LAS BACANTES

Esta semana analizaré la obra de teatro Las Bacantes del dramaturgo griego Eurípides. El año pasado la analicé desde el punto de vista materno y ahora lo haré en conjunto.

La obra se desarrolla en la ciudad griega de Tebas y tratan sobre cómo las tebanas niegan la divinidad de Dioniso, además de la manera cómo esto acaba causando muerte y desgracia. Todo ello clasifica a la obra Las Bacantes como tragedia.

Los personajes que más destacan aparte de Dioniso, son Penteo, rey de Tebas y su abuelo Cadmeo, además de una breve aparición del adivino Tiresias. No hablaré de Ágave y de la madre de Dioniso, Sémele, porque ya las analicé en el artículo que mencioné al principio. Sin embargo, no recomiendo leerlo si no han leído Las Bacantes aún.

Dioniso es el dios griego del vino y de la embriaguez. Es hijo de Zeus y Sémele, hija de Cadmo. Desde su nacimiento como dios, es adorado como tal por un grupo de mujeres tebanas a las que denominan Bacantes. Sin embargo, el culto hacia él no es bien visto por todos los habitantes de Tebas, en particular por su primo Penteo, que considera que Dioniso es hijo de algún mortal y no de Zeus.

Para solucionar este problema, se valen de las creencias griegas en la xenia para poder ver cómo actúan los tebanos y la manera de ser de Penteo. Esto lo lleva a hacer sobre Penteo algo que consideraría venganza.

Siendo rey de Tebas, Penteo está acostumbrado a que se haga su voluntad y por ello está en contra del culto hacia Dioniso, ya que no considera a Dioniso como un verdadero dios griego sino como un mortal común y corriente. En parte esto puede deberse a que criado por su abuelo desde muy niño y nunca conoció a sus padres. Puede que a pesar de ser criado para ser el sucesor de su padre, tuviese una educación permisiva así que no es extrañar que la personalidad de Penteo esté relacionada con una crianza mimada.

En la obra se muestra a Penteo como un hombre arrogante, impulsivo e intransigente, que no escucha la palabra de sus mayores, ni siquiera la de su abuelo. En resumen, Penteo es un gran representante de la hubris. Sin embargo, a Penteo también le preocupa que las Bacantes causen problemas a los tebanos con su culto a Dioniso. Por eso, va a detenerlas (o intentar detenerlas) con la ayuda del cortesano Corifeo y de un extranjero al que maltrata y del que más adelante se revelará su identidad. Al final, la arrogancia y la intransigencia de Penteo le estallan en la cara de una manera nada buena.

Cadmo es el abuelo de Penteo y ex rey de Tebas. Deja el trono en manos de Penteo cuando este se hace mayor, pero cuando Penteo se opone al culto de Dioniso, Cadmo intenta hacerle ver a su nieto que debe permitirlo, sin que su nieto le haga caso. Se lleva bien con Tiresias, por lo que toma en serio sus predicciones y está relacionado con la líder de las Bacantes.

Como ocurre en Edipo rey y en Antígona, Tiresias hace una breve aparición para hablar con Cadmo sobre lo que está ocurriendo en Tebas e intenta hacer entrar en razón a Penteo, el cual se niega a escucharlo. Entonces el anciano profeta le advierte de que no permitir el culto a Dioniso, una tragedia le ocurrirá y si han leído las tragedias de Sófocles en las que aparece Tiresias, es sabido que siempre acierta en sus vaticinios, por lo que es de esperarse lo que le ocurre a Penteo.

Es en Las Bacantes donde vemos como la hubris causa un perjuicio al ser humano. Penteo se negó a permitir el culto hacia Dioniso porque no creía que el padre de este era Zeus, por lo que para él Dioniso no era divino. Su destino es el perfecto ejemplo de la Antigua Grecia de por qué no se debe dar crédito a las habladurías y por qué siempre se debe respetar el principio de xenia.

En general, Las Bacantes es una tragedia que muestra la libertad de culto y cómo la soberbia y la intransigencia hacia los eventos causan desgracia y el hecho de que un dios puede ser bastante vengativo con los que han sido críticos con él. Sin embargo, su lenguaje recargado puede no resultar atractivo para muchos, así que no estoy segura de recomendarla.