MALAS MADRES DE LA LITERATURA, SEGUNDA PARTE
Para terminar el Mes de la Madre, quisiera retomar un tema que traté hace seis años (vaya, como pasa el tiempo), el de las malas madres que hay en la literatura. Si no hice una segunda parte tan pronto, se debió a que preferí esperar a tener material suficiente para ello. Para lo que no han leído la primera parte, el enlace está adjunto en una frase más arriba.
Como es fácil notar, las malas madres de la literatura pueden ser
negligentes o abusivas. O ambas ¿Por qué estos personajes femeninos son
considerados unas madres horribles? El caso que muchas de estas mujeres fueron
madres por inercia, por presión social, porque no tenían muchas posibilidades
en la vida más allá de ser esposa y madre, etc. Sin embargo, hay otras madres
en esta lista que en realidad sí aman su rol pero que tienen una visión
distorsionada sobre la maternidad y/o del mundo que las rodea, lo cual a la
larga acaba perjudicando la crianza de sus hijos y al final, sus demonios
internos acaba destruyéndolas a ellas y a sus hijos.
Como hice en la entrega anterior, de cada mala madre mencionaré de
qué trabajo literario proviene (del cual dejaré un enlace en cada obra), cómo
se llama o se llaman sus hijos si tiene más de uno, un resumen de su historia y
si su comportamiento se puede justificar. A diferencia de la primera parte, analizaré
algunos grupos de madres; esto porque provienen de una misma novela.
No siendo más, empezaré.
KATE CLEPHANE
Novela: La renuencia.
Madre de: Anne Clephane.
Debo admitir que ya no me acordaba de este personaje. Pero el hecho
de que esta mujer sea la protagonista de uno de los trabajos más olvidables de
Edith Wharton, no significa que sus acciones lo sean.
Aunque la novela de la que es protagonista es más corta que muchas
de las novelas largas de Edith Wharton, esto no quiere decir que su historia
sea breve. Nacida en el sur de los Estados Unidos y criada en la ciudad de
Nueva York, no sabemos nada sobre su vida anterior al matrimonio aunque pudo
haberse educado en un ambiente acomodado. En su juventud, Kate se casó con un
hombre de su clase social llamado John Clephane y juntos tuvieron una única
hija, Anne. Sin embargo, su relación con John Clephane no era un lecho de rosas,
pues él era un hombre distante y controlador, cuya madre dictaba la vida de
ella en todos los aspectos.
Como si fuera Anna Karenina (con la que incluso se compara), Kate
encontró la vía de escape de su infeliz matrimonio a través de la infidelidad
con un hombre más joven que ella, con el que se marcha a Europa. Por supuesto,
esto significó abandonar a su hija que solo tenía tres años de edad. Aunque consideró
raptarla cuando tenía diez años, no tenía los medios para hacerlo, por lo que
simplemente se conformó con visitarla de noche en el cuarto de la pequeña (sí,
una vez más como Anna Karenina).
Durante esos veinte años, Kate vivió en Francia, los primeros
diecisiete años con su amante. Cuando este la abandonó, ella siguió con su vida
pasando apuros económicos (ya sin el sustento de su amante y viviendo de la
pequeña asignación que le concedieron los Clephane). Podríamos decir que Kate
es como una Anna Karenina mayor, un poco sabia (solo un poco), que hubiera
superado sus sentimientos por Vronsky y nunca hubiese cometido suicidio.
Tres años después y tras veinte años de ausencia materna, su hija Anne
la llama para que esté en su boda quiere tener a su madre presente al ser el
único padre que le queda con vida pues su padre ya falleció, al igual que su
abuela paterna.
Kate se muestra entusiasmada porque finalmente podrá reestablecer
la relación con su hija, a la cual dejó siendo prácticamente una niña pequeña,
pero se horroriza cuando descubre la identidad del prometido de Anne y hace
todo lo posible para que su hija rompa el compromiso, solo para que esta le
recuerda que la abandonó siendo una niña. Sin embargo, cuando ve que Anne no va
a ceder porque está completamente enamorada de su prometido y él de ella, Kate decide
sacrificar cualquier posibilidad de recuperar su relación con su hija para no
entorpecer su futura felicidad.
