MI IDOLATRADO HIJO SISÍ
Advertencia: para los que no han leído la novela o no han visto la
película, habrá destripes.
Para terminar el Mes del Padre, lo haré con una novela del escritor español Miguel Delibes, la cual es considerada una de las mejores de su bibliografía: Mi idolatrado hijo Sisí, que fue publicada en 1953. A Delibes ya lo he analizado tres veces.
La novela está dividida en quince capítulos comprendidos en tres
partes, que poseen cinco capítulos cada una. La novela abarca un tiempo de
veintiún años, de 1917 a 1938, con la primera parte ambientándose entre 1917 y
1920, la segunda entre 1925 y 1929 y la tercera y última entre 1935 y 1938. Mi
idolatrado Sisí fue llevada al cine en 1976 con el nombre de Retrato de
familia. Para los que la han visto, pueden comentar que les pareció y si es
fiel a la novela.
Cecilio Rubes es el protagonista. Dueño de una tienda de inodoros por
herencia paterna, es egoísta, clasista, cobarde e hipócrita. Un día, su
contador le insinúa que tener un hijo daría sentido a su vida. Al principio,
Cecilio se resiste a la idea porque le había dicho a su esposa que no tendrían
hijos, pero al final se dio cuenta de que sí lo desea cuando Adela revela que
espera un hijo.
Cuando nace Sisí, Cecilio desborda su amor al punto de mimarlo
demasiado y convertirlo en un niño tiránico, caprichoso y vago, porque él
considera que “ha tenido un hijo para que
sea feliz”. Sin embargo, él piensa que un niño es feliz si se le permite
que obtenga lo que quiera o decida porque según su parecer “la educación debe reservarse para los pobres”.
A continuación, pondré una cita de Cecilio para que comprendan mejor su
punto de vista:
“¿Qué entiendes tú por
educación? Bien. ¿Para qué necesita mi hijo que lo metan en cintura? Él puede
tener de todo, ¿comprendes? La educación se queda para los pobres, Adela. La
educación debe ser más estrecha y severa cuanto más pobre se sea. […] Si uno
tiene diez y otro cinco, el de diez debe ser educado para diez y el de cinco
para cinco. Mi hijo podrá tener siempre lo que desee y no hay por qué privarle
de ninguna satisfacción. Bien, si educarle es reventarle y mortificarle, no voy
a educar a mi hijo, eso es lo que quiero decir.”
p. 129-130
Cecilio es un hombre que se considera un fracasado en todos los
aspectos de su vida y en cierta forma. No ama a Adela; su bañera, en la que
depositó sus esperanzas, fue rechazada; su ex amante le detesta por haberla
abandonado y fue un padre permisivo y blando con Sisí, siendo el culpable
indirecto de su muerte por poner en el puesto que creyó era el más seguro y
donde no tuviera que arriesgar su vida. En realidad, todo esto demuestra lo
egoísta que Cecilio es.
Sin embargo, aparte del egoísmo, el mayor defecto de Cecilio es la
incapacidad para aceptar sus errores. En lugar de reconocer que todo lo que le pasa
son las consecuencias de sus decisiones, culpa a todos de su fallida vida. A
Adela, por haberle dado solo un hijo, cuando en realidad él no quiso tener más;
a Paulina, de haber engatusado a Sisí por rencor cuando la verdad es que Sisí
la buscó y ella aceptó ser su amante porque también quería serlo; a Hipólito,
por no proteger a Sisí cuando realmente fue el propio Sisí el causante de su
muerte, etc. Al final, cuando reconoce que él mismo fue él el que causó la
muerte de su propio hijo en su afán de protegerlo, toma una decisión drástica.
Cecilio Alejandro Nicolás “Cecilín” o “Sisí” Rubes Martínez es el
hijo de Cecilio. Nació el 8 de mayo de 1918. Aunque al principio Cecilio no
estaba seguro de tener un hijo, tras el nacimiento de Sisí lo adoró y daría lo
que fuera por él. Sin embargo, la excesiva indulgencia de Cecilio hace que Sisí
crezca como un ser caprichoso, egoísta y déspota, a pesar de los intentos de su
madre por darle una educación más estricta. También se convierte en un muchacho
vicioso, desertor del colegio, y sin un propósito en su vida, a pesar de que su
padre quiere que lo suceda en la fábrica de inodoros, algo que después empieza a
generarle ansiedad porque, aunque ha gozado de todo en la vida, ha llegado a
los dieciocho años sin saber qué hacer con su vida hasta que conoce a Paulina,
la antigua amante de su padre y se siente atraído por ella. Más tarde, fija su
atención en su vecina Elisa Sendín, pero al ver la entrega de ella a la guerra,
no entiende por qué ella cree en algo que para él no tiene sentido aunque al
mismo tiempo empieza a disfrutar de cosas que ignoró durante su corto y
frenético estilo de vida. Se puede decir que su deseo de casarse con Elisa parece más
una forma de intentar enderezar su vida que verdadero amor.
