TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA
Advertencia:
algunas
partes de esta entrada tienen destripes (espóileres) y puntos clave de la trama
estarán censurados. Les recomiendo discreción.
Debido a que se me presentó una calamidad doméstica, este mes solo tendrá tres entradas. Es más, estaba realizando esta entrada cuando eso ocurrió, por lo que casi perdí la motivación para terminarla, pero logré hacerlo. Además, quería cumplir con el reto literario del año, siendo este mes un trabajo de un autor que haya ganado un premio importante. El autor de esta novela que analizaré fue galardonado con un Premio Nobel de Literatura en 2010, así que ya pueden intuir quién es.
La lectura elegida nos dirige principalmente a París, pero también nos lleva a Lima, a Londres y a Madrid. La novela en cuestión trata sobre un intérprete y traductor peruano que ama a una mujer pícara que entra y sale de su vida desde su adolescencia hasta su adultez madura. Esta no es otra que Travesuras de la niña mala del escritor peruano Mario Vargas Llosa, publicada en 2006. La novela se divide en siete capítulos y la historia tiene una duración de unos treinta y seis años, desde 1952 hasta 1988.
El primer capítulo, Las chilenitas, nos presenta a un Ricardo adolescente que participa
en las fiestas de Miraflores. Allí conoce a una supuesta chilena llamada Lily
de la cual se enamora perdidamente, pero no ella no se inmuta ante las muestras
de amor de él, considerándolas huachaferías. Después de un romance con ella que
no acabó bien, se entera que no se llamaba Lily ni era chilena, sino que era tan
peruana como él.
Para el segundo capítulo, Los guerrilleros, Ricardo se ha ido a vivir a París y se ha hecho
amigo de un reclutador de guerrilleros, el cual le presenta a la camarada
Arlette, la cual resulta ser la mujer que conoció como Lily la chilenita. Ella
se va a Cuba y se convierte en amante de Osmany Cienfuegos, hermano de Camilo
Cienfuegos, y luego de un tal comandante Chacón, pero luego su rastro se
perdió. Luego de la partida de Paúl al Perú y su posterior (y posible)
acribillamiento, Ricardo se encuentra con la que ahora llama La Niña Mala,
que se ha casado con un diplomático francés. Ricardo le pide que los dos tengan
una relación pero ella lo rechaza porque solo quiere estar con un hombre rico,
cosa que él nunca será. Sin embargo, ella se fuga con el dinero de su esposo a
Suiza.
En el tercer capítulo, Retratista de caballos en el swinging London, durante sus estancias
en Londres, considerada en ese entonces la ciudad de moda, Ricardo descubre
nuevamente a La Niña Mala, que ahora es la esposa de David Richardson,
un criador y comerciante de caballos en Newmarket. A pesar de su vida opulenta,
La Niña Mala no está mucho mejor que cuando estaba casada con Robert
Arnoux. Varias llamadas que hace Ricardo a La Niña Mala llaman la
atención del señor Richardson, por lo que todo va cuesta abajo para ella. Para
entonces, Ricardo decide convertirse en ciudadano francés para tener mejores
posibilidades laborales ante las dificultades que encara al ser un peruano en
Francia: que desconozca su identidad y lo vean como recelo al venir de un
subcontinente subdesarrollado.
Para el cuarto capítulo, El Trujimán de Château Meguru, Ricardo llevaba seis años sin ver o
saber de La Niña Mala. Cuando su nuevo amigo, el Trujimán, le revela que
La Niña Mala vive en Tokio, aprovecha
un viaje a Seúl solo para verla. Allí descubre que ahora es la amante de un yakuza, el señor Fukuda, y se hace
llamar Kuriko. La Niña Mala le cuenta
que tiene una relación con Fukuda en el que sabe que no lo quiere pero no puede
vivir sin él. Ricardo lo descubre de manera desagradable y decide regresar a
Francia. Entretanto, el Trujimán se ha enamorado locamente de una mujer
japonesa que no está tan enamorada de él y se lo hace saber. Digamos que
pareciera que él se lo toma bien, pero es más como el pato: apacible en la
superficie del agua pero sus patas patalean dentro de ella.