¿Es justificable el comportamiento de Kate? Bueno, la situación es
compleja. Kate estaba atrapada en un matrimonio abusivo y controlador, en una
época en la que aunque a una mujer se le concediera el divorcio, esto la
dejaría en una situación difícil en el sentido económico y social, puesto que a
una mujer de su condición social le era más complicado conseguir y mantener un
sostén financiero. Y ni hablar de la custodia de los hijos, la cual a menudo se
le otorgaba al padre. Sabiendo que quedarse en un matrimonio lleno de abuso
emocional que quizá se hubiese físico con el tiempo podría ser perjudicial para
su integridad física y emocional y al mismo tiempo tampoco podría tener a su
hija, por mucho que la ame. Sin embargo, dejar a su hija por casi veinte años
es algo que siempre lamentó y lo que más desea que reestablecer algún día la
relación con su hija.
Aunque se puede comprender que ella tuviera que dejar a su hija,
que Kate renuncie a tener una relación con Anne para no tener que verla casada
con un hombre que ella desprecia pareciera una muestra de orgullo si no fuera
porque ella conoce demasiado a su futuro yerno. Además, está consciente de que
abandonar a su hija a la larga fue un gran error que nunca podrá reparar y sabe
que si queda, destruiría el futuro matrimonio de Anne, por lo que no tiene más
opción que retirarse. Sin embargo, considero que no debió retirarse por
completo de la vida de Anne, sino al menos debieron mantener contacto por
escrito.
LA SEÑORA LEPIC
Novela: Pelo de zanahoria.
Madre: Felix, Ernestine y Lepic hijo «Pelo de zanahoria».
Esta sí que es una madre abusiva, ya que parece sentir un enorme
desprecio por su hijo menor porque tiene cabello rojo al punto de forzarlo a
hacer las tareas más desagradables, las que no quieren hacer sus hijos mayores.
Ella domina la casa y a su marido, el cual no tiene el tiempo ni la
personalidad para desafiar a su esposa, al punto de fomentar el menosprecio de
sus hijos mayores hacia Pelo de zanahoria.
Además de obligarlo a realizar labores repulsivas, ella busca
imponerle a Pelo de zanahoria o intenta imponer los gustos de ella aunque a él
no le agraden en absoluto, pero si a él le gusta algo que a ella no intenta
buscar la manera de que deja de gustarle aquello, demostrando una gran
hipocresía. No es de extrañar que el niño termine detestándola e incluso
empieza a adoptar comportamientos típicos de una persona con un trastorno de
personalidad, lo cual es bastante tenebroso si uno lo piense, pues posiblemente
Pelo de zanahoria crecerá para convertirse en un adulto resentido y con graves
trastornos mentales que le impedirán llevar una vida estable.
¿Se puede justificar el comportamiento de la señora Lepic? Por supuesto que no. No se puede
despreciar por ninguna razón y menos una tan frívola como el color de su
cabello. Aunque se puede entender que intente criar a su hijo para que aprenda
a hacer labores manuales, algo habitual para la época, esto también demuestra
su amor desigual para con sus hijos: favoreciendo a sus dos hijos mayores y
abusando de su hijo menor. Incluso para la época el trato de la señora Lepic
hacia su hijo es horrible. Ninguna madre debería ser como la señora Lepic.
BELLA KAROL
Novela: El vino de la soledad.
Madre de: Elena Karol.
Este es un claro ejemplo de una mujer cuyo instinto materno es
inexistente y para la que la maternidad es un obstáculo en su vida social y
cotidiana. Para ella, su larga lista de amantes a lo largo de los trece años
que la novela cubre son más importantes que su propia hija.
Lo poco que sabemos de la infancia de Bella es que fue muy mimada
por su madre, una mujer sin carácter que la complacía en todos los caprichos
que ella tuviese y que nunca fue capaz de disciplinarla. No sorprende que Bella
hubiese crecido para convertirse en una mujer egocéntrica y arrogante, lo cual
tiene cierta ironía considerando la manera en que trata a Elena.
Bella nunca se ha preocupado por tener una relación con Elena,
prefiriendo que su institutriz francesa se haga cargo de la educación de esta,
solo para criticar a la mujer y echarla de la casa por, según ella, no cumplir
el objetivo de criar a Elena. Peor aún, ella ni siquiera le demuestra cariño a
Elena, por lo que ni siquiera es necesario pensar en la que mime, aunque Elena
carece de la personalidad caprichosa de Bella. Cada vez que Bella le habla a
Elena lo hace solo para humillarla verbalmente. Es evidente que es una madre
abusiva en el sentido emocional.