Aparte de ser caprichoso, libertino y malcriado, Sisí demuestra ser
un cobarde ante su negativa de coger las armas en medio de la Guerra Civil
Española con su argumento de que no servía para la guerra, lo que hace que
muchos se lo recriminen o le intenten hacer ver que cualquier persona que pelee
en la guerra es una contribución a un buen fin. Al final, lo alistan en la
Intendencia bajo el cuidado de su tío en segundo grado Hipólito, porque su
padre no quiere enviarlo a la Legión, un cuerpo militar donde hay más peligro.
Aunque en la Intendencia, finalmente encuentra nuevas aficiones y
sigue disfrutando de todo lo que ignoró antes de la guerra, Sisí aún no
encuentra un propósito en su vida más allá de casarse con Elisa. Sin embargo,
cuando finalmente él logra encontrar una dirección en su vida, esta termina
en un giro de lo más irónico y trágico, aunque en parte esperado precisamente
porque deja que su cobardía y su impulsividad vuelvan a guiarlo, con
consecuencias nefastas.
Adela Martínez de Rubes es la esposa de Cecilio. Huérfana de ambos
padres y proveniente de un entorno socioeconómico inferior al de su esposo, es
vista como tosca por su suegra, creando un sentimiento de animadversidad entre
ambas. Tampoco su matrimonio con Cecilio es bueno, ya que hay momentos de
distanciamiento y desprecio entre ambos.
¿Por qué Adela aceptó casarse con Cecilio? Hay que tener en cuenta
el contexto de la época en la que vive. Una mujer pobre, huérfana y con poca o
ninguna educación estaba condenada a la pobreza, a menos que trabajara o se
casara. Siendo la primera opción casi inaccesible para Adela, no es raro que
ella aceptara una buena oferta de matrimonio, aunque ella no lo amase. En
resumen, Adela sabía que no habría amor entre ambos pero Cecilio era la primera
y la mejor oferta, por lo que rechazarla hubiera sido una mala decisión.
Sin embargo, Adela es tratada siempre como un cero a la izquierda
por Cecilio, que la llama en su mente “idiota”, y por Ramona al punto de que
Cecilio la desautoriza siempre enfrente de Sisí, de esta manera impidiendo que
el niño fuera corregido por su mal comportamiento, algo que acabaría siendo
contraproducente con el tiempo, pues en un momento dado su hijo llega a
golpearla para salir de noche con Ventura cuando ella trata de imponer su
autoridad como madre mientras Cecilio está ausente.
Después de que Sisí la golpea, Adela deja de intentar educar a su
hijo, pues se da cuenta de que ya no puede hacer nada por él y vuelca su
atención en la religión, esperando una conversión de Sisí, y en la CEDA, a la
cual si bien nunca se afilió, apoyó. Más tarde, durante la Guerra Civil
Española, se convirtió en enfermera y se ganó el respeto de todos en el hospital.
Para el final, ella acepta su nueva situación y solo espera que Cecilio y ella
puedan compartir su dolor mutuo, algo que, por el egoísmo de su esposo, no
ocurre.
Paulina fue la amante de Cecilio y luego de Sisí. Durante seis años
mantienen una relación a pesar de los veinte años de diferencia que hay entre
ambos y a escondidas de Adela, pero tras el nacimiento de Sisí, Cecilio se
distancia de a poco de ella, más aún cuando desea conocer a Sisí. Finalmente,
después de que Paulina aprovecha una oportunidad de conocer al niño, Cecilio decide romper su relación, no sin antes darle dinero y un par de
recomendaciones para que comience su carrera como actriz en Madrid.
Quince años después, Paulina regresa a la ciudad y se reencuentra
con Cecilio. Para entonces, Paulina, ya de treinta cinco años, no triunfó ni en
su trabajo como actriz ni en su vida personal, pues sigue soltera y sin hijos. Por
ello y por un sentimiento de nostalgia, decide regresar a su lugar de
nacimiento. Al verla, Cecilio, que lleva una existencia tediosa, decide volver
a tener una relación con ella pero ella lo rechaza por completo porque no le
perdona que él la haya abandonado y en su lugar se convierte en la amante de
Sisí, a pesar de sus dieciocho años de diferencia. Le da una inesperada y desagradable
sorpresa a Cecilio al final de la novela cuando él va a buscarla tras la muerte
de Sisí.
Ventura “Ven” Amo es un muchacho que Sisí conoce en la escuela. Es
dos años mayor que él, vive en una zona económicamente deprimida con su abuela
y su padre viajante, pues su madre murió durante la epidemia de influenza de
1918. Cuando ambos se hacen amigos, Ventura lo inicia en el alcohol, el tabaco
y la promiscuidad sexual, tres vicios que Sisí mantendría durante su corta
vida. Aunque ambos tuvieron una gran amistad, ambos debieron alejarse cuando el
padre de Ventura se traslada a Madrid y se lo lleva a él y a su abuela en 1932.