El niño
sin voz, así llamado el quinto
capítulo por el hijo adoptivo de la pareja amiga de Ricardo, nos presenta a La Niña Mala en un momento bajo de su
vida: una mujer en sus cuarentas, demacrada y enferma. Luego de la última vez
que se vieron, no mucho tiempo después Fukuda la desechó, como ella había
predicho. Ricardo dedica todo su tiempo, sus ahorros y sus fuerzas para lograr
su recuperación. Los vecinos de Ricardo, los Gravoski, que están contentos
porque su hijo ha logrado hablar gracias a La
Niña Mala, le proponen a él que se case con La Niña Mala para que
logre la ciudadanía francesa debido a las dificultades de ella para conseguir
trabajo.
Ricardo decide viajar a Lima para ver a su tío
Ataulfo, el único pariente que le queda en el sexto y penúltimo capítulo, Arquimedes, constructor de rompeolas.
Por alguna razón desconocida, La Niña Mala se niega a acompañarlo y se
muestra irritada ante la propuesta. Allí conoce al sobrino de su tío, Alberto,
No solo tiene que ver a un Ataúlfo envejecido y enfermo, que teme por el rumbo
de su país, sino que también ya no reconoce su país de nacimiento. Alberto, que
está involucrado en la construcción, le propone conocer en el Callao a un
conocido constructor de rompeolas llamado Arquímedes. Ricardo se entera de que
el anciano tiene una mujer en Europa y le pregunta por ella. Sin embargo, no
esperaba la reacción de Arquímedes, el cual se muestra enfurecido por la ingratitud
de su hija, que nunca se molesta en llevar a su padre a Europa o pagar una
lápida para su madre. También menciona que a su hija siempre la avergonzó su
origen y que siempre quiso tener una mejor posición socioeconómica que en la
que nació. De esta manera, Ricardo deduce quién es la hija de Arquímedes.
Ya en el último capítulo, Marcella en Lavapiés, vemos a un Ricardo disminuido en su salud y
retirado en Madrid luego de un ACV y del derrumbe de su matrimonio con La
Niña Mala, la cual lo dejo por otro hombre como es lo usual. Sin embargo,
él aún está deseoso de continuar con su vida, por lo que en ese momento de su
vida, se encuentra viviendo con una decoradora de teatro italiana veinte años
más joven que él. A pesar de su estable relación de dos años, Ricardo se siente
una carga para Marcella y teme que algún día ella le dejará. Como si las cosas
quisieran darse, un día después de asistir a un café mientras Marcella está en
un viaje a Fráncfort, se reencuentra una vez más con La Niña Mala, a
quien no había visto desde hacía tres años cuando se fue. En esta ocasión, La
Niña Mala se encontraba mucho más enferma que cuando regresó a París unos
años antes. A estas alturas de su vida y luego de tantas travesuras, ella solo
quiere pasar sus últimos días con Ricardo, el único hombre que la ha amado de
verdad.
Los personajes principales son Ricardo
Somocurcio y La Niña Mala. Entre los personajes secundarios más
relevantes se encuentra el tío Ataúlfo, Paúl, Juan Barreto, Salomón Toledano,
la familia Gravoski y Marcella.
Ricardo Somocurcio es un peruano que siempre ha
soñado con vivir en París. Huérfano de ambos padres a los diez años, desde ese
entonces fue criado por su tía Alberta, hermana de su padre, a la cual siempre
le agradece haberse hecho cargo de él y darle una dirección a su vida a la
muerte de sus padres.
En su adolescencia, él conoció a una mujer con
la que se cruzaría varias veces en su vida, a la que llamaría niña mala,
y de la que se enamoraría perdidamente, al punto de siempre recibirla, sin
importar lo que ella le haga.