A medida que Elena crece y Bella envejece, la relación empeora
todavía más porque Bella ve en Elena a una rival y no deja de tratar con la
misma frialdad y humillación de siempre. Pero Elena, que ya se está acercando a
la adultez, ha asumido que su madre nunca la amará por lo que las palabras de
su madre ya no tienen tanto efecto en su psique e incluso se aprovecha de su
descubierta juventud para vengarse de su madre por todas las humillaciones que
le ha hecho desde niña.
¿El comportamiento de Bella tiene justificación? No, para nada. Al
menos Undine, si bien era indiferente hacia su hijo, por lo menos no lo
maltrataba verbalmente como Bella lo hace con su hija. La única razón por la
que creo que ella y su esposo Boris tuvieron a Elena fue solo para tener un
descendiente o porque eso es lo que la sociedad esperaba de ellos, porque no se
me ocurre otra razón por la que una mujer tan ególatra y sin instinto materno
como Bella tendría a Elena. Bella es el tipo de mujer que tiene hijos porque
eso es lo que debe hacer y no lo que se quiere hacer. Una mujer que piensa así
nunca será feliz como madre ni hará feliz a su criatura, por lo que no
sorprende que Elena se vengue cuando ella crece y la abandone una vez su padre
muere, porque siente que finalmente podrá escapar de las garras de su madre
para empezar una nueva vida y dejar a su madre envejecer en soledad.
DOROTHY «NUBE» HART
Novela(s): El baile de las luciérnagas y Vuela lejos (Duología Firefly Lane).
Madre de: Tallulah «Tully» Hart.
A primera vista Dorothy Hart, más conocida como Nube, es como una
Bella Karol pero hippy y drogadicta. Más interesada en su vida desenfrenada que
en cuidar de su hija, no le importó dejarla al cuidado de su abuela. Cuando la
anciana murió, ni siquiera le importó dejar a Tully con los padres de su mejor
amiga. Por suerte, los Mularkey le proporcionaron un hogar estable a Tully, lo
que le permitió a la joven desarrollar el deseo de tener una mejor vida y
convertirse en una periodista y presentadora de televisión exitosa. Nube entra
y sale de la vida de Tully como una nube, pues ella nunca pierde la esperanza
en que Nube sea la madre que nunca pudo ser sin importar cuando veces la decepcione…
Esa es la imagen con la que nos quedamos en el primer libro. Sin
embargo, en el segundo libro, conocemos su historia, el porqué de su
drogadicción y su aparente desinterés por Tully: Dorothy fue víctima de incesto
por parte de su padre, lo que la llevó a sufrir dos colapsos nerviosos y, por
ende, dos hospitalizaciones psiquiátricas: una cuando era adolescente y otra
unos meses después de dar a luz a Tully y tener una pelea con su pareja, el
padre de Tully, que culminó en que a él lo arrestaran de manera injusta. El
dolor del encarcelamiento injusto de su gran amor (y su posterior muerte en
Vietnam) y del abuso sexual por parte de su padre la llevó a las drogas, a
alejarse de su hija y a meterse en relaciones abusivas. Solo después de robar
las joyas de Tully y de recibir una fuerte paliza de su última pareja es que
Dorothy finalmente decide hacerse cargo de su vida, rehabilitarse y liberarse
de todo lo que dañó su vida como lo demuestra al abandonar su nombre hippy y usar
de nuevo su verdadero nombre, al punto de querer reconciliarse con Tully de una
vez por todas.
¿Es justificable el comportamiento de Dorothy? Es complicado decir
sí o no. Tenemos a una mujer que sufrió algo tan espantoso como lo es el abuso
sexual y más de su propio padre, lo cual es incesto, y se convirtió en madre
buscando alejarse de esa pesadilla pero no pudo hacerlo por completo. Cuando su
oportunidad de tener una nueva vida junto a su novio y a su hija se vio
destruida, se volcó a algo que le permitiese escapar del dolor: las drogas, lo
cual es muy común en víctimas de abuso sexual. Aunque Dorothy ama a Tully y
está a dispuesta a protegerla de lo que sea y cómo sea, está consciente de que
ella no podía darle un buen futuro por lo que prefiere alejarse de ella y
seguir con su turbulento estilo de vida. El abandono a su hija fue más para
protegerla de sí misma que por falta de instinto materno. Solo después de una
casi segura muerte, Dorothy es capaz de reflexionar y finalmente cambiar su
vida para poder ser la madre que nunca fue para Tully.
