LO QUE QUEDA DEL DÍA (THE REMAINS OF THE DAY)
Esta semana se cumplen 10 años de existencia de este blog. Es increíble que haya iniciado este proyecto analizando una de las novelas menos populares de Jane Austen hasta esta entrada, la número 434. He analizado autores de varios continentes, países, lenguas y estilos literarios. De algunas, me he sentido satisfecha por haberlas analizado, varias me han sorprendido ya sea para bien o para mal, otras han sido olvidables y están aquellas que jamás desearía haber leído.
El empezar mi blog con el Mes del Amor y de la Amistad es algo que
siempre he tratado de mantener a flote y este mes no es la excepción. Esta
semana pasamos de Arabia al Reino Unido, porque la novela elegida es The Remains of the Day, traducida en
español como Los restos del día o Lo que queda del día, del escritor
japonés y Premio Nobel Kazuo Ishiguro. La novela se publicó en 1989 y se
convirtió en la ganadora del Premio Booker, un premio destinado a las novelas
de lengua inglesa. Tres años después, fue adaptada al cine y protagonizada por
los grandes Anthony Hopkins y Emma Thompson.
Sin embargo, leer esta novela no es solo una simple elección: se
trata de un reto que me puse a mí misma. Hace unos meses me regalaron un
ejemplar en inglés de la editorial Vintage International (de hecho, tengo una
foto de él en Instagram) y decidí que tomaría el riesgo de leerlo. No siendo
más, hablaré un poco de ella.
The Remains of the Day trata sobre Stevens, un hombre que ha sido criado como mayordomo y
tiene la filosofía de uno. Para él, lo más importante es servir a su empleador
sin importar la manera de ser de este, el deber y la dignidad, o al menos él lo
ve así. A lo largo de más de treinta años que abarcan la historia, Stevens es
testigo de los cambios políticos y sociales que el Reino Unido sufre durante y
tras la II Guerra Mundial. Sin embargo, cuando menos se lo esperaba, recibe una
carta de la ex ama de llaves de la casa, a la que no ha visto en veinte años, por
lo que aprovecha el permiso de su actual empleador y el carro de este para recorrer
varios kilómetros solo para ir a verla. Al mismo tiempo, Stevens hace un
recorrido por los recuerdos tanto de su trabajo como de sus momentos con ella.
Los personajes principales son Stevens y la señorita Kenton. Entre los secundarios más destacados se encuentra Lord Darlington, el antiguo de Darlington Hall. Cabe destacar que el lector nunca llega a conocer el nombre de Stevens o de la señorita Kenton. En cuanto a la estructura, está dividida en un prólogo y siete capítulos, que en realidad representan los seis días y los diversos lugares que Stevens recorre para reencontrarse con la señorita Kenton a través de una narración enmarcada.
Stevens es el mayordomo de Darlington Hall. Para él, lo más
importante de su labor es mantener la dignidad, la cual él considera es
mantener la compostura y el profesionalismo. A lo largo de treinta y tres años,
ha trabajado para dos hombres: Lord
Darlington y el señor Farraday, un potentado estadounidense que adquirió
Darlington Hall a la muerte de Lord Darlington,
una transacción que incluía el personal. Es obvio que en esa decisión también
entraba Stevens (Ishiguro, 1993, p. 242).
Stevens es el clásico mayordomo, tal como lo retrata Ishiguro.
Siempre busca ser eficiente y cumplir con su deber, nunca manifiesta su opinión
en las reuniones organizadas por sus empleadores aunque los invitados de estos
se lo pidan. Hijo de un mayordomo, busca enorgullecer su profesión, tanto para
demostrarse a sí mismo que es un gran mayordomo al igual que su padre, que
murió en su ley (haciendo su labor), como el seguir su vocación y las
responsabilidades que ello implica. Debido a esto, le desagradan los empleados
que trabajan juntos, se enamoran y abandonan el empleo. Para él, ese tipo de
personas no están comprometidas con su carrera.
