PERSONAJES FEMENINOS DE LA FERIA DE LAS VANIDADES
Este mes decidí dedicarle un análisis a una de las novelas más populares de la literatura universal: La feria de las vanidades del escritor británico William Makepeace Thackeray. Al tratarse de una novela larga y compleja, requiere de varias entradas para desmenuzar los que yo considero son los elementos más importantes: los personajes y el análisis temático.
En esta entrada analizaré a los dos personajes femeninos más
importantes y también porque son los únicos que sobresalen: Amelia Sedley y
Rebecca Sharp.
AMELIA SEDLEY
Amelia «Emmy» Sedley Osborne es descrita desde el principio como
una joven virtuosa y que recibió una esmerada educación en la academia de
señoritas de la señorita Pinkerton, gracias al dinero de su padre, un corredor
de bolsa. Tiene un único hermano: Joseph «Joe» o «Jos», once años mayor que
ella.
En la academia de la señorita Pinkerton, era la única amiga de
Becky Sharp, una estudiante contratada por la señorita Pinkerton, pues era la
única que tenía un temperamento lo suficiente dulce e ingenuo como para no ver
el tipo de persona que Becky es. Al graduarse de la academia, se reencuentra
con el ahijado de su padre, George Osborne, del cual ha estado enamorada desde
que era una niña y es su prometido. Compromiso que estuvo a punto de no
cumplirse debido a la bancarrota de la familia Sedley. Sin embargo, Dobbin hace
que George cumpla lo que le prometió a Amelia, por lo que Amelia finalmente se
casa con él.
Durante su corto matrimonio, Amelia se va con George a Bélgica y
allí asiste a un baile donde es eclipsada por Becky y ambas discuten al punto
de que se distancian por varios años debido al poco interés que Becky muestra
en el posible destino de su esposo. Sin que Amelia se dé cuenta, Becky ya ha
recibido una nota de George en la que le propone fugarse con él.
George muere en la Batalla de Waterloo y como este no le dejo nada
de dinero, Amelia regresa con sus padres a vivir en la pobreza junto a su hijo,
George «Georgy» Osborne Jr., que nació meses después de la Batalla de Waterloo
y al que Amelia decide por su cuenta. Ella adora a su hijo, al que ve como una
extensión de su difunto esposo, al punto de mimarlo y de sacrificarse para que
su hijo no pase necesidades mientras debe lidiar con su padre, que sigue
intentando hacer negocios así carezca de talento para ellos, y de su madre,
cuyo carácter se agrió luego de la quiebra familiar.
Sin embargo, el abuelo y padre de su difunto esposo, luego de su
hija habla del niño y encontrarse con George Jr. por primera vez, le pide
cederle la custodia, para que el niño pueda gozar de privilegios que Amelia no
le puede brindar. A principio Amelia rechaza la oferta pero cuando la situación
económica familiar empeora al punto de llevar a los Sedley a la miseria, ella
no ve más opción que aceptar la oferta de su suegro. A pesar de que no aprecia
a Amelia, el señor Osborne decide pasar una renta de £1001 para que «no
carezca de nada».
Tras la muerte de su madre y sin su hijo, Amelia debe continuar su
existencia en compañía de su envejecido padre hasta que un día regresan a su
vida Dobbin y Jos, a los que les cuenta todo lo que ha ocurrido. Ante esto y
las condiciones económicas tan precarias en las que viven, Jos y Dobbin logran
que Amelia y el señor Sedley vivan junto a ellos y tengan una vida digna.
Además, gracias a Dobbin, el señor Osborne considera reconciliarse con Amelia.
Esto nunca tiene lugar debido a la muerte del señor Osborne, pero antes de
morir el anciano cambia su testamento y le deja la mitad de su fortuna a su
nieto y una pensión de £5.0002 para Amelia.
Para Amelia, su cambio de fortuna significó su regreso a la
sociedad. Sin embargo, Amelia no es una persona acostumbrada a tener una activa
vida social, siempre prefiriendo estar en compañía de sus seres queridos; en
particular, de su hijo, por lo que las
reuniones acaban por abrumarla y quiere un escape. Esa oportunidad se le
presenta cuando Dobbin le ofrece a ella y Georgy viajar a la Europa continental
junto a él y a Jos, a lo que acepta sin dudar.