Ahora tengo que analizar a dos mujeres de una misma familia que se
detestan mutuamente pero que comparten dos cosas en común: la inconformidad con
sus vidas y el hecho de no ser las mejores figuras maternas para sus hijos. Las
dos hacen parte de una misma novela hecha para deconstruir el romanticismo y
dio paso al realismo literario. Esas mujeres son:
LAS BOVARY (MADAME BOVARY MADRE Y EMMA BOVARY)
Novela: Madame Bovary.
Madre(s): Madame Bovary madre, de Charles Bovary y Emma Bovary, de
Berthe Bovary.
Para hablar de Madame Bovary,
hay que hablar primero de Madame Bovary madre. Así la llamaré porque en la
novela nunca mencionan su nombre. Madame Bovary madre era la hija de un
sombrero que tenía muchas expectativas del matrimonio antes de casarse solo
para darse de bruces contra la realidad al descubrir que su marido es adultero,
derrochador y bueno para nada. Por ello, decide criar a su hijo Charles a
imagen y semejanza de tal manera que no se convierta en alguien como su padre.
Si uno lo mira desde cierto punto de vista, Madame Bovary madre es como Emma;
es decir, igual de desencantada con su matrimonio pero con los pies en tierra,
que ha aceptado la vida tal como es y no como en las novelas románticas.
En realidad, criar no es la palabra correcta. Esa sería es imponer,
imponer su imagen y semejanza. Madame Bovary madre es una mujer dominante y
controladora con su hijo al punto de que lo fuerza a estudiar medicina, a
solicitar un puesto en Tostes (aprovechando la vejez del único médico de dicho
poblado) y lo obliga a contraer matrimonio con Héloïse, una viuda supuestamente
rica. Luego de que esta muere (y nunca tuvo las riquezas que decía tener),
Madame Bovary madre no puede impedir que Charles se enamore de la hija de uno
de sus pacientes y se case con ella, por más que ella se opusiese. Este segundo
matrimonio hizo que madre e hijo se distanciaron de a poco a medida que él se
entrega a su unión con Emma al punto de que la relación se rompe por completo
tras la muerte de esta última.
Por su parte, Emma Bovary tiene un punto de vista romántico pero
engañoso sobre cómo deben ser el amor y la vida. Como su suegra, ella tuvo una
esmerada educación pero viene de un entorno económico menos favorecido. Al
igual que esta, Emma se casó con grandes expectativas pensando que al
convertirse en la esposa de un médico sería una mujer casada bien considerada y
que le abriría las puertas a la alta sociedad, mismas que fueron aplastadas por
la realidad, ante las malas habilidades sociales de ambos.
Al quedar embarazada y ver que no logrará ser más que la esposa de
un médico mediocre, Emma cree que la maternidad será una forma de transformar
su fracaso como dama de alta sociedad, en algo exitoso al planear criar a su
futura criatura a imagen y semejanza y vivir a través de su hijo todo a lo que
a ella no puede acceder por ser mujer. Por eso, más que nada Emma desea que su
hijo sea varón. El dar a luz a su hija Berthe no es más una consolidación del
fracaso de su visión romántica, al menos para ella.
Uno pensaría que quizá Emma criaría a su hija para convertirla en
una dama para que al menos la niña tuviese más posibilidades de tener un
matrimonio bien avenido. Pero no es así. Se hace obvio que Emma carece por
completo de instinto materno: el primer pasaje donde Emma interactúa con Berthe
en la intimidad de su hogar la rechaza y la golpea solo porque la pequeña solo
quería acercarse a ella, como es lo habitual en un bebé que quiere estar con su
madre y luego le miente a Charles diciendo que la pequeña se golpeó. El resto
de sus interacciones son Emma exhibiendo a Berthe como si fuera una madre
orgullosa y en privado siendo fría e indiferente con la niña, dejándola al
cuidado de Felicité, la empleada, mientras ella se dedica a tener aventuras
extramatrimoniales.
