LAS AVENTURAS DE PINOCHO
Y pasamos de los Santanderes a la Italia del siglo XX, en donde una marioneta de madera sufre todo tipo de desgracias por su desobediencia, ingenuidad e intransigencia. Bueno, por lo que describo estoy hablando de una novela que no necesita presentación: Las aventuras de Pinocho. Fue escrita por el italiano Carlo Collodi y publicada en 1883, por lo que este año se cumplen los 140 años de su publicación. De manera íntegra, porque antes de ello se publicó en formato de entregas.
Como muchas novelas de su época, Las aventuras de Pinocho vio la
luz en una revista literaria por capítulos, aunque en realidad Collodi no había
pensado que se convirtieran en un libro. En su caso, fue un semanario dirigido
a los niños llamado Il giornale per i
bambini, en el que a Collodi se le encargó publicar una serie de cuentos a
pedido de los editores de dicha revista. El concepto como tal apareció por
primera vez en julio de 1881 bajo el nombre de Storia di un burattino (Historia de un títere), con ilustraciones
de Enrico Mazzanti.
Collodi quería mostrar las consecuencias de desaprovechar las
buenas oportunidades solo por buscar la autocomplacencia, por lo que había
decidido acabar la historia en el capítulo 15, el cual publicó el 10 de
noviembre de 1881. De hecho, en la última página de dicho capítulo apareció la
palabra Fin (Finale en el original). Sin embargo, tras la gran reacción
negativa de los lectores infantiles y adultos, Collodi tuvo que retomarlo
cuatro meses después.
Y así durante dos años, Collodi siguió publicando los relatos de
Pinocho. De este modo, una historia que iba a originalmente tener 15 capítulos,
acabó por tener más del doble: 36. Fue en febrero de 1883 que estos fueron
recopilados en forma de libro, el cual tuvo un gran éxito de ventas. Sin
embargo, como en aquella época no existían leyes de derechos de autor para los
escritores, Collodi nunca se benefició económicamente de Pinocho. De cualquier
manera, la historia siempre ha sido popular al punto de ser adaptada varias
veces al cine y a la televisión.
Ahora bien: un detalle de cuando compré Las aventuras de Pinocho en
una feria de libros es que noté que había varios ejemplares de esta por parte
de la editorial Comcosur, en la que el autor aparece como Carlo Lorenzini. No
es necesario exaltarse: en realidad, Lorenzini era el apellido original de
Collodi. Lo aclaro para evitar confusiones, por si tienen esa edición.
Los personajes más importantes son Pinocho, Geppetto, el Hada
Turquesa y el Grillo Parlante. La historia se desarrolla en un periodo de unos
dos o tres años.
Desde el momento en el que es solo un trozo de madera, es posible
notar que Pinocho es impertinente y grosero con los demás como se ve cuando se
burla del maestro Cereza (o Ciruela en la edición de Penguin) que, harto de su irrespeto,
se lo da a Geppetto para trabaje con él. También es mentiroso, en lo que no es
muy bueno, porque cuando miente… bueno, ya saben lo que sucede.
Cuando Geppetto lo convierte en una marioneta de madera, incluso
así Pinocho se muestra siendo igual de irrespetuoso y de querer vivir su vida
como él quiere: sin ir a la escuela ni trabajar, algo de lo que le advierten el
Grillo Parlante y el Hada Turquesa. Pero Pinocho no siempre hace caso a lo que
le dicen.
Serían una serie de desgracias las que lo harían cambiar de actitud
de manera paulatina. Y digo, paulatina, porque Pinocho parece sufrir de amnesia
de moraleja. Cada vez que pareciera aprender una lección, de nuevo se deja
influenciar por los demás para que se dedique a sus propios placeres y no a
hacer cosas productivas como estudiar y aprender un oficio. Sin embargo, al ser
tragado por el Escualo, Pinocho finalmente entiende el mal que le ha causado a
sus seres queridos por su mala cabeza y finalmente empieza a tomar buenas
decisiones al pensar más en los demás que en sí mismo.
