ME LLAMO LUCY BARTON



Advertencia: para los que no han leído la novela, habrá destripes (spoilers).
Después de haber estado en México, nos trasladamos a los Estados Unidos en concreto en Nueva York, pero en esta novela se muestran los recuerdos de una escritora sobre su relación con su madre y sobre sí misma. Más o menos este es el argumento de Me llamo Lucy Barton de la escritora estadounidense Elizabeth Strout.
La estructura de Me llamo Lucy Barton es particular porque no posee capítulos; sin embargo, tiene pausas en las que uno puede saber cuando termina un pasaje y empieza otro. La novela se desarrolla en un pueblo ficticio de Illinois, en Chicago y en la ciudad de Nueva York. Por su particular estilo, se desarrolla desde la década de 1950 hasta los años 2010.
La protagonista es Lucy Barton, una escritora que nos cuenta un poco de su vida desde sus primeros años en un pequeño pueblo, su periodo en la universidad, su primer matrimonio, sus hijas, su divorcio, su segundo matrimonio y su vida actual; todo girado a través de una larga estancia en el hospital durante la década de 1980.
Lucy Barton se crío en una familia disfuncional y de escasos recursos económicos con un padre traumatizado por la II Guerra Mundial y una madre que soportaba los arranques de enojo de su esposo para conservar el hogar. Desde muy pequeña ella fue amante de la lectura y tras leer un libro cuya protagonista la hizo sentirse identificada con ella, decidió que sería escritora. Para ella, la lectura y su propia actitud le permitieron no prestar atención al matoneo que sufrieron ella y sus hermanos por su pobreza.
Gracias a sus extraordinarias notas, logró una beca en una universidad en Chicago y estudiar. Con el tiempo, conoció a su primer esposo, William, con el que tuvo a sus dos hijas. Luego Lucy le dejo, se divorciaron y ella se casó con un músico de la Orquesta Filarmónica de Chicago. Durante su matrimonio con William y después ella publicó cuentos y novelas sobre distintas personas que conoce a lo largo de su vida.
En la novela se nos muestra la tensa relación de Lucy con sus padres. Lucy atestiguó la inestabilidad laboral de su padre y la manera como este trataba a sus hermanos. Con su madre, la cosa no iba mejor puesto que, aunque conversaban sobre las cosas que pasaban en cada uno de los lugares donde vivían, a veces estaban terminaban mostrando el descontento que había entre ambas.
William es el exesposo de Lucy. Como Lucy, William viene de un hogar disfuncional y también lleno de secuelas de la II Guerra Mundial, pero en el caso de él su padre perteneció al lado opuesto, es decir, era un prisionero de guerra nazi que estuvo en una granja en Maine en donde conoció a la que sería su esposa. Ambos se conocieron en la universidad y al casarse, se trasladaron de Chicago a Nueva York. Dada la aversión hacia los germanos por parte del padre de Lucy, William no tuvo una gran aceptación en la familia, pero era cariñoso con Lucy, al punto de llamarla botoncito.
Luego de unos años, William y Lucy tuvieron dos hijas, Christina “Chrissie” y Rebecca “Becka”, pero tras una crisis matrimonial Lucy le deja y ambos se divorcian cuando sus hijas ya están en la universidad. A diferencia de su esposo, él posee dinero que heredó de su padre y de su abuelo paterno; en resumen, William tiene dinero nazi, algo que para Lucy no es bien avenido.
La madre de Lucy, a la que jamás se le mencionan el nombre, es una mujer que, aunque le gusta hablar con su hija, no es muy abierta hacia si misma. Prueba de ello que no se sabe nada sobre ella; sólo sobre su vida matrimonial y su relación con sus tres hijos. A menudo le cuenta historias a Lucy sobre los vecinos del pueblo en el que vivían, cómo eran y que fue de sus vidas, relatos que Lucy escribe. La mayoría de estos relatos se los cuenta cuando Lucy está convaleciente en el hospital, quizá como una forma de distraerla. Sin embargo, en el momento en que Lucy comenta los problemas que había en la familia, su madre se muestra a la defensiva y le dice que no debería decir esas cosas de ellos.
Los dos hermanos mayores de Lucy, su hermano del que no se sabe su nombre y Becky, son personas mucho más atormentadas que Lucy; tal vez porque eran más sensibles al matoneo que Lucy o sufrieron mayores consecuencias de los problemas emocionales del padre. Esto se traduce en que ninguno de los dos fue a la universidad y sus estilos de vida demuestran lo erráticos e incluso lo tristes que son.
Las hijas de Lucy, Chrissie y Becka, aman a su madre incluso a pesar de que ya no viven con ella. Sin embargo, vivieron un periodo difícil tras el divorcio de sus padres y aunque siguen estando cerca de su madre, nunca pasan tiempo en su casa. Para ellas, el divorcio de sus padres nunca debió ocurrir y nunca lo superaron.
Sarah Payne es una escritora muy exitosa que Lucy admira cuando lee sus novelas por primera vez y tiene la oportunidad de conocerla cuando va a uno de los talleres que ella realiza. Se le describe como una mujer que nutre el talento de los demás, pero también se molesta ante las ínfulas de sus discípulos. Ella es la exhorta a Lucy a escribir sobre las personas que ha conocido en su vida.
Los pasajes tienen saltos de tiempo hacia atrás y hacia adelante, conocidos en literatura como analepsis y prolepsis y de forma coloquial se usan los nombres en inglés flashback y flashforward, lo cual puede dificultar la lectura de esta novela. Esto es debido a las historias que se cuentan, las cuales hacen parte del pasado o del futuro de Lucy.
Esta novela fue más de mi agrado que la anterior que leí de la misma autora; sin embargo, aunque su estilo no pareció tan malo e intentó hacer frente a un concepto gastado y exploró distintas temáticas como el matoneo, el clasismo, la disfunción familiar y el divorcio, siento que la novela pudo haberse escrito mejor. Si desean darle una oportunidad, no hay problema; sólo espero que puedan comprenderla mejor que yo.

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