LA ABADÍA DE NORTHANGER
Para iniciar el mes de Febrero, lo hago con La abadía de
Northanger, la penúltima novela en prosa de Jane Austen en ser publicada junto
a Persuasión en 1818, luego de su muerte,
puesto que ambas novelas se desarrollan en la ciudad de Bath. A pesar de ello,
al parecer esta fue la tercera novela que ella terminó.
Como dije anteriormente cuando publiqué la entrada de Persuasión,
la bibliografía en prosa de Austen es cortísima (sólo seis novelas) y hay dos
opciones: leerlas todas rápidamente o ir leyéndolas de cuando en cuando que es
mi caso. Después de cuatro años, por fin he terminado con las obras principales
de Austen.
La protagonista de la historia es una jovencita de diecisiete años
llamada Catherine Morland. Como algunas de las heroínas Austen, es una gran
lectora pero a diferencia del resto es más ingenua y se deja llevar por las
novelas góticas que tan a menudo lee. A causa de esto, tampoco sabe analizar a
las personas y se deja influenciar con facilidad.
En un viaje que realiza a Bath junto a los Allen, una familia
allegada a la suya y que la quieren como a una hija, Catherine conoce a los
hermanos Thorpe, John e Isabella, y a los Tilney, Frederick, Henry y Eleanor, y
se enamora de Henry, un joven clérigo nueve años mayor que ella, así como al
padre de estos, el general Tilney. También se encuentra con su hermano James,
que es muy amigo de los Thorpe, en particular de John, a quien conoció en
Oxford. James está comprometido con Isabella.
De inmediato, Catherine hace amistad con Isabella gracias a su
interés en las novelas góticas, aunque su ingenuidad le hace creer que las
novelas góticas tienen algo de realidad y no se da cuenta de lo que ocurre en
su mundo. Afortunadamente para ella, se cruza con los Tilney, a quienes
encuentran afines a ella, en particular Henry y Eleanor, a pesar de los
intentos de los Thorpe de impedir que acuda a verlos. Los tres jóvenes terminan
llevándose tan bien que la invitan a su residencia, la abadía de Northanger y
ella acepta con el permiso de los Allen.
Al principio Catherine tiene una visión un poco ingenua del mundo y
de las personas en general, así que se deja guiar por los Thorpe y en especial
por Isabella, a la que cree amiga y pronta cuñada debido a su compromiso con su
hermano James. Pero cuando ella sale de Bath y llega a la abadía, empieza a ver
como son los Thorpe en realidad y se da cuenta que Isabella no era la persona
que ella creía y que los Tilney en realidad eran personas más honestas que los
Thorpe.
Aun así, cuando Catherine es expulsada por el general Tilney, no
entiende cómo el general cambió con ella en pocos días pasando de tratarla como
si fuera una hija más a prácticamente echarla de su residencia, sin saber que
todo era producto de un plan de John Thorpe. Afortunadamente Henry la defiende
y es capaz de ir hasta su hogar sólo para aclarar las cosas y pedirle
matrimonio, a lo que ella acepta.
Para mí, como personaje, Catherine Morland tiene una evolución
escasa a diferencia de las otras protagonistas de Austen. Quizá su excesiva
ingenuidad hizo que me gustara un poco menos que las demás; de hecho creo que
es la menos interesante. Aunque que hay reconocer que con el tiempo ella
empieza a ver mejor como son las personas en realidad y se da cuenta que las
novelas no se aplican a la vida real, necesitó de la ayuda de Henry para saber
de las verdaderas intenciones de los Thorpe. Esto también me hace pensar que a
pesar de su amor por la lectura, carece del ingenio que tienen Elinor Dashwood
y Elizabeth Bennet. Sé que suena duro, pero para mí que soy una gran lectora,
Catherine Morland luce como un libro con una linda portada pero con un vago
contenido.