A pesar de ser desobediente y terco, Pinocho no carece de moral. Cuando
acude al teatro de marionetas, intercede por el Arlequin para evitar que lo
maten; delata a unas garduñas que iban a robar un gallinero y hacia el final,
le da sus monedas a alguien muy querido por él, que se encuentra enfermo.
Geppetto es el artesano maderero que crea a Pinocho y técnicamente
su padre. Usa una peluca amarilla que hace que muchos niños y algunos adultos
lo llamen Papilla (Polendina en el
original), un apodo que detesta. Hace lo posible para que Pinocho vaya a la
escuela, aunque él tenga que sacrificarse de muchas maneras. Luego de que las
malas decisiones de Pinocho lo alejan por demasiado tiempo de su hogar,
Geppetto va ir a buscarlo en una barca, pensando que quizás se había ido a la
mar. Pero luego se encontraría con el famoso Escualo, en el que vive durante
mucho tiempo hasta que él y Pinocho se reencuentran. Es ahí donde su hijo se da
cuenta de lo que sus malas decisiones han causado a los que quiere y decide
enmendarse por el bien de su padre.
El Hada Turquesa, llamada así por su cabello de color turquesa,
representa un rol maternal en Pinocho. Primero se presenta como una niña, pero
luego cuando se le reaparece a Pinocho, aparece como una mujer adulta. Ella le
da consejos a Pinocho sobre estudiar, aprender un oficio, no dejarse llevar por
lo que dicen los demás y mucho menos mentir, algo de lo que se ríe cuando
Pinocho le miente sobre algo que hizo:
«Las mentiras, hijo mío, se
reconocen enseguida porque las hay de dos clases: están las mentiras de piernas
cortas y las mentiras de nariz larga. La tuya, precisamente, es de las que
tienen la nariz larga»
p. 84
Siempre que Pinocho sufre algún infortunio por sus malas
decisiones, acude al Hada Turquesa solo para que esta le indique que no debe
dejar rienda suelta a sus placeres porque, como ya se ha mencionado, Pinocho no
parece aprender sus lecciones ni tampoco querer hacerlo. Ella le dice que puede
convertirlo en un niño de verdad, pero solo si él se porta y hace las cosas
bien.
En la novela, básicamente el Hada Turquesa tiene el protagonismo
que tendría el Grillo Parlante en muchas adaptaciones, como por ejemplo la
película animada de 1940. Ella representa el espíritu guía de Pinocho y también
la madre a la que todo niño debería escuchar y hacer caso.
A diferencia de los que muestran la mayoría de las adaptaciones, el
Grillo Parlante no tiene una participación tan extendida, puesto que aparece muy
pocas veces. Su primera aparición ocurre en el capítulo 4, en el que le
advierte a Pinocho de las consecuencias de buscar el placer sin estudiar ni
trabajar y este lo ataca. Luego de ello, aparece dos veces más: una en forma,
digamos, espectral; y la otra, para el final, en donde ha conseguido una
estupenda cabaña gracias a un ser mágico.
El Terrible Tiburón (El Escualo en la edición de Penguin) es una
criatura marina de la que se dice que «es más grande que un edificio de cinco
plantas y tiene una bocaza tan grande y profunda que podría tragarse sin
problemas todo el ferrocarril con la locomotora en marcha» (p. 111). Además,
posee una hilera de tres colmillos (p. 170). Es capaz de comerse todo lo que
pueda sin importar que sean peces o personas, al punto de ser llamado «el Atila
de los peces y pescadores» (p. 110). Esta criatura es importante en la trama de
la novela, porque sería la clave del reencuentro entre Pinocho y Geppetto.
El Hombrecillo es un hombre que lleva burros y se encarga de llevar
niños a la Tierra de Jauja, un lugar que no hay escuelas ni padres y en el que
los niños pueden divertirse y hacer lo que deseen, algo similar a lo que
siempre ha dicho de la Tierra de Jauja. Sin embargo, para el Hombrecillo llevar
niños a ese lugar tiene un propósito mucho más siniestro y se podría tomar como
una analogía de la trata de personas hoy en día.
