UN DÍA DE ESTOS Y UN DÍA DESPUÉS DEL SÁBADO

El Mes Colombiano que hice el año pasado tuvo una gran acogida en ese tiempo y posteriormente, en especial Las convulsiones, a pesar de haber dicho que no es uno de mis libros favoritos. De nuevo, quiero realizar otro ciclo, otro Mes Colombiano. Y así como el año pasado finalicé con un cuento de Gabriel García Márquez, este año comenzaré no con uno, sino dos cuentos de él.
Los cuentos elegidos fueron Un día de estos y Un día después del sábado, pertenecientes a la compilación de cuentos Los funerales de la Mamá Grande, publicada en 1962. Los funerales de la Mamá Grande, como la mayoría de las colecciones de cuentos de García Márquez, no tiene un tema específico. Sin embargo, es evidente que muchas de las historias se desarrollan en Macondo, como la que tiene de protagonista a Rebeca, la viuda de José Arcadio hijo, que aparecerá en esta entrada.
UN DÍA DE ESTOS
Un día de estos es un cuento de estructura simple pues sólo tiene tres personajes: un dentista sin título llamado Aurelio Escobar (el único personaje del cuento que tiene nombre), su hijo (que sólo tiene dos líneas en todo el relato) y el alcalde del pueblo en el que viven. Este cuento es una crítica a las dictaduras latinoamericanas, tan comunes en la década de 1960. El dictador en cuestión es el alcalde del pueblo en el que vive el dentista. Debido a su carácter autoritario y sanguinario, al dentista no le agrada el alcalde a punto de que le dice a su hijo que no se encuentra porque no desea atenderlo. Sin embargo, el alcalde lo nota y manda a decir que si no lo atiende lo matará.
Aquí se ve la actitud del alcalde, que piensa que su posición como máxima autoridad en el pueblo le da derecho a conseguir y tener todo lo que quiera, sin tener consideración por los demás. Obviamente este tipo de comportamientos le causan aversión al dentista.
Sin tener opción, el dentista decide atenderlo pero en un momento dado piensa en sacar un arma de fuego para defenderse. Sin embargo, cuando ve al alcalde entrando con una hinchazón en el rostro a causa de una muela, el dentista siente que el hombre está a su merced.
Cuando el alcalde se prepara para la extracción de la muela, el dentista ve que esta tiene un absceso y le dice que la va a extraer sin anestesia. Para el dentista, efectuar la extracción sin anestesia es una forma de vengarse del alcalde por todos los sufrimientos y todas las arbitrariedades que el aludido les ha hecho padecer a los habitantes del pueblo. Al menos eso da a entender lo que dice el dentista mientras saca la muela.
Cuando finalmente termina la extracción el dentista mantiene su frialdad al hablar y al cobrar por su trabajo, le pregunta al alcalde si la cuenta irá a él o al municipio. El alcalde, que ya se ha librado de su molesta muela, recobra su temperamento autoritario y dice que da lo mismo.
Como dije antes, el cuento es una crítica a las dictaduras que hubo en América Latina, fenómeno que empezó en la mitad del siglo XX y se afianzó en las décadas de 1960 y 1970. Como la mayoría de los dictadores de esta época, el alcalde usa su posición para someter y dominar al pueblo, entrando con conflicto con ellos. Uno de los que están en contra del uso injustificado del poder de dicho alcalde es Aurelio Escobar, el dentista no titulado, pues al comienzo vemos como al principio se niega a hacerle la extracción de la muela al alcalde a causa de sus abusos. Incluso cuando este último lo amenaza de muerte, Aurelio Escobar está dispuesto a enfrentarlo pues se menciona que guarda una pistola para ese tipo de situaciones.
Sin embargo, aprovecha la situación cuando ve que es más seria de lo que creía. En cierta forma, el dentista se venga del alcalde cuando decide sacarle la muela sin anestesia, más aun tratándose de una cordal1 con absceso. Hace todo lo posible para que la extracción le duela lo más posible pero una vez el alcalde se libra la muela recupera su carácter habitual y ya no le interesa si el dentista le cobra o no.
UN DÍA DESPUÉS DEL SÁBADO
A diferencia del cuento anterior, Un día después del sábado presenta personajes que después aparecerían en Cien años de soledad, en este caso, Rebeca y el padre Antonio Isabel2. El que estos dos personajes secundarios de la novela tengan protagonismo en este cuento es un tropo o recurso literario llamado “un día bajo los reflectores”.
Para los que no recuerdan o no saben quién es Rebeca, Rebeca aparece en Cien años de soledad en el capítulo 3 a la edad de once años, siendo parienta lejana de los Buendía3. Con el tiempo se convierte en un miembro importante de la familia hasta el regreso de José Arcadio hijo, con quien termina casándose, razón por la cual ambos son expulsados de la familia. Aparentemente, la pareja vivió feliz hasta la violenta y misteriosa muerte de José Arcadio hijo. Este acontecimiento sería un duro golpe para Rebeca, que se llena de amargura, se aísla de todo el mundo y no saldría de su casa hasta el momento de la extraña muerte de los pájaros de Macondo. A raíz de la muerte de José Arcadio hijo y de su aislamiento, Rebeca sólo reaparecería tres veces más en la novela: en el capítulo 9, en el 11 y por último, en el 17.
