MAR DE MAÑANA



Para empezar un nuevo Mes de la Madre, lo haré desde el Mar Mediterráneo con la novela Mar de mañana de la escritora italiana Margaret Mazzantini, de la cual el año pasado analicé su novela La palabra más hermosa.
Mar de mañana trata la historia de dos madres, Jamila y Angelina, que buscan algo que se encuentra más del Mar Mediterráneo. Jamila quiere ir de su país para encontrar una vida más tranquila al lado de su hijo, mientras que Angelina desea reconectarse con su pasado lejano y que su hijo comprenda el lugar de donde ella viene. Aunque las dos nunca se conocen, ambas comparten el mismo deseo: viajar por el mar para buscar lo que más desean.
Con sólo tres capítulos, Mar de mañana es una de las novelas más cortas de este año y quizá una de las más cortas que he leído en mi vida. El primer capítulo, llamado Farid y la gacela, trata la historia de Jamila y de su hijo Farid. El segundo, titulado, Del color del silencio, nos muestra a Angelina y su vida, tanto pasada como presente. El tercero y último, cuyo título es homónimo al de la novela, entrecruza las tramas de Jamila y Angelina. La historia se desarrolla entre 2010 y 2011, con analepsis entre los años 50, 70 y 2001. Primero hablaré de los personajes.
Jamila es una mujer libia que vive con su hijo Farid, su esposo Omar y el abuelo Mussa, cuyo padre emigró a Italia hace mucho tiempo. Su marido se dedica a colocar antenas de televisión, mientras ella cría a Farid. Ella tiene una bella voz de canto, pero sólo canta para su hijo ya que Omar no le permite cantar para fiestas, algo que podría darles más dinero. Ante el recrudecimiento de la Guerra Civil en Libia y la muerte de Omar, Jamila decide irse a Italia con Farid. El abuelo Mussa se queda porque es beduino y para él, si ha de morir, será en el desierto que habita. Ya en una barca, Jamila pronto se da cuenta de que llegar su destino no va a ser fácil ni tan feliz como esperaba.
Por su parte, Angelina es una tripolitana, un término usado para los antiguos colonos italianos en Libia. Nacida el 20 de octubre de 19591 y hasta poco antes de su undécimo cumpleaños, Angelina se consideró una árabe, aunque tuviese sangre italiana al 100%. Fue la única hija sobreviviente de Antonio, un siciliano, y de Santa, una genovesa, ambos llegados a Libia en 1938, pues antes tuvieron un hijo, Vito, que murió a los pocos meses.
Durante los primeros años, la vida de Angelina trascurrió sin incidentes. Mientras sus padres administraban una cerería, Angelina disfrutaba su infancia con sus amigas del colegio católico y con su amigo árabe, Alí, el hijo de un apicultor, el cual fue su primer amor.
Para 1970, Muamar el Gadafi, el militar que había hecho un golpe de estado al rey Idris I tres años antes, decretó que la comunidad italiana debía ser expulsada de Libia. Primero desterró a los judíos italianos, muchos de los cuales emigraron a Israel, como represalia por la Guerra de los Seis Días, en la que Israel venció a las naciones árabes. Finalmente, el 9 de octubre de 1970, Gadafi expulsó a los pocos judíos italianos que aún quedaban junto con la casi totalidad de los colonos italianos no judíos. Ese día, Angelina y sus padres fueron desterrados de Libia para siempre.
Ya en Catania, Antonio y Santa lograron adaptarse a su manera a la sociedad italiana, pero Angelina nunca lo logró. En la escuela era discriminada por haber nacido en África y jamás se identificó como italiana. En su juventud perteneció a movimientos estudiantiles, tal vez como una forma de canalizar el resentimiento que sentía.
Con el tiempo Angelina se convirtió en maestra y se casó con un abogado italiano de ascendencia normanda y con él tuvo a su único hijo, Vito, llamado por su hermano muerto, pero el matrimonio no funcionó y para septiembre de 2001, ambos ya estaban divorciados. Siempre se viste de manera simple, como por ejemplo llevar sandalias hasta en las épocas más frías del año y nunca deja de mirar o estar en el mar.
El año 2004 fue un año en el que se cumplió algo esperado para Angelina. Ese año, el entonces Primer Ministro italiano Silvio Berlusconi visitó a Gadafi y cuatro años después ambos firmaron un tratado bilateral en el que se permitía que los ex colonos pudieran visitar Libia, aunque debían hacerlo con visado. A pesar de esto, Angelina consideró esto como una oportunidad para volver a ver la tierra que la vio nacer y para que su hijo Vito (con quien tenía una relación tensa) la entendiera. Por eso, en 2010, Angelina viaja a Trípoli junto con Vito y su madre Santa, que aún vivía.
Finalmente, Angelina logró regresar a Trípoli después de cuarenta años de haber sido expulsada de allí. Aunque se reconectó con sus recuerdos, lo que más desea es volver a ver a Alí. Después de regresar a Italia tras este viaje, por fin parece que ha logrado encontrar la paz consigo misma.
