LA SERPIENTE SIN OJOS


¡Hasta que por fin termino de leerme La conquista de la Amazonia! Después de seis años, logro concluir esta trilogía del afamado escritor tolimense William Ospina. Sí, así es: leí La serpiente sin ojos, novela que finaliza la Conquista de la Amazonía.

La serpiente sin ojos es una novela de treinta y tres capítulos que nos narra la última parte de la Conquista de la Amazonia, retomando el punto en donde el contador se quedó y cómo Ursúa busca su redención luego de perder sus distinciones honorificas en la primera novela. O al menos es así en un principio, pues sus prioridades cambian cuando conoce a Inés de Atienza y con ella descubre el amor.

Los primeros cuatro capítulos describe un poco la conquista del Perú y el rol que tuvo Blas de Atienza en los primeros años del establecimiento de los españoles en esa zona, como su oposición a la ejecución de Atahualpa y el nacimiento de su hija Inés.

De los capítulos cinco al nueve observamos el aparente resurgimiento de Pedro de Ursúa luego de su éxito en aplacar una rebelión en Panamá, algo que lo hizo merecedor para ser parte del sequito del Marqués de Cañete, su reencuentro con el contador y el primer problema que padece el marqués cuando es recién nombrado como virrey del Perú.

Entre los capítulos once al catorce tiene su lugar el primer encuentro entre Ursúa e Inés de Atienza, el cual no resulta muy bien, y cómo el primero intenta convencer al virrey de invertir en una expedición para encontrar El Dorado.

Lo que se cuenta entre los capítulos quince y dieciocho es el avance en la relación amorosa entre Ursúa e Inés, algo que lo pone a dudar en cumplir con sus deberes en la expedición para quedarse al lado de Inés. Sin embargo, está le pide que siga las órdenes que el virrey le ha dado, algo que hace siempre que ella esté a su lado. Ella acepta y decide vender todas sus propiedades solo para estar junto a Ursúa.

La fallida expedición hacia El Dorado dirigida por Pedro de Ursúa es narrada entre los capítulos diecinueve al veintinueve. Se muestra como Ursúa prefiere pasar sus días junto a Inés que avanzar con la expedición que le ha sido encomendada. Esto hace que sus hombres pierdan la lealtad y el respeto por su comandante, algo que el contador percibe que podría ser perjudicial a largo plazo para Ursúa.

Los últimos capítulos describen lo que pasa con Pedro de Ursúa e Inés de Atienza luego de que varios de sus hombres deciden traicionarlos, el ascenso y caída de Lope de Aguirre y cómo el contador decide que su deber es escribir y contar la historia de Ursúa y su rol en la época de la Conquista.

Como es evidente y al ser sus protagonistas, Pedro de Ursúa y el contador reaparecen en Lima, pero la situación es muy diferente a lo que era quince años antes, cuando el contador había llegado a tierras peruanas a reclamar su herencia y Ursúa estaba bajo órdenes de su tío. Ahora el superior de Ursúa es el recién nombrado virrey, Don Andrés Hurtado de Mendoza y Bovadilla,  marqués de Cañate, y el contador es el asesor del segundo, acompañándolo dada su experiencia en dicha tierra.

Ursúa ya no es el joven que vimos en el primer libro. Ahora es un hombre mucho más seguro de sí mismo, pero sigue teniendo los mismos defectos: la impulsividad y el deseo de establecer orden por la fuerza. Sin embargo, no había llegado a enamorarse de verdad hasta que conoce a Inés de Atienza y siente por ella lo que nunca había sentido por ninguna mujer, incluso quitándole su deseo de conseguir El Dorado. Por desgracia, su pasión por Inés y su falta de interés en la expedición le cuestan todo.

Inés de Atienza es una de las protagonistas de la novela. Hija del encomendero español Blas de Atienza, se desconoce quién fue su madre, aunque muchos creen que pudo haber sido una hermana de Atahualpa.

La pertenencia de Inés a la familia del inca Atahualpa nunca ha sido confirmada, pero es un símbolo de la mezcla de las dos culturas que testimonia también la unión de Francisco Pizarro con la ñusta Cuxirimay Ocllo, y los hijos que nacieron de ella” (Ospina, p. 162).

 

Nació el mismo día que ejecutaron a su supuesto ilustre tío, el 26 de julio de 1533 (Ospina, p. 16). Desde niña, se crío entre comodidades y era considerada por muchos como una princesa o una reina, llegando incluso a ser llamada la heredera más rica de Trujillo.

A pesar de su riqueza, era vista con desprecio y temor por las esposas e hijas de otros encomenderos por su origen mestizo. Al quedarse huérfana de padre a los trece años, quedó aún más aislada por ellas excepto por aquellos que fueron cercanos a su padre. Al hacerse adulta, se casó con un rico encomendero llamado Pedro de Arcos, del cual enviuda luego de siete años cuando este muere en un duelo en el que se enfrentó al sobrino del virrey, Francisco de Mendoza.

Cuando ella y Pedro de Ursúa se conocen, él no se lleva una buena impresión pero luego ella lo busca cuando Ursúa regresa a Trujillo y los dos inician una relación amorosa que momentáneamente distrae a Ursúa de su ambición de encontrar El Dorado, solo para decidir que lo conseguiría para que Inés sea la monarca. Al igual que Ursúa, Inés tendría un trágico final.

Lope de Aguirre es el principal villano de la historia. No solo es cruel y sanguinario, está dispuesto a matar a españoles aunque él también lo sea. Fue uno de los miembros de la expedición de Ursúa y tuvo un rol importante en lo que le ocurre a este último y a Inés de Atienza. Pronto se rebela contra la Corona española y él y sus hombres a todo español que se oponga a ellos, a diferencia de otros conquistadores que solo mataban indígenas y esclavos. No sorprende que al final varios de sus hombres terminaran hartos de él y… bueno, creo que varios conocen lo que le pasó a Lope de Aguirre en Barquisimeto.