Por su parte, el padre Antonio Isabel es mencionado por primera vez en la novela en el capítulo 10, siendo el párroco que más tiempo permaneció en Macondo4. Es quien le enseña a José Arcadio Segundo todo sobre gallos y el que relacionó la mortandad de las aves de Macondo con la aparición del Judío Errante. Sin embargo, a causa de su edad, empieza a tener signos de demencia senil que para la época de la muerte de los pájaros se hacen más evidentes.
Un detalle que me impresiona aquí son las inconsistencias con respecto a la novela. En este cuento, se dice que la mortandad de aves ocurre a finales de julio pero en Cien años de soledad comienza el jueves santo, lo cual coincidió con la muerte de Ursula5. Esto también se presta para confusiones pues quienes no han leído Un día después del sábado creen que Rebeca sale de su casa sólo para ver o asistir al entierro de Ursula. En realidad Rebeca sale de su casa a causa de los pájaros muertos, aunque realmente fue a quejarse de sus alambreras rotas. Es afuera cuando se entera de que las alambreras rotas son causadas por las aves que se están muriendo por el calor.
El cuento muestra sobre todo las relaciones interpersonales de Rebeca y del padre Antonio Isabel, no sólo entre ellos sino también entre el pueblo. Para Rebeca, su único contacto con el pueblo es su criada Argénida, que la mantiene al corriente de lo que ocurre allí y sin embargo, no le informa sobre la mortandad de aves. Su único parentesco reconocido, aunque remoto, es con el Obispo pero no parecen tener una relación más allá de la escrita puesto que ella suele enviarle cartas pidiendo cambiar al padre Antonio Isabel por un sacerdote más joven.
Al igual que Rebeca, el padre Antonio Isabel es un hombre alienado del pueblo al que, como sacerdote, debería estar más unido como autoridad, confidente y amigo. Debido a su vejez y a su cada vez más creciente senilidad, sus hábitos se han trastocado y empieza a decir cosas extrañas como haber visto al Diablo, razón por la que la gente de Macondo dejó a asistir a sus sermones, de confesarse y empezó a exigir un sacerdote más joven. Entretanto, y ante los pájaros muertos, empieza a buscar teorías para ese fenómeno tan extraño. Al recordar sus estudios en el seminario, se da cuenta de que las aves muertas se relacionan con el Judío Errante, teoría que expone en su sermón dominical ante los pocos feligreses que aún asisten, uno de ellos un forastero que llegó de improviso a Macondo.
El final es bastante extraño pues el padre Antonio Isabel decide reunir dinero para capturar al Judío Errante pero le ordena a su acólito decir que el dinero es un sombrero nuevo. Cómo termina todo en realidad, eso es algo que aparece en Cien años de soledad y que no voy a decir.
Lo curioso es que a pesar de que él y Rebeca están alienados de los demás, no se llevan bien entre sí. Para el padre Antonio Isabel, Rebeca es una mujer soberbia y dura de corazón, que ni siquiera se conmueve con un ave, que apenas asiste a misa y que sólo se confiesa una vez por año6. Rebeca, por su parte, cree que el padre está senil y es demasiado ingenuo pero de alguna manera termina creyendo en la teoría del Judío Errante, como se lo cuenta su criada Argénida.
Siento que el primer cuento es una buena analogía de una dictadura pero no llama demasiado la atención. En cuanto al segundo, como está relacionado con personajes aparecidos en Cien años de soledad, posee parte de su realismo mágico, es decir, su estilo. De hecho, por momentos me parece un capítulo perdido de dicha novela. Sin embargo, también siento que le falta algo.
NOTAS
1 El dolor de la extracción de la cordal depende del individuo.
2 En el cuento incluso se menciona su nombre completo, que les dejo a ustedes averiguarlo.
3 Aunque en el libro se da a entender que su parentesco con los Buendía es dudoso.
4 Los otros fueron Nicanor Reyna; Coronel, apodado El Cachorro; Augusto Ángel, sucesor de Antonio Isabel y un párroco anciano con artritis del que nunca sabe su nombre.
5 Casualmente, Gabriel García Márquez murió un jueves santo.
6 Dada la influencia de la Iglesia Católica en aquella época, no asistir con frecuencia a la iglesia ni siquiera para confesarse era visto como un signo de rebeldía e inclusive de ateísmo.

Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Gracias, curiosamente hoy leía HISTORIA DE UN DEICIDIO y me tope con la referencia al cuento UN DÍA DESPUÉS DEL SÁBADO y me causó curiosidad el personaje de Rebeca, recurrente en Cien Años de Soledad y tangencialmente en el cuento La siesta del Martes. Gracias por tu blog

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  3. Mencionas en tu reseña que García Márquez hace uso del recurso literario llamado “un día bajo los reflectores" en el cuento UN DÍA DESPUÉS DEL SÁBADO en ocasión a los personajes de Rebeca y el padre Antonio Isabel, y estoy de acuerdo en ello, pero no deja de llamarme la atención, e incluso sorprenderme, el hecho que García Marquez escribe ese cuento en 1955 mucho antes de Cien Años de Soledad, lo cual muestra evidente que todo ese mundo imaginario, mancondiano, le venía dando vueltas por muchos años al autor. Prueba de ello, es la Hojarasca y su tentativa novela La Casa. Y lo que me despierta fascinación es eso, esa "idea" persistente en cabeza de algunos escritores cual obsesión.

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