EL CASTILLO DE LOS CÁRPATOS

 

Para continuar con el Mes de Halloween, nos quedaremos en Rumania, donde nos dejó la lectura anterior. El lugar elegido es El castillo de los Cárpatos, el título de la 37ª novela del escritor francés Julio Verne y es una de sus obras tardías, siendo publicada en 1892.

El castillo de los Cárpatos nos habla de un castillo abandonado en lo alto de un desfiladero ubicado en Transilvania y de cómo los habitantes del poblado más cercano a dichas montañas creen que el Chort1 se ha apoderado del castillo. Entretanto, dos misteriosos visitantes que llegan de Krajowa (probablemente Craiova) se entera de eso y quieren averiguar si eso tiene que ver con un hombre que le causó un gran daño a uno de ellos cinco años antes. Sí, en cierta forma es una novela gótica, pero no es una novela gótica convencional como explicaré más adelante.

En cuanto al tiempo y al lugar, la historia se desarrolla en junio de 1899, con saltos a cinco años antes. Todo ocurre en el ficticio pueblo de Werst, el cual se supone que está a cincuenta millas húngaras de Kolozsvár (más conocida como Cluj-Napoca), en un mismo camino en el que se encuentran ciudades como Petroșani (llamada por el nombre húngaro, Petrozsény) y Alba Iulia (llamada por su nombre alemán, Karlsburg). Lo único que queda claro es que la ubicación es cercana a las montañas Retezat (llamadas por su nombre húngaro, Retyezát)2.

Franz de Telek es uno de los dos visitantes y su protagonista definitivo. Pertenece a una de las familias más antiguas e ilustres de Rumania, pero de la cual solo quedaba la rama de Krajowa, a la que Franz pertenece. Unos años después de la muerte de su padre, deja su hogar en Krajowa para viajar por Europa en una suerte de Grand Tour3, empezando por Italia, ya que conoce el italiano gracias a su difunto preceptor italiano.

Estando en Nápoles, Franz se enamora de una cantante de ópera, por lo que decide ir a todas las funciones a las que ella se presenta, solo para ver que ella tiene un hombre que la admira, un hombre con el que terminaría por rivalizar. Tras la supuesta muerte de ella, él regresa a Rumania y se aísla en su castillo por varios años hasta que Rotzko lo convence de viajar.

Saliendo de Krajowa y al llegar a la posada El rey Matías, Franz se entera de lo que está ocurriendo en el poblado y cuando mencionan el nombre de su rival, decide ir a averiguar si él se encuentra en el castillo y, de ser así, avisará a las autoridades de Karlsburg, para así tranquilizar a los lugareños. Sin embargo y por extraño que parezca, él no está muy por encima de los pueblerinos en cuanto a las supersticiones.

Al subir la montaña, Franz parece ver a su amada y cree que puede estar viva, pero secuestrada por su rival, por lo que quiere subir al castillo para rescatarla y luego ir a Karlsburg. Sin embargo, para esto le pide a su acompañante Rotzko que se vaya a Vulkan (Vulcan en rumano) y que si no regresa, ahí sí vaya a Karlsburg. Al llegar al castillo, tiene dificultades para entrar o salir de recintos, encuentra escaleras que no van a ninguna parte y todo tipo de trucos, pero en uno de ellos logran descubrir que el castillo no solo está habitado, sino la razón de los fenómenos sobrenaturales. Pero Franz debe salir antes que el castillo sea demolido, para así encontrarse con Rotzko y rescatar a la mujer que ama, pero incluso resultaría más sorprendente aunque de la forma en la que creen.

Rodolfo de Gortz es el rival de Franz desde que los dos se enamoraron de Stilla y es el villano de la historia. Es el dueño de un castillo ubicado en lo más alto del desfiladero de Vulkan y a su manera ha esparcido el rumor de que el castillo está embrujado y habitado por el Chort gracias a una variedad de trucos por parte de su ayudante.

Rodolfo ha rivalizado con Franz desde que ambos se enamoraron de la misma mujer, una joven cantante de ópera. Cuando está muere de manera inesperada, Rodolfo culpa a Franz de la muerte de la joven y tras el sepelio desaparece durante cinco años. Cuando Franz llega a Werst y los pobladores lo mencionan como el dueño del castillo que está en las montañas, tiene la impresión de que Rodolfo ha regresado al castillo, lo cual resulta ser cierto pero la realidad es mucho más real y no hay nada sobrenatural como él o los lugareños piensan.

Stilla es la cantante principal de la ópera del teatro napolitano San Carlo y el interés amoroso tanto de Franz como de Rodolfo. Desde que Franz la vio por primera vez se sintió atraído por ella, al punto de asistir a todas las funciones en las que ella se presenta y pensar en convertirla en su esposa, algo que también quiere hacer Rodolfo de Gortz. De hecho, Stilla planea dejar la ópera porque contraerá matrimonio. Sin embargo, el día de su último concierto ella muere de manera misteriosa, siendo enterrada en el Camposanto Nuovo de Nápoles (hoy Cementerio de Poggioreale).