Romeo o Larguirucho es un compañero de la escuela que lo insta a
dejar de estudiar y en su lugar divertirse en la Tierra de Jauja. Sin embargo,
esto tiene un precio que tanto Pinocho como Larguirucho pagan, pero al menos
Pinocho logra liberarse de él.
El maestro Antonio, también conocido como Maestro Cereza (o
Ciruela, según la edición de Penguin) es un carpintero y solo aparece una vez
en toda la novela, que es cuando recoge el trozo de madera que se convertiría
en Pinocho. Al percatarse de que el pedazo de madera habla, se lo regala a
Geppetto. Es llamado Maestro Cereza por lo rojo de su nariz.
La novela sigue el estilo de los cuentos de hadas de los hermanos
Grimm y varios autores cuentistas, en los que se muestra las consecuencias de
ser desobedientes a sus padres y hacer todo lo que les venga en gana. Y
precisamente, usando ese estilo crudo, atemorizante y que raya en lo sádico,
algo propio de dichos cuentos, Collodi muestra, mediante la figura de Pinocho,
las consecuencias de ser un vago sin oficio ni beneficio y tomar malas
decisiones al no escuchar los consejos de nuestros padres.
Por eso, Collodi tiende a mostrar a Pinocho sufriendo todo tipo de
desgracias, la mayoría generadas por su propia culpa. No se corta un pelo al
mostrarlo quemado, colgado, siendo estafado, convertido en burro, tragado por
una criatura marina, etc., todas ellas consecuencias de tomar malas decisiones
y no ser un niño obediente.
Sin embargo, si Collodi quería hacer algo al estilo de los antiguos
cuentos de hadas en que los personajes no tienen derecho a recibir algún tipo
de redención por sus errores, pronto vio que esto no era posible y siempre
buscó las formas de que el personaje pudiera aprender su lección pero también
muestra la dificultad de esto ante la continua desobediencia, por no escuchar a
sus figuras de autoridad, e ingenuidad, al dejarse engañar por seres que no
quieren su bien. Casi al final, Collodi logra darle ese derecho a redimirse a
Pinocho cuando este por fin entiende que sus acciones han sido las causantes de
sus males y de su padre. Esto hace que él se decida a ser un buen hijo y un ser
ejemplar de una vez por todas.
Las aventuras de Pinocho nos muestra lo importante que es obedecer
a nuestros padres, estudiar, trabajar y ocuparse de sus padres cuando estos ya
no pueden valer por sí mismos. Sí, la historia tiene un contenido que llega a
ser sádico, pero el sentido de ellos es mostrar lo que ocurre cuando preferimos
dar rienda suelta a nuestra autocomplacencia en lugar de ser las normas.
Pinocho lo aprende a las malas, pero logra convertirse en un buen hijo para su
padre. Y esa es la lección que deja la novela: es esencial ser un hijo ejemplar
y ser agradecido con nuestros progenitores. Además, se ve como los que
engañaron a Pinocho reciben al final su merecido, como una forma de mostrar que
no se puede burlar al destino. Lo mismo que ocurre a Pinocho, pero el aceptar
sus errores termina siendo parte de su redención como ser.
Debido al contenido de la obra, no creo que sea algo que recomiende
que se le lea a un niño demasiado pequeño. Sin embargo y como siempre,
considero que cada padre debe leer primero la novela y luego decidir si su hijo
debe leerla o no. Por mi parte, a pesar del contenido un poco fuerte, es una
historia de aprendizaje con muchas adversidades, enseñanzas y un final que deja
satisfecho a cualquier lector. Por ello, lo recomiendo. Ahora es el momento de
dejar Italia.
Adenda: Quiero darles las gracias a mi prima Sandra Liliana Caicedo
Torrado y a su hija Alicia Yael Sánchez Caicedo. Fue gracias a su idea que esta
entrada fue posible. Y Alicia, aunque seas muy pequeña para leer mi blog,
espero que crezcas como una niña maravillosa.
BIBLIOGRAFÍA
Collodi, C. (2021) Las aventuras de Pinocho. Penguin Libros.
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