Don Andrés Hurtado de Mendoza y Bovadilla,  marqués de Cañate es el virrey del Perú. Antes de su nombramiento, dio su respaldo a Ursúa cuando este puso fin a la insurrección de Bayano, por lo que lo nombra su comandante a cargo del Perú. Aunque al principio pareciera que su nombramiento está en peligro debido a las malas acciones de su primo, su sucesor muere en altamar, por lo que sigue siendo el virrey. Es el que autoriza la Expedición hacia El Dorado de Ursúa pues esperaba que el viaje le trajese riqueza y le devuelva el prestigio perdido por culpa de su sobrino.

Francisco de Mendoza es el desvergonzado sobrino de Don Andrés Hurtado de Mendoza y Bovadilla. Apenas conoce a Inés, intenta seducirla sin importarle que esté casada, pero su deseo de hacer que Inés esté con él lo hace aceptar batirse en duelo con Pedro de Arcos, algo que no resulta bien ni para él ni para Pedro de Arcos (Ospina, p. 25-26).

Blas de Atienza fue el padre de Inés. Luego de lograr la riqueza, se queda en Trujillo en donde tiene a su hija, a la que cría con toda clase de lujos, mimos y amor. Nunca menciona quién fue la madre de Inés, aunque muchos sospechan de su identidad debido a que él fue uno de los 11 españoles que se opuso a la ejecución de Atahualpa (Ospina, p. 16). Curiosamente, su hija nació el día en que ello ocurrió. Murió a causa de una enfermedad contraída durante un viaje a los páramos (tal vez neumonía o edema pulmonar), dejando a Inés huérfana pero muy rica (Ospina, p. 18).

Un detalle que noté al leer sobre la Expedición hacia El Dorado por parte de Ursúa es la parte en la que se menciona al sanguinario Lope de Aguirre, debido a que también es referenciado en la novela Los pecados de Inés de Hinojosa, la cual se desarrolla unos años después de los acontecimientos de La serpiente sin ojos.

Para aquellos que no han leído esa entrada que hice hace dos años, en Los pecados de Inés de Hinojosa hay dos ex marañones, que era el nombre con el que se denominaba a los que estuvieron bajo el mando de Lope de Aguirre: el ama de llaves de las Hinojosa, Juana Torralva; y el sacristán Pedro de Hungría. Tanto en la novela como en la miniserie se hace énfasis de sus días como marañones, como se ve en lo que Torralva le dice a Inés y en lo que piensa Pedro de Hungría:

Cuanto susto para nada, ¿eh, mi señora doña Inés? De tantos indios que he visto en mis aventuras, éstos son los únicos mansos. Deben ser las tales turmas que comen o los palos que les habrán metido por el c***” (Morales Pradilla, p. 247).

 

Pedro de Hungría, sentado en su camastro en el aposento vecino a la sacristía de la casi terminada Catedral, estaba por absolverse de sus barbaridades y olvidar, de una vez por todas, su ya borrosa condición de esbirro de Lope de Aguirre, cuando la Torralva entró como una bola de nervios y le gritó” (Morales Pradilla, p. 391).

 

Además de las dos citas anteriores, en el séptimo capítulo de la segunda parte Torralva va a ver a Pedro de Hungría para advertirle que está a punto de ser capturado por el homicidio de Jorge Voto. Siendo ambos ex marañones, están conscientes de que deben huir antes de que la justicia esté sobre ellos, así que no sorprende que ambos lo hagan. De hecho, Pedro de Hungría es el único personaje de Los pecados de Inés de Hinojosa que salió con la suya.

Volviendo a La serpiente sin ojos, es inevitable comparar a Inés de Atienza con Inés de Hinojosa. Las dos son mestizas que sufren la discriminación de una sociedad que se rige por un sistema de castas, siendo ambas demasiado indígenas para pertenecer a la clase alta de piel clara y muy criollas para ser indígenas.

Sin embargo, ahí acaban las similitudes. Mientras que Inés de Hinojosa es sagaz e intrigante y a través del sexo busca lograr sus propósitos, Inés de Atienza es simplemente una mujer que acepta lo que espera de la sociedad, aunque esta misma no la acepte, y para ella lo más importante es el amor y la lealtad que la acompañan. Por amor a Ursúa, vende todas sus riquezas para seguirlo en su descabellada expedición y por él, decide que no permitirá que hagan con ella lo que quieran. Para resumir, si para Inés de Hinojosa el sexo es su manera de manifestarse como persona, para Inés de Atienza lo es el amor.

Un gran problema que tiene la novela es la misma Inés de Atienza. Es un personaje sin mucho desarrollo, tal vez porque fue construida para ser el interés amoroso de Pedro de Ursúa y como símbolo del mestizaje en la América española. Como lo dice el propio autor en su nota al final de la novela:

Con los años he aprendido que Ursúa es un libro de guerras y El País de la Canela un libro de viajes. Pero a medida que avanzaba en La serpiente sin ojos fui comprendiendo que ésta era, ante todo, una historia de amor” (Ospina, p. 162).

 

Pese a este punto en contra, siento que La serpiente sin ojos es un cierre apropiado para la Conquista de la Amazonia. Después de pasar por guerras y viajes, la trilogía cierra el ciclo de Ursúa y el contador mostrando una historia de amor de dos amantes desventurados que estaban destinados a encontrarse y a estar en el mismo lugar. Sin duda, considero que es un buen final para una historia tan compleja.

 

BIBLIOGRAFÍA

Morales Pradilla, P. Los pecados de Inés de Hinojosa.

Ospina, W. La serpiente sin ojos.

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