El sueño de Ricardo siempre ha sido vivir en
París, algo que atribuye a la literatura francesa que su padre le hacía leer
desde pequeño. Por eso, apenas concluyó sus estudios de Derecho y haber hecho
un curso de francés en la Alliance Française en Lima, además de uno de inglés,
se trasladó a París para convertirse primero en traductor de la UNESCO. Sin
embargo, Ricardo decide poner un reto más grande: ser intérprete, para lo cual
necesita aprender ruso, algo que decide hacer. Esto sería vital para él en su
trabajo de intérprete y posteriormente traductor literario de ruso cuando los
trabajos de intérprete comenzaran a escasear y al final a cesar. Es una persona
equilibrada y capaz de hacer amigos con facilidad, pero como si Ricardo fuese
un punto negro de mala suerte o por cosas extrañas de la vida, varios de ellos
tienen finales trágicos.
En general, Ricardo es alguien que nunca se ha
sentido conectado del todo con su identidad peruana pero al menos sabe que
nunca será considerado francés por más que tenga la ciudadanía. En resumen,
Ricardo es un extranjero tanto en Perú como en Francia.
Otilia, más conocida como La Niña Mala, también conocida como Lily
la chilenita, Arlette, ex Madame Robert Arnoux, ex Mrs. David Richardson,
Kuriko, Lucy Solórzano Cajahuaringa, Otilita y Madame
Ricardo Somocurcio. A pesar de mantener una relación intermitente con Ricardo,
al cual llama niño bueno, está segura de que no querer una relación estable con
él porque a ella le interesan los hombres ricos que le puedan proporcionar la
vida con la que ha soñado desde niña.
La Niña Mala nació en el Callao,
siendo la hija de un constructor de rompeolas y
una cocinera. Desde niña, siempre ha deseado tener riquezas y se
avergüenza de que su familia sea pobre, por lo que aprovecha la oportunidad de
hacerse amiga de una jovencita del rico sector limeño de Miraflores para poder
escalar socialmente. Logra fingir ser chilena y de alguna manera es reclutada
por células del MIR, que la envía a Europa para ser adiestrada y posteriormente
ser enviada a Cuba. Allí se convierte en amante de importantes dirigentes y
militares cubanos, pero su rastro se pierde.
Más tarde La Niña Mala aparece casada
con un consejero de la UNESCO llamado Robert Arnoux, un hombre mayor que ella,
para poder salir de Cuba. A su lado, parece darse la gran vida; sin embargo,
Ricardo se da cuenta de su ropa de marca no es más que puro alquiler.
Posteriormente, La Niña Mala abandona a Arnoux de trasladar una cuenta
secreta de él a Suiza y fugarse con el dinero que él ahorró toda su vida.
Después de eso, ella se casa con un comerciante
de caballos británico de apellido Richardson, el cual descubre su infidelidad
con Ricardo y que su primer matrimonio sigue vigente (significando que este
segundo matrimonio no es válido), por lo que su matrimonio es anulado y ella se
queda sin dinero.
Luego de esa travesura fallida, La Niña Mala
se convierte en amante de un yakuza
de apellido Fukuda y se dedica al contrabando de afrodisiacos de colmillos de
elefante y cuernos de rinoceronte, pero también a la prostitución, una que al
leerla me recordó al tipo de prostitución que acabó ejerciendo Marion de Requiem
para un sueño (algún día analizaré esa novela), para deleite de Fukuda, un voyeur
confeso. Después de que Fukuda la expulsa y le dice que nunca más regrese a
Tokio, regresa a París enferma y debilitada ante Ricardo, que invierte todo
para lograr su recuperación.
