EL CRIMEN DEL PADRE AMARO
Esta semana, termino con el Reto Pictoline del año. En este mes, se supone que uno debe leer el libro que uno desee y para diciembre, decide elegir una novela que tenía pendiente de leer hace varios años. Esa es El crimen del padre Amaro del escritor portugués José María Eça de Queirós, que se publicó en 1875 y que tuvo dos revisiones más, la última en 1878.
La novela se divide en veinticinco capítulos y se desarrolla en
Leiría, una ciudad ubicada al oeste de Portugal. La popularidad de El crimen del padre Amaro ha hecho que
sea adaptado varias veces en el país lusitano, pero la adaptación más popular
es la mexicana que se estrenó en 2002, la cual si bien es una versión libre,
mantiene el sentido de crítica religiosa de la novela.
Los personajes principales son el padre Amaro Vieira, su amante
Amélia Caminha y el prometido de esta, João Eduardo. Entre los secundarios más
importantes tenemos a la Sanjoaneira, el canónigo Dias, el abad Ferrão y el
padre Natário.
Amaro Vieira, el protagonista, es un joven sacerdote recién salido
del seminario de Lisboa, que ha sido nombrado como párroco de Leiría tras la
muerte de José Miguéis, el cura anterior. Desde el principio se cuestionó su
nombramiento, dada su juventud, el cual se dio gracias a los padrinos políticos
que él posee. Es evidente que es el típico caso de una persona que recibió un
nombramiento solo por tener contactos poderosos en lugar de por sus méritos.
De su pasado, sabemos que sus padres trabajaron para la marquesa de
Alegros. Al morir ambos en el trascurso de un año, la marquesa se encarga de su
educación y decide que Amaro será sacerdote por lo que, al morir, destina parte
de su legado a la educación de su protegido.
En general, Amaro se muestra respetuoso de las creencias católicas
y de la formación que recibió como sacerdote, pero la realidad es que es un
hombre que se debate entre el voto de castidad que debe cumplir y las pasiones
más íntimas que lo consumen. Considera que entrar en el seminario fue el mayor
error de su vida pues carece de vocación para el sacerdocio, de lo cual culpa a
su difunta benefactora. Cuando conoce a Amélia, no tiene duda de la lujuria que
siente por ella y aprovecha el incidente de João Eduardo para comenzar una
relación con ella mediante la manipulación.
Amélia Caminha es hija de la Sanjoaneira y el objeto de pasiones de
Amaro. Se ha criado en un ambiente bastante religioso, influencia de las
señoras devotas que se reúnen en la pensión de su madre. A pesar de estar
comprometida con Joao Eduardo, se siente profundamente atraída por Amaro, a
pesar de que la suya es una pasión prohibida. Pronto se convierte en la amante
de Amaro mediante la manipulación, algo que la llevaría a la perdición.
João Eduardo es el prometido de Amelia. Siendo amanuense de una
oficina gubernamental, es visto como un buen partido para Amelia. A pesar de
que en un principio ella estaba enamorada de él, lo cierto es que con la
aparición de Amaro en Leiría, João Eduardo siente la amenaza del joven
sacerdote, algo que exacerba sus profundas posturas liberales y anticlericales,
por lo que quiere apresurar la boda. En particular, él tiene una visión
negativa y ácida de la Iglesia Católica, por lo que no se ha confesado en seis
años. El que un católico no ejerciese el sacramento de la confesión era mal
visto por el clero y por los feligreses, por lo que estas personas eran objeto
de censura y crítica, al ser consideradas rebeldes, soberbias e incluso ateas.
Recuerden que en Un
día después del sábado Rebeca era mal vista en Macondo solo porque se
confesaba una vez al año y asistía poco a misa. La diferencia radica en que, si
bien Rebeca no era devota, seguía siendo creyente; mientras que João Eduardo es
ateo confeso.
Harto de lo que él ve como corrupción por la Iglesia Católica, João
Eduardo escribe un artículo llamado El Comunicado, en el que expone los actos
inmorales de los elementos corruptos de dicha institución, a los que llama
canalla canónica, algo que provoca su destierro de Leiría y la ruptura de su
compromiso con Amélia. Con su vida en Portugal destruida por el clero, decide
partir a Brasil para empezar una nueva, pero un hombre recientemente
ennoblecido, decide contratarlo como tutor de sus hijos, pues comparte sus
pensamientos ateos y liberales. De esta manera, João Eduardo permanece en
Portugal.
Augusta Caminha, apodada la Sanjoaneira, es la dueña de la pensión
donde vive Amaro. Es una mujer devota, que ha criado a su hija con un profundo
catolicismo, y que es parte de la escena popular de Leiría, pues su pensión es
la más popular y todas las señoras devotas, los clérigos y demás habitantes
acuden allí para debatir, comer y cantar. Debido a su cercanía con el canónigo
Dias, se rumorea que ella es su amante, lo cual se da a entender mediante
gestos sutiles y no tan sutiles.
El canónigo Dias, llamado el profesor por Amaro, sería como el
supervisor de Amaro. Los dos tienen una relación muy cercana que viene desde
los días de seminarista de Amaro, por lo cual este último a veces lo llama
profesor. No suele estar de acuerdo con las acciones de Amaro y de los demás
sacerdotes, pero eso no le impide secundar al primero cuando necesitan
solucionar el asunto correspondiente a Amélia. Se dice que Dias es amante de La
Sanjoaneira, algo de lo que lo acusa Amaro cuando le reclama por tener
relaciones con Amélia.
