LA TEJEDORA DE CORONAS
Para acabar con el Mes Colombiano, lo haré con
la obra más importante del cartagenero Germán Espinosa: La tejedora de coronas, publicada en
1982, que es considerada una de las obras más importantes de la literatura
colombiana y además Obra Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992, a sólo 10 años de su aparición. Su
nombre proviene de un pasaje del libro en el que se habla del significado del
nombre de la protagonista y el cual es mencionado de manera constante en la
novela.
La tejedora de coronas es una novela que está
dividida en diecinueve capítulos. Aunque pareciera una novela de tamaño
moderado, en realidad los capítulos son bastante largos. De hecho, las
ediciones impresas tienen más de quinientas páginas. No sólo eso, los capítulos
poseen una estructura particular; todos están escritos de manera que no hay
ningún punto seguido. Para separar las oraciones, sólo hay comas y el único
punto es el que está a final de cada capítulo, un punto final. Esta estructura
recuerda a El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez.
La novela trata sobre Genoveva Alcocer, una
cartagenera que tras la Expedición de Cartagena de 1697 por parte de corsarios
franceses en la que pierde a su familia y a su prometido, decide continuar con
el trabajo de astronomía que este dejó y para ello viaja a Europa en 1711 y se
relaciona con los pensadores y científicos más brillantes de la época.
La tejedora de coronas es una novela única
entre varias y no sólo lo digo por su particular estilo de escritura. Está
llena de analepsis y prolepsis, es decir, escenas retrospectivas y escenas
venideras o como son popularmente son llamadas, flashback y flashforward.
El libro también está lleno de referencias a la astronomía, la astrología, la
filosofía, la masonería, los espíritus y a figuras de la época como Voltaire
(el cual es mencionado al principio por su verdadero nombre, François-Marie
Arouet), Emmanuel Swedenborg, Benjamin Franklin, George Washington y el papa
Benedicto XIV.
Genoveva Alcocer nació en 1680 en la ciudad de
Cartagena de Indias, en el seno de una familia española y acomodada. Su madre,
Felipa, murió cuando era niña, así que se crío con una nana que le
proporcionaba su padre, Emilio Alcocer. Tenía un único hermano, Cipriano. Su
fecha de nacimiento es desconocida, pero ella dice que su signo es Aries.
Considerando que Aries está ubicado entre el 20 de marzo y el 21 de abril y que
ella ya había cumplido diecisiete años para cuando ocurrió la incursión de los
franceses en Cartagena, se debe suponer que nació a finales de marzo.
Esa expedición francesa a Cartagena de 1697
marca profundamente a Genoveva porque pierde a su familia, al hombre que amaba,
sufre todo tipo de abusos y ve toda clase de injusticias. Esto le deja un
impacto duradero y hace que su vida tome un rumbo que ya nunca abandonaría.
Retoma el trabajo de astronomía de su novio, algo que le abre las puertas de la
sociedad científica de Europa y de la logia masona que ellos conforman.
La vida de Genoveva parece estar cubierta de
una especie de velo negro, debido a que tiende a perder a las personas más
cercanas y que más ha amado en su vida. Además, ha sido acusada de bruja por
mucha gente con la que se ha cruzado a través de su larga existencia. Es claro
que Genoveva es una tejedora de coronas, como ella misma se describe, pero de
coronas fúnebres, algo que también dice. A lo largo de sus noventa y seis años,
ella lleva una vida errante, dejando de lado los diez años que estuvo presa en
la Bastilla, viajando a través de Francia, Prusia, España, Roma, Nueva York,
Curazao y finalmente, de vuelta a Cartagena de Indias en 1767 para formar una
logia local allí.
Aunque Genoveva tiene una vida sexual activa,
incluso en su vejez, ella nunca se casa ni tampoco tiene hijos porque es
estéril. Ella asume que su vientre estaba reservado para ser fecundado por
Federico, pero como ellos nunca consumaron su relación, esto nunca sucedió.
Esto no signifique que ella no ame la maternidad ni a los niños. De hecho,
durante unos pocos años, de 1717 a 1720, ella adoptó a una niña provenzal
llamada Marie Trencavel. Cuando esta muere, Genoveva la mantuvo presente en sus
pensamientos.
Federico Goltar fue su novio y su gran amor.
Era un astrónomo aficionado que en 1697 descubrió la existencia de un planeta
al que bautizó con el nombre de su amada: Genoveva, algo que no puede dar a
conocer debido al poder que tenía la Inquisición en las colonias españolas.
