MEDIDAS SANITARIAS Y EL ORADOR

Esta semana analizaré los cuentos Medidas sanitarias y El orador del escritor ruso Antón Chéjov, de quien ya he analizado El jardín de los cerezos, Tres hermanas y La dama del perrito.

MEDIDAS SANITARIAS

Este cuento se publicó en 1884. Trata sobre la creación de un Comité de Sanidad en una ciudad rusa indeterminada que quiere hacer un examen de salubridad a todos los negocios de comida que funcionan allí.

Sin embargo y conforme se desarrolla la historia, vemos que en vez de hacer las actividades regulares de un Comité de Sanidad Pública tales como inspeccionar los negocios y sancionarlos en caso de que no cumplieran con las normas, aprovechan sus cargos para… Bueno, ya se imaginaran lo que hacen al inspeccionar puestos de comida.

Medidas sanitarias muestra como las personas aprovechan su poder, ya sea pequeño o enorme, para hacer lo que les venga en gana. Quizá Chejov quería mostrar el abuso que ejercían las autoridades de su tiempo para maltratar a personas que ellos consideraban indeseables y lo que les comenté arriba: hacer lo que quisieran.

EL ORADOR

El orador se publicó en 1886 y se trata de un joven llamado Grigori Petrovich Zapoikin, que era muy popular entre los funcionarios por su increíble habilidad para pronunciar discursos en eventos como bodas, jubilaciones y entierros. Precisamente, la razón de que Zapoikin fuera convocado se debe a que querían que hiciera un discurso en honor a Kirill Ivanovich Vavilenov, un asesor colegiado1 que había muerto.

En el funeral, Zapoikin dada un discurso lleno de ironía y de indirectas sobre el que cree que es el difunto. Para poner de esta forma, Zapoikin hacía elogios del fallecido que en realidad eran un disfraz del disimulado desprecio y burla que sentía hacía el hombre. Sin embargo, la historia da un giro que muestra cuán equivocado estaba Zapoikin y cómo su discurso lo mete en problemas.

El orador nos muestra lo que se dice de una persona y lo que en realidad se piensa sobre ella y cómo a veces esto puede generar problemas. En el funeral, Zapoikin empieza a mencionar todo lo que pensaba del funcionario fallecido sin pensar en las consecuencias que podría sufrir y sin darse cuenta de que en realidad había cometido un gran error que lo lleva a tener un enorme regaño.

 

Los dos cuentos muestran una absoluta crítica hacia el sistema ruso de funcionarios. El primer cuento muestra un claro abuso de los funcionarios que aprovechan que tienen una actividad tan importante como lo es inspeccionar la salubridad de los negocios. En cuanto al segundo, es una alusión a la hipocresía que hay entre los seres humanos, si se analiza bien el discurso de Zapoikin, y cómo el desprecio evidente que se siente a una persona puede causar muchos problemas.

En mi opinión, los cuentos se sienten un poco forzados pues las tramas de ambos son aceleradas y los finales dejan cuestiones sin resolver. Sin embargo, los dos cumplen su objetivo de criticar el sistema gubernamental de la época, el cual no es muy diferente del actual. Si los cuentos fueran un poco más largos o estuvieran mejor escritos, quizá serían historias de la literatura rusa que todo el mundo recordaría, pero en cambio son la muestra de que a Chejov se le daban mejor las obras de teatro.

NOTA

1 Véase nota 3 en La nariz.

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