De Alí se sabe muy poco. Las únicas pistas de él son que su padre era un apicultor llamado Gazel y que era dos años mayor que Angelina, haciendo su año de nacimiento 1957. Durante el verano de 1970, él y Angelina viven un romance veraniego al ser vecinos de casa y se divierten mucho juntos. Un día le muestra a Angelina su capacidad de atraer abejas, algo que casi le cuesta la vida. Sin embargo, las abejas seguirían siendo parte de su vida, como lo demostraría cuando se reencuentra con Angelina después de cuarenta años y le da a comer miel de Cirenaica, una región oriental de Libia.
En su reencuentro, se muestra que Alí se ha enriquecido gracias a sus negocios y a su cercanía con el régimen de Gadafi. Esto se demuestra también en el hecho de que tiene dos esposas, una mujer casi de su misma edad y otra que es mucho más joven y que le gustaría viajar, algo que Alí, por su agenda apretada, no puede hacer. Aunque el reencuentro no resulta lo que esperaba, Angelina está feliz de que al menos volvió a verlo.
Vito es el hijo de Angelina que tuvo en su matrimonio con un abogado. Considerando que tenía unos dieciocho años en 2010, su año de nacimiento se estimaría en 1992. Sus padres se divorciaron cuando él tenía 9 años; teniendo la custodia principal su madre. Su relación con ella es difícil porque Vito siempre la ha considerado una madre atípica y con cierta tristeza en su corazón, quizá por la nostalgia de su lugar de origen, algo que hace que él no pueda comprenderla. En cuanto a su padre, se lleva un poco mejor con él, pero dado que este se da un lujoso estilo de vida tan distinto del que tiene su madre, el muchacho tiende a valorar más a su madre.
En el momento del viaje, Vito se ha graduado del colegio y no tiene idea de qué hacer con su vida; sin embargo, le llama la atención el arte debido a que tiene una gran habilidad para el dibujo, algo que su madre ha notado y a pesar de no demostrarle que lo alienta, le intenta hacer ver que siga sus deseos. Por eso se une al viaje de Angelina, porque sabe que si lo hace podrá entenderla un poco mejor.
Ya en Trípoli, el ambiente del lugar le recuerda un poco al de la Zona Cero en Nueva York, cuando él visitó esa ciudad con su padre. Aunque Trípoli no llega a gustarle por completo, el reconectarse con el lugar de origen de su madre le permiten saber por qué ella actúa como lo hace y finalmente logra comprenderla.
Mar de mañana trata un tema que creo que no ha sido tratado nunca en otra novela: la relación entre Italia y Libia, la cual es larga y tortuosa. Para poder hablar de ella, es mejor hacer un poco de historia, la cual se remonta a la década de 1910.
Poco antes de la Primera Guerra Mundial Italia combatió en las regiones de Tripolitania y Cirenaica, que entonces pertenecían al Imperio Otomano, y en el cual Italia le ganó la soberanía, en parte debido a la debilidad del ejército Otomano. Para que el conflicto no extendiera a la región de los Balcanes, que también tenía una gran población musulmana, mediante una serie de tratados (los Tratados de Lausana de 1912 y 1923), Turquía renuncia a dichas regiones, junto con Fezzan, la única que aun poseían mientras que Italia conformó con dichas regiones la colonia italiana de Libia.
Durante el régimen de Benito Mussolini, el colonialismo italiano se mantuvo e incluso instó a muchas familias italianas, en especial las del sur de Italia, a buscar una mejor vida en Libia.
Sin embargo, pronto los colonos italianos se dieron cuenta de que las mejores tierras eran las que se encontraban a orillas del Mar Mediterráneo, por lo que no tardaron en tener problemas con los habitantes autóctonos de Libia, a los cuales muchas veces ejecutaron con armas químicas y asesinatos en masa. Los que no fueron asesinados acabaron siendo expulsados o enviados a campos de concentración en el desierto y reemplazados por colonos italianos. Sin embargo, para 1934, la situación hacia los habitantes autóctonos cambió y se les devolvieron muchas libertades que les habían quitado.
Hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, los colonos lograron adaptarse al clima y al ambiente libio, entre ellos varios judíos italianos que, debido a las leyes fascistas y antisemitas en Italia, descubrían que vivían mejor en Libia en su propio país. Es, durante este conflicto, que Benito Mussolini decide no sólo mantener la colonia en Libia sino también quitarle territorios en el Mediterráneo y en el África Oriental a Francia. Aunque al principio tiene éxito, sobre todo cuando el ejército nazi se les unió, pronto las fuerzas aliadas doblegaron a los italianos y a los alemanes. Para 1943, las fuerzas italianas y alemanas abandonaron Libia y cuatro después, Italia renunció a todo derecho sobre Libia y entre el Reino Unido y Francia administraron las regiones de Libia: Tripolitania y Cirenaica, los británicos, y Fezzan, los franceses.
