LA TÍA TULA
Para empezar un nuevo Mes de la Madre, empezaremos el recorrido en la España de principios del siglo XX, de la mano del gran Miguel de Unamuno. Sin embargo, esta novela no es la típica novela de la madre que da a luz, sino de una mujer que se convierte en tía y en madre sustituta de sus sobrinos cuando estos pierden a su madre. Esa es la historia de La tía Tula, novela que Unamuno publicó en 1921.
La tía Tula tiene un prólogo y 25 capítulos. En el prólogo, Unamuno habla sobre
el concepto acerca de la sororidad que para él es el sentimiento de solidaridad que una mujer puede tener para
con sus seres queridos. Para ello, cita el ejemplo de Antígona que desafía a su
tío al enterrar a su hermano Polinices, del cual se había decretado que se le
negase sepultura por asesinar a su otro hermano. Más o menos hablé de esto en
el análisis correspondiente a Antígona, así que me centraré en cómo se aplica
la sororidad en la protagonista de Unamuno y lo explicaré más adelante.
La protagonista es Gertrudis, a la que todos llaman Tula o, en
menor medida, Tuli. Huérfana de ambos padres desde niña junto a su hermana
Rosa, no desea contraer matrimonio de ninguna manera y solo quiere ser una tía
para sus sobrinos. Cuando Rosa muere, Tula decide honrar la promesa de su
hermana haciéndose cargo de sus sobrinos pero se niega a casarse con su cuñado,
como Rosa se lo había pedido.
Gertrudis es una mujer que siempre ha querido vivir de acuerdo a
sus propios términos. No le gusta ser mandada pero tampoco le gusta mandar, por
lo que nunca consideró convertirse en monja, a pesar de tener las cualidades
para ser una: es fervorosa, severa, ordenada y se preocupa por los demás, aunque
no es alguien a quien uno podría llamar abnegada porque es una mujer que no se
guarda lo que piensa, porque, para ella, el pensamiento no tiene barreras
(Unamuno, p. 71). Para ella, la vida como una tía soltera es preferible a la de
una mujer casada. De hecho, Unamuno la define así:
«Sus normas de conducta moral, sus convicciones
y creencias religiosas se las había formado ella con lo que oía a su alrededor
y con lo que leía, pero las interpretaba a su modo» (Unamuno, p. 71).
Las creencias de Tula a menudo la llevan a recibir críticas de
varios hombres, en especial de su confesor y del médico familiar, que no ven
con buenos ojos el que una mujer con ella se mantenga soltera. A pesar de
Ramiro le manifiesta de manera indirecta lo mucho que está enamorado de ella, a
Tula no le agradan los halagos masculinos, por lo que siempre rechaza a los
hombres que la cortejan.
El mayor defecto de Tula es su soberbia, que la lleva a rechazar
cualquier sugerencia que haga sobre casarse. Ella solo se daría cuenta de lo mucho
que Ramiro la amaba cuando él está por morir, lo que la hace pensar en el trato
que le dio a él a obligar a contraer matrimonio dos veces con mujeres a las que
no amaba cuando él únicamente la amaba a ella. Quizá, para expiar su pecado,
Tula se consagra a la crianza de los cinco hijos de su cuñado cuando este
muere. Pero en particular forma un vínculo estrecho con Manolita, la más joven
de la prole y por la que Tula ora para dar su vida por la de ella. Entre sus «hijos»
ella se convierte en leyenda, pero sobre todo en ejemplo de unidad familiar.
Rosa es la hermana de Tula. Cuando Ramiro empieza a mostrar interés
en ellas, Tula le pide que formalice su relación para evitar cualquier evento
que pondría dañar su reputación, a pesar de Rosa no lo ama ni él a ella. Con el
tiempo, Rosa se casa con Ramiro y juntos tienen tres hijos. Aunque nunca llega
a amarlo, siempre procuró cumplir con sus deberes de esposa y desarrolló un
gran cariño por él.
