DESPOTRIQUE: ROMEO Y JULIETA


Para empezar el Mes del Amor y la Amistad, haré un contexto antes de ir directo. Sabemos que William Shakespeare es uno de los grandes referentes del teatro en la literatura mundial. Sus comedias, sus tragedias y sus dramas históricos han trascendido por más de cuatro siglos y aún se siguen representando. Entre sus mejores trabajos encontramos Sueño de una noche de verano, Hamlet, Macbeth y La tempestad. Pero, así como hay obras shakesperianas que son oro puro también existen algunas que dejan mucho que desear entre las que se encuentra Romeo y Julieta, la cual no es la historia que nos han propagado durante siglos.

Romeo y Julieta de Ralph Dicksee

Como la mayoría de las obras de Shakespeare, Romeo y Julieta está compuesta por cinco actos, así que no entraré en detalles sobre su estructura ni sobre su argumento. Todos la conocemos en mayor o menor medida. En los primeros actos, pareciera que Romeo y Julieta va a ser una comedia romántica como lo son Sueño de una noche de verano, Trabajos de amor perdidos y Mucho ruido y pocas nueces, pero el tono cambia a uno más trágico cuando empieza el tercer acto.
Aquí viene el primer problema: el cambio de tono de la obra. Eso no es malo, muchas obras de teatro empiezan de manera alegre y luego cambian a un estilo serio o trágico. Un ejemplo es Casa de muñecas de Henrik Ibsen que al comienzo parece que va a ser una alegre comedia familiar navideña pero luego se convierte en un drama cuando nos enteramos del secreto de la protagonista. Hasta la misma obra Macbeth sufre un cambio de tono: pasa de un drama histórico a una tragedia memorable. Y las dos obras hacen el salto de manera paulatina.
Lo que ocurre con Romeo y Julieta es que el cambio de tono es demasiado drástico y el punto de inflexión es una pelea en vía pública en la que participan cuatro hombres, a pesar de estar prohibido. Digamos que Shakespeare no supo hacer bien el punto de inflexión, porque en el caso de Macbeth dicho momento está lleno de angustia y de duda. Pero ese punto de inflexión en Romeo y Julieta no tiene ningún tipo de emoción ni de reflexión. Nada, sólo violencia sin sentido y eso hace que sea vacío y simple.
Si el cambio de tono es deficiente, no puedo decir que son los personajes sean mejores, el cual es el problema número dos. De hecho, gran parte de los personajes masculinos son personajes impulsivos y dados a dejar que sus emociones los lleven a cometer errores, varios de ellos graves. Un ejemplo es Mercucio, cuyo temperamento es en parte la causa de su muerte por insistir en pelear con Teobaldo en vía pública a pesar que el príncipe de Verona lo tiene prohibido. Por eso, Romeo intenta detenerlos, pero también lo hace a punta de espada, lo que empeora las cosas.
Desenvaina, Benvolio, desarmémosles. ¡Reprimid vuestra cólera, señores! ¡Teobaldo, buen Mercucio, nuestro Príncipe ha prohibido las riñas en las calles!
Acto III, Escena II

Además de temperamental, Mercucio no se muestra muy agradecido ya que, en lugar de agradecer a Romeo por intentar detener la pelea, le recrimina por ello.
¿Por qué diablos te interpusiste entre nosotros? Me hirió por debajo de tu brazo.
Acto III, Escena II

Teobaldo no es mucho mejor que Mercucio. A él no le importa pelear en vía pública, sólo le importa pelear con los Montesco por la enemistad entre estos y los Capuleto, familia a la que pertenece. Es un personaje que disfruta pelear con Montescos y no le importa.
En cuanto a Romeo, también es una persona que se deja guiar demasiado por sus emociones. Debido a su impulsividad y al deseo de vengarse, causa más problemas de los que intenta solucionar. Lo irónico es que pese a que Romeo y Mercucio se burlan de la supuesta impulsividad de Benvolio, este último resulta ser la persona con la cabeza más fría.
Ahora analicemos la relación entre Romeo y Julieta, el problema número tres. Es muy acelerada y ello no permite que esta se desarrolle bien; sin embargo, tiene algo positivo: la lealtad entre ellos que es sincera. Además, se da a entender que de no ser por las circunstancias y la torpeza de las personas que los ayudaban ellos habrían estado juntos.
Y por último veamos los diálogos. Si el cambio de tono es deficiente y los personajes son demasiado impulsivos para su propio bien, muchos dirán que Romeo y Julieta al menos tendrá diálogos excelentes o a lo sumo memorables. Pues no. Los diálogos más notables de Romeo y Julieta son los que se encuentran en el segundo acto y el parlamento final de la obra, que viene de la boca del Príncipe de Verona. Parlamentos como Pero, ¡oh!, ¿qué luz asoma a esa ventana? Viene de oriente, y Julieta es el sol y ¿Qué vale un nombre? Lo que llaman rosa con otro nombre olería igual no son malos pero comparados con los que se pueden hallar en otras tragedias como Macbeth (¡Fuera, fuera, breve vela!), Hamlet (Ser o no ser) y El rey Lear (¿Por qué tendría yo que contagiarme de la costumbre, solo porque llegué doce o catorce lunas más tarde que mi hermano?) tienen una calidad menor y demuestran menos la angustia que envuelve a los personajes. Pienso que Shakespeare no logró transmitir esa ansiedad típica de los protagonistas de sus tragedias en esta.
Romeo y Julieta es una obra con potencial pero que Shakespeare no supo manejar y lo desperdició en diálogos sosos, personajes demasiado impulsivos para sí mismos y un cambio de tono poco eficaz. Aunque trata de relatar las consecuencias que el odio y la intolerancia pueden causar y cómo el amor se perjudica con ellos, la verdad se queda corta.

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