Gloria de Sendín es amiga y vecina de Adela y las dos se conocen en
un consultorio médico cuando ambas estaban embarazadas de Luisito y Sisí,
respectivamente. Gloria contrasta con Adela porque tiene todo lo que esta última
desearía tener: un esposo amoroso y una familia numerosa. Pronto demuestra ser
una mujer decidida cuando se adhiere a la CEDA y hace proselitismo a su favor.
En resumen, Gloria es lo que Adela hubiera tenido si no se hubiera casado con
el primer hombre que le propuso matrimonio.
Luis Sendín es el esposo de Gloria y el vecino de enfrente de los
Rubes. Luis es un abogado que le va relativamente bien en su profesión, pero al
mismo tiempo ha formado una familia feliz con Gloria y sus nueve hijos. De
estos, los que más sobresalen en la novela son Luisito y Elisa.
Luis “Luisito” Sendín es el hijo mayor de Luis y Gloria, siendo un
mes menor que Sisí. A diferencia de Sisí, Luisito es un estudiante destacado,
llegando a estudiar Derecho como su padre, respetuoso de sus padres y de los
demás y un idealista. Estas características hacen que Sisí lo vea como un
(perdonen el término) marica, pero en realidad Luisito es el contraste de Sisí,
tanto en personalidad como en estilo de vida y la manera como cada uno vive y
toma decisiones en medio de la Guerra Civil Española, las cuales al final
terminan teniendo un final inesperado a pesar de que Luisito estaba en un
frente más peligroso que Sisí.
Elisa Sendín es hija de Luis y Gloria y la hermana de Luisito. Es
el tipo de persona de la que muchas personas subestimarían porque solo empieza
a tener relevancia en los últimos tres capítulos de la novela, pero cuando
cumple dieciséis años, deja la escuela y se une a la guerra fabricando bombas y
municiones. Lo hace de buena gana y comprometida con la causa porque para ella
“todos deberíamos trabajar hasta más allá
de nuestras fuerzas. La victoria depende de nuestras manos” (Delibes, p.
318), demostrando que es tan decidida como su madre.
Hipólito “Hipo” Martínez es el primo militar de Adela y el único
familiar que ella tiene en España, ya que todos sus hermanos viven en Cuba.
Aunque él vivía en Ceuta, regresa a España después de quince años con “su señora”,
como llama a su esposa Ester, y sus hijos, de los cuales solo sobresale
Hipolitín o Lito, cuando es ascendido a comandante. A Cecilio le desagradan
Hipólito y su familia por considerarlos ordinarios, pero Adela lo defiende por
ser el único familiar que ella tiene en España. Contrario a lo que se esperaría de su
profesión, es un hombre alegre y que le gusta disfrutar de la vida. Tiene una
muletilla: ¡Arrea!
En la tercera parte, tiene un rol importante porque él queda a
cargo de Sisí cuando Cecilio le pide que entre a la Intendencia, por ser una
entidad en la que había menor riesgo que en la Legión. Hipólito acepta y el
chico queda bajo su supervisión. Sin embargo, no logra evitar la muerte de su
sobrino, que huye despavorido de un ataque en un momento impulsivo.
Ramona viuda de Rubes es la madre y la abuela de Sisí. Es una mujer
clasista y soberbia, como se ve en la manera en la que trata a Adela, a la que
llama “monja boba” y “sandia”, y fuerza a su hijo a dejar a Paulina para evitar
chismes. Sin embargo, sus últimos años son lamentables y muere en compañía de
su nuera y su hijo pero anhelando ver a su nieto Sisí, que se había ido con
Ventura a callejear esa noche, por lo que él nunca se despide de su abuela ni
muestra tristeza cuando su padre le anuncia su fallecimiento.
Mi idolatrado hijo Sisí trata temas como la crianza familiar y el
patriotismo, mostrando un gran contraste entre dos familias: los Rubes y los Sendín.
Cecilio cría a Sisí sin ningún tipo de disciplina porque, según su pensamiento,
la disciplina les quita la felicidad a los niños, a pesar de las protestas de
Adela, que insiste en que no se puede ser blando con un hijo.
“—No soy partidaria de blanduras
con los chicos, Cecilio, ya lo sabes. ¿No crees que con esta actitud no hacemos
más que perjudicarle?