Un gran defecto que tiene Stevens es su terco apego al sentido
del deber y de lo que él cree que es la dignidad, por lo que desaprovecha
oportunidades que podrían haber cambiado su vida, como se demuestra al
mantenerse trabajando para Lord Darlington
y su incapacidad para entender las señales sútiles, como las que hacía la señorita Kenton. Incluso no llega a
despedirse de su moribundo padre por estar atendiendo a los invitados de la
conferencia que Lord Darlington había
organizado. Otro detalle es que Stevens siempre mencionará a su jefe actual, el
señor Farraday, y nunca al anterior, Lord
Darlington, puesto que en el Reino Unido los empleados nunca mencionan a
sus anteriores empleadores.
Solo cuando cambia de jefe es que Stevens logra desprenderse un
poco del deber, gracias en parte a su nuevo empleador, el señor Farraday, que lo
insta a tomarse unas vacaciones mientras viaja a los Estados Unidos. Al
principio, Stevens duda, pero cuando recibe una carta de la señorita Kenton,
ahora señora Benn, se decide a viajar por la campiña inglesa a bordo del carro
del señor Farraday solo para volver a verla.
A medida que sigue su viaje por la campiña inglesa y cuando finalmente se reencuentra con la señorita Kenton, él
reflexiona sobre cómo han sido sus tres décadas como mayordomo y todo lo que
dejó atrás para seguir con su trabajo. Finalmente, con todos los capítulos de
su vida cerrados, tiene la oportunidad de seguir adelante con su vida y hace lo
mejor que puede en lo que queda del día, es decir, de su vida.
La señorita Kenton, más tarde señora Benn, solía trabajar como ama
de llaves en Darlington Hall. Su temperamento firme y testarudo contrasta con
el de Stevens, que está mucho más ligado al sentido del deber, ya que a
diferencia de este, no teme dar sus opiniones como poner flores para darle
alegría a uno de los salones de Darlington Hall o estar en desacuerdo con el
despido de dos empleadas judías. Algo con lo que ella también disiente con
Stevens es que no está de acuerdo con los dudosos vínculos de Lord Darlington con dirigentes nazis y
fascistas británicos, teniendo una visión un poco más política, algo en lo que
Stevens prefiere no intervenir.
A pesar de sus diferencias, la señorita Kenton desarrolla una
relación amistosa con Stevens al punto de que siempre comparten un chocolate
para luego iniciar una conversación. Todo parecía tranquilo hasta que ella le
revela a Stevens que dejará Darlington Hall porque contraerá matrimonio. Pasarían
veinte años sin verse hasta que ella le envía una carta para que puedan
reunirse.
Cuando los dos se reencuentran, la señora Benn revela cómo ha sido
su vida, siendo madre y futura abuela. Si bien no casó enamorada de su esposo,
con el tiempo llegó a amarlo, más aún conforme los hijos que tuvieron fueron creciendo. La razón de por qué le ha escrito a Stevens es para confesar una
verdad que deja impactado a Stevens.
Lord Darlington fue el empleador de Stevens durante más de 30 años. Es
un hombre que está en contacto constante con la política, tanto local como
internacional, por lo que recibe militares y dignatarios de varios países. Sin
embargo y de acuerdo con el señor Lewis, un senador estadounidense, es el tipo
de persona que piensa que, como caballero inglés, es asunto suyo entrometerse
en asuntos que no comprende, un aficionado que no se da cuenta de que los
caballeros aficionados ya no son adecuados para la diplomacia (Ishiguro, 1993,
p. 102).
Todo lo anterior resume su completa falta de visión diplomática
puesto que, aunque tiene buenas intenciones, no tiene problemas en recibir a
dignatarios alemanes para lleguen a acuerdos con políticos británicos,
básicamente siguiendo la misma política de apaciguamiento1 que el
gobierno. No solo eso, se relaciona con miembros de la Unión Británica de
Fascistas2, buscando los mismos acuerdos con ellos que con los
funcionarios nazis. Esto resulta nefasto para él durante y al final de la
guerra. En el presente de la historia, lleva 3 años muerto y como no dejó
herederos, Darlington Hall fue comprada con el multimillonario John Farraday.
