EL MÉTODO DE RESPIRACIÓN

Para empezar un Nuevo Mes de la Madre, empezaré desde la ciudad de Nueva York donde se cuenta la historia de una mujer soltera embarazada y su ginecólogo, el cual relata cómo ese hecho impactó su vida. Es una novela corta no muy conocida de un escritor archiconocido: El método de respiración de Stephen King.

El método de respiración es una novela corta dividida en tres partes llamadas El club, El método de respiración y El club. Esta historia hace parte del compilado Las cuatro estaciones, siendo la última de ellas y que corresponde al invierno, por lo que su subtítulo es Cuento de invierno. El método de respiración tiene la distinción de ser el único de los relatos de Las cuatro estaciones que a la fecha de esta entrada no ha tenido adaptación cinematográfica.

La primera parte, El club, nos presenta a David Adley, un abogado que acude a un club por invitación de un miembro (que también es su jefe) esperando obtener una membresía y de esta manera un ascenso en su trabajo. Allí conoce varios autores y editoriales que no se encuentran en ninguna de parte de la ciudad de Nueva York o de los Estados Unidos y escucha los relatos de los distintos miembros. Las historias de ellos casi siempre son de guerra, pero lo que más entusiasma a Adley son los libros de autores que no consigue en ninguna biblioteca o librería y eso solo lleva a preguntarse el porqué. Es en una de reunión antes de Navidad en el que Emlyn McCarron, el miembro de más edad, el cual nunca había contado algún relato desde que Adley comenzó a ir al club, decide contarles a los miembros una experiencia que tuvo precisamente durante la Navidad.

Es aquí donde tiene lugar la segunda parte, El método de respiración. McCarron recuerda que atendió a una mujer que nunca olvidaría. Primero ella se presenta como Jane Smith, un nombre que él supone acertadamente es falso. Luego de varias consultas y en el momento en el que paga por anticipado los gastos de su parto es que él se da cuenta que su suposición es certera, por lo que le pregunta por su verdadero nombre. Ella se identifica como Sandra Stansfield y ella le cuenta su historia, la cual explica el porqué de su actitud. McCarron no tiene ningún problema con seguir atendiéndola siempre y cuando ella siga sus instrucciones, llegando a regalar un manual sobre un método de respiración durante el parto que le ayudaría a conservar sus energías hasta la fase final de este. McCarron termina con su historia al hablar sobre el parto salió bien a pesar de las absurdas y desafortunadas circunstancias alrededor de él.

La última parte, El club, tiene a Adley hablando con Stevens sobre los libros que solo están disponibles en el club y este responde que todo viene de las puertas dentro del piso en el que el club se ubica, las cuales son vías hacia otros mundos, lo que deja a Adley desconcertado.

El narrador es David Adley, un jurista que desea tener un ascenso y, por ende, una mejor posición en el bufete donde trabaja, algo que se podría esperar de alguien que lleva más de veinte años trabajando en la misma empresa y siente que su carrera ha avanzado de forma más lenta que con los demás. Por eso, acepta la invitación de su jefe, George Waterhouse, para asistir a un club al que se entra por invitación. Al asistir a este club, David creé que tendrá más posibilidades dentro de su carrera y que podrá tener más éxito al tener acceso a contactos muy importantes a los cuales no podría alcanzar por propia cuenta.

Ya en el club, Adley tiene acceso a la biblioteca donde pueden relajarse y beber mientras escucha las historias que varios de los socios tienen para contar. Aunque disfruta de la vida social que el club le brinda, Adley siente que las reuniones no van a ningún lado en lo que a sus metas se refiere. Sin embargo y luego de escuchar el relato de McCarron, Adley se da cuenta de que quizá lo busca no sea lo mejor para él, sino unir al grupo a escuchar las distintas memorias y a contar las suyas.

Emlyn McCarron es el socio de más edad, con casi ochenta y tal vez uno de los más antiguos. En su tiempo, era considerado un ginecólogo-obstetra innovador debido a su rechazo de prácticas habituales en la época pero que hoy en día se consideran perjudiciales como recomendar fumar a las futuras médicas con cierto sobrepeso, no recorrer a pie distancias considerables o desincentivar el uso de vitaminas prenatales, las cuales apenas hacían su aparición en la década de 1930. A pesar de ello, McCarron no se considera revolucionario o radical.

Nacido en una familia acomodada, McCarron quiso ser un médico y en concreto ginecólogo-obstetra, una profesión no muy bien vista para médicos en la época de entreguerras. Además, como había empezado a atender pacientes en 1929 (un año bastante malo tal como él y la historia lo dejan claro) le costó un poco hacer una clientela fija. Sin embargo, seis años después ya era un ginecólogo solicitado. Fue en ese año que conoció a Sandra Stansfield, una mujer que marcó su vida para siempre.

