LIBROS QUE FUERON UN RETO EN 2017
Ya que estamos a final de año, haré un repaso
de los libros que leí este año. Aquí entrarán algunos libros que leí fuera del
blog, ya sea por cuestiones de estudio o no, y no todos los libros que analicé
en el blog irán en este artículo. Aquí estarán los libros que representaron un
reto para mí por su complejidad, ya sea en su estilo o en su contenido. Algunos
fueron de mi agrado y otros me disgustaron tanto que no creo que vuelva a
darles otra oportunidad.
No siendo más, aquí empieza la lista.
Solaris, de Stanislaw Lem – Este es
uno de los libros que más molestó leer porque tuve que leerlo varias veces e
incluso estuve a punto de rendirme con él. Su contenido es muy complejo y si
uno no está acostumbrado a leer literatura de ciencia ficción, puede que tenga
problemas con él.
La tragedia del Doctor Fausto, de Christopher Marlowe – Aun cuando esta obra de teatro sobre Fausto es más corta que la que
escribió Goethe y a pesar de estar escrita para ser representada en tablas, no
es tan fácil de leer, no sólo porque su lenguaje es más antiguo al haber sido
escrito a finales del siglo XVI, sino porque varios de sus pasajes me parecen
un relleno innecesario. Mejor, Fausto de Goethe.
El burlador de Sevilla o El convidado de piedra, de Tirso de Molina – Actos sin división de escenas, ritmo lento y pesado… Todo esto hizo
que encontrara esta obra muy aburrida. Sugiero primero leer Don Juan Tenorio, al ser
un poco mejor, y luego El burlador de Sevilla. Si lees primero la segunda, la decepción
será enorme.
Nosotros, de Yevgueni Zamiatin – Como he
dicho varias veces, no estoy tan familiarizada con la literatura de ciencia
ficción como debería, algo que hace que me cueste más trabajo entender los
libros de este género. Sin embargo, Nosotros fue una de las novelas que más me
sorprendió por el suspenso que mantiene y su final inesperado, que logran hacer
contrapeso a la lentitud de su ritmo. Por ser predecesora de la llamada
“trilogía distópica”, que son 1984, Un mundo feliz y Fahrenheit 451, recomiendo
leerla antes de esta o incluso pueden hacerlo después. Es una novela que merece
más valor del que en realidad tiene.
Las tres hermanas, de Antón Chéjov – Uno de los libros más decepcionantes de este año, que no fueron
pocos. Tiene muchos pasajes innecesarios para la trama, algo que hace desviar
el objetivo principal, un contenido pesimista y un final que deja un mal sabor
de boca. Lo peor de todo es que hace que El jardín de los cerezos o La dama del perrito, que
también son de Chéjov, parezcan mejores a su lado, porque al menos estas dos
historias dejan la expectativa de que algo menos negativo ocurrirá. No apto
para personas depresivas.
Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de Miguel de Cervantes – Una de las novelas que fue un reto en este 2017, al cumplirse el
cuarto centenario de su publicación. No me desencantó tanto como Las tres
hermanas, pero tuve que leerla de nuevo ya que no es una novela sencilla por
dos razones: su densidad y su gran cantidad de detalles, por lo que es mejor
leerla con mucha concentración. Además, sus personajes son planos, sin mucha
evolución. Una buena novela, pero sería mejor darle una repasada si ya conoces
la obra de Cervantes.
La palabra más hermosa, de Margaret Mazzantini – Mismo problema de La tragedia del Doctor Fausto y de Las tres
hermanas: muchos pasajes innecesarios que hacen perder la concentración.
Tampoco es fácil identificarse con la protagonista, ya que las actitudes que
tiene son consistentes con el típico héroe designado.
El pato salvaje, de Henrik Ibsen – El
problema no es la obra en sí, que de hecho es fácil de comprender, sino que porque
ha sido víctima de las pésimas ediciones de Internet. Eso hace que sea difícil
de seguir.
Opio en las nubes, de Rafael Chaparro – Una de las novelas más complejas que existen en la literatura hispanoamericana.
Su estilo surrealista, el uso de spanglish, el tener más de una voz narradora y
el uso de canciones que reflejan las emociones y las acciones de los personajes
hacen que sea necesario leerla más de una vez. Sin embargo, considero que
hacerlo vale la pena. Uno de los libros que más sorprendió este año.
