SALOMÉ



Para iniciar un nuevo Mes del Amor y de la Amistad, lo haré con Salomé del escritor Oscar Wilde.
Salomé es una tragedia que compone de un solo acto y está basado en el pasaje de la Biblia sobre la muerte de Juan el Bautista (Marcos 6: 14-29; Mateo 14: 1-12). Sin embargo, Wilde le da una visión que hace que el material de fuente y el resultado difieran mucho entre sí.
Desde el principio, Salomé tuvo problemas. Al principio no pudo representarse en el Reino Unido porque el licenciador de obras de teatro no lo permitió debido a que en aquella época estaba prohibido representar personajes bíblicos en el escenario. Debido a esto, la obra se publicó por primera vez en francés en 1893, y posteriormente, al año siguiente apareció la traducción al inglés con ilustraciones del dibujante Aubrey Beardsley. La obra se estrenó por primera vez el 11 de febrero de 1896 en París y nueve años después en suelo británico, aunque en funciones privadas debido a la prohibición. Salomé se presentaría por primera vez en una función pública en Gran Bretaña el 5 de octubre de 1931.
Por la tardanza y el secretismo a la hora de representar Salomé en tierra británica, la obra tuvo más auge en la Europa continental, siendo la base de la ópera de nombre homónimo del compositor alemán Richard Strauss, aunque él utilizó la traducción de la poetisa y traductora Hedwig Lachmann.
La obra trata sobre la princesa de Judea, Salomé, que se ha obsesionado con un hombre que su padrastro Herodes mantiene cautivo. El hombre es cuestión no es otro que Jokanaan (Juan el Bautista) que recita profecías sobre el Salvador e Hijo del Hombre y sobre Salomé y su familia sin cesar. Después de verlo, ella se obsesiona con besar su boca. Del mismo modo, los guardias presienten que algo trágico va a pasar.
Salomé es la hijastra del tetrarca de Judea, Herodes, hija del anterior tetrarca y de su esposa Herodías, actualmente casada con Herodes. Destaca por su belleza, la cual comparan con la de la Luna, que atrae a los hombres, en especial a su padrastro Herodes, que tiene una obsesión por ella, y a Narraboth, jefe sirio de la guardia, que está enamorado de ella.
Sin embargo, a Salomé no le interesan ninguna de las atenciones que le brindan Herodes o Narraboth. Lo único que le llama la atención es el hombre encerrado en la cisterna, Jokanaan, y con mucha insistencia les ordena a los guardias que lo saquen de la cisterna. Al verlo, de inmediato se obsesiona con tocar y ante el rechazo constante de Jokanaan, Salomé se pone como meta besar su boca a como dé lugar.
Herodes también es un hombre que está regido por amores y fascinaciones obsesivas y por sus cuestionables decisiones a la hora de elegir esposa. Él está casado con Herodías, la madre de Salomé, que había sido esposa de su hermano. Se obsesionó tanto con tener a Herodías que desposeyó a su hermano del título de tetrarca de Judea y lo encerró en una cisterna por muchos años sólo para casarse con ella. Al ver que su hermano no moría, lo hizo ejecutar. Dos detalles de Herodes es que: 1) es muy supersticioso porque cuando pisa el charco de sangre de Narraboth cree que algo malo va a pasar y 2) constantemente se niega a aceptar sus errores y su realidad.
En el momento en que se desarrolla la obra, Herodes está cansado de su matrimonio con Herodías, el cual ahora cree maldito, y sus ojos se han desplazado hacia Salomé, que ha crecido. Herodías nota esto y constantemente le dice que Herodes que no mire a su hija. Cuando Herodes le pide a Salomé que baile, lo hace para verla como él desea, ya que sabe que su baile tiene tintes eróticos.
A pesar de sus fallas como ser humano, siendo obsesivo, lujurioso y supersticioso, Herodes cree en las palabras de Jokanaan y por eso lo mantiene encerrado en la cisterna, a pesar de que Herodías desea que lo ejecute y que los judíos llevan pidiéndole juzgarlo desde hace meses.
Jokanaan es un profeta que siempre proclama que el Hijo del Hombre vendrá y que él mismo no es digno ni de limpiar sus sandalias. Pronto nos damos cuenta de que Jokanaan se refiere a Jesús, lo cual se confirma cuando aparecen seis hebreos, entre ellos dos judíos y dos nazarenos que hablan de las cosas que ha hecho. Tanto el saduceo como el fariseo que también aparecen en esa escena no creen en ello porque según sus creencias nadie se puede comunicar con Dios directamente desde el profeta Elías, el cual los otros cuatro hombres creen que es Jesús.
Desde el principio Jokanaan fue encerrado en la cisterna por sus palabras en contra de la familia del tetrarca. Aun estando en esa situación, no deja de profetizar y cuando Salomé lo conoce no sólo la rechaza, sino que predice que ella será apuñalada por soldados y pisoteada por estos.
Herodías es la esposa de Herodes, el actual tetrarca de Judea, pero antes había sido esposa del anterior, a quien Herodes derrocó para quedarse con el título y de paso con su esposa. Herodías es una mujer bastante orgullosa de sus orígenes, los cuales más elevados que los de Herodes ya que, según ella, sí tiene sangre real. En cambio, Herodes proviene de ladrones y vendedores de camellos, algo que Herodes niega rotundamente.
Ante los insultos de Herodes acusándola de ser estéril, ella alega que él es el que no puede tener hijos, porque no ha tenido hijos siquiera con alguna de sus esclavas. Como ya mencioné anteriormente, Herodes no acepta sus errores.
Como Salomé, Herodías desea librarse de Jokanaan, pero a diferencia de su hija que se ha obsesionado por completo con el profeta, Herodías quiere que lo entreguen a los judíos o que Herodes lo condene a muerte por lo que ella considera insultos a su persona, insultos que tienen fundamento por todo lo que ya mencionado antes.
Una de las grandes diferencias entre lo que aparece en la Biblia y la obra de Oscar Wilde es que Salomé pide la cabeza de Jokanaan a Herodes por su propia voluntad y no incitada por su madre. Aunque Herodías no influyó en la decisión de Salomé, se encuentra más que feliz de que su hija pida la cabeza de Jokanaan porque sabe que podrá librarse del profeta de una vez por todas y por eso la insta a mantener su decisión cuando Herodes quiere que ella le pida otra cosa en lugar de la cabeza de Jokanaan. Sin embargo, aparte de esta diferencia y otra más que aparece al final, el relato es casi igual al pasaje de la Biblia. Y, como casi cualquier tragedia, el final es trágico y/o violento.
El concepto de Salomé es interesante y el contenido no está mal. Es más, cuando se lee la obra junto con las ilustraciones originales de Aubrey Beardsley te da el poder de imaginar la puesta en escena y el ambiente de la misma. Pero el mayor problema de Salomé es su lenguaje, el cual es repetitivo hasta más no poder. Los diálogos de Salomé y Herodías son tan poco variados que llegan a aburrir en un punto. Hay obras de Oscar Wilde que tienen diálogos mucho más ricos e interesantes y esta obra no es una de ellas.
En resumen, Salomé resulta una obra con un concepto interesante, pero con un lenguaje repetitivo y cansino que hace su lectura no sea placentera. No creo que sea una obra que pueda recomendar a todos. Ahora es el momento de dejar Judea.

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