EL GATOPARDO



Advertencia: para los que no han leído la novela ni han visto la película, habrá destripes (spoilers).
¿Conocen la frase Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie? Esa frase es la que define a la novela que analizaré esta semana, El gatopardo del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, publicado de manera póstuma en 1959. Como suelo hacer con autores no muy conocidos, haré una pequeña biografía del autor.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa nació en Palermo, la capital de Sicilia el 23 de diciembre de 1896. Sus padres fueron el príncipe Giulio Maria Tomasi di Lampedusa​ y la princesa Beatrice Mastrogiovanni Tasca di Cutò. Al año siguiente de su nacimiento, su única hermana Stefania falleció de difteria por lo que se convirtió en hijo único. Como su padre era un hombre frío y distante, tuvo una relación cercana con su madre.
Su niñez la pasó estudiando en el palacio de sus padres con un tutor, su madre y su abuela. En 1911, Tomasi abandonó su hogar para estudiar en el liceo classico, primero en Roma y luego en Palermo. Cuatro años después, se fue a vivir a Roma de manera definitiva para estudiar Derecho en la universidad, pero en ese momento la I Guerra Mundial estaba en su apogeo y tuvo que ser reclutado por el ejército italiano. Allí en el frente estuvo en la Batalla de Caporetto y fue prisionero del imperio austrohúngaro, que lo llevaron a un campo de prisioneros de Hungría, del cual logró escapar y regresar a Italia por sus medios.
Después del licenciarse del ejército, regresó a Sicilia y durante estuvo allí mientras viajaba con su madre. Durante este tiempo, surgió en su mente la idea de El gatopardo, que en un principio pensaba hacer que toda la novela se desarrollara en un día, como Ulises de James Joyce.
En 1932, Tomasi contrajo matrimonio con Alexandra “Licy” von Wolff-Stomersee, una noble báltica alemana estudiante de psicoanálisis e hija de la cantante y violinista Alice Barbi. Después de la boda, ambos vivieron con la madre de Lampedusa en Palermo, pero las discusiones entre su esposa y su madre hicieron que Licy regresara a Riga. No volvería a su lado hasta después de la II Guerra Mundial.
En 1934, el padre de Tomasi muere, por lo que él heredó el título de Príncipe de Lampedusa. Siete años después en el trascurso de la II Guerra Mundial, es llamado a las armas, pero al ser propietario de una finca agrícola hereditaria, fue enviado a casa para que se ocupara de sus asuntos. Durante la guerra, él y su madre se refugiaron en Capo d’Orlando y allí se reunió con Licy. Aunque lograron sobrevivir a la guerra, su palacio en Palermo no corrió con la misma suerte.
Tras la muerte de su madre en 1946, Tomasi se va a vivir otra vez con su esposa a Palermo. Durante la posguerra, él se reúne con un grupo de jóvenes intelectuales entre los se destacó su primo Gioacchino Lanza Tomasi, con él que su relación fue tan cercana que 1954 lo adoptó legalmente.
Las continuas invitaciones que le hizo su primo el poeta Lucio Piccolo lograron que en 1954 asistiera a una ceremonia de premiación literaria a la que asistieron otros escritores como Eugenio Montale y Maria Bellonci. Luego del viaje, Tomasi empezó a escribir El Gatopardo, que terminó al cabo de dos años. Sin embargo, no logró encontrar un editor que quisiera publicar su novela pues fue rechazada por dos editoriales: Einaudi y Mondadori.
En mayo de 1957 a Tomasi se le diagnostica cáncer de pulmón y viajó a Roma para recibir una mejor atención médica. Sin embargo, el tratamiento no fue efectivo y falleció el 26 de julio de ese año. Luego de un réquiem en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús (Sacro Cuore di Gesù) en Roma, su cuerpo fue llevado a Palermo y enterrado en el cementerio capuchino de Palermo.
Como pasa con varios autores, la fama de Tomasi sería póstuma. Al año siguiente de su muerte, la hija de Alessandro Croce, Elena, envió la novela a Giorgio Bassani, que la publicó en la editorial Feltrinelli en noviembre de ese año. En 1959, El gatopardo ganó el Premio Strega, el más prestigioso premio literario en Italia.
La novela tuvo su adaptación en 1963, cuatro años después de su publicación. El encargado de trasladar la novela a la pantalla grande fue el director italiano Luciano Visconti y en ella aparecen actores de talla mundial como Burt Lancaster (Príncipe Fabrizio), Alain Delon (Tancredi) y Claudia Cardinale (Angelica).
