NUNCA OLVIDES QUE TE QUIERO
Para terminar el Mes de los Niños y del Idioma, lo haré con una novela francesa que acompañará a El príncipe que todo lo aprendió en los libros. La novela en cuestión trata sobre una niña que fue secuestrada y permanece 5 años en cautiverio. Durante ese periodo vemos su punto de vista, el de su madre y un joven que es objeto de su limerencia. Por el título, ya saben de qué novela hablo: es Nunca olvides que te quiero de la escritora Delphine Bertholon, publicada en 2008.
Nunca olvides que te quiero es el nombre en español con el que se
publicó Twist. El título en español hace referencia a la frase final con la que
Léonore, la madre de Madison, termina sus cartas mientras que el título
original se refiere al libro de fotografía del abuelo materno de Madison en el
que publica fotos en blanco y negro de su nieta. Como no sé francés, alguien
que haya leí el libro en su idioma original me puede dejar en los comentarios
si el título se refiere solo al libro de fotografía o a algo más.
La novela se divide en tres libros sin capítulos, en los que se
intercalan una bitácora en la que Madison escribe durante sus 1.780 días de
cautiverio, además de algunos poemas; las cartas que Léonore le escribe a su
hija durante esos cinco años y los escritos que Stanislas hace sobre su
relación con Louison, una joven de su edad con la que vive un tórrido romance y
cómo buscando el amor y casi al dejar de creer lo encuentra en la persona que
menos esperaba. La historia se desarrolla en el suroeste de Francia, cerca de
la frontera con España, desde un 14 de junio hasta un 29 de marzo de cinco años
después.
Madison «Madi» Etchart es la protagonista de la novela, nacida un
14 de abril. Es una niña despierta, sociable y con una alegría desbordante. Le
encanta los sombreros y detesta el verde, los colores y los estampados
extravagantes. Durante mucho tiempo fue el centro de la familia siendo por un
tiempo la única hija de sus padres, Raphaël y Léonore Etchart, y muy cercana a su abuelo materno, puesto que
nunca conoció a sus abuelos paternos y su abuela materna había muerto cuatro
años antes de que comience la historia. Tampoco tiene primos: el hermano menor de
su padre, Samuel, es gay y no desea tener hijos, y la hermana menor de su
madre, Amélie, se mantiene soltera a causa de una desilusión amorosa. Por eso,
como se ha dicho, Madison es el centro de la atención de sus padres, su abuelo
y sus tíos.
Madison es una niña de la que se podría decir que tiene una vida de
ensueño, la cual se termina cuando es secuestrada por un hombre en un Volvo
negro. Termina siendo rehén de un hombre que no le agrede pero que tampoco
quiere dejarla ir, por lo que ella debe permanece bajo su cautiverio durante casi
seis años, tiempo durante el cual le llega la pubertad y solo puede pasar el
tiempo escribiendo y leyendo. Sus cuadernos en los que plasma sus pensamientos
y sus angustias son su única vía de escape durante su secuestro.
Durante varios años, Madison opta por seguirle el juego a su
secuestrador hasta que en algún momento tienen alguna discusión y él le quita o
le quema algunas de sus diversiones. Un círculo vicioso del que planea salir
algún día hasta que cuando descubre un cambio en la vida de su familia, el cual
le da las fuerzas para finalmente planificar su escape.
Léonore Etchart, de soltera Capdeville, es la sufrida madre de
Madison. Ama tanto a su hija que temía darle un hermanito o una hermanita por
temor a que no pudiera amar por igual a más de un hijo. Tras la desaparición de
Madison y el suicidio de su padre, ella se sume por un tiempo en la más absoluta
depresión, algo que solo puede manifestar a través de cartas que le escribe a
su hija porque, a pesar de todo, cree que algún día volverá. A pesar de todo,
Raphaël y ella tiene la oportunidad de tener y de darle a Madison lo que
siempre había querido y que saben que estará allí cuando vuelva. Es atea.
Stanislas «Stan» Uhalde es el profesor de tenis de Madison y un
hombre muy cercano a la familia Etchart. Aunque él mismo se describe como «un
poco erotómano», en realidad es un hombre que desea tener un empleo estable,
formar una familia y vivir el resto de su vida en la Zona Vasca. De hecho, él
menciona que, de no ser por su mejor amigo por el cual se fue a estudiar
docencia en París, se habría quedado para siempre en su pueblo.
Como los otros personajes, Stanislas también describe su propia
vida, en este caso, las numerosas mujeres con las que se ha relacionado y ha
tenido relaciones. Él seguiría este patrón hasta que llega a su vida Louison,
que le cambiaría para siempre. Durante los siguientes cinco años, él estudia en
París para ser maestro e intenta crear una relación duradera con Louison cuando
se da cuenta de que no puede verla como una simple conquista pero esto fracasa porque
ella nunca llega a amarlo. Aunque trata de seguir con otras mujeres, nunca
logra nada serio hasta que una carta de Louison le permite seguir con su vida y
deja de martirizarse por ello. La reaparición de Madison le hace entender que
siempre quiso estar allí en su pueblo y que podría enamorarse otra vez.