Cuando La Niña Mala se reestablece y a
instancias de los Gravoski, Ricardo le propone matrimonio para que ella pueda
tener la nacionalidad francesa por vía marital. A pesar de que no quiere ser
esposa ni de interesarle vivir lo que ella llama una vida de mediocridad,
acepta, aunque la boda no resulta sencilla debido a su falta de documentación
legitima, por lo que deben hacer documentos falsos en Perú para que la boda se
pueda dar y ella pueda conseguir un empleo en una empresa de organización de
eventos. El matrimonio dura solo dos años, puesto que ella lo deja por el
esposo de su jefa, en su típico patrón de estar con hombres viejos y ricos.
Sin embargo, esta nueva travesura duraría poco.
En medio de las acusaciones de su jefa de haber secuestrado a su esposo, a ella
le diagnostican cáncer de mama. A pesar de que el señor era atento con La
Niña Mala y disimuló muy bien que ya no la quería debido a la doble
mastectomía, ella lo convence de que regrese con su familia para terminar
cualquier conflicto con la esposa y los hijos de él, no sin antes de que él le deje
una casa y unas acciones de una empresa de electricidad. Mientras La Niña
Mala busca localizar a Ricardo luego de que este se fuera de Francia y de
pelearse con los Gravoski, le diagnostican otro cáncer, esta vez en la vagina,
a cuyos dolores no prestó atención debido a los dolores recurrentes en ella a
consecuencia de su tiempo en Japón. Este segundo cáncer estaba tan avanzado que
no hay mucho que se pueda hacer, pese a la histerectomía que le practicaron.
Por eso tiene la necesidad de encontrar a Ricardo, al que nunca ha dejado de
llamar niño bueno, antes de que llegue su inevitable muerte y contrata a un
detective para que lo encuentre.
Al llegar al barrio madrileño de Lavapiés para
buscar a Ricardo, La Niña Mala hace lo que ella tal vez nunca hubiera
hecho: montarle una escena de celos. Ricardo le repasa todo lo ha pasado entre
ellos y cómo ha tratado de darle sentido a su vida al lado de Marcella. La
Niña Mala le insiste en que necesitan hablar, le pide que la escuche una
vez más y que analice si de verdad ya dejó de amarla o sigue amándola. Cuando
Ricardo comprueba que, en efecto, a ella no le queda mucho por vivir, se queda
junto a ella durante sus últimos días.
Ataúlfo Lamiel es el tío materno de Ricardo y
el reemplazo la tía Alberta como corresponsal en Perú al fallecimiento de esta.
Es un hombre sin hijos que vive junto a su esposa discapacitada Lourdes y vive
de profesión como abogado.
Ataúlfo tiene fuertes convicciones políticas,
siendo un gran defensor de Fernando Belaunde Terry y ve a la guerrilla del MIR
como un peligro porque teme que estas sean usadas como pretexto para derrocar
un gobierno democrático para imponer un dictadura militar de varios años, como
en efecto termina ocurriendo. Aunque en un inicio tiene esperanzas cuando la
democracia es restaurada, también teme que la naciente guerrilla Sendero
Luminoso, nacida de las injusticias distribuciones de la tierra, saboteé a la
incipiente restauración democrática. Sus esperanzas en Belaunde, a quien
defendió durante su primer gobierno y lamentó que los militares lo derrocaran,
se sintió defraudado al ver que mantuvo las mismas cuestiones agrarias que la
dictadura, algo que él intuye empeora con su sucesor. Es gracias a su ayuda
para lograr documentación falsa para que La Niña Mala se case con
Ricardo. Ataúlfo muere unos meses después del último viaje de Ricardo, sin
saber que tiempo después de su deceso su sobrino y La Niña Mala se
separarían.
Paúl es el primer amigo de Ricardo peruano en
el exilio. Se caracteriza por su sobrepeso, el cual lo deja jadeando al llegar
al final de una esquina. Estudió Medicina en la Universidad Mayor de San
Marcos, en donde hizo parte de la huelga de 1952 contra la dictadura de Manuel
Odría, lo que lo llevó a exiliarse en París. Allí se convirtió en reclutador de
exiliados peruanos para que se unan al MIR, organización de la que hace parte.