El dibujo de esta portada está basado en la película de 1963. Incluso el dibujo del Príncipe Fabrizio se parece al aspecto que tenía Burt Lancaster en esta película
Originalmente la película tenía una duración de 205 minutos (3 horas, 25 minutos) pero los productores consideraron que era demasiado larga y Visconti la redujo a 185 minutos (3 horas, 5 minutos). Sin embargo, esta no es la única edición: la versión estadounidense, distribuida por la 20th Century Fox, tiene 161 minutos (2 horas, 41 minutos) y en la que se escucha la voz original de Lancaster, la española 151 minutos (2 horas, 31 minutos) y la francesa 195 minutos (3 horas, 15 minutos). La película fue un éxito crítico y comercial en Europa, llegando a ganar la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes, no así en los Estados Unidos donde su recepción fue negativa al principio debido a la mala edición que tuvo en ese país. Aun así, El gatopardo se convirtió en una película de culto y de manera constante cineastas como Francis Ford Coppola y Martin Scorsese hacen referencia a ella en algunas de sus películas.
Ojo: la película sólo adapta dos tercios de la novela, así que si bien es una proeza visual no es del todo fiel a la novela. Sin embargo, les sugiero leer la novela y ver la película, porque sería muy bueno tener en cuenta tanto el punto de vista de Lampedusa como la visión artística de Visconti.
El gatopardo, cuyo nombre original es Il Gattopardo, es una novela que fue dividida en ocho partes y se desarrolla en la Sicilia desde 1860 hasta 1910. De hecho, cada una de las partes tiene una fecha y un acontecimiento específico. Su título hace referencia al león jaspeado o serval, que se encuentra en el escudo de armas de los príncipes de Salina.
Primera parte, mediados de mayo de 18601. Ocurre el desembarco de la Expedición de los Mil, dirigida por Giuseppe Garibaldi, que buscaba unificar los reinos en uno solo: el Reino de Italia. El príncipe de Salina, Fabrizio Corbera, presiente los cambios que se avecinan con la llegada de Garibaldi, el “fin” del sistema establecido y ve como su sobrino Tancredi Falconeri participa al lado de los camisas rojas, como eran llamados los partidarios de Garibaldi. Es allí donde aparece la frase que ha trascendido no sólo en la literatura, sino también en la política local e internacional.
Segunda parte, últimos días de agosto de 1860. Donnafugata, residencia veraniega de los Salina. El príncipe Fabrizio y su familia se reunieron con las autoridades leales a los Piamonteses que ahora tienen el control de Sicilia. Tancredi también participa y se hace patente que desea ser político, algo que el príncipe considera es ideal para él. Pero también se entera que Concetta está enamorada de Tancredi, una unión que el príncipe considera inviable por razones pragmáticas, no personales. Sin embargo, Concetta y Tancredi se distancian por una historia que él cuenta sobre su tiempo con los garibaldinos y que Concetta considera ofensiva.
Tercera parte, octubre de 1860. Después de seis meses de lucha armada y de la falta de un gobierno estable, se celebra un plebiscito para saber si el Reino de las Dos Sicilias quiere formar parte del Reino de Italia. En apariencia, el pueblo vota de forma masiva por el Sí, pero pronto se descubre que todo se debió a un fraude electoral. El príncipe Fabrizio descubre la relación entre Tancredi y Angelica y habla con Don Calogero Sedára, el padre Angelica y alcalde del pueblo, sobre la situación económica de Tancredi. Sin embargo, Don Calogero ve una unión entre Tancredi y Angelica como acertada por las ventajas que supondría para ambos jóvenes.
Cuarta parte, noviembre de 1860. Es la fiesta de compromiso entre Tancredi y Angelica. Los Salina reciben en Donnafugata a un representante del nuevo gobierno, Aimone Chevalley di Monterzuolo, que le ofrece un puesto al príncipe Fabrizio como senador por Sicilia ante el Senado del Reino de Italia. El príncipe rechaza la oferta porque considera que su oportunidad de ser político ya pasó y porque está demasiado ligado al anterior Reino de las Dos Sicilias. En su lugar, propone a Don Calogero, porque está seguro de que sería un senador más adecuado para ese tiempo, pese a que sus cualidades políticas son inferiores a las del príncipe.
