LA SOCIEDAD EN LA FERIA DE LAS VANIDADES

El tema de escalar en la alta sociedad con el propósito de lograr sus metas es el tema principal de La feria de las vanidades. La mayor parte de los personajes buscan de cualquier manera estar en lo más alto y/o nunca dejar de ser, como se dice coloquialmente, “de los de arriba”.

En La feria de las vanidades, maquinar en la sociedad no es algo que solo se ve en los personajes con baja extracción socioeconómica y que carece de contactos. También lo hacen personajes que nacieron en cuna de oro, pero que necesitan una buena posición para tener una vida estable tanto en lo social como en lo económico.

Un gran ejemplo de escaladora social es Rebecca “Becky” Sharp. Al haber nacido en una familia pobre y verse obligada a trabajar en una academia para señoritas como estudiante-maestra de francés, Becky ve como las demás alumnas poseen todo tipo de conexiones, dotes y están destinadas a salir de dicho lugar para contraer matrimonio y ser una dama de sociedad, mujeres que ella ve como superficiales, tontas e ingenuas.

Ante esto, Becky entiende que su origen socioeconómico le va a dificultar más aspirar a un buen matrimonio pero, lejos de amilanarse, ella decide formarse a toda costa como una dama de sociedad y trabajar en su inteligencia, además de aprovechar su carisma, su trabajo recién adquirido como institutriz y su amistad con Amelia Sedley para conseguir lo que quiere. Para Becky, su empleo como institutriz y tener como una amiga a una jovencita hija de comerciantes son los primeros escalones en la escalera que la llevará a su meta: ser la esposa de un miembro de la sociedad londinense y vivir una vida de lujo.

Sin embargo, Becky tiene la costumbre de tomar decisiones precipitadas en lugar de reflexionar y tomar otras que, a largo plazo, la pueden beneficiar como se ve cuando se casa en secreto con Rawdon en lugar de esperar a que el padre de este, Sir Pitt, enviuda, algo que no llevó mucho tiempo dada la salud de Lady Crawley o cuando ella y Rawdon se van a Bélgica en vez de buscar el perdón de la tía Crawley. Todas estas situaciones pudieron haber beneficiado a Becky, pero su naturaleza impulsiva hace que las desaproveche.

A pesar de este defecto, Becky no deja de pensar a futuro en sus metas y en los caminos que elige o puede elegir para ello. Cuando ocurre la Batalla de Waterloo, no se muestra preocupada por una posible muerte de Rawdon porque piensa en convertirse en amante de un mariscal de Napoleón en caso de que Francia gane (lo cual, como es obvio, no ocurre), aunque igualmente ella se beneficia de la guerra, al menos en el sentido financiero, pues se aprovecha del cobarde Jos Sedley que quiere huir de Bruselas y Becky le vende unos caballos para ello.

Ya de vuelta en Inglaterra, Becky busca la forma de convertirse en una mujer destacada en la alta sociedad londinense para tener una vida mejor que la que tiene, puesto que ella y Rawdon aparentan llevar una vida de riqueza cuando en realidad están llenos de deudas. Por ello, se convierte en parte del círculo social del Marqués de Steyne, al punto de convertirse en su protegida y, más tarde, su amante. Al mismo tiempo, se encarga de representar y ayudar a Rawdon en su carrera como jugador.

Sin embargo y como es evidente, así como Becky obtuvo lo que quería así también lo pierde cuando su esposo descubre su infidelidad. Esto acaba con su reputación y se ve obligada a huir al continente, yendo de una ciudad a otra sin establecerse, gracias a la influencia del Marqués de Steyne, su antiguo protector.

Sin embargo, Becky se mantiene atenta a los cambios que ocurren en la familia Crawley, como se ve cuando se entera de que su hijo Rawdon Jr. pasa a ser el heredero aparente de su tío tras la muerte del hijo de este. Esto le da esperanzas porque sabe que su hijo sería el futuro baronet luego de que Rawdon heredé el título de su hermano. Para Becky, esto significa que ella un día podría convertirse en Lady Crawley y por ello intenta comunicarse con su hijo, aunque sus cartas nunca son contestadas.

Aun así, si se pudiera comparar a Becky con un animal, sería con un gato por aquello de que tiene siete vidas. Porque sí, Becky parece tener siete vidas ya que al reencontrarse con Jos Sedley, George Osborne Jr. y, por supuesto con Amelia, encuentra la mejor forma de volver a la posición de la que fue expulsada: coquetear con Jos para que se interesa en ella y elogiar a Dobbin ante Amelia para que esta se interese en él y deje la ridícula idealización que tiene por su esposo muerto. De nuevo se beneficia a costa de Jos, pero esta vez en un sentido macabro y, en cierta forma de los Crawley, pues su hijo se convierte en baronet. Aunque nunca se convierte en Lady Crawley ya que Rawdon murió unas semanas antes que su hermano, igual usa ese título en su vida. Logra reestablecer su reputación y se convierte en una dama de caridad.