¡Que viva la música!, de Andrés Caicedo – Es extraño que dos novelas similares como esta y Opio en las
nubes sean mencionadas en esta entrada, pero así es. La razón de porque este
libro no es fácil de leer se debe a que está escrito como si fuera un cuento
largo; no hay separaciones de ningún tipo. Sin embargo, no tiene ese ritmo
atrayente que sí tiene Opio en las nubes, siendo más bien inconsistente. Una
novela que me decepcionó mucho.
Juegos de manos, de Juan Goytisolo – Tenía altas expectativas de esta novela por ser la primera que
decidí leer de este autor, tras haber fallecido este año. Es una novela con un
concepto y una premisa interesantes, pero la ejecución no es nada buena.
Capítulos excesivamente largos, personajes odiosos y con los que es imposible
identificarse, ritmo lento... Muy desilusionante, aunque se puede justificar en
cierta forma por tratarse de la primera novela de Goytisolo.
Aura o las violetas, de José María Vargas Vila – En general, la mayoría de los libros de Vargas Vila son
difíciles de comprender debido a su lenguaje recargado, pero además Aura o las
violetas no tiene separación de pasajes y capítulos, como lo advierte Vargas
Vila en el prólogo. Aunque es corta, no es la novela más fácil de leer de este
autor.
Los cuentos de María Luisa Bombal – Esta autora
chilena fue una de las que leí para poder realizar un trabajo para la
universidad, junto con Jorge Luis Borges y Horacio Quiroga. De estos tres, la
más difícil de leer fue Bombal, no sólo porque no la había leído antes y por la
poca disponibilidad de su obra, sino también porque muchos de sus cuentos
tienden a tener más de una voz narradora, algo que puede resultar confuso.
El huésped de Drácula, de Bram Stoker – Su estilo lo haría fácil de leer, pero su ritmo es lento y
pesado, haciendo su lectura un tanto tediosa. Sin embargo, se podría leer antes
de tocar a Drácula, como una forma de
introducirse en dicho universo.
El exorcista, de William Peter Blatty – La única novela larga de horror que leí este año. Ante mis
deberes en la universidad, decidí leer dos o tres capítulos por día de esta
novela para poder realizar la entrada. Por suerte, no es tan complicada de
entender y te da el poder de imaginar lo que ocurre. Sin embargo, si uno ya
está acostumbrado a leer literatura de terror u horror, esta novela no te
causará la mayor impresión.
El desaparecido o América, de Franz Kafka – Una novela a la que decidí darle otra oportunidad después de
haberla leído de manera apresurada en 2015. A pesar de mis reservas con Kafka, encontré esta
novela interesante tanto por su concepto como por su composición. Aunque está
inacabada, leerla vale la pena y merece tener tanta atención como la reciben El
proceso y El castillo.
El corazón de piedra verde, de Salvador de Madariaga – Esta novela fue uno de los mayores retos del año debido a su
longitud y a su tema, que nunca había leído antes. No está mal; en la novela,
Madariaga muestra que tiene un gran conocimiento histórico y se le da muy bien
la narración descriptiva, pero la novela tiene muchos fallos como la poca o
nula evolución de los personajes, protagonistas demasiado perfectos y un ritmo
irregular. No es terrible, pero tampoco es la gran cosa.
Papá Puerco, de Terry Pratchett – Su
estilo sin capítulos y con apenas separaciones para pasar de una secuencia a
otra hacen que no sea fácil seguirle la línea. Sin embargo, su temática
reflexiva sobre las festividades como la Navidad la hacen adecuada para
analizar sobre lo que creemos. Recomendada para leer no sólo al final del año,
sino también en cualquier fecha del año.
Pedro Páramo, de Juan Rulfo – Es curioso que
dos novelas de nombre aliterativo hayan sido las más difíciles que he leído
este año. Como Papá Puerco, tampoco tiene capítulos, pero a diferencia de esta
última, Pedro Páramo no es lineal; hace saltos de tiempo hacía adelante y hacía
atrás y tiene varias voces narradoras por este motivo. Resalta muy bien el tema
de la muerte y la condición del ser humano.
Regresaré el 6 de enero con una entrada ideal
para el Día de Reyes. A medida que trascurran las semanas, les iré ofreciendo
pistas sobre la entrada para que puedan adivinar su nombre.
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