Además de su indiferencia hacia Berthe, Emma demuestra su lado más
egoísta pues no le importa fiar artículos de lujo como ropa y mobiliario, que
emplea en sí misma sin importarle que con eso destruiría la economía familiar y
el futuro de su hija, a la que ni siquiera se molesta en comprarle ropa nueva o
arreglarle la vieja cuando esta se rompe. Esto queda más claro cuando Flaubert
describe las cosas que Emma le compró a crédito a Lhereux y que siempre va bien
vestida mientras que su hija Berthe debe andar con sus medias rotas. Cuando
Charles le pregunta por qué están tan endeudados al punto de que ni siquiera poder
comprarle medias nuevas a su hija, Emma simplemente responde que ella no tiene
la culpa. Las malas decisiones de Emma y su indiferencia para con Berthe
finalmente hacen añicos el futuro de la pequeña, cuya vida -se nos da a
entender- no será larga.
¿El comportamiento de las Bovary tiene justificación? Hay que dejar
algo claro: como madres, ambas Bovary son un fallo completo, la primera con su
dominación y la segunda con su indiferencia. Aunque Madame Bovary madre intentó
criar a su hijo para que no fuera un bueno para nada como su esposo, lo cierto
es que ella no lo educó para que tuviera una personalidad fuerte sino todo lo
contrario: para convertirlo en presa fácil de mujeres con un carácter más
imponente que el de él. Sí, aunque ella quisiera evitarlo, ella convirtió a
Charles en alguien igual o peor que su esposo.
En cuanto a Emma, es el claro ejemplo de una mujer inestable, que
decide probar las cosas y cuando le aburren o no le salen como ella quiere, las
deja y busca algo que sí la entretenga. El problema es que al tener un hijo ya
se adquiere una responsabilidad, la cual implica cuidarlo, alimentarlo bien,
vestirlo de manera adecuado, educarlo, etc. Si una mujer que ya es madre quiere
pensar un poco en sí misma está bien siempre y cuando eso no signifique ponerse
por encima de su criatura. El problema de Emma es siempre se pone en primer
lugar y le da igual si su hija tiene ropa rota mientras ella usa vestidos de
tela fina. Para ella no es su culpa y no es su problema. Además, no es capaz de
aceptar que su vida nunca será como la soñó en las novelas románticas y que
tanto se empeñó en hacer realidad, sin ver que ella tenía un esposo y una hija
que la amaban. Su egoísmo al final destruye a su familia.
REBECCA «BECKY» SHARP CRAWLEY
Novela: La feria de las
vanidades.
Madre de: Rawdon «Rawdy» Crawley Jr.
Otra madre del tipo negligente. A Becky le da igual si su hijo come
o no, si está vivo o no, al punto de que ni siquiera recuerda cuántos años
tiene. A ella lo único que le importa hacer parte de la alta sociedad y gozar
de todos los lujos que nunca tuvo de niña. Así su hijo esté llorando porque
quiere estar con ella, no le importa dejarlo llorar en su cuarto para que no
sea un estorbo en las visitas que les hacen los aristócratas que llegan a verlos.
Es su padre, Rawdon Crawley, el que consuela al niño, siendo más atento y
cariñoso con Rawdy de lo que lo es Becky.
A Becky le importa tan poco su hijo que ni siquiera se molesta en
llevar al niño al funeral de su abuelo porque no quiere costear otro pasaje y
también porque no desea que el pequeño le robe la atención; esto porque Rawdon
junior es muy querido por la concuñada de Becky, Lady Jane. De no ser por ella y por la atención que Rawdon, su
padre, le da al niño, quien sabe cómo habría crecido.
Cuando la reputación de Becky sufre un daño irreparable y hace que
arresten a su esposo, se da cuenta de que todos sus empleados, están cansados
de su falta de pago y por ser una vividora junto a su esposo, dedicándose a
gorrear los pocos bienes de estos. Cuando los empleados, ahí sí Becky pregunta
que pasó con su hijo, la cocinera la llama cínica y le dice que si no hubiese
sido por ella, el pequeño Rawdon se hubiese muerto porque a Becky le da igual
la existencia del niño, algo que a la mujer no le falta razón.
Ante la pérdida de su reputación en Londres y el abandono de
Rawdon, Becky no tiene más opción a la Europa continental sola pues Rawdon deja
al pequeño Rawdon con su hermano y su cuñada porque él debe irse a un colonia
de mala fama y no quiere poner en peligro la salud del niño al llevárselo a un
lugar con un clima tan insalubre. A Becky no le importa esto y se dedica a
malvivir en Europa, solo contactándose con su hijo cuando se convierte en
heredero de su tío tras la muerte de su primo. Sin embargo, a esas alturas el
niño ve a su tía como la figura materna que nunca fue.
