TODOS ERAN MIS HIJOS
Advertencia: para los que no han leído o visto la obra, habrá
destripes.
Para empezar el mes del Padre, analizaré la obra de teatro Todos eran mis hijos del dramaturgo estadounidense Arthur Miller, estrenada en 1948.
Joseph “Joe” Keller es el personaje principal de la obra, de 61
años. Dueño de una fábrica de repuestos para aviones, fue juzgado por enviar un
lote defectuoso a la Fuerza Aérea, el cual causó que veintiún pilotos perdieran
la vida; sin embargo, fue absuelto. Con la desaparición de Larry, quiere que su
hijo restante, Chris, herede el negocio pero este último no tiene el menor
interés en la fábrica porque el joven pronto descubre el verdadero rol que Joe
tuvo en el asunto del lote defectuoso.
En general, Joe es un personaje cínico, que se rige bastante por la
frase de “el fin justifica los medios”. No le importa lo que tenga que hacer
con tal de tener más dinero ya que en su mente cree que lo hace por su familia,
pero cuando ve lo que sus acciones han generado busca una salida que no le
permita asumir su castigo.
Christopher “Chris” Keller es el segundo hijo de los Keller, de 32
años de edad. Como su hermano, también estuvo en la Segunda Guerra Mundial
pero, aunque regresó vivo, vive con la culpa de no haber podido hacer nada por
los hombres que tenía a su cargo; de esta manera, es una persona que padece
ciertos rasgos de Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Es un ser idealista que cree en la integridad, la responsabilidad y la moral. Su sentido
de la responsabilidad es tan elevado que a menudo debe sacrificar muchas cosas
por el bienestar de los demás.
“Una especie de…
responsabilidad. Una responsabilidad, la del hombre para con el hombre. ¿Me
entiendes?… La responsabilidad de dejar constancia de aquello, de devolverlo a
la tierra como una especie de monumento conmemorativo que se erigiría en nombre
de todos, que nos serviría a todos de respaldo y nos aportaría algo.”
p. 35
Sin embargo y al mismo tiempo, Chris desea por una vez en su vida
preocuparse por sí mismo y quiere rehacer su vida al lado de la mujer que ama,
sin importarle lo que piensen sus padres, en especial su padre, con el que
tiene una relación tensa. El problema que su integridad termina chocando con la
verdad de su padre y es incapaz de mantenerle el respeto.
Ann Deever es hija de Steve Deever, ex socio de Joe Keller, y tiene
26 años. Fue la novia de Larry hasta la desaparición en acción de este, sin
embargo Chris ha estado enamorado de ella desde siempre, por lo que cuando
Larry desaparece él establece contacto con Ann y con el tiempo se comprometió
con ella.
Luego de que su padre entrara en prisión, Ann se fue a Nueva York
con su hermano George, siempre creyendo que su padre era culpable. Pero luego
de ir a visitarlo poco a poco ella tiene la sospecha de que Joe esconde más de
lo que pasó. El dilema de Ann es contraer matrimonio con el hombre que ama o no
poder continuar con su vida pues el hecho de que Kate siga afirmando que Larry
sigue vivo es un lastre para Ann porque no puede seguir adelante con el
siguiente paso en su vida, que es casarse con Chris, puesto que para Kate ella
sigue siendo la novia de Larry. La ironía es que la misma Ann es la que tiene la
clave del paradero de Larry.
George Deever es hijo de Steve Deever y hermano de Ann, abogado de
profesión y tiene 31 años. Como Chris, también fue llamado a alistarse y al
igual que Larry, también tenía una novia que lo esperaba, la cual era Lydia.
Sin embargo, luego del escándalo del lote defectuoso, se trasladó a Nueva York
con Ann en vergüenza y sin siquiera volver a hablar con su padre, que terminó
en prisión.
A pesar de todo, George siempre tuvo dudas sobre el rol de Joe y de
su padre en el escándalo, por lo que va a ver a su padre en prisión y luego de
la confesión de este, se niega a dejar que Ann se case con Chris porque no
puede permitir que su hermana se emparente con la familia que los destruyó. Es el
encargado de destapar la verdad sobre el lote defectuoso, haciendo que Chris se
dé cuenta de quién es su padre en realidad.
Kate Keller es la esposa de Joe y la madre de Larry y Chris. Desde
la desaparición de su hijo y después de leer historias sobre soldados que
regresan a casa varios años después de la guerra, tiene la creencia que algún
día Larry volverá a casa. Por eso, insiste en mantener la esperanza (como
pedirle a Frank que le haga el horóscopo del día en que Larry desapareció) y no acepta que Chris se case con Ann, que era
novia de Larry, porque si Larry está vivo y Ann no se ha casado es porque Ann
cree que Larry regresará y porque si Chris se casara con Ann, sería faltarle al
respeto a Larry.
