HUASIPUNGO

Esta semana analizaré la novela Huasipungo del escritor ecuatoriano Jorge Icaza, publicada en 1934.

Huasipungo trata sobre un terrateniente que decide despojar de sus viviendas a sus aparceros indígenas que han estado allí por muchos años para construir una carretera y realizar negocios para saldar sus deudas. Hasta ahí se ve así en apariencia, pero la historia resulta mucho más reflexiva de lo que es.

Ahora hablaré de los personajes.

Alfonso Pereira es un terrateniente que reside en Quito. Al comienzo, se lo ve en una situación desesperada porque necesita pagar unas deudas y no tiene dinero para hacerlo. Para colmo, su única hija Rosita resulta embarazada a los diecisiete años, algo que él sabe cómo solucionar pero al mismo tiempo es vergonzoso para él. Cuando está considerando declararse en quiebra, aparece su tío y mayor acreedor: Julio Pereira, que le propone un negocio para pagar sus deudas: construir una carretera y hacer un negocio maderero con Mr. Chapy, un estadounidense que quiere hacer negocios en Ecuador.

Al principio, Don Alfonso pareciera un terrateniente benevolente con sus apareceros indígenas por la manera como habla sobre la manera en que estos últimos defienden el territorio en el que han vivido por siglos. Sin embargo, esto es solo una máscara: pronto vemos cuán racista y déspota es con estos y con sus mujeres.

Julio Pereira es el tío de Alfonso Pereira. Siendo su mayor acreedor y su familiar más cercano, es él que le propone el negocio con Mr. Chapy, ya que sabe que dicho trato los favorecería a ambos: a Alfonso le permitiría pagar sus deudas y a Julio enriquecerse aún más. Julio es todavía más despiadado con los indígenas que Alfonso, al considerarlos seres primitivos e incapaces de tener sentimientos, destinados a servir y dispuesto a considerar reprimirlos a punta de bala.

Mr. Chapy es un inversionista estadounidense, el gringo de la historia. Como Mr. Danger en Doña Bárbara, aprovecha su relación con los que tienen el poder para enriquecerse. Está más que de acuerdo con los que indígenas desalojen de las tierras destinadas para la carretera y la explotación de madera y de petróleo.

Andrés Chiliquinga es el personaje indígena más importante de la novela. Trabaja en las tierras de su patrón Alfonso Pereira y vive en un huasipungo con su pareja Cunshi y su hijo. Cuando su mujer es contratada como nodriza del nieto de Alfonso Pereira, debe aceptarlo para evitar problemas pero se enoja cuando se entera de que Alfonso Pereira tiene relaciones con ella, lo que lo lleva a sufrir un accidente laboral, lo que hace que ya no pueda trabajar de la misma manera.

Luego de que dejen de trabajar las tierras y que ello genera una hambruna entre los indígenas, él y varios de ellos se ven obligados a robar los pocos alimentos que encontraban, entre ellos la carne de un buey descompuesto que generaría un impacto en la familia de Andrés. Este hecho y luego de ver cómo y los suyos son obligados a desocupar las tierras en las que han vivido por muchos años, hace que decida rebelarse contra sus opresores.

Cunshi es la pareja de Andrés Chiliquinga, con la que tiene un hijo. Es objeto de lo que hoy se conocería como violencia de género puesto que tanto su marido Andrés como su patrón Alfonso son abusivos con ella: Andrés la agrede y Alfonso ejerce violencia sexual sobre ella, a pesar de que gracias a ser la nodriza del nieto de este último, dicho bebé se salva y así logra salvar la honra de la hija de Alfonso Pereira. Eso lo que le ocurre durante el asunto de la carne de buey lo que hace que Andrés finalmente vea y entienda las injusticias a las que su pueblo es sometido.

La novela nos relata las injusticias y las atrocidades a las que el pueblo indígena ha sido sometido desde los tiempos de la llegada de los europeos a América, siendo convertido en un pueblo destinado a servirles. Además, desde siempre se los ha despojado de las tierras en las que solían vivir para desplazarlos a terrenos a los que no pertenecen. En Huasipungo no es la excepción, puesto que Alfonso y Julio Pereira buscan la forma de desalojar a los aparceros indígenas para fines económicos y obligarlos a trabajar en la construcción y en la explotación de madera, sin siquiera darles buenas condiciones en todos los sentidos.

Obviamente, y como ocurre en Fuenteovejuna, los indígenas soportan todo tipo de abusos por parte de los terratenientes hasta que cuando a Andrés Chiliquinga le destruyen su hogar, este decide que no aguanta más y dirige a los suyos para rebelarse contra los Pereira. Sin embargo, y a diferencia de Fuenteovejuna, el final refleja lo que un estado piensa sobre su población indígena y que en muchos casos sigue pasando.

Huasipungo es el perfecto ejemplo de una novela indigenista, en el que se nos muestra como la elite oprime y explota a los indígenas para sus propios intereses y los considera personas de segunda clase e incluso subhumanos. Además, retrata una protesta de resistencia indígena que no es muy diferente de las actuales, lo que permite que el lector piense y se dé cuenta de que la situación entre los indígenas no ha cambiado desde 1934, año de la publicación de Huasipungo.

Sin embargo, Huasipungo tiene un defecto y es su ritmo, el cual es bastante irregular. Empieza bien, pero hacia los dos últimos tercios de la novela se diluye bastante. Sin embargo, el ritmo se reestablece durante el clímax. Fuera de eso, es una novela recomendable para los que quieren una novela indigenista y que trata sobre las injusticias.

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