Pero no solo hay mujeres arribistas. También hay personajes masculinos que maquinan en el ámbito para conseguir lo que quieren. Dos de ellos son George Osborne y Rawdon. Como escaladores sociales que son, ambos buscan la forma de hacer parte de la alta sociedad, ya sea maquinando en el ejército o entre nobles con muchas conexiones. Esta actitud se debe en parte a que se casaron con mujeres que están por debajo de su condición social, por lo que saben que deben labrarse una carrera por su propia cuenta. Pero cada uno lo hace a su manera.

Al enterarse de que la familia de Amelia se declaró en bancarrota, George decide que no se casará con ella porque ya no cumple con sus objetivos sociales y económicos. En su mente, él espera contraer matrimonio con una mujer como cree que se merece: una que tenga una dote estimable y que posea muchos contactos, que él pueda usar para escalar en el ejército o las instituciones relacionadas con la Corona británica o los negocios. De hecho, piensa en contraer matrimonio con una joven de origen afrocaribeño solo por su riqueza y sus conexiones, pero a la cual no tiene en alta estima.

Sin embargo, George tiene dos problemas que le impiden ser un buen escalador social. El primero es que es presa de su sentido del deber, ya que acaba por casarse con Amelia solo porque Dobbin le recuerda lo mucho que ella lo ama y porque ella ha sufrido mucho por la ruptura. Si no fuera por Dobbin, George se habría casado con otra mujer por dinero y por conexiones.

El otro problema se resume en una frase: es un bueno para nada. Su padre le dio la educación digna de un caballero pero no lo crío para que fuera un hombre digno de serlo. Esto quiere decir que a George se le dieron todos los lujos que quiso y al mismo tiempo no lo educaron para que fuera un hombre bueno o que buscara trabajar para ello. No es de extrañar de George fuera un ser arrogante, libertino y derrochador, sin nociones sobre cómo ganarse la vida ni tampoco manejar las finanzas y con la creencia de que merece tener lujos por ser él y no por esfuerzo o por un título.

En cuanto a Rawdon, él desea maquinar en la sociedad pero no tiene la inteligencia, las habilidades sociales ni la soltura para ello. En lo único que sobresale es en las apuestas (e igual no es el mejor apostador) y en los duelos (en lo que sí es bastante bueno). Por fortuna para él, el hecho de ser el hijo de un aristócrata le da la ventaja de que podrá codearse con la nobleza para poder conseguir puestos para sí, a diferencia de George Osborne que no pertenece a ella. Sin embargo y precisamente por lo que se ha mencionado antes, es que Rawdon prefiere que Becky, que posee mejores habilidades sociales, inteligencia y carisma, sea la que se haga cargo de ayudarlo a buscar una mejor posición.

Por su parte, Dobbin y Jos no tienen este tipo de actitud, aunque por distintas razones. Dobbin desprecia el ser un escalador social y prefiere ascender en el ejército por sus propios méritos y no a través de la maquinación, una actitud heredada de su familia comerciante. Sin embargo, eso no impide que haya mujeres que quieran casarse con él solo para ser la esposa de un militar destacado y gozar de las conexiones que sin duda Dobbin posee. Un ejemplo de ello es Glorvina, una mujer que siempre está pendiente de Dobbin porque quiere contraer matrimonio con él.

En cuanto a Jos, al igual que Rawdon no es la vela más iluminada del candelabro, no tiene idea sobre como escalar dentro la sociedad y de hecho es demasiado retraído y cobarde para ello. Por eso, prefiere hacerse un nombre en un país lejano como la India o por lo menos lo intenta y lo hace ver así, tal como se descubre. En lo posible Jos intenta evitar situaciones que lo puedan perjudicar pero al mismo tiempo es incapaz de defender a los suyos ni reconocer la falsedad en una persona, algo que comparte con su hermana Amelia.

Como pueden notar, en el universo de La feria de las vanidades la mayoría quieren hacer todo lo posible para subir de posición social o seguir siendo parte de ella, recurriendo a la adulación, la manipulación y la astucia. Para la mayoría de los personajes, lo más importante es no quedarse atrás y aprovechar las mejores oportunidades.

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