Mientras viaja, Amelia se siente más descansada y tranquila en
compañía de sus personas más queridas. En una ciudad alemana, ella se encuentra
con una mujer que antes fue su amiga: Becky, que ahora vive sus horas más
bajas. Al escuchar su historia y luego de enterarse de que no tiene ningún
contacto con su hijo desde hace años, Amelia le pide a Dobbin que ayuden a
Becky pues se siente conmovida ante su precaria situación. Esto causa un gran
conflicto entre ambos, pues Dobbin se opone a Becky esté junto a ellos debido a
su reputación, por lo que al final Dobbin le dice lo que piensa de ella.
«No, no es usted digna del
amor que le he consagrado. Ya hace tiempo que sé que el objeto a que he
dedicado mi vida entera no vale el esfuerzo que he puesto para conquistarlo,
que he sido un necio al poner toda mi verdad y mi pasión a cambio de unas
migajas de amor. […] No le guardo rencor. Es usted buena y ha hecho cuanto ha
podido, pero no ha sabido hacerse merecedora de un amor tan grande como el mío,
que un alma más elevada que la suya hubiera compartido con orgullo».
p. 704-705
Luego de la partida de Dobbin, Amelia se siente aún más sola y
aburrida. Es ahí donde Becky le dice que debe hacer lo posible para que Dobbin
vuelva con ella. Aunque Amelia quiere mucho a Dobbin, siente que si corresponde
a sus sentimientos, estaría irrespetando la memoria de George, su difunto
esposo. Cuando Becky le da la carta que George le escribió en la víspera de
Waterloo, es cuando finalmente Amelia se entera de que George nunca la amó. A
pesar de su desilusión, esto le permite corresponder a los sentimientos a
Dobbin. Finalmente ambos se casan y tienen una hija, Jane «Janey». Sin embargo
y a pesar de Dobbin es respetuoso y amable con ella, Amelia entiende que él ama
más a su hija de lo que la ama a ella.
Amelia es una persona
criada y educada para ser ama de casa, pero no es una persona entendida del
mundo. Es decir, no sabe desenvolverse por cuenta propia dentro de la sociedad,
ya que no tiene ni idea de cómo esta funciona ni tampoco es capaz de percibir
la crueldad y la hipocresía de la misma. Por eso, es muy difícil que Amelia
logre algo por su cuenta. Ella piensa como una niña pequeña en el sentido de
que es demasiado ingenua y frágil para el mundo. Por eso, Becky es la que
decide resolver las cosas para Amelia, porque se ha dado cuenta de que necesita
un hombre a su lado que la proteja y que la ayude a educar y a orientar a
Georgy, pues Jos tampoco es un hombre que la pueda ayudar en esto pues tiene un
carácter igual de débil que su hermana.
«Jos no puede protegerte. Es demasiado débil
y él mismo necesita protección. Tú sabes tan poco del mundo como una niña
desamparada. Debes casarte si no quieres perderte y perder a tu hijo. Necesitas
un marido, tonta, y uno de los más nobles caballeros que he visto en mi vida se
te ha ofrecido más de cien veces y tú lo has rechazado, porque eres estúpida,
cruel y desagradecida».
p. 715
La ingenuidad de Amelia es quizá su más grande defecto, pues esto
la lleva a idealizar a personas que realmente no lo merecen. Un ejemplo es su
ejemplo George, al que luego de 15 años sigue viendo como el hombre ideal, el
soldado valiente y el esposo ejemplar, todo ello que nunca fue. Una clara
muestra de «no hay muerto malo». Eso demuestra lo superficial que puede llegar
a ser Amelia, pues su apego a esa falsa imagen de George la lleva a rechazar a
Dobbin. No sorprende que, al ver esto, es Becky la que por fin toma cartas en
el asunto y decide quitarle a Amelia la venda que se había puesto sobre sus ojos,
para que se libere de una imagen que ella ha creado en su mente y que
finalmente vea a George como el libertino e infiel que siempre fue. Sin
embargo, su incapacidad de entender los sentimientos de los demás hace que ya
no pueda disfrutar de su segundo matrimonio, pues sabe que Dobbin está con ella
más por la hija de ambos que por ella.
REBECCA SHARP
«No soy un ángel»
Rebecca «Becky» Sharp Crawley es la hija de un artista pobre y
alcohólico y una mujer francesa, de la que se decía era corista, aunque se da a
entender de que pudo haber sido prostituta dada la negativa de Becky de hablar
sobre la profesión su madre y el hecho de que miente sobre los orígenes de esta.