Ahora bien, esto no quiere decir que Rawdon junior se desentendiera
de su madre por completo. Cuando hereda el título de baronet tras las muertes de su padre y su tío en un periodo de seis
semanas, Rawdon manda llamar a su madre y decide pasarle una asignación, pero
decide negar a verla por completo, algo que Becky no parece importarle en lo
absoluto. Aunque Becky fue una madre completamente desapegada, afortunadamente
su hijo cayó en mano los suficientemente sensatas y amorosas de manera que
terminó educándolo para ser una persona mejor que sus padres.
¿Es justificable el comportamiento de Becky? En cierta forma sí
porque al igual que Undine Spragg, de la cual hable en la primera parte, una
mujer de su clase social solía estar muy enfocada en la vida social, dejando a
sus hijos al cuidado de niñeras, preceptores e institutrices. Sin embargo,
incluso estas mujeres se preocupaban de que estos niños estuviesen bien
atendidos. Becky ni siquiera hace eso porque no se preocupan por mantener la
moral alta entre sus empleados, al rapiñar los pocos bienes que estos tienen y
pagándoles sueldos miserables. No es de extrañar que estos la abandonen una vez
su reputación queda manchada y la tachen de mala madre, lo cual es bien
merecido. Al menos no se desquitaron con el niño, al que veían como una víctima
de las malas mañas de su madre.
Por su suerte para ella y no gracias a ella, Rawdon junior fue
educado en un hogar amoroso y atento, lo que le permitió desarrollarse como una
persona ecuánime y cálida. Por lo menos se acordó de su madre, a pesar de la
indiferencia de esta, si bien no desea reestablecer la relación con Becky, lo
cual, en el caso del muchacho, es comprensible.
MAMY
Obra: Ocho
mujeres.
Madre de: Gaby y Augustine.
De esta madre no sabemos mucho al punto de que ni siquiera aparece
en la lista de personajes como es lo habitual en una obra de teatro, excepto
por lo que vemos en la obra. Es una mujer que practica el amor condicional y
desigual entre sus hijas, puesto que muestra una clara preferencia por su hija
soltera Augustine por encima de Gaby, la madre de sus dos nietas y la razón por
la que ella y Augustine viven en su casa, a pesar de que el esposo de Gaby las
detestaba, en especial a Augustine.
Mamy es una mujer que ha favorecido a Augustine por sobre Gaby solo
porque esta última logró casarse mientras que Augustine no. Además, Augustine,
que envidia a su hermana y siente una atracción no correspondida por su cuñado,
tiende a usar su salud para mantener bajo control a su madre y que siempre se
muestra a su favor. Una clara muestra de manipulación filial. Como es de
esperarse, Gaby se molesta ante esa muestra de favoritismo.
¿Es posible justifica el comportamiento de Mamy? No. Si bien ella
piensa que favorecer a Augustine es de gran ayuda ante su soltería, en realidad
esto perjudica su relación con su otra hija Gaby, algo que esta no duda en
reclamarle pues es gracias a ella que viven en su casa pues su esposo no quería
y dada la manera en la que Mamy trata a Gaby, se entiende.
EDNA PONTELLIER
Novela: El
despertar.
Madre de: Étienne y Raoul Pontellier.
Edna Pontellier es como una Emma Bovary, pero con los pies en la
tierra en el sentido que no está engañada por un canon romántico. A diferencia
de Emma, se casó por desafiar las normas de su vida familiar al hacerlo con un
hombre católico. Sin embargo, no pasa demasiado tiempo para que se dé cuenta de
que ella y su esposo no son compatibles pues a su esposo le molesta que ella prefiera
los recitales de música, los paseos nocturnos y, posteriormente, sus aventuras
extramaritales a administrar la casa como correspondería a una mujer de su
condición socioeconómica.