Un gran problema de Rosa es su salud delicada. Cada uno de sus tres
embarazos fueron complicados y los partos aún peor. En los dos primeros se vio
obligada a guardar cama por lo que Tula se hizo cargo de sus sobrinos Ramirín y
Rosita. El tercer parto, el de su hija Elvira, sería el punto de no retorno pues
Rosa pierde demasiada sangre al punto de que es incapaz de recuperarse ni de
poder amamantar a su última criatura. No sorprende que ella muera poco tiempo
después.
Ramiro Cuadrado es el cuñado de Tula. Desde el principio mostró
interés en las hermanas pero Ramiro es el tipo de persona que no es capaz de
expresar sus sentimientos en el momento correcto, por lo que termina casándose
con Rosa a pesar de no amarla. De hecho, de a poco el lector entiende que a quien
ama Ramiro es a Tula. Sin embargo, logra entenderse con Rosa, quererla y tener
un matrimonio estable, teniendo tres hijos en común.
Luego de la muerte de Rosa, Ramiro renueva su interés por Tula,
pero ella le pide un plazo para pensarlo mejor, el cual solo reafirma el deseo
de ella de no casarse con él. A pesar de que quiere a Gertrudis, no logra que
ella quiera contraer matrimonio con él, por lo que pronto comienza a cortejar a
Manuela, la joven empleada doméstica. Ante este hecho, Gertrudis le exige
casarse a Ramiro casarse con Manuela a cambio de dejar que se haga cargo de la
crianza de sus hijos con Rosa. Ramiro acepta de manera titubeante y se casa con
Manuela, con la que tiene otros dos hijos. Sin embargo, él no llegaría a
conocer a su hija menor Manolita, pues contrae pulmonía y muere, no sin antes
decirle a Tula que siempre la amó a ella y que nunca dejó de amarla, lo que la
deja desolada.
Manuela es la segunda esposa de Ramiro. Huérfana criada en un
hospicio, se da a entender que su trabajo como empleada doméstica de los
Cuadrado fue el primero al salir del hospicio, lo cual explicaría su
personalidad tímida y muy sumisa. Allí conoce a Tula y a Ramiro, el cual clava
sus ojos en ella ante la frustración por la negativa de Tula. Esta última los
obliga a contraer matrimonio para preservar la honra de ambos.
Desde el primer embarazo, es fácil ver que Manuela tiene una salud
aún más delicada que la difunta Rosa, siendo diagnosticada con tuberculosis,
enmascarada por el embarazo. Para cuando queda embarazada por segunda vez, el
médico predice que ella no sobrevivirá al parto. Aun así, ella quiso cuidar a
Ramiro cuando este se enferma pero Tula le dice que su futura criatura es más
importante, por lo que Manuela regresa a su reposo. Poco tiempo después de la
muerte de Ramiro, Manuela da a luz a una niña y, tal como dijo el doctor Juan,
fallece no mucho después.
Ramiro o Ramirín es el hijo mayor de Ramiro, el hijo mayor que tuvo
con su primera esposa Rosa, hermana de Tula. Uno esperaría que al ser el mayor
sería el que más tendría recuerdos de sus padres o siquiera de su padre, pero
no es el caso, ya que ve y reconoce a Tula como su madre. Cuando Ramirín llega
a adulto se enamora de una joven llamada Caridad y los dos van a ver a Tula
para recibir su aprobación, la cual se las da. A pesar de ello, sigue teniendo
roces con Tula y con Manolita, que toma los valores de su tía como propios.
Rosa o Rosita es la segunda hija de Ramiro con su primera esposa
Rosa. No es mencionada mucho aparte de su nacimiento salvo hacia el final en el
que se dice que es muy unida a su cuñada Caridad. Sin embargo, su cercanía
hacia Caridad, el hecho de que quiere convertirse en monja y el comentario
sutil por parte de Manolita dan a entender que Rosita se siente atraída
sentimentalmente por Caridad.