Su idioma materno es el francés, aunque también habla inglés, y conoce la
academia de la señorita Pinkerton gracias a que su padre daba clases de dibujo
allí. Tiene los ojos verdes y el cabello del color de la arena.
Desde niña, Becky ha vivido en la pobreza y tuvo que madurar muy rápido,
de allí que diga la frase vista arriba. Siempre ha tenido la atención de los
hombres gracias a su ingenio y astucia. Cuando su padre murió, este encomendó a
la señorita Pinkerton que recibiera a Becky para que pudiese recibir educación
a cambio de trabajar allí. Y allí durante dos años, Becky se convirtió en
alumna contratada, es decir, una estudiante-maestra, en su caso, maestra de
francés dada su habilidad con los idiomas. Además, aprendió a tocar el piano y
pulió sus aptitudes sociales que le servirían más adelante. También tiene un
gran talento para la actuación.
A pesar de su posición, Becky no es muy agradecida con la señorita
Pinkerton y esta última también la desprecia. Al notar esto y dado que todas en
la academia menos Amelia la detestan, aprende a fingir lo que siente, a adular
y a ser hipócrita porque sabe que es la única forma de sobrevivir en un mundo
despiadado y precisamente sus dotes de actriz le son útiles en ello. También
está consciente de que, a falta de familia o dinero, ella debe buscar un esposo
que pueda darle una vida en la que pueda gozar de lujos y vida social. Por
ello, Becky sabe que depende de su inteligencia, su carisma y su astucia para
tener éxito en la carrera marital.
Cuando Amelia se gradúa de la academia de la señorita Pinkerton,
Becky es liberada de su contrato y es enviada con Amelia a quedarse con los
Sedley por unos días hasta que ella asuma su posición como institutriz de la
familia Crawley, trabajo asignado por la señorita Pinkerton para librarse de
ella. En casa de los Sedley, ella coquetea con Joseph, el hermano de Amelia, en
un intento de lograr que él se enamore de ella y se casen, pero la timidez de
él y los trucos de George Osborne, amigo de la familia Sedley, hace que todo
acabe en nada.
Ya en el hogar de los Crawley, Becky se gana a Sir Pitt Crawley a base de coqueteo y adulación, al punto de que
este último la considere como esposa, a pesar de sus orígenes. Esto ocurre
cuando la tercera esposa de Sir Pitt
muere y, luego de un periodo respetuoso de luto, este le pide a Becky que se
convierta en su esposa.
Un defecto que tiene Becky es que, a pesar de su astucia, toma
decisiones precipitadas sin antes analizar las circunstancias que la rodean.
Esto se ve cuando Sir Pitt le pide
matrimonio luego de la muerte de su esposa, solo para que Becky revele que ya
está casada pero no revela que su esposo es el hijo menor de Sir Pitt: Rawdon. Becky se da cuenta de
que si hubiera esperado un poco más, se habría casado con Sir Pitt y hubiera obtenido el título y la vida que tanto ha
deseado.
Cuando sale a la luz su matrimonio con Rawdon, es evidente que la
familia Crawley está en contra de ello, en especial la tía soltera de Rawdon,
que lo veía como su favorito. Ante la oposición de la familia y en lugar de
usar su carisma para lograr el perdón de la familia, Becky y Rawdon se van a
París a tratar de socializar con la elite parisina, pero luego se trasladan a
Bélgica ya que Rawdon ha sido llamado a filas. Antes de llegar allí, ya se ha
convertido en madre de un hijo, Rawdon Crawley Jr., al cual Becky no le presta
la más mínima atención, prefiriendo dejarlo con niñeras.
Allí, Becky tiene cierto éxito social y económico pues logra llamar
la atención en el baile que se realiza el baile antes de la Batalla de Waterloo
y hace un poco de dinero vendiéndole unos caballos al cobarde Jos Sedley, que
busca huir de Bélgica al creer que lo mataran por ser británico. Por su parte,
Becky planea convertirse en amante de un oficial de Napoleón si Inglaterra
pierde la batalla, por lo que no muestra mucho interés en lo que le puede
ocurrir a Rawdon. Esto la distancia de Amelia por varios años.