Frank Lubey es vecino de los Keller de 33 años de edad, por lo que
es contemporáneo de Chris y George. Como siempre estuvo un año por delante de
todos los sorteos militares, nunca prestó el servicio militar y se quedó en los
Estados Unidos, por lo que terminó casándose con la ex novia de George, Lydia.
Es aficionado a la astrología, al punto de hacer un horóscopo de Larry el día
en que desapareció el cual era, según él, su día más favorable. De esta manera,
hace que las esperanzas de Kate sigan vivas.
Además, hay dos personajes que a pesar de que no aparecen en la
obra son importantes para la trama: Larry Keller y Steve Deever.
Larry Keller es el hijo mayor de los Keller que despareció mientras
volaba en una misión. Desde entonces, su madre Kate guarda la esperanza de que
él algún día regresará porque ha leído de soldados que regresan después de
haber sido dados por perdidos o muertos. En el tercero acto al final descubre
qué pasó con Larry.
Steve Deever es el ex socio de Joe Keller y padre de Ann y George. Steve
está encarcelado debido al escándalo del lote defectuoso que le causó la muerte
de veintiún pilotos. Sus hijos piensan que en realidad él es culpable de ello
pero con el tiempo George empieza a repensar sobre ello y va a visitarlo. Lo
que sale de esa visita sería relevante para la revelación de lo que en verdad
pasó con el escándalo.
En Todos mis hijos, Miller tomó elementos de la obra El pato salvaje de Henrik Ibsen. El más importante es que maneja la dicotomía entre un
personaje idealista que quiere impulsar sus ideas para destapar las mentiras de
su medio pero que al final termina decepcionado por lo que ha creado y un
personaje cínico que cree que sus acciones siempre están justificadas. Si en El
pato salvaje este dilema lo encarnan Gregers y Håkon, en Todos mis hijos lo
hacen Chris y Joe. Sí, así es, ambas parejas son padre e hijo.
Chris es un joven que intenta aplicar su idealismo en todos lo que rodean,
algo que personajes como Joe y Sue no aprecian porque temen que esto pueda
cambiar sus vidas, las cuales son estables pero llenas de falsedad. Por ello,
quiere saber si sólo Steve tuvo que ver con el lote defectuoso. Sin embargo,
cuando finalmente se revela la verdad le resulta difícil conciliar lo que ya
sabe con lo que pasó en realidad puesto que cambia lo que él pensaba de su
familia.
En cuanto a Joe, es similar a Håkon. No le importa hacer lo que
tenga que hacer para obtener beneficios incluso si eso significa usar métodos
inmorales. Pero, a diferencia de Håkon, cuando ve que todo ello no sirvió para
nada, se da cuenta de que no puede seguir adelante.
En la obra también hay algunos símbolos. El manzano que se menciona
en la obra representa a Larry y lo que le ocurre al árbol es un símbolo de que
pronto se revelará su paradero y los asuntos que giran en torno a su
desaparición. O como lo dice su madre:
“Es curioso como…, como todo
ha decidido pasar a la vez. Este mes cumple años, el viento se lleva su
manzano, viene Annie. Es como si el pasado entero volviera de pronto. Hace un
momento estaba en el sótano y, mira por dónde, me encuentro su guante de
béisbol. Hace siglos que no lo veía.”
p. 20
La pregunta que hace Todos mis hijos es: ¿se debe destapar la
verdad aunque sea dolorosa o seguir con la mentira para mantener una imagen? La
misma obra responde la pregunta con su desarrollo y su final, el cual muchos
encontraran similar a otra obra de Miller. Sin embargo, ambos trabajos de
Miller presentan diferencias porque si una de ellas trata sobre cómo es mejor
ser seguir una vida normal a vivir en un mundo de fantasía, la obra Todos mis
hijos muestra sobre cómo mantener una farsa sólo lleva a la tragedia y cómo eso
afecta a todos los involucrados.
Esta obra me sorprendió por sus elementos, por tratar temas como el patriotismo, los valores familiares (o más bien la falta de estos) y la honestidad. Como he dicho antes, también es un ejemplo de cómo la codicia desmedida destruye todo a su alrededor. Definitivamente, la recomiendo.
BIBLIOGRAFÍA
Miller, A. Todos eran mis hijos.
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