La muerte de Stilla tiene una enorme influencia en Franz ya que pasa los siguientes cinco años encerrado en su castillo, añorando su recuerdo, hasta que Rotzko lo convence de viajar a Petroszeny. Ya en el desfiladero, Stilla se aparece en lo alto de la montaña o eso pareciera, llevando a Franz a creer que puede estar viva. Sin embargo, Verne hace un giro inesperado y realista sobre Stilla.

Rotzko es el acompañante de conde de Telek. Ex soldado rumano que había estado al servicio del difunto padre de Franz, es gracias a él que Franz sale de su castillo tras la muerte de su padre. Se mantiene al lado de su amo, demostrando una gran lealtad, incluso escalar el desfiladero de Vulkan a pesar de sus objeciones.

Orfanik es el ayudante de Rodolfo de Gortz. Gracias a sus conocimientos en fonografía, telefonía, electricidad y óptica, es capaz de lograr para su amo las cosas más sorprendentes para hacer creer a los habitantes de Werst que el castillo está embrujado y mantenerlos alejados.

Nicolás «Nic» Deck es el guardabosques del pueblo y el prometido de Miriota, la hija del magistrado Koltz. Es el único del pueblo que decide subir el desfiladero de Vulkan para averiguar por qué sale humo del castillo después de 15 años de estar deshabitado, pues el resto de los supersticiosos habitantes del pueblo están demasiado aterrados como para arriesgarse. Con el doctor Patak como acompañante, Nic sube la montaña pero de a poco se da cuenta de que la misma está llena de seres sobrenaturales, por lo que empieza a pensar que las supersticiones de los lugareños no son infundadas. Su intento de incursión en el castillo lo deja enfermo por un tiempo, pero logra su meta de casarse con su prometida.

Koltz es el primer magistrado de Werst y el hombre más rico del pueblo. Vive en la casa más grande de Werst fuera del castillo de Gortz con su única hija Miriota. Se encarga de reunirse a los habitantes más ilustres de Werst para establecer un plan de subir a la montaña para averiguar por qué sale humo de allí. Sin embargo, él mismo reconoce la dificultad del plan debido a la superstición de todos ellos, incluso sí mismo. Por eso no quiere que Nic vaya solo o de plano que vaya.

Jonás es el posadero de Werst. Es judío, pero es mostrado como una figura benevolente con respecto a los demás judíos de Werst que son descritos como usureros despiadados que no tendrán ninguna dificultad en convertirse en los dueños de las tierras de Werst cuando los habitantes no puedan seguir pagando los intereses de sus préstamos. Jonás también es prestamista, pero sus intereses son menos agresivos que los de los demás. Además es el dueño de la única posada del pueblo, El rey Matías. Al igual que los demás habitantes, teme que la presencia de un ser sobrenatural espante a los pocos viajeros que pasan por el pueblo porque eso significaría el fin de su negocio.

El doctor Patak es el único médico de Werst y no es particularmente bueno en ello, ya que no es secreto de que sus pocos pacientes tienen más posibilidad de morir en sus manos que otra cosa. A pesar de su miedo y su superstición, se ve obligado a acompañar a Nic al desfiladero de Vulkan.

Frik es un pastor de ovejas. Es él el que nota el humo en el castillo de Gortz gracias a una lente de aumento que le vende un buhonero, por lo que lo primero que hace que es comprar la lente y avisarle sobre el humo a su amo, el maese Koltz.

El maestro Hermod es el maestro de la escuela de Werst. Con apenas conocimientos de lectura y escritura, ha educado al pueblo a punta de leyendas y supersticiones como si dictara historia y literatura. Es obvio que él es una de las principales razones por la que todos en Werst son tan supersticiosos.

En los aspectos literarios, El castillo de los Cárpatos usa el recurso del falso protagonista pero a diferencia de otros trabajos literarios que ya he analizado y que presentan este elemento, el mismo es usado en la novela ocurre varias veces. Primero pareciera que el pastor de ovejas Frik sería el protagonista para que luego el rol pase a Nic Deck; sin embargo, el foco principal cambia a Franz de Telek, siendo este el verdadero protagonista de la historia. Sin embargo, puede que el lector no encuentre este recurso agradable sino molesto y tedioso.

Otro recurso literario es el giro argumental, en este caso al estilo del propio Verne. Franz tiene la impresión de que Rodolfo podría tratarse de un vampiro dado su apariencia y que solo aparece de noche, durante las presentaciones de Stilla y cree que esta puede estar viva. Los habitantes de Werst creen que el Chort se encuentra en el castillo de Gortz porque sale humo de allí y que el castillo está embrujado. Sin embargo, siendo Verne el maestro literario de la ciencia, es capaz de brindar giros que explican todos los fenómenos en el castillo de Gortz.