¿Cómo es Edna como madre? Si bien no llega a las desagradables
actitudes de otras madres que he mencionado antes como Emma Bovary o Becky
Sharp, en el libro se menciona que ella no es una madraza. Eso se debe a que no
tiene instinto materno, prefiriendo delegar el cuidado de sus hijos Etienne y
Raoul a una niñera, aunque eso no significa que los desprecie ya que demuestra
nostalgia por ellos cuando están de viaje. Simplemente, aunque siente cariño
por sus dos hijos, ella se da cuenta de que nunca será la madre abnegada que su
esposo quiere que sea para ellos. Lo único que le da tranquilidad y que la
anima es pintar y su amante Robert Ledrun. Si a Emma Bovary la motiva el
aburrimiento, a Edna Pontellier la motivan el deseo de libertad y la soledad. Su
final junto con el ave que no puede volar porque tiene un ala rota simboliza su
incapacidad para escapar de los prejuicios y de la tradición por lo que esa
decisión que Edna era la única manera de poder alejarse de todo ello.
¿Es justificable el comportamiento de Emma? Bueno, como ya he dicho,
Edna fue educada para ser una dama con una vida social activa como ocurría con
la mayoría de las mujeres de clase media-alta de su tiempo, por lo que dejar a
los hijos con niñeras era habitual. El problema con Edna es que a menudo
descuidar la administración de la casa y, por supuesto, a sus hijos a los cuales
siente cariño pero hasta ahí. No siente mucho instinto y por ello no le molesta
si ellos se queden con su abuela paterna porque ella siente que esta mujer
siente más amor por sus hijos de lo que podría sentir alguna vez.
De nuevo y como las Bovary, voy a hacer un puesto de varias malas
madres que se encuentran en una sola novela. Esto es porque dos de ellas tienen
en común la manera de pensar negativa a la hora de criar a sus hijos y cómo
esto puede traer consecuencias nefastas, mientras que la otra es negligente.
Esa novela es…
LA SEÑORA HARGRAVE, LA SEÑORA MARKHAM Y
ANNABELLA WILMOT DE LA INQUILINA DE WILDFELL HALL
Novela: La
inquilina de Wildfell Hall.
Madre de: La señora Hargrave, de Walter, Millicent y Esther; la
señora Markham, de Gilbert, Fergus y Rose; Annabella Wilmot, de los hijos de Lord Lowborough.
En La inquilina de Wildfell
Hall, las madres se podrían dividir en dos grupos: las madres cariñosas,
disciplinadas e incondicionales (Helen, Millicent) y las madres duras,
retrogradas y con un claro favoritismo parental hacia un hijo, por lo general
varón (la señora Markham, la señora Hargrave). Annabella Wilmot no entra
ninguna de estas categorías, ella sería más bien una madre negligente.
Antes de analizar a las madres de edad madura en esta novela, lo
haré con Annabella Wilmot, contraparte malvada de Helen por así decirlo.
Annabella Wilmot se casa con Lord
Lowborough, amigo del esposo de Helen, en un claro matrimonio de conveniencia,
pues ella tiene una enorme dote y él tiene un título pero no herencia,
malgastada en vicios que él dejó atrás. Sin embargo, está claro que hubo amor,
al menos por parte de Lord Lowborough.
Es evidente que el matrimonio entre ellos es un claro ejemplo de un
matrimonio de conveniencia que salió mal. Annabella no está enamorada para nada
de su esposo y en realidad por quien siente algo cercano a ella es Huntingdon,
el esposo de Helen, con el cual tuvo un romance antes de casarse con Lord Lowborough. Ella da a luz dos
hijos, un niño y una niña, pero a pesar de que la niña podría ser de Huntingdon
ni siquiera esto hace que ella quiera consagrarse a su cuidado. Ella siempre va
a preferir ser mujer a ser madre, por lo que no le importa irse a Europa y
nunca comunicarse con sus hijos, aunque el resto de la familia tampoco quiere
saber de ella.
La señora Hargrave es una mujer que básicamente vende a sus hijas
al mejor postor en el sentido de que busca que ellas se casen con los
pretendientes que tenga más dinero. Por ello casa a su hija Millicent con Ralph
Hattersey, a pesar de que este tiene problemas con el alcohol, dando lugar a un
matrimonio que hubiera sido una muerte en vida para Millicent si Ralph no se
hubiese reformado. Sin embargo, no logra doblegar a Esther, que se niega a
casarse con alguien a quien no ama. En cuanto a su hijo Walter, ella no duda en
ponerlo en un pedestal y solo tiene ojos para él, además de fomentar su actitud
egocéntrica y deshonesta.