The Remains of the Day nos muestra el cómo el apego al deber y lo que cree que es
dignidad lo lleva a dejar escapar oportunidades en su vida o guardarse sus
opiniones y sentimientos, tal como le ocurre a Stevens. No es capaz de decir lo
que siente y se guarda sus pensamientos porque para él, lo más importante es
cumplir con su trabajo como mayordomo, aunque su jefe cometa graves errores. En
su mente, Stevens se mantiene fiel a su empleador bajo su pensamiento de mi
amo, para bien o para mal. Por esto, se perdió de pasar los últimos momentos de
vida con su padre y no comprendió las intenciones que tenía la señorita Kenton
hacia él. Sin embargo y pese a todo, Stevens sabe que la vida sigue porque no
se puede retroceder el tiempo y siempre se debe estar agradecido por lo que se
tiene y no por lo que pudo ser (Ishiguro, 1993, p. 239).
Cabe destacar que esta novela tiene el recurso narrativo del
narrador no fiable. Debido a su sentido del deber y de lealtad para con su
empleador, Stevens intenta endulzar a su antiguo señor Lord Darlington al buscar justificar sus cuestionables acciones
como invitar a su casa a Joachim von Ribbentrop, el Ministro de Asuntos
Exteriores de la Alemania Nazi, tener una amistad con Carolyn Barnet, una mujer
que poseía vínculos con la Unión Británica de Fascistas (de la cual Stevens
niega, por supuesto, que Lord
Darlington sea miembro) y el despido de dos mucamas solo por ser judías. Todo
esto mencionado hace ver a Stevens como una persona ciega a las faltas de su
empleador, algo que no lo hace mucho mejor que su señor, pues se niega a hacer
cualquier comentario político aun cuando se lo piden.
Por supuesto, debido a su narrativa histórica ubicada entre las
décadas de 1920 y 1950, es imposible no hacer referencia a distintos
acontecimientos históricos ocurridos en dicho periodo de tiempo como la
política de apaciguamiento, el auge de la Unión Británica de Fascistas y la II
Guerra Mundial, eventos que cambiaron las vidas de muchas personas para
siempre. Stevens no fue una de ellas. Aunque Darlington Hall cambió de dueño,
él se mantiene allí y se da a entender que estará hasta su retiro o su muerte,
como su padre.
Esta es una de esas historias de corte histórico, que está narrada
a través de los ojos de un hombre que sirve a hombres de importante linaje y
mucho dinero. Parece un empleado leal y digno, pero en realidad dejó escapar
todo tipo de oportunidades solo para tener su dignidad como mayordomo, algo que
solo entiende al final. Aunque pudo lamentarse por todos los errores que
cometió, busca dejar atrás el pasado para poder continuar con lo que le queda
del día, de su vida. Si les gustan las series de televisión como Downton Abbey (el cual es mi caso) y las
novelas ambientadas en la II Guerra Mundial, esta novela es para ustedes.
BIBLIOGRAFÍA
Ishiguro, K. (1993) The Remains of the Day. Vintage
International.
NOTAS
1 Política de negociación diplomática que busca
hacer concesiones ya sea políticas, territoriales o materiales a una potencia
agresiva para evitar un conflicto. En general, se usa dicha terminología para
la política exterior entre 1929 y 1940 durante los periodos de los Primeros Ministros británicos Ramsey
MacDonald, Stanley Baldwin y, en particular, Neville Chamberlain hacia la
Alemania Nazi y la Italia fascista. La política de apaciguamiento perdió toda
credibilidad cuando Alemania invadió Polonia en 1939, dando inicio a la II
Guerra Mundial.
2 Partido político de extrema derecha fundado en 1932 por Sir Oswald Mosley, luego de que este desilusionara de la política tradicional. Al principio, la BUF (por sus siglas en inglés) contó con un gran apoyo y llegó a tener 50.000 miembros. Sin embargo, este último disminuyó ante la radicalización de su ideología y la hostilidad del Reino Unido hacia la Alemania Nazi. Tras el comienzo de la II Guerra Mundial, la BUF fue prohibida el 23 de mayo de 1940.
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