Aun así, los colonos italianos lograron permanecer en Libia aun cuando de los casi 120.000 italianos que había en 1940 sólo quedaban 35.000 para 1962 y dos años después, 27.000, porque muchos de ellos regresaron a Italia y varios de los que eran judíos, emigraron a Israel. Durante el tiempo que Libia se independizó como monarquía en 1951 hasta el golpe de estado de Gadafi en 1967, el rey Idris I tuvo una política de tolerancia hacía los colonos italianos.
El golpe de estado y la ascensión de Muamar el Gadafi en 1967 supuso el fin para los colonos italianos. El mismo año en que subió al poder expulsó a los 6.000 judíos que habitaban Libia y finalmente, el 21 julio de 1970 decretó una ley en la que se retenía riqueza y terreno que habían robados al pueblo libio por los italianos, los cuales debían abandonar Libia el 7 de octubre de ese mismo año. Ese día, los 20.000 colonos italianos que aún quedaban fueron expulsados de Libia, en un día que se denominó El Día de la Venganza.
En 2004, año en que Silvio Berlusconi visitó a Gadafi, ambos decidieron reanudar las relaciones entre ambos países, que eran casi nulas desde 1967, y Gadafi cesó las festividades relacionadas con el Día de la Venganza, al cual, según Mazzantini, se le cambió el nombre por el Día de la Amistad. El 30 de agosto de 2008, Berlusconi y Gadafi firmaron un acuerdo bilateral. Mediante este, Italia se comprometió a pagar 5 mil millones de dólares a Libia por su antigua ocupación militar y a cambio Libia tomaría medidas para combatir la inmigración ilegal de sus costas hasta Italia e impulsaría las inversiones en su país de empresas italianas.
A principios de 2009, ambos países ratificaron dicho tratado e incluso se permitió que algunos ex colonos expulsados en 1970 pudiesen viajar a Libia, aunque en ese momento sólo pudieron hacerlo los mayores de 65 años. No fue sino hasta en el 2011 que dicha restricción se terminó, aunque en calidad de turistas y con visados. Sin embargo, el tratado de cooperación se detuvo ese mismo año cuando Gadafi fue derrocado y asesinado.
Mar de mañana trata dos temas muy actuales: la inmigración y la pérdida de identidad. Jamila y Angelina representan las dos caras de ambos problemas. Jamila es víctima de la guerra civil de su país y no tiene más remedio que buscar una vida lejos de aquella violencia. Por eso, se va de Libia junto con su hijo Farid rumbo en una barca con destino a Italia. Sin embargo, el viaje no resulta como ella y su hijo esperaban y no se sabe que le ocurre a Jamila.
La relación entre Jamila y Farid es muy cercana y llega al grado de la complicidad al ser el único que la oye cantar. Por eso, lo único que se lleva de Libia es a su hijo y ambos siguen su viaje, aunque el mismo no resultará lo que ella esperaba.
En cuanto a Angelina, ella también es víctima, pero en su caso fue desterrada del lugar en donde nació a un país que, aunque era el lugar de nacimiento de sus padres, no era el suyo y nunca se identificó con él. Siempre se mostró como una mujer rebelde e inconforme, pero al mismo tiempo indiferente a cualquier cosa que no fuera el mar. Para ella, el Mar Mediterráneo es el lugar que más la acerca a Trípoli.
La relación de Angelina con Vito es muy diferente de la que tiene Jamila con Farid. A veces parece estar desconectada de su hijo y el mismo Vito no comprende sus ritos y su manera de actuar, pero cuando ella le cuenta su historia empieza a entenderla un poco y lograr hacerlo más cuando madre, hijo y abuela llegan a Trípoli después de que cuarenta años antes su madre y sus abuelos fueron expulsados de allí. Gracias a ello, la relación madre e hijo se afianza y mejora mucho.
De esta novela, me gusta mucho como Mazzantini maneja el contexto histórico de las relaciones entre Italia y Libia y la manera como describe las emociones de Jamila y Angelina. Pero a veces, la historia se siente precipitada y un poco rígida, además de dejar en un punto abierto el destino de Jamila, aunque si me gusta el cierre de la trama de Angelina. Disfruté más de esta novela que La palabra más hermosa, porque al menos las protagonistas no caen en el tropo del héroe designado; sin embargo, la novela sólo refuerza las falencias de Mazzantini como narradora.
¿Recomiendo Mar de mañana? Si se busca una novela que trate sobre el delicado tema de la pérdida de identidad y la inmigración, esta es su novela ideal. Para mí, está bien, pero sería mucho mejor que tuviera una narración más fuerte.
NOTAS
1 La fecha de cumpleaños de Angelina se deduce al final cuando su hijo la felicita y le anuncia la muerte de Gadafi, ocurrida el 20 de octubre de 2011.
2 En el islam es posible tener más de una esposa siempre que se tenga los medios económicos para mantenerlas.

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