A pesar de tener una esposa y un hijo, decide irse a la selva peruana para
luchar contra el gobierno de Fernando Belaunde. Por supuesto, allí encontraría
su final.
Juan Barreto es el segundo amigo de Ricardo y
uno de adolescencia, puesto que se conocieron en el Colegio Champagnat en Lima. Desde su juventud mostró talento para la pintura por lo
que estudió en la Escuela de Bellas Artes de Lima y luego llegó a Londres a
estudiar en la St. Martin School of Arts. Sin embargo, al negarse a volver al
Perú sus padres le cortaron la asignación, por lo que decidió llevar una vida
de habitante de calle hasta que conoció a la señora Stubard, que lo sacó de esa
vida y lo introdujo en el mundo de los caballos de Newmarket. Su éxito en ello
lo ha llevado a comprarse una cabaña y gracias a él, Ricardo se reencuentra con
La Niña Mala. Sin embargo, Ricardo comienza a enfermarse de manera
inexplicable y debe ser hospitalizado. Allí los médicos le diagnostican una
enfermedad que una década después sería conocida como SIDA1, por lo
que muere pronto, pero antes de eso se reconcilia con sus padres.
Salomón Toledano, apodado El Trujimán,
es el tercer amigo de Ricardo en el exilio e interprete como él. Judío sefardí
nacido en Esmirna, es un intérprete que habla doce idiomas. Tuvo una novia
polaca, con la que estuvo a punto de casarse pero que lo abandonó en medios de
los preparativos de la boda, algo que hizo que El Trujimán decidiera no volver
a enamorarse de ninguna mujer. O al menos parecía así hasta que conoce en Tokio
a Mitsuko, una ejecutiva de Mitsubushi de la que se enamora con locura. Gracias
a él, Ricardo otra vez se reconecta con La Niña Mala mientras que
Salomón busca afianzar su relación con Mitsuko, sin ver que ella solo lo ve
como una relación de paso, puesto que no quiere dejar su trabajo en Mitsubushi y
no desea una relación seria luego de pasado por un matrimonio fallido. Por eso,
ella se decide a decir la verdad luego de tener una conversación con Ricardo.
Aparentemente Salomón se lo toma bien pero como mencioné antes en la analogía
del pato no es más que una máscara que esconde su tormento interno, el cual
culmina en una muerte por mano propia.
El matrimonio Gravoski, Simon y Elena, son una
pareja internacional, siendo él un investigador del Instituto Pasteur de
nacionalidad belga, aunque de ascendencia polaca, y ella una médica pediatra
venezolana. Tienen un hijo adoptivo, Yilal, un niño vietnamita que no habla a
causa de los traumas que sufrió durante la guerra que asoló a su país. Cuando La
Niña Mala aparece, los Gravoski le prestan todo su apoyo a ella y a
Ricardo, además de favorecer su relación. Esto se afianza más cuando La Niña
Mala desarrolla un vínculo con Yilal y de a poco el niño va saliendo de su
mutismo. Los Gravoski se convierten en los amigos más cercanos de Ricardo y por
lo menos mantuvieron una existencia más feliz, más cuando se mudan por un
tiempo a Princeton e instalan a Yilal en un internado en Nueva Jersey. Para el
final de la novela, se sabe que regresaron a París y que Elena tuvo una
acalorada conversación con La Niña Mala, debido al ACV que sufrió
Ricardo, por lo que se dio la ruptura entre ella y los Gravoski.
Arquímedes es un viejo chalaco2 que
ha trabajado como constructor de rompeolas desde un incidente en el que él
entendió la necesidad de escuchar al mar y construir en el lugar que este
considere conveniente. Tuvo varios hijos con tres mujeres diferentes, entre
ellas Otilia, alias La Niña Mala, la
hija mayor con su primera mujer, ya para entonces fallecida. Para Arquímedes,
Otilia es una descastada porque se desentendió de su familia tras radicarse en
Europa y no enviarle siquiera un pasaje para él, con el fin de vivir en Europa
y trabajar allí y ni siquiera envió dinero para comprar una lápida para su
madre. De lo que más se arrepiente es de haberla presentado a la familia donde
su madre trabajaba de cocinera pues una Otilia,
que ya tenía delirios de grandeza, que quería tener una mejor posición que sus
padres y que se avergonzaba de estos, se vuelve aún más decidida a ser una
mujer rica.