En lo que respecta a la señora Markham, ella tiene la idea de que
la mujer está obligada a atender cualquier capricho que tenga el hombre porque
este está en todo su derecho en que hacer lo que le venga en gana, mientras que
la mujer debe conformarse con cualquier cosa. Si una mujer no hace nada esto, para
la señora Markham es obstinada o frívola. Contrario a lo que uno esperaría, ni
a Gilbert ni a Rose les hace gracia esa manera de pensar de su madre, que es
evidentemente perjudicial para ambos.
¿El comportamiento de estas madres se puede comprender? Hay mirarlo
desde la perspectiva de cada una. Siendo una mujer libertina desde antes de su
matrimonio, se veía venir que no sería una madre dedicada a sus hijos y que no
le importaría dejarlos a su suerte, incluyendo a una niña cuya paternidad es
dudosa. Por suerte, los dos pequeños tienen un padre que posee un amor
incondicional para ellos y pronto ambos consiguiendo una figura materna mucho
más atenta y cariñosa que la que los trajo al mundo.
La señora Hargrave es parecida a la señora Bennet de Orgullo y prejuicio en el sentido de que
quiere sus hijas se casen lo más pronto posible porque la propiedad en la que
no serán heredadas por ellas al ser mujeres, sino por el pariente masculino más
cercano. La cuestión aquí es el heredero de la propiedad de los Hargrave, El
Grove, es el propio Walter. Sin embargo, al parecer la señora Hargrave no
confía en que su hijo se case con una mujer que le permita a ella y a sus hijas
vivir allí, por lo que es su deber buscarles esposo a sus hijas. En su punto de
vista, una hija soltera es una carga económica por lo que sí o sí sus hijas
deben casarse con hombres adinerados.
La señora Markham sigue los convencionalismos de la época a la hora
de criar a los hijos porque cree que así formara a los hombres como hombres y a
las mujeres como mujeres. Sí, es una mujer de su tiempo, pero Anne Brontë la
escribió como contraste de Helen al mostrar cómo una educación equivocada
podría convertir a los hombres en libertinos y a las mujeres en sumisas.
EMMA LEE DAVIS
Novela: Padre e
hijo.
Madre de: Theron, Glenn y Randolph «Puppy» Davis.
La única de las madres que en el momento en que se desarrolla la
novela está muerta. Emma Lee era una mujer que se casó con Virgil Davis, el
cual no podía amarla porque su corazón estaba con Mary, su novia antes de la
guerra, por lo que obviamente no fue un matrimonio feliz. El saber que su
esposo nunca ha dejado de amar a Mary amarga a la mujer, que cree que el hijo
de Mary, Bobby, podría ser hijo de Virgil. Con el tiempo, sus celos y la trágica
muerte de su hijo Theron acabaron perjudicando su salud mental y la relación de
su hijo Glen, al cual le transmitió sus celos, su desprecio hacia su esposo y
su odio hacia los Blanchard, algo que sin duda repercutió de manera negativa en
la mente de Glen. Emma Lee Davis es un ejemplo de cómo un mal matrimonio y el
desequilibrio mental de una madre puede traer consecuencias negativas en la
crianza de un niño.
¿Es posible justificar a Emma Lee? No. Si bien es posible entender
su frustración al estar casada con un hombre que nunca la amó, es evidente que
su crianza hacia su hijo fue una especie de venganza hacia su esposo, haciendo
que Glen creciese odiando a su padre y a los Blanchard porque que los ve como
los causantes de su desgracia. Incluso después de muerta, su presencia sigue
influyente en la mente de Glen, convirtiéndolo en un hombre consumido y deseoso
de venganza.
Como pudieron leer, todos estos ejemplos dejan claro que ser madre
deber ser un acto de amor incondicional, asumirla con mucha responsabilidad y
no dejar que los traumas personales destruyan el vínculo y la relación con un
hijo. Eso es algo que siempre debe considerar cuando se decide tener un hijo.
Y así concluye el Mes de la Madre. Repasamos a una mujer que se
convierte en la figura materna para sus sobrinos, a una que hace lo impensable
para lograr dar a luz a su hijo, a cuatro madres que recuerdan su pasado mientras
sus hijas buscan una mejor relación con ellas y un repaso por madres a las que
ninguna mujer debería parecerse. Espero que el próximo mes pueda ser un poco
más relajado pero al mismo sustancioso. Gracias y hasta luego.
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