—Perjudicarle, perjudicarle…
¿Piensas que un niño es más feliz llevándole siempre la contraria que viviendo
su vida libremente?”
p. 151
¿Conocen la expresión “síndrome del emperador”? Sisí es
precisamente un emperador al tener un padre complaciente y una madre que no
hace nada para evitar la situación. Al tener todo lo que desea sin
restricciones, incluso abandonar el colegio, terminó creciendo como un joven
libertino y prácticamente un vago sin oficio ni beneficio, algo que después empieza
a pesarle, pues al haber vivido una vida estilo “aquí y ahora” y llegar a la
adultez, no sabe qué hacer ni adónde va. La guerra, en la cual no quería
involucrarse, termina por alcanzarlo y, aun cuando finalmente parece encontrar
algún sentido a su vida, esta le es arrebatada.
Por el contrario, los Sendín educan a sus nueve hijos con disciplina,
pero también con amor, lo cual se ve en el respeto y el amor que los niños
Sendín demuestran a sus padres. No es de extrañar que Luisito y Elisa se
entreguen a sus creencias mientras luchan en la guerra. Cuando Luisito es
herido en combate, pero sobrevive y ocurre lo de Sisí, Elisa menciona esta
ironía que, por supuesto, no es del agrado de Cecilio:
“A veces pienso que Dios vela
especialmente por las grandes familias. Luis está en la Legión y vive y Sisí
murió donde en apariencia había menos riesgo. ¡Ah, Cecilio! Nadie sabe dónde
está el peligro, ¿no es cierto?”
p. 356
El patriotismo es otro tema que se toca en la novela, dado que el
último tercio de la misma se desarrolla durante la Segunda República y la Guerra
Civil Española. Cecilio demuestra ser un oportunista y un camaleón en cuanto a
política, tal como lo dice Adela.
“Un día dijiste, Cecil, que
el Rey era un parásito y votaste por la República. Luego te has arrepentido y
dices que sin un Rey no es posible gobernar a este pueblo de cafres”.
p. 264
No solo Cecilio piensa de forma diferente en política cuando le
conviene. En cuanto a patriotismo, Cecilio considera a España “un pueblo de cafres” y tampoco le agrada
la guerra, porque en su mente, la guerra era Sisí, así que no sorprende que
intente evitar que Sisí, ya en edad militar, sea reclutado. Al despreciar a su
país e intentar que Sisí no vaya a la guerra, Cecilio intenta convencer a Adela
de irse a Portugal hasta que el enfrentamiento armado termine, pero no lo logra
ante la reiterada negativa de ella. No insiste más porque, como dije antes, él no
es una persona de ideas fijas, sino un hipócrita que siempre cambia de parecer.
Al final, el empeño de Cecilio por hacer feliz a Sisí le trae dolor
y tragedia a su propia vida. Peor aún, sigue siendo incapaz de aceptar sus
errores e incluso se obsesiona con tener otro hijo, pensando que con eso se
remediaría su dolor. Cuando por fin entiende que él mismo se buscó su propia
desgracia por su indulgencia, su egoísmo y su cobardía, es incapaz de hacer
frente a ello y tiene un final que podría ser considerado inesperado o
esperado, de acuerdo a lo que el lector considere.
Es comprensible que la novela es una sátira del pensamiento
maltusiano, que considera que el número de población se debe controlar para evitar
el agotamiento de los recursos y la miseria, pero también es una crítica a la
crianza familiar, más que nada en la que respecta a la de un hijo único. Para
Delibes, los niños que crecen como hijos únicos son egoístas, irresponsables y
libertinos, pero él deja claro que esto es más probable si tienen padres que no
los educan con disciplina, sino con complacencia. Y eso es cierto, pues no
todos los hijos únicos son egoístas y perezosos como Sisí, ni todos los hijos
con hermanos son respetuosos y solidarios como los Sendín. Todo ello siempre
depende de la educación.
Mi idolatrado hijo Sisí nos muestra las consecuencias de una
crianza permisiva y la manera trágica en que acaba. Nos muestra la relación o,
más bien, la crianza que le ha dado Cecilio a Sisí. Él complace a su hijo en
todo excepto en que este frecuente a Paulina. Sin embargo, a estas alturas el
muchacho está aburrido de su vida vacía y quiere encontrar algo que lo haga
sentirse útil antes de que tenga que ser forzado, sin embargo nunca lo logra, y
Cecilio, al ser incapaz de aceptar que se equivocó, toma una salida cobarde.
Definitivamente la recomiendo.
Con esto termino el Mes del Padre. Analicé venganzas en nombre de
un padre, la lucha por la aceptación de la orientación sexual tanto de un padre
como de una hija y cómo la crianza sin reglas por parte de un padre a su hijo
solo trae desgracia para ambos. Espero que el próximo año pueda hacer análisis
igual de interesantes. Por ahora, me tomaré un descanso del blog por dos
semanas antes de retomar el ritmo habitual. Gracias y hasta luego.
BIBLIOGRAFÍA
Delibes, M. Mi idolatrado hijo Sisí.
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