Elvira es la última hija de Ramiro con Rosa. A pesar de que tiene
hermanos mayores, no es tan cercana a ellos como sí lo es con Enrique, que es
su hermano de padre. Ante esa relación, Manolita decide hablar con ellas para
recordarles que deben mantener la compostura.
Enrique el primer hijo de Ramiro con Manuela. Es el personaje que
menos aparece y habla, al punto de que el lector solo se entera de su nombre en
el antepenúltimo capítulo. Lo único que lo hace sobresalir es su relación
fraternal cercana con Elvira, su hermana de padre, pero esto no significa que
no aprecie a Manolita. Simplemente se crío más cercano con Elvira debido a la
crianza especial que su hermana menor recibió por parte de Tula.
Y hablando de Manolita, la benjamina de los hermanos Cuadrado, es
la niña especial de Tula porque esta decidió criarla como una forma de expiarse
a sí misma por el sufrimiento que le hizo pasar a Ramiro y a Manuela. Con el
tiempo, la niña se apega tanto a ella, quizá porque Tula es la única figura
familiar de autoridad que ella ha conocido pues sus dos padres murieron antes
de siquiera conocerlos. Esto es evidente cuando Tula vigila el noviazgo entre
Ramirín y Caridad, algo que Manolita no toma muy bien y se enferma gravemente.
Luego de que Manolita se recupera, se queda al lado de Tula para hablar con
ella y recibir sus consejos. De hecho, Manolita toma sus enseñanzas y su
espíritu para mantener la unidad entre sus hermanos, habiendo comprendido que
su tía siempre la protegería incluso después de fallecida.
Unamuno usó esta novela para mostrar la definición de sororidad al
mostrar cómo una mujer asume el cuidado de su familia cuando su hermana muere.
Como Antígona con Polinices, Tula toma la labor de cuidar de sus cinco
sobrinos, aunque sean hijos de su hermana o solo de su hermana. A ella no le
importa. Lo que a Tula le importa es que los niños estén juntos. Por eso,
también se convierte en tía de los dos hijos del segundo matrimonio de Ramiro.
Para ellos, ella es su madre, pero siempre será conocida como la Tía.
Por su parte, Tula rechaza la parte de la sororidad que indica que
una mujer debe casarse con un hombre para preservar a la familia porque nunca
ha querido que un hombre sea el dueño de la vida de ella. Si hay un dueño de su
vida, esos son Dios y ella misma. El hecho de que Unamuno creara a una mujer
que quería manejar su vida bajo sus propios términos sin una dirección
masculina dio como resultado a un personaje fuerte y al mismo tiempo femenino
pues asume el rol de crianza sin quejarse. Tula no necesita tener hijos porque
para ella sus sobrinos son sus hijos.
Incluso después de su fallecimiento, el legado de Tula está
presente en su sobrina honoraria Manolita. Como su tía, solo quiere que sus
hermanos se mantengan unidos y no intenten lastimarse el uno al otro. Hasta
algunos de ellos llaman a Manolita tiita, algo que no le molesta porque eso la
acerca a su querida tía Tula.
¿Por qué Unamuno planteaba sororidad para la solidaridad femenina
en lugar de fraternidad? En el prólogo, Unamuno explica que fraternidad viene
del latín frater, que significa
hermano, mientras que en ese mismo idioma, la palabra es soror. Por tanto, él considera que se debía hablar de sororidad en
el caso de hermandad entre mujeres. Solo en 2018 esta palabra fue incluida en
el diccionario de la RAE.
En general, encontré esta novela mucho más interesante de lo que pensaba y me hizo pensar de una manera un poco diferente acerca de nuestro vínculo para con nuestras familias, aunque siento que la novela pudo ser mejor. Es decir, funciona pero le falta ese algo que la haga más llamativa. También me dieron ganas de leer otros trabajos de Unamuno. Si les gusta la manera como se presenta la sororidad a través de la familia, esta historia es para ustedes.
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