Luego de entrar en confianza, McCarron le da un folleto que en un futuro sería un cuadernillo en el que él le indicaba los cuidados adecuados durante el embarazo y el parto, en particular una técnica de respiración que lograba mantener la energía de la madre durante el parto al instruir a inspirar y a aspirar durante las contracciones. McCarron aprendió ello de un cuadernillo regalado por un colega. De acuerdo con él, el método de respiración se usaba en la India y en África, pero también en América del Norte por tribus indígenas como los shoshone, los kiowa y los inuits.

La enseñanza del método aumenta la confianza entre McCarron y Sandra al punto de que se mantiene en contacto con ella debido a la situación compleja que ella posee. Esta confianza se mostraría en el momento de parto a pesar de las circunstancias extrañas y nada afortunadas que lo acompañaron. Empero de lo que le ocurrió a Sandra, McCarron está orgulloso de haberla ayudado durante su parto y ha seguido de cerca el paradero de su hijo.

Sandra Stansfield es la futura madre que McCarron atendió en 1935, una mujer tranquila pero determinada y precavida. Nacida en algún lugar del Medio Oeste, ya que McCarron no recuerda con exactitud el lugar de nacimiento de ella, llegó a Nueva York como otras jóvenes como ella a empezar una carrera como actriz, luego de haber tenido cierto éxito en su pueblo natal. Al igual que las futuras actrices, tuvo que trabajar para llegar a fin de mes, en su caso como vendedora de una tienda por departamentos. Por ello, al presentar por primera vez ante McCarron, él se fijó sobre todo en su cloche, un sombrero asociado a la década anterior (1920) y, por ende, pasado de moda, por lo que deduce que es una mujer de recursos económicos un poco limitados.

El estar en una gran ciudad hizo que Sandra se sintiese sola y en las clases de interpretación conoció a un joven con el que inició una relación de la cual ella sale embarazada. Como ocurre con varios hombres, tan pronto como Sandra le informó de su embarazo, él desapareció. En esa misma semana, ella conoció a McCarron, ante el cual se presentó como Jane Smith para evitar cualquier problema e intenta pagar por adelantado los gastos de su futuro parto previendo que pronto la despedirían de su trabajo; todo ello debido al estigma social que sufrían las madres solteras en ese entonces: Esto asombra a McCarron, acostumbrado a rogar y a acosar a sus pacientes más pudientes para que paguen los gastos del parto.

El día de Navidad de 1935 sería como cualquier pero es el día en que Sandra se pone de parto. Para evitar problemas, ella se sube a un taxi para llegar pronto al hospital aun cuando su parto parece avanzar más rápido de lo esperado en una mujer primeriza. El método de respiración que Sandra aprendió del librito de McCarron desconcierta al taxista, más acostumbrado a los gritos de las parturientas que a un relajado compás de respiraciones, por lo que el taxi sufre un accidente al llegar al hospital. El accidente deja a Sandra con una herida tan grave que su muerte es clara pero ella no piensa abandonar este mundo sin antes dar a luz a su hijo.

Stevens es el simpático mayordomo del club. Se encarga de recibir los abrigos de los visitantes y de guiarlos hacia los lugares donde se reúnen los miembros como el bar o la biblioteca. También es el único que conoce a donde van las múltiples puertas dentro del piso donde se ubica el club, pero deja claro que la pregunta sobre ello acarrearía un veto permanente.

Como varios trabajos que he tenido la oportunidad de analizar, El método de respiración es un trabajo en el que predomina la narración enmarcada pues primero estamos leyendo sobre David Adley, la cual abre paso hacia el relato de McCarron. Esto también hace que el protagonista cambie varias veces, siendo primero Adley, luego McCarron y por último Sandra Stansfield. En este punto, es muy difícil saber quién es el protagonista, así que se podría decir que son los tres.

El hecho de que ella usara una identidad falsa e intentara pagar por adelantado su parto refleja la realidad de las mujeres que quedaban embarazadas y no se encontraban casadas. Sandra está consciente de que apenas se notase su embarazo sería despedida de su trabajo, por lo que asume ello sin quejarse. Logra encontrar un empleo provisional mientras piensa en cómo proveer para su futuro hijo cuando este nazca sin imaginarse el giro que daría su parto.

En general, el estilo de narración enmarcada no es mal trabajado pero se siente como si la historia de Adley estuviera de más, como si no aportara nada. Tampoco es un personaje sobresaliente; en ese sentido tienen más personalidad McCarron y Sandra. Además, el hecho de que las puertas del club pudieran ser las que abren a otros mundos es una idea que podría ser interesante pero que no es explorada; tal vez porque la novela se centra en McCarron y su antigua paciente. En ese sentido, el final también te hace pensar una cosa: ¿qué pasó con el objetivo de Adley? ¿Sí logró el ascenso que tanto deseaba? La falta de respuestas que proporciona el final me hace recordar el problema de King a la hora de culminar sus historias, pues sus finales suelen dejan mucho que desear y El método de respiración no es la excepción. Después de todo lo que he dicho, ¿recomiendo El método de respiración? Bueno, como ejemplo de narración enmarcada, tal vez, pero incluso hay ejemplos mejores de ello.

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