela un poco difícil de leer más por su estilo de escritura que por su contenido,
el cual es un material más bien simple.
El cuento del mercader y El
cuento del erudito de
Geoffrey Chaucer – A pesar de los cortos que son estos cuentos, no son tan
fáciles de entender como lo es El cuento del molinero, siendo los tres parte de
los Cuentos de Canterbury. Otra razón que pesa más en su dificultad es que
estos dos cuentos carecen del humor que tiene El cuento del molinero.
Carta al
padre de Franz Kafka – Aunque esta
obra la leí en 2004, la repasé otra vez para darme cuenta que es una carta que
nos invita a reflexionar sobre las relaciones entre padres e hijos. No es tan
simple de leer a causa de los largos párrafos con los que Kafka describe su
relación con su padre y el trato de este hacía él, hacía su madre y hacía las
hermanas de Kafka. Sin embargo, leerla vale mucho la pena.
Cinco
disparos y una canción de
Gonzalo España – El problema de esta novela, pese a su corta duración, es su
ritmo irregular: los hechos se dan de forma muy rápida o muy lenta y esto puede
generar que la lectura sea cualquier cosa menos agradable.
La
otra raya del tigre de
Pedro Gómez Valderrama – Esta es una novela que yo aconsejaría como un reto de
lectura para alguien que sea un lector ávido porque es muy densa y tiene una
estructura irregular de capítulos, que pueden estar divididos de dos a
dieciocho partes.
La
tejedora de coronas de Germán Espinosa – Mi otro reto de lectura del año, junto con Lo
que el viento se llevó. La novela es complicada de leer por varias razones:
primera, sus diecinueve capítulos tienen un aproximado de treinta páginas, los
cuales acaban en un punto aparte y no tienen en ningún momento punto seguido,
es decir, los capítulos son oraciones separadas por comas; y segunda, el
elevado uso de analepsis y prolepsis. Todo ello puede hacer que el lector se
pierda al leerla y le cueste más comprenderla, pero una vez que la leas
encontrarás una historia llena de ciencia, secretismo y viajes personales. Una
de las novelas que más me encantó leer este año y que sin duda, estará entre
mis favoritas.
El
honor perdido de Katharina Blum de Heinrich Böll – Es una novela corta, pero sólo porque muchos de
sus capítulos apenas llegan a la mitad de una página. Además, también maneja
mucho las figuras de analepsis y prolepsis. Quizá estas sean las razones por las
que tuve algunos comentarios negativos en el análisis que mencionaban lo
difícil que es comprender esta novela y cómo ello los frustró. Como he dicho
antes, estas novelas con un estilo peculiar y con saltos de tiempo no son para
todos e incluso a los lectores empedernidos les cuesta un poco entenderlas. Lo
que me gusta de esta novela es su crítica a la manipulación de los medios de
comunicación en las masas, un tema que sigue siendo más actual que nunca.
Salomé de Oscar Wilde – Esta obra es un claro ejemplo de una premisa
interesante con un contenido mal hecho. El diálogo es tan repetitivo que leerla
se hace aburrido. Eso sí, te da el poder de imaginar la puesta en escena cuando
el manuscrito está acompañado con las ilustraciones originales. No es una de
las mejores obras de este autor.
Las
relaciones peligrosas de
Choderlos de Laclos – Una novela larga y escrita de manera epistolar, es decir,
en forma de cartas. Como tiene varios remitentes, al igual que en el caso de Drácula,
al mismo tiempo posee varias voces narradoras; lo cual puede a veces ser
confuso. Sin embargo, la premisa de como el juego de la seducción y la perversión
puede acabar con todo aquel que lo juegue es algo que no se debe dejar pasar.
El vampiro de John William Polidori – Este cuento es muy distinto de la
mayoría de obras góticas de su época porque no posee esa prosa descriptiva que
por lo general se encuentra en ese tipo de trabajos. Ese no es el problema en
sí, sino su ritmo atropellado, una historia simple, personajes planos y un
final bastante predecible. Leerlo me decepcionó bastante.
Carmilla de Sheridan Le Fanu – La historia de cómo una jovencita conoce a
una mujer que llega a su hogar y cómo está siendo víctima de un vampiro ya no
se considera una premisa única, pero la ejecución de la misma es la parte más
importante por la forma como se maneja el misterio y la intriga, como la
vampiresa aborda a sus víctimas y el género de las mismas, lo que hace a esta historia una de las primeras con temática LGBT+. El final es predecible pero
sobrio y realista y esto hizo que la lectura valiera la pena.
El
arpa y la sombra de
Alejo Carpentier – Aunque esta novela es más sencilla que otras novelas del
autor, su narración mezclando la realidad con la ficción hace que sea difícil
leerla. Sin embargo, su descripción de tantos personajes históricos en una
ucronía más el realismo mágico logran una historia uniforme e interesante.
París
en el siglo XX de
Julio Verne – Siempre admitiré una cosa: la literatura de ciencia ficción y la poesía
son mi piedra en el zapato. Siempre me cuesta comprenderlas. Un ejemplo es esta
novela, porque a diferencia de otros libros vernianos, no posee el estilo de
ciencia innovadora de sus obras más conocidas, sino que por el contrario la
tecnología es mostrada de forma negativa al haber absorbido la vida de los
seres humanos, al punto de que sólo les importa ganar dinero. Una novela muy
recomendable para nuestros tiempos.
Además de los libros que fueron un desafío de
lectura para mí, incluiré dos grupos de lecturas que llamaré las Sorpresas del
Año y las Decepciones del Año.
Además de Peer Gynt, La elección de los
alcaldes de Daganzo, Lo que el viento se llevó, La tejedora de coronas, Las
relaciones peligrosas, El arpa y la sombra y París en el siglo XX, las
Sorpresas del Año fueron Lavinia
de Ursula K. Le Guin, El
castillo azul o Valancy Stirling de Lucy Maud Montgomery, El
poder de la infancia de Lev Tolstói, Momo de
Michael Ende, Jardín
de invierno de Kristin Hannah y ¡Por
favor, vuelve a casa! de Christine Nöstlinger.
Ahora hablaré de aquellos que no cumplieron mis
expectativas o simplemente me decepcionaron mucho. Aparte de las ya mencionadas
54, Aurora Floyd, Salomé y El vampiro, las Decepciones del Año fueron Lolita
de Vladimir Nabokov y Amy e
Isabelle de Elizabeth Strout. De la primera esperaba mucho más por
ser un clásico, pero no fue la gran cosa, mientras que la segunda fue una
pérdida de tiempo leerla.
Bueno, esto era algo que quería compartir con
ustedes. Si ustedes quieren darles una oportunidad a estas novelas, no tengo
ningún problema. Si creen que fui dura o tal vez ingenua con algunas de las
entradas, pueden dejarlo en los comentarios. A partir de este sábado, me daré
un descanso para recobrar fuerzas y buscar que textos analizar el próximo año.
Mientras tanto, les deseo una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo. Gracias y
hasta pronto.
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