Luego de la Batalla de Waterloo, Rawdon y Becky regresan a Gran
Bretaña y viven una vida social y económicamente lujosa, la cual en realidad es
pura apariencia. Si bien Becky hace todo lo posible para proyectar una vida
exitosa y basada en los lujos al administrar la carrera de su esposo, la realidad
es que ambos viven a crédito y se aprovechan del dinero y de las posesiones de
los antiguos empleados del difunto padre de Rawdon. Además, ella usa su carisma
y dotes de actuación al halagar y coquetear con los hombres que juegan con
Rawdon y, de esta forma, ayudarlo a ganar sus partidas. Peor aún, a Becky ni
siquiera le importa su hijo, al punto de no preocuparse porque el niño esté
bien alimentado o bien vestido. Para ella, su vida social es lo primero.
Precisamente, buscando a alguien que la apoye en carrera como
escaladora social, Becky conoce al Marqués de Steyne, que pronto la presenta en
sociedad y la patrocina en todo. La cosa funcionan bien para ella hasta el día
en que Rawdon la pilla en una situación comprometedora con Lord Steyne. Pronto
dicho incidente es difundido por todo Londres, acabando con la reputación de
Becky. De inmediato, Rawdon la abandona y se va a la isla de Coventry, por
imposición de Lord Steyne, dejándola a cargo de las deudas. Además, le quita a
Rawdon Jr. (algo por lo que ella no se inmuta mucho) y lo deja a cargo de su
hermano, el nuevo baronet, Pitt, y de
Lady Jane, la esposa de este último, para que lo cuiden. Como Lady Jane adora a
Rawdon Jr., hacerse cargo del pequeño es algo que no le molesta y de hecho,
esto sería importante más adelante.
Ante la pérdida de su reputación, durante los siguientes años Becky
se ve obligada a vagar por la Europa continental, malviviendo como puede e
intentando recuperar su reputación. Pero cada vez que intenta darse a conocer
en alguna ciudad, de inmediato sacan a relucir su pésima reputación; por lo que
tiene que volver a comenzar. Incluso llegó a encontrarse con su antiguo benefactor,
el Marqués de Steyne, en Roma, el cual la echa.
En todo ese tiempo, Becky no se preocupa siquiera por escribirle
una carta a su hijo hasta que se entera que este se ha convertido en el
heredero de su tío Pitt tras la muerte del hijo de este último. Solo entonces
decide intentar reestablecer el contacto con su hijo, obviamente, por el
interés, ya que sabe que su hijo un día será el baronet. Sus cartas nunca son respondidas pues el niño ve a Lady
Jane como su figura materna, cosa que Becky jamás fue.
En una ocasión que está viviendo en una ciudad alemana y en medio
de una fiesta, Becky ve a Dobbin, a Jos y a un jovencito que ella identifica
como el hijo de George Osborne y de Amelia Sedley, a pesar de que no lo había
visto nunca, debido al parecido físico del muchacho con su difunto padre. Primero
le habla a Georgy, alabándolo por lo mucho que se parece a su padre, y luego se
identifica ante Jos.
Es evidente que todos, menos Dobbin, están contentos de volver a
verla, en especial Amelia, que desea recuperar su amistad con su vieja amiga
del colegio. Becky, que sabe jugar sus cartas, logra crear compasión en Amelia
al contarle sobre su «dolorosa»
separación y el abandono por parte de Rawdon y la falta de contacto con su hijo
Rawdon Jr. De esta manera, Becky logra que ella y Amelia vuelvan a ser
cercanas.
Ya rehabilitada en parte gracias a Amelia, Becky vuelve a tener la
atención de los demás y a ser una estrella social, aun en una ciudad pequeña de
Alemania. Sin embargo, ella se da cuenta de que la ridícula idealización de
Amelia hacia su difunto marido la hace tomar decisiones muy imprácticas. Becky
sabe que si Amelia no encuentra a un hombre que la proteja, cualquiera se
podría aprovechar de ella y su hijo se echaría a perder para convertirse en
alguien libertino y egoísta, como lo fue su padre. Sabe que su hermano Jos no
puede ser ese hombre porque tampoco tiene la voluntad de proteger a los suyos e
incluso tiene el pensamiento infantil e ingenuo de su hermana. Para Becky, solo
hay un hombre que podría proteger a Amelia: William Dobbin, el del «bastón
de bambú». Por eso, ella hace lo que sería su única
buena acción: desenmascarar al difunto George Osborne.