El abad Ferrão es la figura religiosa más importante en la zona,
como se ve cuando Amaro, el canónigo Dias y el padre Natário acuden a su hogar
para festejar su cumpleaños. También se destaca el clérigo más moralmente
limpio en toda la novela al punto de que es el único que conforta de manera
sincera a la abandonada Amélia e intenta que ella se libere de manera infructuosa
del influjo de Amaro.
El padre Natário es el más recalcitrante de los clérigos en la
novela. No tiene ningún problema en destruir la reputación que considere que
osa en ponerse en contra de la Iglesia Católica, por lo que el principal
partidario de romper el compromiso entre Amélia y João Eduardo. Es apodado El
hurón y Lengua de víbora por su actitud reaccionaria y virulenta. Vive con sus
dos sobrinas huérfanas, a las que llama «las dos rosas de mi jardín» (Queirós,
p. 74), con las que se rumora que tiene amoríos.
El tema principal es la hipocresía religiosa. En la novela, Queirós
muestra como los clérigos, que deberían ser pilares de moral dentro de sus
comunidades, resultan ser desde unos completos hipócritas hasta unos monstruos
despiadados, capaces de destruir la reputación de cualquiera que esté en su
contra, manipular las cosas a su favor y deshacerse de cualquier cosa que los
implique en sus acciones cuestionables.
Todo esto se ve en Amaro, que hace todo lo posible para separar a
Amélia y a João Eduardo solo para poder tener a Amélia a su lado como amante,
pero cuando aparece las consecuencias de la manipulación de él hacia Amélia
prefiere deshacer de todo lo que podría acabar con su carrera eclesiástica,
solo para continuar con ella, aun cuando el lector sabe que él desprecia su
profesión.
Si bien la mayoría de los eclesiásticos de la novela son hipócritas
sin remedio, solo uno es la excepción: el abad Ferrão. No solo no exhibe los
comportamientos inmorales de sus colegas, es el único que defiende el artículo
de João Eduardo, porque él está consciente de que la Iglesia Católica está
llena de personas de doble moral. En un intento de que Amélia se desprende de
Amaro y acepte de nuevo a João Eduardo, el abad Ferrão le dice la verdad sobre
el Comunicado:
Yo leí el artículo, señorita. El chico no
escribió contra los sacerdotes, ¡escribió contra los fariseos! (Queirós, p.
313).
Aparte de todo ello, la novela deja en claro la influencia que
tenía la Iglesia Católica en la sociedad portuguesa de la época en todos los
aspectos: políticos, familiares, sentimentales, laborales, escolares, etc. No
solo eso: debido a la posición de la mujer en la época, esta está más
influenciada por los dogmas católicos, por lo que básicamente no toma ninguna
decisión si antes consultar con su clérigo de cabecera, tal como el doctor
Gouveia, médico y amigo de João Eduardo, le dice a este:
Toda la vida del buen católico, sus
pensamientos, sus ideas, sus sentimientos, sus palabras, el empleo de sus días
y de sus noches, sus relaciones de familia y de vecindad, los platos de sus
comidas, su vestuario y sus diversiones…, todo esto está regulado por la
autoridad eclesiástica, abad, obispo o canónigo, aprobado o censurado por el
confesor, recomendado y ordenado por el director espiritual. La buena católica,
como tu pequeña, no es dueña de sí misma; no tiene razón, ni voluntad, ni
albedrío, ni sentir propio; su cura piensa, quiere, decide, siente por ella. Su
único trabajo en este mundo, que es al mismo tiempo su único derecho y su único
deber, es aceptar esa dirección; aceptarla sin discutirla; obedecerla, vaya por
donde vaya; si esa dirección se opone a sus ideas, debe pensar que sus ideas
son falsas; si hiere sus inclinaciones, debe pensar que sus inclinaciones son
culpables (Queirós, p. 177).
Por supuesto, en la novela se muestra que se espera que la mujer asuma
un rol tradicional y varios personajes no tienen precisamente una visión
positiva de las mujeres. Sin embargo, hay quienes consideran que las mujeres
tienen mucha más influencia de la que consideran:
Las mujeres son más listas que nosotros… Y en
política, como en los negocios, quien haga lo que ellas dicen va por lo seguro…
Yo siempre consulto con la mía, si quiere que le diga la verdad, ya desde hace
veinte años, y no me ha ido mal (Queirós, p. 185).
Un detalle artístico que tiene la novela es el gran uso de
canciones en ella, en particular las que corresponden al fado, un género
musical propio de Portugal. No sé si la mayoría de esas canciones existieron
alguna vez (me gustaría que mis lectores portugueses o que viven en Portugal me
respondieran en los comentarios), pero La
paloma, que está en español, existe y se han hecho varias versiones de
ella.
En general, esta novela es bastante notable por su duro retrato de
la corrupción religiosa y cómo su influencia sobre la sociedad puede ser
perjudicial para los creyentes y no creyentes. Sin embargo, a veces el ritmo se
siente inconsistente, pareciendo lento a veces y otras avanzando muy rápido.
¿Es recomendable? Creo que es una novela que deberían leer ante de ver sus
adaptaciones, porque puede que hacer que tenga una mejor perspectiva de la
película. No me parece mala, pero tampoco creo que sea excelente.
Adenda: la próxima semana haré
el resumen de las lecturas que representaron un reto de lectura durante el 2023
y el 2024. Les pido que estén pendientes.
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