EL HONOR PERDIDO DE KATHARINA BLUM
Esta semana, volvemos al modo aleatorio en
cuanto a las entradas. La novela elegida de la semana es El honor perdido de
Katharina Blum del escritor alemán Heinrich Böll.
El honor perdido de Katharina Blum trata sobre
una empleada doméstica, Katharina Blum que, debido a un malentendido, es
asociada a un delincuente y los medios de comunicaciones de su ciudad empiezan
una campaña de difamación en su contra.
La novela está compuesta por cincuenta y ocho
capítulos, muchos de los cuales apenas llenan la mitad de una página; razón por
la cual en realidad El honor perdido de Katharina Blum es un libro corto, cuyas
ediciones apenas llegan a las ciento cincuenta páginas. La historia trascurre
en una semana de carnaval, entre los días 20 y 26 de febrero de 1974.
Empecemos por la protagonista, Katharina Blum.
Ella nació en 1947 siendo hija de Peter, un minero y de Maria, una empleada
doméstica. Tenía un hermano mayor, Kurt. Su padre murió a los treinta y siete
años cuando ella tenía seis años a causa de problemas respiratorios causados
por heridas que sufrió en la II Guerra Mundial y por su trabajo como minero.
Por esto, desde muy joven tuvo que trabajar para ayudar a su familia.
Desde los catorce años, Katharina debió
trabajar en casas de familia para poder ganarse el sustento, puesto que su
madre era alcohólica y su hermano era un libertino. Mientras tanto y gracias a
su madrina, Elsa Woltersheim, estudió economía doméstica, la cual le ayudó a
mejorar su trabajo. A pesar de todo, siempre fue una estudiante sobresaliente
en la escuela. Se casó en 1967 con Wilhelm Brettloh, un obrero textil, pero se
separaron luego de seis meses. Desde 1970 trabajaba como ama de llaves para el
matrimonio Hubert y Gertrud “Trude” Blorna. Aunque se crío en la fe católica,
dejo la misma en 1966 y gracias a su frugal estilo de vida, logró ahorrar mucho
dinero y comprar su propio apartamento. Todo aquel que conoce a Katharina la
describe como una mujer mojigata en cuanto al sexo, por lo que se ganó el apodo
de La Monja.
Lo que le ocurre a Katharina Blum y que la
convierte en blanco de la prensa es que el miércoles 20 de febrero de 1974 fue
invitada a un baile que organizó su madrina. Como sus patrones le dieron
vacaciones y como ella no había asistido a una fiesta en cuatro años, acepta
sin reparos. Allí se encuentra con Ludwig Götten, un hombre buscado por las
autoridades por su condena por robo y para ser procesado por asesinato. Después
de bailar unas cuatro veces juntos, se van hacia el apartamento de Katharina y
allí pasan la noche. A la mañana siguiente, cuando Katharina despierta ya no lo
encuentra, o al menos eso afirma en su testimonio, el cual fue realizado con
dificultades porque ella se negaba a testificar.
Desde el principio, un fotógrafo, Adolf
Schönner, siguió a los policías y le tomó una foto a Katharina Blum. De
inmediato, el PERIÓDICO, encabezado por el periodista Werner Tötges, empezó a
lanzar una campaña en su contra, tildándola de amante de Götten, comunista,
delincuente y atea, acusaciones que tanto Katharina como su empleador
consideran falsas y que sostienen así a lo largo del libro, pero que el
PERIÓDICO insiste en mantener, a pesar de la captura de Götten, que confirma
que Katharina no tiene nada que ver con él.
El matrimonio conformado por Hubert y Gertrud
“Trude” Blorna es una pareja de profesionales, él abogado y ella arquitecta,
que ha logrado cierta riqueza y cierto estatus en la sociedad de la ciudad en
la que residen. Con ello pueden permitirse vivir en una villa exclusiva y
disponer de una ama de llaves, en su caso de Katharina Blum. Hubert tiene
algunas ideas de izquierda y Trude perteneció a grupos estudiantes comunistas
durante sus estudios de arquitectura, algo de lo que se vale el PERIÓDICO para
desprestigiarlos por apoyar a Katharina. Todo esto le genera un gran dolor
psicológico al señor Blorna, lo cual se manifiesta en su cuidado personal.
También destruye sus relaciones sociales y laborales, las mismas que tanto
trabajaron por construir.
Elsa Woltersheim es hija de una obrera de Kuir
y un obrero de apellido Lumm, que nunca la reconoció como hija suya, por lo que
se crío con su madre. De su padre se sabe que emigró a la Unión Soviética en
1932 y allí se convierte en victima de las purgas de Stalin. A pesar de su
padre sufrió este destino, el PERIÓDICO se vale de los ideales de sus padres
para atacarla.