Luego de lograr su objetivo y de que los Osborne regresaran a
Inglaterra, Becky usa sus dotes para conseguir lo que no había podido hacía
varios años: hacer que Jos se interese en ella. Se convierte en su compañera y
en su enfermera, pues la salud de Jos se va deteriorando con el tiempo. De
hecho, ella se convierte en una de las dos herederas de su «fortuna».
Un tiempo después de la muerte de Jos, tanto su cuñado como su
distanciado esposo mueren con unas semanas de diferencia, por lo que Radwon
Jr., el hijo de Becky, hereda el título de su tío. Por fin, ella se restablece
por completo dentro de la sociedad y se dedica a los eventos de caridad. Si
bien Becky nunca reestablece la relación con su hijo, este se encarga de
mantenerla pese a ser a haber sido una madre fría y desatenta con él.
Becky es la clásica escaladora social. Al haber crecido en la
pobreza, quedarse huérfana muy pronto y ser considerada una extranjera, se ve
obligada a aprender a valerse por sí misma y a desarrollar su astucia para
poder lograr sus objetivos. Por suerte para ella, también es una mujer
inteligente y carismática que usa su posición como estudiante-maestra para
aprender los conocimientos de las muchachas de alta sociedad, cosas que le
permitiría sobrevivir tanto en los buenos tiempos como en los malos.
Ya fuera de la academia y ejerciendo como institutriz, Becky se
gana a cualquier hombre gracias a su carisma, su ingenio y su talento para
fingir. Con solo halagarlo, cantarle, hablarle en francés o incluso tener una
agradable charla, Becky hace que cualquier hombre caiga rendido a sus pies. De
esta manera, logra agradar a Jos Sedley, a Sir
Pitt, a los dos hijos de ambos, a George Osborne y al marqués de Steyne.
Un detalle de Becky es que logra que casi todos los hombres se
vuelvan locos por ella, siendo Dobbin el único que no se deja convencer por
ella, pero no tiene amigas, siendo Amelia la única. Esto es porque todas las
mujeres notan enseguida el tipo de persona que Becky es y la consideran una
advenediza. Para casi todas, Becky no es más que una vulgar mujerzuela francesa,
a pesar de haber nacido en Inglaterra. Solo Amelia es capaz de ser su amiga y
eso es gracias su personalidad.
Sin embargo, si en algo es experta es levantarse de sus caídas. Y
es su astucia, su inteligencia y su distinción las que la ayudan en ello. Las
tres le sirven para maquinar en la sociedad para conseguir sus propósitos y al
mismo le permiten sobrevivir en un mundo que es hostil para con ella. Sin duda,
Rebecca Sharp es una mujer nacida para vivir su vida como desea.
Como han podido leer, Amelia y Rebecca son mujeres que al salir al
mundo, deben buscar la forma de abrirse en él y sobrevivir con las herramientas
que cada una tiene. A pesar de no ser una mujer muy ducha en lo que respecta al
mundo, de alguna manera Amelia logra sobrevivir en medio de su pobreza, algo
que podría ser admirable si no fuera porque su empecinamiento con la imagen de
su difunto esposo la hace desperdiciar oportunidades que podrían mejorar su
situación económica, algo que demuestra su falta de practicidad ante el mundo.
Precisamente, es por eso que Becky decide que Amelia debe dejar de poner a
George Osborne en un pedestal porque sabe que si no lo hace, Amelia acabará por
echar a perder a su hijo y a sí misma.
Por su parte y al tener un conocimiento mucho mejor del mundo y de
la sociedad, Becky sabe cómo moverse y cómo puede escalar en la sociedad. Sin
embargo y como Amelia, también comete errores muy graves pues no entiende que
su éxito con los hombres casi siempre acaba siendo su perdición. Fue gracias a
un hombre que perdió la mejor oportunidad de tener un título y fue gracias a un
hombre que fue expulsada de la alta sociedad londinense. Sin embargo, las cosas
no salen tal mal para Becky pues en cierta forma logra redimirse y recuperar en
gran medida su reputación.
Luego de haber analizado a ambas mujeres, en la próxima entrada me
centraré en los hombres.
BIBLIOGRAFÍA
Thackeray, W. M. La feria de
las vanidades.
NOTA
1 £7.347 a 2021.
2 £476,300
a 2021.
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