LA HIJA DEL MAR



Advertencia: para los que no han leído la novela, habrá algunos destripes (spoilers).
Pasamos de la Rusia europea a una de las regiones más representativas de España: Galicia. Una tierra llena de tradiciones, con un idioma propio y una cultura que fue reflejada por quizá una de las escritoras más importantes de ese país: Rosalía de Castro. Aunque ella era en gran medida poetisa y escribía en gallego, también publicó en la lengua de Cervantes. Uno de sus trabajos escritos en castellano es la novela que voy a analizar esta semana junto con Lady Macbeth de Mtsensk. Se llama La hija del mar y fue publicada en 1859, por lo que este año se cumple 160 años de su publicación.
La hija del mar está compuesta por un prólogo, veinte capítulos y un epílogo, que de Castro tituló Conclusión. La novela trata sobre dos mujeres, Teresa y su hija adoptiva, Esperanza, de cómo ellas pasan de tener una vida pobre pero feliz y tranquila a una vida de lujos que le cuesta su libertad y hasta su relación de madre e hija. La historia se desarrolla en Mugía, una pequeña ciudad de Galicia, España.
En el prólogo la escritora nos describe su admiración por otras mujeres escritoras y no escritoras que, como ella, se abrieron paso en una sociedad dominada por los hombres. Entre las mujeres que de Castro mencionan se encuentran Madame Roland, Madame Staël, Catalina II de Rusia, Juana de Arco y María Teresa de Austria y escritoras como Safo, su compatriota Santa Teresa de Jesús y quizá su favorita, Georges Sand. Además, de Castro defiende el derecho de la mujer de educarse igual al hombre y cómo a las mujeres escritoras se las discriminaba. Se podría decir que su prólogo sigue siendo relevante hoy en día.
En cuanto a la conclusión, nos muestra que pasa con Teresa y Esperanza después de que recuperan su libertad, mas no vuelven a ser las mismas mujeres que una vez fueron.
Analizaré a los personajes más importantes que son Teresa; su hija adoptiva Esperanza; Fausto, el joven marinero; y el marido perdido de Teresa, Alberto Ansot. También debo incluir a Ricarder, el médico del pueblo y allegado a Alberto; a la ama de llaves de Alberto, Ángela; y a Candora, una ex amante de Ansot. Estos tres personajes aparecen en los últimos capítulos de la novela.
Teresa es una pescadora del noroeste de Galicia. Cuando tenía dieciocho años había sido abandonada por su amante y tenía un bebé que murió al caer al agua y desapareció. El mismo día junto con otros pescadores, encontraron a una bebé a la que llamaron Esperanza y que Teresa adoptó. Sin embargo, nunca olvidó a su hijo ni a Alberto, por lo que acepta su propuesta de vivir con él cuando él regresa a Mugía.
Sin embargo, Teresa termina lamentando su decisión por el encierro, las amenazas a ambas y el constante acoso de Alberto hacia Esperanza; cosas que llevan a Teresa a mostrarse cada vez más rebelde al punto de que él la expulsa de su casa para que regresa a su vida de pobreza. Teresa acepta pues prefiere ser una pescadora libre a una reclusa señora de alcurnia. Ella reaparecería en los dos últimos capítulos.
Esperanza es la hija adoptiva de Esperanza que apareció el mismo día que el hijo de Teresa cayó al agua y se ahogó. Debido a su aspecto angelical y al hecho de que apareció en las aguas como un milagro de las mismas o por lo menos así lo percibieron los pescadores y los marineros, que eran tan creyentes como supersticiosos. En efecto y con el tiempo, Esperanza desarrolla un carácter dulce y calmante, aunque aventurero, que la hace ganar el cariño de la comunidad de pescadores y sobre todo el amor de un niño marinero, Fausto.
Cuando Alberto Ansot llega a la vida de Esperanza, esto significa el fin de su felicidad, de su libertad y de su infancia porque él se encarga de mantener encerrada, fuera del contacto con las olas y los acantilados, sus sitios predilectos. Además, la acosa constantemente porque quiere tener una relación con ella. Ante la separación de su madre y la pérdida de su amigo, Esperanza pierde el deseo de vivir y se enferma de gravedad. Sólo en su enfermedad descubrimos su origen y cómo logra liberarse de su encierro, aunque esto dure brevemente.
Fausto es un marinero adolescente que se convierte en el mejor amigo de Esperanza y con la que viven muchas aventuras entre los acantilados y el mar del pueblo donde residen. Se da a entender que la relación hubiera terminado en amor con el tiempo si tan sólo Alberto Ansot no hubiese aparecido para cambiar la vida de todos y no para bien.
Alberto Ansot es el marido de Teresa que la abandonó junto a su hijo y se desconoce su paradero hasta once años después cuando regresa a Mugía con una gran fortuna y reclama a Teresa y a Esperanza para se vayan a vivir con él y tenga una vida sin las carencias económicas que ambas tienen. Sin embargo, él se encarga de hacer que las dos mujeres vivan un infierno junto a él puesto que las mantiene encerradas y amenazadas. Incluso se da a entender que desea tener una relación sexual con Esperanza a pesar de que ella es sólo una niña.