Henry Tilney es un joven que está designado para ser clérigo de la
Iglesia de Inglaterra, una posición que, para Austen, comúnmente era llenada
por el hijo segundo o menor de una familia rica (Edmund Bertram) o era la última opción para
un hombre sin mucho dinero (Edward Ferrars, William Collins, Philip Elton).
Henry, como Edmund y Edward, es sencillo y agradable pero más sarcástico e
ingenioso al momento de hablar que ellos, sabe analizar mejor a las personas
que Catherine y sobre todo, tiene un lado persistente en su carácter al
defenderla e incluso casarse con ella. Para mí, es la contraparte de Catherine,
que es una mujer en las nubes, al ser alguien “con los pies en la tierra”. Eso
lo hace ideal para ella.
Considero que James es la versión masculina de Catherine: de buen
carácter pero muy ingenuo, que no se da cuenta de que sus supuestos amigos son
en realidad personas deshonestas y superficiales. Cree que Isabella es una
mujer intachable y una esposa ideal cuando a la primera coquetea con un hombre
más adinerado que él. Afortunadamente, se entera de esto rápidamente y rompe su
compromiso, dándose cuenta de que casi comete un grave error. Al tratarse de un
personaje menor y tener sólo importancia en la etapa de Bath, desaparece cuando
Catherine se va a la abadía y sólo se lo vuelve a mencionar cuando envía la
carta en la que le informa a su hermana sobre su ruptura. Cabe destacar que su
carta es relevante al mostrar la falsedad y la codicia de Isabella.
Por su parte, John e Isabella Thorpe me recuerdan un poco a los
hermanos Crawford de Mansfield Park porque ambos causan revuelo en la vida de
la protagonista, sobre todo Isabella, a quien encuentro parecida a Mary, puesto
que ambas fingen ser amigas de la protagonista gracias a intereses comunes pero
en realidad el carácter de ambas mujeres es falso y tienen una moral dudosa. Otro
detalle similar entre ellas es que los villanos Austen suelen personas de dos
caras y estos casi siempre son hombres (John Willoughby, George Wickham, Frank
Churchill y William Elliot), pero en La abadía de Northanger este papel lo
ocupa Isabella y esto es algo que también comparte con Mary Crawford. Las dos
cosas en las que no se parecen son su condición económica (Mary tiene una gran
dote e Isabella no) y el interés amoroso (Isabella, a diferencia de Mary que
está interesada en Edmund Bertram, no muestra interés por Henry Tilney, aunque
si por el hermano mayor, Frederick).
Pero Isabella Thorpe no sólo tiene parecido con Mary Crawford, sino
también con Penelope Clay, personaje de Persuasión y con Maria Bertram, también
de Mansfield Park. Las tres juegan y manipulan simultáneamente a dos hombres:
la señora Clay a un hombre joven (William Elliot) y a uno de edad madura (Sir
Walter Elliot), Maria a su marido (el señor Rushworth) y al hombre que la
sedujo (Henry Crawford) e Isabella a un joven rico (el capitán Tilney) y a otro
pobre (James). Isabella y la señora Clay lo hacen para encontrar un buen
prospecto matrimonial, y Maria, por puro aburrimiento. Y las tres terminan, por
así decirlo, apostando al caballo equivocado creyendo que con ese ganaran la
carrera en el matrimonio o serán más felices. Ninguna de las tres logra su
cometido: la señora Clay se va con el viejo pensando que este se casará con
ella y eso no ocurre; Maria se divorcia sólo para ser expulsada de su nicho
social y abandonada por su amante mientras que cuando Isabella ve que el
capitán no está dispuesto a pedirle matrimonio a causa de su falta de dote, intenta
volver con James pero este está decidido a no darle otra oportunidad.
John, desde el principio, tiene interés en Catherine y desea casarse
con ella; todo ello de acuerdo al plan trazado junto a Isabella para emparentarse
con los Morland, creyendo que son ricos. Las cosas no resultan como lo
esperado. John y Catherine no tienen nada en común y lo único que logra es que ella
sienta indiferencia y aversión hacía él. Su enojo es todavía mayor cuando se
entera de que Catherine frecuenta a Henry y a Eleanor Tilney y hace lo posible
para impedir los encuentros entre los tres. Es obvio que no quiere que
Catherine se haga amiga de los Tilney, mucho más sinceros como personas, y que para
él, Henry es su rival en la búsqueda del amor de Catherine Morland.