Quinta parte, febrero de 1861. Este capítulo es más bien un día bajo los reflectores para el Padre Pirrone, el sacerdote jesuita que es confesor del príncipe Fabrizio, porque él viaja hasta su pueblo natal, San Cono, para arreglar un problema familiar que podría salirse de las manos y allí sabemos un poco de su historia antes de convertirse en el confesor de los Salina. Su perseverancia logra solucionar el lío para poder regresar luego de cuatro días a Villa Salina, la residencia principal de los Salina.
Sexta parte, noviembre de 1862. Se realiza el baile de los príncipes Ponteleone en donde se mezclarían la vieja aristocracia con los nuevos burgueses. A ese concurrido evento asiste la familia Salina, Tancredi y los Sedàra. Durante el baile, el príncipe Fabrizio ve como el baile es un ejemplo de cómo su clase social había declinado y perdido el poder que gozaban a manos de los nuevos ricos leales a los Saboya. En este pasaje, Lampedusa demuestra tener una excelente narración descriptiva que se haría mítica en la adaptación de 1963.
Séptima parte, julio de 1883. El príncipe Fabrizio regresa de un viaje a Nápoles y se queda en un cuarto del Hotel Trinacria ante la sugerencia de Tancredi, que considera que no sería prudente que hiciese un viaje a Donnafugata tan pronto de su regreso a Sicilia. Durante su estancia en el hotel, el príncipe Fabrizio reflexiona sobre su familia, se da cuenta que sólo Concetta tenía las cualidades de un digno heredero, a pesar de ser mujer, y que sólo ha sido feliz por tres años de sus setenta y tres años de vida.
Octava parte, mayo de 1910. Es el quincuagésimo aniversario de la Expedición de los Mil. El palacio de los Salina ahora está habitado por las tres hijas sobrevivientes del príncipe Fabrizio: Carolina, Concetta y Caterina, que viven una vida casi hermética y dedicadas a coleccionar reliquias falsas de santos. Allí acude Angelica para ver a Concetta y servir como intermediaria entre Concetta y el obispo para evitar que las hermanas sean ridiculizadas. Allí descubre la verdad sobre la historia que contó Tancredi años atrás y el significado escondido en ella, lo que hace que Concetta por fin abra los ojos y entienda que ella misma es la culpable de su propia situación. Con ello en mente hace algo que le da al final un sentido apoteósico y simbólico.
Fabrizio Corbera, príncipe de Salina es el protagonista principal de El gatopardo. Nació en Sicilia en 1810 y era hijo de Paolo Corbera, príncipe de Salina y Carolina, una noble alemana. Se casó a los veinte años con Maria Stella y tuvo siete hijos con ella, de los cuales se mencionan seis1:
Carolina, nacida en 1840.
Concetta, nacida en 1842.
Francesco Paolo, Duque de Querceta, nacido en 1844. El presunto heredero del príncipe Fabrizio. Tiene un hijo llamado Fabrizietto, que sería el sucesor de su abuelo porque Francesco Paolo muere antes que su padre.
Giovanni, año de nacimiento desconocido, pero se sabe que es menor que Francesco Paolo. Abandonó la vida cómoda y rica de los Salina para trabajar, primero en una compañía carbonera y luego en una empresa de diamantes.
Caterina, año de nacimiento desconocido.
Chiara, año de nacimiento desconocido, pero se sugiere que puede ser mayor que Caterina. Es la única de las hermanas Salina que se casó.
Además de sus hijos, está su sobrino y pupilo Tancredi, al cual quiere como si fuera su hijo e incluso piensa que sería un heredero más adecuado que Francesco Paolo. El príncipe es descrito como alto, robusto, con cabello rubio y ojos azules, características que heredó de su madre alemana y que les transmitió a sus hijos, en especial a Concetta.