El castillo de los Cárpatos tiene elementos propios de la novela gótica como el entorno atemorizante proveniente de un castillo, la intromisión del pasado en el presente, la expresión de un conflicto en el sentido de la lucha entre la realidad y la superstición y la narración enmarcada. Pero aunque posee eventos sobrenaturales, la novela es una subversión (en el sentido literario, no político que suele ser el uso para esta palabra) de la novela gótica porque los fenómenos de corte misterioso no son lo que parecen. En realidad, su procedencia tiene un giro que me recordó a los papeles que Catherine Morland encuentra en La abadía de Northanger, otra novela que también subvierte la ficción gótica y que también analicé en este blog.

El tema de El castillo de los Cárpatos es la disputa entre la superstición y la realidad. En la novela es fácil ver como la gran mayoría de los personajes por no decir casi todos están atiborrados de superstición, ante la escasez de una buena educación formal. Incluso personajes como Franz, cuya educación es mucho más elevada, se deja llevar por la fantasía y el folklore, solo para ver que muchas de sus creencias son infundadas. Rodolfo de Glotz representaría la realidad si no fuera porque él se ha encargado de fomentar los rumores y las leyendas sobre su castillo para evitar que los lugareños aparezcan allí con diversos trucos y artilugios. A pesar de todo fenómeno tiene una explicación lógica, Verne deja claro que el carácter supersticioso de los lugareños de Werst permanecerá y lo seguirán enseñando.

El castillo de los Cárpatos es un ejemplo de la herencia multicultural de Transilvania. Al haber sufrido inmigraciones e invasiones durante siglos, Transilvania se convirtió en una región en la que muchas etnias convivieran al mismo tiempo: rumanos, húngaros, sajones de Transilvania, sículos4, romaníes, judíos, etc., y cada una de ellas dejó su huella.

Este crisol étnico se ve un poco en el pueblo de Werst. Aunque los lugareños de Werst se consideran rumanos, cabe notar que la mayoría de ellos, si no todos, poseen apellidos alemanes: Koltz, Deck, de Gortz, etc. Esto es un reflejo de la herencia sajona que ha existido en Transilvania desde hace siglos, pero al mismo tiempo de cómo los sajones de esta región se fueron asimilando a la cultura rumana al punto de que solo el apellido es lo único que indica su ascendencia.

Otro ejemplo se ve en el protagonista, Franz de Telek. Su familia es una de las más antiguas de Rumania; sin embargo, su apellido no es rumano sino húngaro, con Telek siendo una palabra húngara para parcela de tierra, granja o caserío. Considerando que la nobleza transilvana tenía origen húngaro en gran medida, no sería descabellado pensar que sea así. Además, ser de la nobleza étnicamente magiar no hace que Franz sea rechazado sino todo lo contrario.

Siendo una historia escrita por uno de los maestros de la literatura de ciencia ficción, El castillo de los Cárpatos es una novela capaz de mantener al lector. Tiene todo lo que un amante de los trabajos de Verne quiere: innovaciones tecnológicas. Sin embargo, al tratarse de uno de sus trabajos tardíos, es fácil ver un tono pesimista en ella, algo que queda claro en el final. Es de esas historias que se deben leer con la mente dispuesta porque de lo contrario su comprensión será difícil, tal como me pasó con otra novela de Verne: Paris en el siglo XX. Si te gustan las historias sobrenaturales con un giro realista tipo Scooby-Doo o la ficción gótica poco convencional, este trabajo será para ti. La recomiendo.

 

NOTAS

1 Espíritu maligno antropomórfico o un demonio en la tradición folclórica eslava.

2 A partir de aquí, usaré el nombre que las poblaciones reciben en la novela, ya sea en alemán o en húngaro, para evitar confusiones.

3 Véase nota en Fiebre romana.

4 Subgrupo húngaro (llamados székely en húngaro) que viven en gran medida en el País Sículo, la parte este de Transilvania, aunque también una población considerable en el lado rumano de Bucovina, en concreto en el distrito de Suceava. Durante la Edad Media, tuvieron un rol defendiendo el Reino de Hungría de los otomanos, por su postura de guardianes de la frontera oriental. Al realizar el Tratado de Trianon de 1920, Transilvania pasó a formar parte de Rumania, algo que hizo que los sículos fueran objeto de rumanización, aunque durante 1952 y 1968 gozaron de autonomía dentro de la Región Autónoma Magiar. Aunque el gobierno rumano reconoce a los sículos como un grupo minoritario distinto, estos buscan cierto nivel de autonomía gubernamental dentro del país. En la actualidad, además de Rumania, hay poblaciones de sículos en los condados húngaros de Tolna y Baranya y en la región serbia de Vojvodina, en particular en el norte. Drácula, el personaje de la novela homónima, se considera sículo, por lo que este es un ejemplo ficticio.

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