Parte de su plan es mentirle al general Tilney sobre las riquezas
de los Morland, diciéndoles que son unos ricos herederos. Pero cuando ve que
Catherine ni siquiera siente aprecio por él y que James no desea volver con su
hermana, le revela al general que los Morland en realidad son pobres, aunque
también miente sobre ello al decir que los Morland vivían en la miseria; todo para
evitar que Catherine y Henry se casen sabiendo que al general le importa que
sus hijos que casen con alguien que tenga dinero. Esta es una manera de
descargar su frustración y de decirle a Catherine: si no eres para mí, no lo
serás para Henry. También demuestra su forma inmadura y caprichosa de ser.
Lo irónico de todo el asunto es que al final la ingenua Catherine termina
siendo afortunada puesto que no sólo se casa con el hombre que ama sino que
también recibe una dote de tres mil libras1, obviamente pequeña pero
suficiente para que su suegro la acepte como parte de su familia, mientras que
la astuta Isabella se queda sin ninguno de sus dos pretendientes por su
coquetería e hipocresía. Esto es algo que se podría ver como el principio del
Coyote y el Correcaminos en que la persona menos inteligente prevalece sobre la
que si lo es.
Eleanor Tilney, a diferencia de Catherine, es mucho más tímida a
causa de la severidad y rigidez de su padre, el general Tilney, por lo que
encuentra en Catherine una amiga y viceversa, y lo que es más, para Catherine,
Eleanor es una amiga de verdad. Ella, como su hermano, sabe analizar a las personas
y nota los sentimientos de Catherine por Henry y se muestra complacida porque
sabe que el sentimiento es correspondido y sabe que sería una excelente cuñada
y amiga. Eleanor también sufre por amor: está enamorada de un joven al que el
general se opone por su falta de fortuna y su torpeza (su criado olvidó unos
papeles importantes para los Tilney en Northanger). Al final se casa con el joven
cuando este adquiere un título y dinero de manera precipitada. Mejor aún, su
matrimonio abre el camino para el de Henry y Catherine.
Los padres de Catherine, a pesar de sus escasas apariciones, son
invaluables. Verán, la mayoría de los progenitores o tutores de las heroínas
Austen son un total y completo desastre (Elizabeth y su madre, la señora
Bennet; Anne y su padre, Sir Walter o tanto los padres como los tíos de Fanny)
o ya no viven (el padre de las Dashwood y las madres de Emma y Anne). Al tener
padres poco ejemplares o ausentes, muchas veces las protagonistas son
aconsejadas por personas cercanas a ellas que terminan fungiendo ese papel
(Lady Russell, la señora Weston). Sin embargo, los Morland para mí son
los mejores padres que he visto en las novelas de Jane Austen, pues cuando su
hija es sacada de la abadía, hace lo posible para que sienta en casa y la consuelan,
aunque su hija no les cuente su verdadera aflicción y ellos no le pregunten.
Sí, su madre cree que Catherine está triste por volver a sus habituales
condiciones económicas pero no es una mujer llena de hipocresía ni de rencor,
como lo demuestra al recibir a Henry como si nada hubiera ocurrido.
Para mí, la abadía de Northanger nunca será mi novela preferida. Le
faltan algunos elementos que la convertirían en una gran obra como un mayor
trabajo en la protagonista o un personaje masculino de más contrapeso para
Henry Tilney, pero de ninguna manera se le puede considerar una pésima obra. Es
agradable y un poco satírica por momentos y eso y su corta duración (es de las
novelas más cortas de Austen) la hacen fácil de leer. Si alguno le gusta lo que
causan los enredos, los malentendidos y la ingenuidad este es un libro ideal.
NOTAS
1 282.000 libras a 2015.
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