A diferencia de sus antecesores, el príncipe Fabrizio es hábil con las matemáticas, las cuales ha empleado para su pasatiempo favorito: la astronomía. Además, tiene un excelente olfato político: es capaz de ver que, con la Unificación de Italia, la aristocracia que ha manejado el poder en Sicilia poco a poco lo perderá a manos de la burguesía alineada con la Casa de Saboya, que gobierna a la Italia del Risorgimento. Se da cuenta de que pudo haber sido un político brillante, pero al mismo tiempo rechaza la oportunidad de serlo porque siente que llegó demasiado tarde, cuando su clase social ya está en franco declive, tal como se lo dice al intendente y representante del nuevo Reino de Italia. La conversación está en este enlace: https://vimeo.com/64884784
Le estoy muy agradecido al gobierno por haber pensado en mí para el Senado y le ruego que transmita a quien corresponda mi sincero agradecimiento; pero no puedo aceptar. Soy un representante de la vieja clase y me siento por fuerza comprometido con el régimen borbónico al que me liga el sentido de la decencia, ya que no el afecto. Pertenezco a una generación infeliz, a caballo entre los viejos tiempos y los nuevos, que no se encuentra a gusto en estos ni en aquellos. Además, como ya lo habrá advertido usted, no tengo ilusiones; ¿qué haría conmigo el Senado, con un legislador inexperto e incapaz de engañarse a sí mismo, facultad imprescindible para cualquiera que se proponga guiar a los demás? Los hombres de nuestra generación debemos retirarnos a un rincón para observar las volteretas y cabriolas que ejecutan los jóvenes alrededor de este catafalco lleno de adornos. Ahora necesitáis gente joven y ágil, que piense más en el “cómo” que en el “por qué” y sea capaz de enmascarar, quiero decir combinar, sus intereses particulares concretos con la vaguedad de los ideales políticos”.
p. 117

Lo siento mucho, pero en el terreno de la política no puedo arriesgar ni un dedo porque me lo morderían”.
p. 119

Fabrizio muere en julio de 1883 a los setenta y tres años luego de haber regresado de un viaje a Nápoles.
Tancredi Falconeri es el deuteragonista. Nació en 1840. Es hijo del príncipe Ferdinando Falconeri y la hermana del príncipe Fabrizio, Giulia Corbera, por lo que es su sobrino. Cuando sus padres murieron, Fernando II de las Dos Sicilias, monarca que gobernaba el Reino de las Dos Sicilias en ese momento, decidió que Tancredi fuese educado por su tío, puesto que el joven no había quedado con muchos recursos económicos debido al carácter despilfarrador de su padre. Como su tío, también es rubio de ojos azules, herencia de los Salina.
Desde el principio, el príncipe Fabrizio vio la inteligencia y el talento de Tancredi y ve que el joven podría dedicarse a la política y que hubiese sido el heredero que él deseaba. En efecto, Tancredi se involucró en la política desde la Expedición de los Mil mientras luchaba al lado de los garibaldinos, es decir, en contra del rey, lo que entristece al príncipe, pero entiende la necesidad de Tancredi de querer tener un lugar en la nueva Sicilia y su ambición. Es Tancredi el que dice la famosa frase mencionada arriba.
Tancredi quiere ser político, pero sabe que sin dinero propio no puede lograr sus ambiciones por más que su linaje pertenezca a la nobleza local siciliana. Siendo el hombre ambicioso y oportunista que es, Tancredi sabe que para ser un político creíble necesitará demostrarlo. Con ello en mente, le propone matrimonio a Angelica Sedàra, la hija de Don Calogero Sedàra, un prestamista que mucha gente desprecia.
Uno se preguntaría, ¿por qué Tancredi se casaría con una mujer de nivel social inferior al suyo? La respuesta es sencilla: necesita una esposa que pertenezca a la clase social que ahora tiene el poder político y económico, que es la burguesía. Un matrimonio entre ambos facilitaría el ascenso de Tancredi, además de brindarle una fortuna considerable (la dote de Angelica) y le daría a Angelica el estatus social que ella desea. Digamos que el matrimonio entre Tancredi y Angelica se parece a los que había entre los aristócratas británicos en declive que se casaban con ricas herederas estadounidenses, algo que ya expliqué en El aristócrata solterón. Esto es lo que le explica el príncipe Fabrizio a su esposa:
En todo caso, dinero no le faltará [a Angelica]; dinero nuestro en gran parte, pero administrado demasiado bien por Don Calogero; y Tancredi lo necesita mucho: es un señor, tiene ambición, el dinero se le deshace entre las manos. A Concetta jamás le ha dicho nada; ha sido ella incluso quien lo ha tratado como un perro desde que llegamos a Donnafugata. Además, no es un traidor: sabe adaptarse a las circunstancias, tanto en política como en la vida privada, por otra parte es el muchacho más simpático que conozco; y tú lo sabes tan bien como yo, querida Stelluccia
p. 71

Quizá porque se sintiese culpable de haber ofendido y roto el corazón de Concetta, Tancredi trae a su fiesta de compromiso al conde milanés Carlo Cavriaghi para que conversara con Concetta, llamara su atención y tal vez ambos se enamoraran. Bueno, más adelante sabrán cuál fue el resultado.