Cuando Ricardo y Arquímedes se separan sus
caminos, sabiendo que ninguno de los dos se volverá a ver, el segundo le pide
al primero que le diga a Otilia (si la encuentra) que se acuerda de su familia,
porque la vida se lo podía cobrar. Esto terminaría siendo premonitorio.
Marcella es una italiana con la que Ricardo
inicia una relación cuando La Niña Mala lo abandona después del último
viaje de él a Perú. Arquitecta de profesión, prefirió dedicarse a la decoración
de teatro contra la voluntad de sus padres, que tardaron mucho en aceptarlo.
Conoce a Ricardo durante una consulta médica a la que ella acompaña a una
amiga, con este aún viviendo con las consecuencias de su ACV. Ambos inician una
relación a pesar de los años de diferencia y se mudan a Madrid, en concreto a
Lavapiés, donde ella se gana la vida en su trabajo como decoradora de teatro. A
pesar de la estabilidad, no parece que la relación va a algún lado, a Ricardo
no le gusta tanto Madrid y se da a entender que ella lo está engañando con un
bailarín suyo. Cuando Ricardo y La Niña Mala se reencuentran, Marcella
se encuentra en Fráncfort en un viaje con su amigo, por la que la infidelidad
queda a la lectura del lector.
La historia nos describe un ejemplo de una
relación amorosa disfuncional, siendo el reflejo de un recurso narrativo
conocido como all take and no give, es decir, solo dar y nunca recibir, algo que ya había analizado en
El gran Gatsby.
Ricardo vendría siendo una persona dadora, al
brindar todo: su dinero, su tiempo, su amor, etc., a alguien que solo juega con
él, lo utiliza y lo abandona cada vez que puede, tal como lo hace La Niña
Mala. Por más que Ricardo le demuestre su amor, a La Niña Mala eso
le da igual porque, en su mente, él es un mediocre, una persona leal pero no
alguien con quien pueda pasar el resto de su vida porque ella solo quiere a su
lado a un hombre que le proporcione la vida de riqueza con la que ha soñado
desde niña. Solo quiere que él le demuestre su amor y sus huachaferías. Y por
más que Ricardo le diga decir que ya no la quiere, él siempre acaba
perdonándola y recibiéndola en su vida, demostrando su comportamiento sumiso.
La receptora, La Niña Mala, sabe lo que
mucho que Ricardo está aferrado a ella, algo que aprovecha para tener sexo con
él, ya sea por placer o para que alguien más lo vea, o solo para lograr un
beneficio; todo ello porque sabe que Ricardo tarde o temprano la recibirá sin
importar lo que haga. Solo es capaz de valorar lo que dejó atrás una vez que
tiene que encarar a la muerte y decide buscar a Ricardo para hacer las paces,
ser la esposa que no fue e irse de esta vida en total paz.
Algunos románticos dirán que Ricardo es
recompensado por treinta y seis años de amor constante a La Niña Mala
con ella regresando a su lado para pasar sus últimos. Considero que esa es la
actitud de alguien que regresa con él porque le conviene estar con la única
persona que le ha sido leal e incondicional durante ese tiempo. Además, se
invierten los roles porque ahora La Niña Mala sería la dadora y Ricardo
el receptor.
Sin embargo, siendo justos con La Niña Mala,
ella le traspasa la propiedad adquirida de su último amante a pesar de las
protestas de Ricardo. Ella sabe que la salud de su enamorado tampoco es la
mejor y que una propiedad en el Mediterráneo podría darle un ingreso que él ya
no puede obtener por su edad y su estado de salud, además de que él podría
vivir allí cuando ya no pueda hacerlo en París. Para La Niña Mala,
legarle esa casa a Ricardo es una compensación por todo el daño que le hizo a
lo largo de treinta y seis años.