Cuando él expulsa a Teresa y ve a Esperanza enfermarse física y mentalmente, empieza a sentir empatía y compasión por la pequeña al punto de que ya no desea nada más que salvar su vida para que ella intentar hacerla feliz, porque ya se sabe cuál es el origen de la niña. No le importa su dinero ni si se queda solo: quiere ayudar a Esperanza. Sin embargo, a pesar de su redención, tarde o temprano debe confrontar los males que le causó a las mujeres que sedujo y luego abandonó y por la manera como hizo su fortuna porque, para él, el arrepentimiento llega demasiado tarde.
Ricarder es el médico del pueblo y se encarga de atender a Esperanza tras su colapso físico y nervioso. Con frecuencia confronta a Alberto por su comportamiento inmoral y le repite constantemente que Esperanza debe estar en contacto con lo que se la apartó ante posibilidad de recuperación, que es casi nula. Muchas veces, Ansot no se atreve a contestar porque Ricarder era amigo de su padre y, por lo tanto, lo conoce mejor que nadie.
Ángela es la ama de llaves de Alberto Ansot. Se encarga de cuidar a Esperanza durante su convalecencia y le cuenta historias para que la niña logre expresar sus emociones, algo que la ha desmejorado aún más. Ella le cuenta una historia sobre Alberto Ansot y Candora, una ex amante. Poco después se revela el por qué eligió contarle esta historia a Esperanza y cuáles son sus verdaderas intenciones.
Candora es la ex amante de Alberto Ansot. Proviene de América, pero no se especifica de qué país viene, aunque se dice que viene de una familia de renombre local. Sin embargo, ella vivía en una relativa pobreza con su madre.
Un día conoce a Ansot cuando él estaba de paso por su país; de inmediato ella es seducida por él. Ambos se van a España a iniciar una relación, pero mientras estaban en el barco la relación tienen problemas a causa de los celos y acaba por romperse de la forma más devastadora. Al final nos enteramos de su relación con Esperanza.
La hija del mar es considerada una de las primeras obras feministas por algunos expertos, pues se muestra a una huérfana que se sobrepone a una enorme pérdida (la muerte de un hijo) y sigue adelante con una pequeña a la que da el mismo amor que hubiera querido darle a su niño. Siempre anheló el regreso de un hombre que amaba sólo para descubrir que se dejó llevar por un espejismo y finalmente prefiere retomar su vida.
Pero Teresa no es la única hija del mar. Esperanza también lo es y no sólo en un sentido simbólico. Ella es una niña cuya infancia y libertad son destruidas por el mismo hombre que su madre adoptiva llegó a amar y que quiere acabar con lo único que le queda: su inocencia. Al final, Esperanza sólo encuentra expresar sus sentimientos mediante la locura antes que permitir que Ansot siga haciéndole daño y ser otra vez la hija del mar.
Sé que la novela es bastante trágica y no suena demasiado progresista hoy, pero para su tiempo y el mercado en el que se publicó, La hija del mar mostró que las mujeres tenían derecho a expresar sus sentimientos y sus deseos a través de cualquier medio, tal como lo describió de Castro en su prólogo. Ella consideraba que las mujeres escritoras debían estar en la misma consideración que los escritores masculinos.
Una de las mujeres que Rosalía de Castro admiraba y así lo demostró en su novela era la escritora francesa Georges Sand, la cual desafió a la sociedad de su tiempo separándose de su esposo, criando a sus dos hijos por su cuenta, usando ropas masculinas y conviviendo sin casarse con distintos hombres de su medio como Alfred de Musset y Frédéric Chopin. Abogaba por los derechos de los campesinos, los pobres y, sobre todo, las mujeres en sus novelas y en sus ensayos; algo que para la época era extremista y escandaloso.
Aunque Rosalía de Castro no tenía el carácter transgresor de Sand, en cierta forma ella era una mujer fuera de lo común para su época. Escribía en gallego en un tiempo en que dicha lengua era vista como poca cosa y tenía el apoyo de su esposo (Manuel Murguía) que también era escritor y al que le dedicó esta novela cuando muchas mujeres ni siquiera eran tenidas en cuenta por sus cónyuges; sin contar que ella era española y gallega, un país y una región, respectivamente, de tradiciones conservadoras donde la mujer estaba en segundo plano. Fue Rosalía de Castro la que puso en la lupa a las escritoras españolas y a la lengua gallega.
La novela tiene una bella prosa de estilo poético que hace imaginar lo que ocurre dentro de la misma y demuestra el talento de la poetisa. Por otro lado, quizá los mayores problemas son la trama floja y el ritmo irregular para una novela de corta duración. La hija del mar no está mal como una muestra de los primeros trabajos de Rosalía de Castro, pero pude haberse escrito mejor. Esto demuestra que, a pesar de todo, a de Castro se le daba más la poesía que la narrativa. Ahora es el momento de atravesar el Mar Mediterráneo.

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