Luego de tener una activa vida política, Tancredi falleció a la edad de sesenta y siete años en 1907, tres antes de que el final de la novela tenga lugar.
Concetta Corbera, princesa de Salina nació en 1842 y es la segunda de las tres hijas del príncipe Fabrizio que aparecen en la historia3. Tiene los rasgos de su padre: cabello rubio y ojos azules. Aunque está enamorada de Tancredi, su posibilidad de casarse es improbable, más aún cuando ella toma a mal una historia sobre el ejército que Tancredi le cuenta a Angelica.
Por desgracia, el punto débil de Concetta es el mismo de su padre y el resto de los Salina: el orgullo, que nubla su pensamiento y la hace tomar decisiones de las que años más tarde acabaría por arrepentirse y aprende que las historias tienen un significado oculto. Peor aún, su orgullo le impide aceptar la propuesta del conde Carlo Cavriaghi, un joven milanés adinerado con el que hubiese formado una unión favorable en el sentido económico, pero esto también se debió a la falta de amor hacia Cavriaghi debido a su anterior enamoramiento de Tancredi como así lo pensaba Angelica:
Angelica, en cambio, en el fondo de su corazón estaba de acuerdo con Concetta: Cavriaghi era demasiado soso; casarse con él después de haber estado enamorada de Tancredi habría sido como beber agua después de haber probado aquel Marsala que tenía delante”.
p. 108

El conde Cavriaghi la define así:
Es demasiado bella, demasiado pura para mí; pero no me ama; he sido un temerario al pretenderlo; me marcharé de aquí con el puñal de su recuerdo clavado en el pecho. No me he atrevido a hacerle una proposición concreta. Siento que para ella soy como un gusano, y tiene razón; lo que debo hacer es buscarme una lombriz que se contente conmigo.
p. 108-109

Tancredi le dice que, aunque Concetta pudiese apreciarlo, no sería fácil para ella dejar la tranquila vida que le ofrecía la rural Sicilia para irse a la industrializada y moderna Milán.
¿Sabes? Conozco a Concetta desde que nació; no existe criatura más adorable, un dechado de virtudes; pero es un poco retraída, demasiado reservada, y quizá peque de excesivo amor propio; además, es siciliana hasta la médula de los huesos; jamás ha salido de aquí; me pregunto si hubiera llegado a sentirse cómoda en Milán, ¡ese poblacho donde para comerse un plato de macarrones hay que preverlo con una semana de antelación!
p. 109

¿Por qué un matrimonio entre Tancredi y Concetta era inviable? Tancredi necesitaba una esposa adinerada porque si bien él venía de un linaje noble, ya no tenía dinero propio pues su padre lo había dilapidado. Los Salina eran ricos, pero en el proceso de sucesión la herencia hubiera tenido que dividirse en ocho partes, seis de ellas para los seis hijos del príncipe Fabrizio, pero no se menciona a dónde irían las dos partes restantes. Por ser mujer, a Concetta le tocaría una parte (que sería su dote) pero sería una cantidad inferior a la que recibirían sus hermanos varones. La necesidad de Tancredi de buscar una esposa rica descartaría por completo a Concetta.
Otro problema es la personalidad de Concetta. Mientras que Angelica impacta a todo aquel que la vea con su belleza y su personalidad magnética, Concetta es más bien tímida y no es tan amante de las reuniones sociales, lo contrario de Angelica. Para un aspirante a político como Tancredi, necesita una esposa que le gusten las reuniones sociales y que sobresalga en ellas, cosa que con Concetta no lograría y con Angelica sí. Su padre, el príncipe Fabrizio, la define así:
¿y Concetta, con todas sus virtudes pasivas, sería capaz de ayudar a un marido brillante y ambicioso que quería subir por los resbaladizos escalones de la nueva sociedad? ¡Ella que era tan tímida y reservada, tan retraída! Siempre sería la bella colegiala de entonces, es decir una bola de plomo encadenada al pie de su marido.
p. 55

Angelica Sedàra nació en 1844 y es la única hija de Don Calogero Sedàra y de Doña Bastiana. La rápida riqueza que obtuvo su padre le permitió gozar de una excelente educación en el norte de Italia. Llama la atención por su extraordinaria belleza que opaca todo lo demás, lo que causa celos en Concetta, que incluso pensó en envenenarla. Es descrita como alta, morena y de ojos verdes.