Ambos se conocían desde niños puesto que las familias Alcocer y Goltar eran
cercanas entre sí y de hecho los padres de ambos les entusiasmaba casar a sus
hijos, pero las intrigas y la mente retorcida de la hermana de Federico les
causaron muchos problemas, mismos que después derivarían en la muerte de
Federico después de la expedición francesa a Cartagena. Después de que él
muere, Genoveva continua su trabajo y siempre lo tendrá presente en su vida.
María Rosa Goltar es el personaje que más se
acerca no a una antagonista sino a una rival para Genoveva. Durante los días de
la expedición francesa en Cartagena, María Rosa hace todo lo posible para
separar a Genoveva y a Federico al encontrarla desnuda junto a él, por lo que
cree que ambos tuvieron relaciones sexuales, cosa que nunca ocurrió.
Genoveva y María Rosa son el contraste de cada
una. Mientras Genoveva sufre todas las atrocidades que se pueden esperar de una
invasión por parte de corsarios y piratas, María Rosa aprovecha la oportunidad
de haber perdido a su familia para fugarse de Cartagena hacia Francia con un
hombre que se convirtió en su pareja, el Pitiguao, que luego la abandonó por
otra mujer después de haber tenido dos hijos con ella y llevárselos; además de
dejarla embarazada de un tercer hijo, al que llama Isidore.
Aparte de esto, mientras Genoveva vive su sexualidad
en privado y mantiene una imagen limpia en la logia en su calidad de astrónoma
y delegada, María Rosa en un principio se prostituye para mantener a su hijo.
Posteriormente, ella toma los hábitos y con el tiempo se convierte en la madre
superiora de su congregación.
Ambas mujeres se encontrarían dos veces más
después de la expedición a Cartagena; en Marsella en 1720 y en Roma en 1757. En
el primer reencuentro mientras Genoveva está en lo más alto de su vida, María
Rosa está su punto más bajo. Genoveva siente compasión por el hijo de María
Rosa y logra que la logia pague la educación del niño, que con el tiempo se
convierte en profesor de literatura, a pesar del odio hacia ella por parte de
María Rosa.
La segunda vez que se ven ocurre cuatro años después
de que Genoveva saliera de La Bastilla y apenas se está reestableciendo en la
orden; en cambio, María Rosa ha logrado poner orden en su vida. Se da a
entender que María Rosa muere entre su segundo reencuentro y cuando Genoveva
regresa a Cartagena, porque entre los espíritus que Genoveva ve cuando está en
Cartagena se encuentra el de María Rosa.
Marie Trencavel Alcocer es la hija adoptiva de
Genoveva. Nacida aproximadamente entre 1708 y 1709, es la hermana menor de Jean
Trencavel, un cartógrafo y geógrafo de la logia Cloîte Notre-Dame, al igual que
Genoveva, y ambos eran de origen provenzal. Nada más la conoció, ambas tuvieron
una conexión que Genoveva sólo había tenido con Federico. La pequeña sólo se
sentía cómoda con Genoveva y llegó a considerarla más importante que su madre,
que no le daba la atención debida, igual que el resto de su familia, que la
consideraban tonta. No obstante, a juzgar por la descripción que viene a
continuación, es probable que Marie sufriera de TEA o Trastorno del espectro autista.
Pronto Genoveva descubre que, aunque Marie no
hablaba mucho, tenía un don para la música y una gran capacidad para el
aprendizaje, lo que las acerca aún más. Sin embargo, esto trae los celos de la
madre de Marie, que la acusa de bruja y le prohíbe acercarse a su hija. Esto no
duraría mucho, ya que eventualmente la madre de Marie muere de un ataque al
corazón mientras lavaba ropa. Sin ese obstáculo, Genoveva se hace cargo de
Marie y las dos desarrollan una relación de madre e hija, siendo la niña la compañera
de viaje de Genoveva por algunos años.
Para 1720, se hace evidente que la salud de
Marie va en declive y Genoveva decide irse a Prusia dos años después para
dirigirse al castillo del barón von Glatz, otro miembro de la logia, para que
la niña pueda recibir la atención de Franz, un médico de la orden. La cercanía
de este hombre tambalea la relación entre ambas debido a que Marie se enamora
de él, pero este sólo tiene ojos para Genoveva, a pesar de que ella prefería a
su hija adoptiva. El deterioro de la relación entre Genoveva y Marie hace mella
en la ya débil salud de esta última, que no tardaría en morir, dejando a
Genoveva con el corazón destrozado. Más adelante en la novela, se explicaría el
por qué Marie sentía desde el principio una conexión con Genoveva desde el
principio.