Otro ejemplo en la novela de relaciones amorosas
disfuncionales son las que tiene Salomón Toledano, El Trujimán. Su
primera decepción, su juramento de no volver a enamorarse y su relación con
Mitsuko reflejan una personalidad pasional, que se va mucho a los extremos. El
Trujimán se enamora pero él manifiesta su amor de manera intensa, ciega y
extremista, llegando a asfixiar a sus parejas, algo que su segundo amor,
Mitsuko, le dice a Ricardo. Igual de intensa y extremista es su manera de
asumir las rupturas: la primera vez, decide que no volverá a enamorarse; y en
cuanto a la segunda vez… Bueno, también es una muestra de su extremismo. No
diré más.
Al ser una novela que abarca cerca de treinta y
seis años, es inevitable que haya referencias a sucesos históricos tanto
peruanos como mundiales. Entre ellos se destacan la Revolución Cubana y cómo
ello influyó para que otros grupos comunistas intentaran una hazaña similar,
siendo uno de ellos el MIR. Tras el MIR, ocurren el golpe de estado de 1968 y la posterior instalación del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, también conocido como docenio militar; el
Mayo francés de 1968; los swinging sixties; la Guerra de Vietnam; la restauración de la democracia en Perú, la aparición de Sendero Luminoso y la llamada
Década Perdida, entre otros.
Comparada con la novela anterior que leí de
Vargas Llosa, La ciudad y los perros, Travesuras de la niña me
parece mejor estructurada y por ende más fácil de leer, aunque su forma de narración
es mucho más convencional. Esto no quiere decir que sea mala, todo lo
contrario. Su historia de, digamos amor, es tan atrapante como la de un grupo
de adolescentes de un colegio militar. En ese sentido, siento que Vargas Llosa
cumple en ese sentido de hacer historias que mantenga al lector leyendo hasta
el final.
Por supuesto, criticar un par de novelas de un
mismo autor sobre la base de la estructura sería una necedad. Después de todo, La
ciudad y los perros era su ópera prima y eso se nota a pesar de que la misma
posee una narración innovadora para la época, lo cual le granjeó una inmediata aclamación
crítica. Por el contrario, la estructura de Travesuras de la niña mala nos
presenta a un Vargas Llosa más consolidado como novelista y, por lo tanto, un
texto con una estructura más pareja y una narración mucho más típica en la literatura.
Siendo una novela que nos muestra una relación
intermitente de muchos años, Travesuras de la niña mala es el perfecto
ejemplo de una relación tóxica. Una persona que se aprovecha de su amante y
este sigue recibiéndola sin importar lo que haga. Si bien esta no es una
relación sana, por lo menos el final tiene un tono de aceptación ante el final
pero satisfactorio. ¿Lo recomiendo? Como ejemplo de relación amorosa
disfuncional, sin duda.
Adenda: Les agradezco mucho por acompañarme y
por tenerme paciencia en estos once años. Siendo mañana 21 de septiembre de 2025
el aniversario, me alegra haber llegado hasta aquí cuando publiqué por primera
vez un análisis sobre Mansfield Park, el cual me ha causado problemas
con Google por causa de una persona que no le gustó verse reflejada en un
personaje que apareció por primera vez en 1814. Me siento orgullosa de esa
primera entrada como la primera vez y me gustaría que mi blog siga por varios
años más. Gracias a todos y hasta luego.
NOTAS
1 Si bien el SIDA fue reconocido como epidemia el
5 de junio de 1981, se sabe que ocurrieron casos anteriores a esa fecha, remontándose
a la década de 1950. La enfermedad y muerte de Juan Barreto (alrededor de 1974)
por el «síndrome» serían un caso temprano de VIH/SIDA.
2 Gentilicio para los nacidos en Callao.
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