La vasta dote con la que Angelica cuenta la hace una joven casadera popular que sólo Tancredi, deseoso de hacer una creíble carrera política, logra tener para sí y contraen matrimonio. El matrimonio con un noble local entusiasma mucho a Angelica porque le daría el estatus social con el que ha soñado y al cual no podía acceder por su origen campesino. Al final de la novela, descubrimos como fue la vida matrimonial entre ella y Tancredi cuando ella visita a Concetta. Además, se da a entender que ella morirá dentro de tres años.
El Padre Pirrone es un sacerdote jesuita que es el confesor del príncipe Fabrizio por lo que él vive en Villa Salina junto a la familia. Siempre trata de actuar como la voz de la razón, ayuda al príncipe con sus cálculos matemáticos mientras ambos observan las estrellas y le informa las cosas que ocurren dentro de la familia. En la quinta parte sabemos un poco de su historia cuando trata de arreglar un asunto familiar. Para la séptima parte, es decir, julio de 1883, se menciona que falleció hace algún tiempo.
La novela trata mucho sobre la política y el punto de vista que se ve en ella. Como mencioné antes en la primera frase de la entrada, en El gatopardo siempre se mencione que el poder puede cambiar de manos, pero el sistema seguirá siendo el mismo. A esto se llama gatopardismo o lampedusiano. Además de Tancredi, el príncipe Fabrizio tampoco cree que el sistema vaya a cambiar, sólo los que los poseen. El príncipe hace una semblanza que muestra como el sistema nunca va a cambiar.
Todo esto no debería durar; sin embargo, durará, durará siempre; el “siempre” humano, desde luego, un siglo, dos siglos…; luego será distinto, pero peor. Nosotros hemos sido los gatopardos, los leones; quienes ocupen nuestro lugar serán los pequeños chacales, las hienas; y todos, gatopardos, chacales y ovejas, seguiremos creyéndonos la sal de la tierra.
p. 120

Veamos el contexto. Antes de la llegada de la Expedición de los Mil, Sicilia hacia parte del Reino de las Dos Sicilias y era gobernada por la dinastía Borbón. Con la llegada de Garibaldi y la anexión del Reino de las Dos Sicilias al Reino de Italia, Sicilia fue gobernada por la Casa de Saboya hasta 1946, cuando Italia se convirtió en república.
Para Tancredi y el príncipe Fabrizio, el pueblo siciliano se ha caracterizado por su resiliencia, es decir, por saber adaptarse a las circunstancias que siempre van a cambiar. En cierta forma, la frase Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie también es un reflejo de la capacidad del pueblo siciliano de saber seguir adelante a pesar de lo que ocurra. Es decir, no importa quien esté el poder porque el sistema y la gente que no pertenece a la política seguirá siendo igual.
Leyendo la novela, comprendo un poco porque Visconti dejo por fuera el último tercio de la misma. Supongo que quería que la película se centrara en la parte política a través de los ojos del príncipe Fabrizio. En cierta forma, creo que su visión artística sobre la novela está bien, pero deja de lado el significado de la historia que Tancredi cuenta en Donnafugata en la segunda parte y que sólo se revelaría al final de la novela.
El gatopardo es una novela que cumplió mis expectativas. Es una novela que trata mucho sobre la política, la efimeridad de las cosas y la resiliencia ante las circunstancias. La novela tiene un tono pesimista pero cuando una novela tiene tintes políticos es difícil no hallar pesimismo en ella. Además, permite que los personajes más importantes (Tancredi, el príncipe Fabrizio, los Sedàra, Concetta y el Padre Pirrone) desarrollen su propia historia, aunque las mismas estén entrelazadas ya que todos hacen parte de Sicilia. Sin duda, esta novela es algo que yo recomendaría.
NOTAS
1 Las fechas en que se desarrollan las ocho partes también ayudan a saber el año de nacimiento de los personajes.
2 No sabe casi nada sobre los otros dos hijos de los príncipes de Salina, sólo una hermana de nombre Chiara que para 1910 era la única que estaba casada. No hay certeza del sexo del otro.
3 Si se incluye a la hermana casada, Chiara, Concetta sería la tercera de las cuatro hijas.

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