Sé que se preguntarán, ¿quién es Ludwig Götten,
el hombre “causante” de la desgracia de Katharina? Se averigua que sí había sido juzgado por robo, pero en
realidad su delito es muy distinto de como pretendió mostrarlo el PERIÓDICO,
siendo un hombre completamente diferente y tal vez, con una moral menos negra
de la que se creyó. Al navegar en su historia, nos enteramos de su verdadera
relación con Katharina Blum.
Los villanos de la historia son los personajes
que están asociados a el PERIÓDICO: el periodista Werner Tötges y su fotógrafo
Adolf Schönner, que fue el que le tomó las fotos a Katharina cuando es llevada
a la comisaría. Cuando ambos son asesinados, sus sucesores el periodista Eginhard
Templer y su fotógrafo Kottensehl siguen con la campaña en contra de Katharina
y de sus allegados.
A pesar de la evidente difamación, ni Katharina
ni los Blorna toman acciones contra el PERIÓDICO en ese momento, aunque el
señor Blorna consideró arrojar un coctel Molotov a la sede de el PERIÓDICO y la
señora Blorna se desquitó con un socio de la firma en donde trabajaba su esposo.
Sin embargo, esto es al principio. Al final, Katharina toma una decisión que
termina costándole su inocencia.
El tema principal de El honor perdido de
Katharina Blum es la manipulación de los medios de comunicación o, para
resumir, la manipulación de la verdad. Desde el momento en que Katharina se
convirtió en sospechosa, el PERIÓDICO le hizo una campaña negra sacando, como
se dice popularmente, sus trapos sucios. Que su padre era un criptocomunista,
que su hermano era un ludópata y un ladrón, que su madre era una alcohólica y
una ladrona y que murió por la tristeza que le generó que su hija estuviera
involucrada en el crimen, que su ex esposo se alegraba de que ella lo hubiese
abandonado y se hubieran divorciado. En fin, todo ello para poner al público en
su contra. No sólo hacen eso; a pesar de que los verdaderos hechos salen a
flote, siguen insistiendo en su campaña contra Katharina.
El PERIÓDICO no sólo ataca a Katharina, sino
también a las personas relacionadas con ella, el matrimonio Blorna y a la
señora Woltersheim. Los Blorna fueron acusados de comunistas por las ideas de
izquierda de Hubert y la relación que tuvo Trude con los movimientos
universitarios de izquierda mientras estudiaba arquitectura, ganándose el apodo
de Trude La Roja. Lo mismo pasó con la señora Woltersheim debido a su madre
vivía por voluntad propia en la RDA y su padre, que nunca la reconoció, se mudó
a la Unión Soviética en 1932 y fue ejecutado allí. Es decir, fue llamada
comunista porque sus padres vivieron en países comunistas con la RDA y la Unión
Soviética.
Toda la novela hace una referencia a un tema
que sigue vigente hoy en día: los medios de comunicación y cómo estos deforman
la verdad sólo para entretener y manipular a la población, lo cual en estos
días esta ocurriendo: los medios nos bombardean con todo tipo de información; a
veces veraz, a veces falsa. Ahora, si se debe tomar en serio, eso depende del
criterio de cada individuo. Sin embargo, hemos visto en los últimos años como
la manipulación de la verdad ha causado problemas en todo el mundo.
En el caso de Katharina Blum, lamentablemente
todos dan por sentada la información sensacionalista de el PERIÓDICO y terminan
por creer que Katharina es una delincuente. Peor aún, más allá de que la
policía insiste en que ella es inocente, el PERIÓDICO sigue la cruzada en su
contra por los pésimos antecedentes de su familia y los ideales de las personas
cercanas a ellas.
Lo más lamentable es que la decisión que toma
Katharina me recuerda un poco a la de Antón Castán, el protagonista de La cárcel,
pero las circunstancias no son las mismas. Si, ambos confrontan a la persona
que les acusó de crímenes que no cometieron, pero mientras Antón sacrifica su
inocencia para evitar que la persona que dañó su vida siguiera cometiendo
atropellos contra él y sus compañeros en la cárcel, Katharina hace lo mismo buscando
también una solución a sus problemas sólo para terminar creando uno aún peor.
A pesar de su tono pesimista, recomiendo este
libro porque sigue siendo vigente en estos días de noticias que aparecen por
todas partes y que no siempre debemos confiar como reales.
Este libro es una basura, esta escrito de una forma mas rara... no perdais el tiempo y el dinero comprandondolo
ResponderEliminarUnas de las cosas que olvidé mencionar de la novela fue que tiene muchos saltos de tiempo; es decir, analepsis y prolepsis o también llamados flashback y flashforward. Si uno no está familiarizado con este estilo de escritura o no le gusta, es obvio que este tipo de novelas no será del agrado. Saludos.
EliminarEsta escrito como un informe policial, me pareció infantil...
EliminarSaludos y gracias por las recomendaciones
Precisamente porque es una novela policíaca y el autor la escribió para que pareciera un informe, aunque también encierra una crítica hacía la manipulación de los medios. Saludos.
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