¡QUE VIVA LA MÚSICA!
Para seguir con el Mes Colombiano y con el mismo estilo que posee Opio en las nubes, esta
semana analizaré la obra más famosa del escritor caleño Andrés Caicedo, ¡Que
viva la música!
¡Que viva la música! fue publicada el 4 de marzo de 1977, por lo
que este año y en ese mes se cumplieron 40 años de su publicación y también los
40 años del suicidio de Caicedo, ocurrido el mismo día de la publicación.
Creo que no es necesario hablar sobre Andrés Caicedo; se puede
buscar su biografía en línea. Sin embargo, su obra influyó a muchos escritores
que se enfocaron en la realidad social aderezada con la cultura de la música y
la cultura de las drogas. Uno de ellos fue Rafael Chaparro Madiedo, del cual
hablé la semana pasada.
La primera edición en inglés de ¡Que viva la música!, la cual apareció en 2014.
A diferencia de la mayoría de las novelas, ¡Que viva la música! no
está dividida por capítulos sino que está escrita de forma que parece un cuento
largo o una novela corta, es decir, no hace ninguna pausa para detener la trama
por un momento y luego seguirla el siguiente capítulo. En resumen, sigue toda
la historia sin pararse hasta que finaliza.
La protagonista y narradora es una joven a la que llaman La mona y
que firma como María del Carmen Huerta, pero no está claro si ese es su nombre
o un seudónimo. Se puede pensar de esa manera como se puede pensar de Defred,
la protagonista de El cuento de la criada, cuyo nombre o seudónimo es June. En
cualquier caso, ella describe como llega a su vida la música y como esta
termina siendo el centro de esta.
Para La Mona, su razón de ser es la música. No las amistades. Sólo
la música y de paso, la rumba que está indirectamente relacionada con la
música. Primero conoce a un grupo de jóvenes que les gustaban los Rolling
Stones y por ende la música. Pronto se les une y goza de la música que a ellos
les gusta así como sus fiestas, llenas de drogas y de desorden. Sin embargo y
con el tiempo, empieza a notar un cambio en la dirección del género, algo que
La Mona no toma nada bien. Tras una serie de circunstancias, ella se distancia
del rock.
Después de un tiempo, La Mona extraña la música pero decide buscar
otro grupo que les guste otro tipo de música. Por suerte, para ella encuentra a
unos salsomanos, es decir, amantes de la música salsa y decide probar si este
género le gusta y le provoque tanto como lo hacía el rock. Descubre que la
salsa le atrae más y que las rumbas salseras son mejores que las rockeras.
Sin embargo, las fiestas salseras resultan estar tan llenas de
drogas como en las que se escucha rock y tan llenas de desorden que La Mona y
el grupo de salsomanos dejan de hacer fiestas en Cali y empiezan a hacerlas en
Jamundí, una pequeña ciudad cercana a Cali, creyendo que habría más
tranquilidad. No obstante, se da a entender que no sería así y que La Mona
abandonaría al grupo para seguir viviendo a través de la música, que es lo
único que ama.
¡Que vive la música! es una obra difícil de analizar. Hasta ahora,
muchos no se han puesto de acuerdo sobre lo que Caicedo quiso plasmar en ella.
Por un lado muestra cómo una persona que se cría en un buen ambiente termina
degradándose por causa de las drogas. Por otra parte, es un reflejo del
ambiente musical y general durante la Cali de los 70: rock vs. salsa, clase
alta vs. clase obrera. La Mona convive con personas de su misma clase social
pero cuando quiere probar algo que le genere la misma sensación que le producía
el rock lo encuentra en la salsa, por entonces más popular entre los sectores
menos adinerados de Cali. Esto hace que ella mire las cosas de forma diferente al
interactuar con las distintas esferas sociales caleñas al asistir a las fiestas
relacionadas con ambos géneros, rock y salsa.
En el personal, no me conecté con este libro y nunca acabó de
convencerme. No siento que tenga esa sensación de querer atraparte y sientes
que una vez que lo terminas de leer, no te pierdes de nada. Leí ¡Que viva la
música! dos veces y no logró hacerse un hueco. Si busca una visión de una
persona sobre la música que la rodea, este libro no está mal. Para mí, estoy
segura de que nunca más le daré una oportunidad a este libro.
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