Bernabé es el esclavo de la familia Alcocer y
el principal confidente de Genoveva durante el primer tercio de su vida. Es con
este que Genoveva explora su sexualidad poco después de que acaba la expedición
a Cartagena y se quedan juntos hasta que ella parte a Europa en 1711. 56 años
después, cuando Genoveva regresa, ella desea ubicar a Bernabé y su sorpresa fue
grata cuando descubre que él aún sigue con vida, pues este tenía la impresión
de que ella algún día regresaría a la ciudad que la vio nacer. Los dos deciden
permanecer juntos y acompañarse entre ellos para pasar su vejez. Por desgracia,
esto no duraría mucho.
La tejedora de coronas es una novela que posee
muchas referencias a distintas figuras emblemáticas del siglo XVIII y muestra
los avances de la época como Voltaire y su pensamiento filosófico que
conduciría a la Revolución Francesa, George Washington y Benjamin Franklin que
buscaban liberar a las Trece Colonias, que más tarde se convertirían en los
Estados Unidos, José Celestino Mutis y su defensa de la teoría heliocéntrica de
Copérnico o el apoyo que algunos de ellos recibieron del papa Benedicto XIV. Pero,
sobre todo, hay menciones sobre la astronomía cuando Genoveva menciona los
logros de científicos como Christiaan Huygens y William Herschel, el cual es
nombrado al final cuando dice que él encontró la Georgium Sidus, es decir, la
Estrella de Jorge, haciendo alusión a su mecenas, el rey Jorge III, que resulta
ser el planeta Genoveva que ella tanto estudió.
Sin embargo, también se muestra mucho que, a
pesar de estos progresos, la superstición todavía dominaba la vida de las
personas, incluyendo a los más sabios. Por ejemplo, además de estar en el
círculo de científicos y filósofos, Genoveva también se convierte en miembro de
la Cloîte Notre-Dame, que efectúa ritos como la misa negra, que apenas estaba
haciendo acogida y es encarcelada durante diez años en la Bastilla por eso.
Otro ejemplo se encuentra en los últimos capítulos cuando su dama de compañía
la acusa de matar personas con brujería.
Los temas que más trata La tejedora de coronas
son el avance de la ciencia, la superstición, la reencarnación y la realización
personal. Genoveva descubre todas estas cosas una vez su ciudad natal es
atacada y sale de ella para viajar durante cincuenta y seis por Europa y
Norteamérica en busca de conocimiento y madurez, al continuar el trabajo del
amor de su vida, sin importarle que esto le traiga dolor o podría llevarla a
prisión o a la muerte. Nada de esto le molesta; ella abraza su destino sin
quejarse, algo que muestra su carácter dispuesto a adaptarse y a aceptar las
circunstancias, e incluso a aprovecharlas para sí.
A pesar de que por su escritura sería una de
las novelas más difíciles de leer, en realidad su narración no es tan enredada
como se esperaría de una novela de más de quinientas páginas. El reto es que
sus capítulos tienen en promedio unas treinta páginas y el hecho de que las
oraciones sólo sean separadas por comas puede hacer que algunas personas se
pierdan en la lectura y no puedan comprenderla.
La tejedora de coronas es una excelente novela
que, en mi opinión, debería ser más popular de lo que es, debido a sus
referencias al siglo XVIII y a su protagonista, una mujer adelantada a su
tiempo pero que también sufrió muchas injusticias a causa de la mente cerrada
de la gente de la época en la que vivió. Aunque es un libro hermoso, se lo
recomiendo a personas con gran hábito de la lectura.
Con esta extraordinaria novela, concluyo el Mes
Colombiano. Esta vez nos topamos con novelas de argumentos complejos, así como
textos de estructura simple. Pudimos ver personas que están dispuestas a hacer
lo que sea para conseguir sus metas o personas que deben sufrir la opresión de
la sociedad de su tiempo. Algunas logran triunfar contra todo pronóstico, pero
otras fracasan y esto le trae sufrimiento y muerte. Esperemos que el próximo año
el Mes Colombiano sea incluso mejor que este. Nos vemos el próximo sábado.
Excelente, en realidad me han dado muchas ganas de leerlo, me recordó un poco a otra historia que se llama "La casa de los espíritus" pero me parece que esa es chilena. Muchas gracias.
ResponderEliminarLa tejedora de coronas es un gran reto de lectura, pero luego de que lo terminas de leer sentirás que el tiempo invertido lo valió al encontrar varios giros inesperados. Saludos.
Eliminar