PALOMAR


Esta semana analizaré Palomar del escritor italiano Italo Calvino, que publicada en 1983.

La novela posee una división curiosa, pues está en hecha en un formato de 3 x 3, es decir, 3 partes de 3 capítulos subdivididos en 3 cuentos, para un total de veintisiete relatos. Las partes se titulan Las vacaciones de Palomar, Palomar en la ciudad y Los silencios de Palomar, respectivamente. Antes de que la novela comience, Calvino describe el estilo argumental de las tres partes.

La primera parte, Las vacaciones de Palomar, se dedica a describir las observaciones que el señor Palomar hace de los lugares a los que acude, como una playa, un jardín y el cielo nocturno. Para el señor Palomar, lo que él ve en esos tres lugares lo lleva a pensar en cuestiones filosóficas más de lo físico que él observa.

En la segunda parte, Palomar en la ciudad, mantiene el estilo de observación descriptiva de la segunda, pero está más enfocada en mostrar cuestiones antropológicas y culturales, lo cual se nota en el recorrido que hace el señor Palomar por la ciudad desde su terraza, mientras hacía las compras y al ir a un zoológico.

La tercera parte, Los silencios de Palomar, tratan sobre sus pensamientos acerca del cosmos, el tiempo y el infinito. Cuando viaja, se encuentra en compañía y al meditar, percibe la manera como el tiempo transcurre sin tropiezo y al mismo tiempo piensa en su mortalidad como ser humano.

El personaje principal (y el único que sobresale) es el señor Palomar. Lo único que se sabe de su vida familiar es que está casado y que al menos tiene una hija. El señor Palomar es un hombre que le gusta observar y pensar en todo lo que está a su alrededor sin importar que sea en una ola, en un jardín, en el cielo nocturno, en una bandada de estorninos o en el universo.

Para Palomar, no es solo observar todo lo que está a su alrededor, también piensa en las posibilidades que ello le representa. Por ejemplo, cuando observa el jardín no puede evitar suponer qué expresarán los mirlos con su canto o qué sienten una pareja de tortugas al acoplarse. Cuando ve el cielo por la noche, le encanta ver los planetas y las estrellas a través del telescopio (a pesar de tener miopía y astigmatismo) y piensa en su particular geometría, los espacios vacíos y como algunos objetos a veces tienen parecidos con otros. Para el señor Palomar, el cielo solo es un mapa más.

Para Palomar, el mundo, el universo y la vida no es solo lo que vemos, también incluye lo que se encuentra oculto y más allá; aunque él no desprecia la vida, él cree que esta no es aprovechada de la mejor manera. Para él, no deberíamos tener convencionalismos sociales de ningún tipo ya que, en sus propias palabras, “el peso muerto de una tradición de prejuicios impide apreciar en su justo mérito las intenciones más esclarecidas” (Calvino, p. 13).

Algo que dificulta la lectura de Palomar son los distintos tipos de narradores. Gran parte del relato lo realiza un narrador cero (heterodiegético) externo, es decir, una tercera persona que conoce los hechos que están a su alrededor y a los personajes, en este caso, Palomar, pero que no hacen parte de ellos. Sin embargo, a veces cambia a un narrador homodiegético interno, es decir, un narrador en tercera persona que conoce y hace parte de los hechos. Un ejemplo lo vemos en este pasaje:

Por eso, apenas ve perfilarse desde lejos la nube rosa bronceado de un torso desnudo de mujer, se apresura a orientar la cabeza de modo que la trayectoria de la mirada quede suspendida en el vacío y garantice su cortés respeto por la frontera invisible que circunda las personas.

Pero —piensa mientras sigue andando y, apenas el horizonte se despeja, recuperando el libre movimiento del globo ocular— yo, al proceder así, manifiesto una negativa a ver, es decir, termino también por reforzar la convención que considera ilícita la vista de los senos, o sea, instituyo una especie de corpiño mental suspendido entre mis ojos y ese pecho que, por el vislumbre que de él me ha llegado desde los límites de mi campo visual, me parece fresco y agradable de ver. En una palabra, mi no mirar presupone que estoy pensando en esa desnudez que me preocupa, ésta sigue siendo en el fondo una actitud indiscreta y retrógrada.

p. 12

 

Noten que el narrador heterodiegético externo que tiene el primer párrafo pasa a convertirse en uno homodiegético interno en el segundo. Primero, pareciera que alguien cercano a Palomar describe cómo toma posición para ver el pecho de la mujer sin que ello parezca morboso, solo para que Palomar –con su propia voz– se dé cuenta de que al hacerlo perpetúa el tabú de la desnudez, por lo que finge que la joven tiene algo que tapa sus senos.

A pesar de que el libro maneja mucha filosofía e invita a reflexionar sobre cómo observar y analizar lo que nos rodea, no es una novela fácil de leer. Sus cambios de narrador, así como lo intricado de su contenido, puede hacer que sea necesario leer Palomar más de una vez o incluso desistir de ello. Dependiendo del lector, puede encontrar una novela que puede llevar a la imaginación hasta más allá de sus límites o una lectura pretenciosa y aburrida. Por estas razones, no es una novela para todos.

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BIBLIOGRAFÍA

Calvino, I. Palomar.

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