Rémy Lunel es el secuestrador de Madison, al que ella se refiere
como R. y como «dragón». Nacido un 26 de octubre, es veinte años mayor que
ella. Es descrito con la apariencia de un nerd de acuerdo con Madison. Es un
mentiroso patológico, pues no solo miente sobre su nombre, sino sobre su madre,
la cual había muerto un año antes del secuestro. Le gustan los colores fuertes
y la moda de la década de 1980 (E. T., Punky Brewster, etc.) por ser esta la
época de su infancia, cosas que a Madison le desagradan y manifiesta su
malestar cada vez que él le da ropa de ese estilo.
Conduce un Volvo negro y secuestra a Madison en un engaño bien
elaborado, pues venía siguiéndola desde hacía mucho tiempo para secuestrarla y
tenerla en su casa, esperando que ella llegara a quererlo, algo en lo que él
insiste cuando le pide que lo tutee, algo que Madison solo haría una vez y no
porque quisiera, sino porque tenía algo más en mente.
A medida que Madison convive con él, se entera de su pasado
lentamente: se crío con su madre luego de su padre los abandonara y al parecer
esta mujer tenía una relación autoritaria con su hijo. Al mismo tiempo, la
muerte de su madre lo dejo sin vínculo con algo y con un gran vacío emocional,
que quiso llenar con Madison.
Francis «Papy» Capdeville es el abuelo materno de Madison y la
persona con la que tiene una relación más cercana. Es fotógrafo de profesión
pero sus trabajos se encuentran en blanco y negro pues él padece de
acromaptosia, un tipo de daltonismo en el que no se percibe ningún color. De
acuerdo con Madison:
«Con esta enfermedad, el rojo
parece gris, el azul parece gris (pero es otro tipo de gris), el amarillo
parece gris (un gris más bien claro), la hierba parece gris, las flores parecen
grises (eso debe de ser guay, como el parque de un cuento de hadas de los que
dan yuyu), la tarta de fresas parece gris, el cielo parece gris (incluso cuando
hace sol) y así: todo lo que hay en el universo es gris. Es algo hereditario,
afecta a una persona de cada cuarenta mil».
Bertholon, p. 95
Cuando estaba casada con su esposa, Mounie, Francis era
corresponsal de guerra, algo que la ponía nerviosa por lo peligroso de este
oficio, pero cuando ella muere él deja de viajar fuera de Francia.
Luego de la muerte de Mounie, Francis decide tomar varias fotos de
Madison a lo largo de tres años. Ese trabajo de fotografía se convertiría en Twist, considerado por muchos su trabajo
más íntimo y preciado.
A pesar de su monocromía visual, Francis ha vivido una existencia
feliz junto a sus hijas y su nieta tras quedar viudo hasta que Madison es
secuestrada. Aunque al principio intenta luchar con ello, la tristeza y la
desesperación por no saber de ella lo llevan a quitarse la vida un año y ocho
meses después, un 1 de noviembre.
Raphaël Etchart es el padre de Madison. A pesar de extrañar a su
hija, es una persona que considera que la vida tiene que continuar, por lo que
intenta seguir unido a Léonore, algo que resulta en lo que Madison siempre ha
querido. Sin embargo, luego de ello Raphaël empieza a sentirse afectado por la
desaparición de Madison más que Léonore, algo que le llena de temor debido a lo
ocurrido con su padre.
Louison es una aspirante a fotógrafa de la que Stanislas se enamora
con locura cuando se conocen mientras ambos estudian en París. Sin embargo,
Louison quiere una vida más emocionante que la que siente que podría tener al
lado de Stanislas, por lo que su relación amorosa termina siendo muy amarga,
pues Louison no quiere nada serio con él y lo engaña constantemente mientras él
quiere que sean novios aunque le duelan mucho sus infidelidades. A pesar de
esto, Louison deja una huella para bien en Stanislas.
Amélie Capdeville es la hermana menor de Léonore. Vive en un
apartamento lleno de los muebles de su ex novio Vadim, un oceanógrafo que le
rompió y al que no ha podido olvidar, a pesar de que ha salido con hombres a lo
largo de los años tras su ruptura, en parte porque su pena por Vadim no la deja
seguir adelante. Finalmente y cuando parecía que ella nunca olvidaría a su ex
novio, se enamora de Mathis, un trabajador del Museo del Mar que siempre ha
estado enamorado de ella.
Me gusta el concepto de que una novela tenga más de un narrador, es decir narración paralela, porque aportar varios puntos de vista y con ello podemos entender el aspecto
psicológico de estos, en este caso de Madison, Léonore y Stanislas. Madison se
refugia en la poesía y en la escritura para luchar dentro de su cautiverio.
Léonore busca en las cartas desahogarse por la desaparición de su hija y
Stanislas refleja cómo una amarga relación amorosa le cambia la vida.
Además, los personajes de la novela son seres con las que se puede
empatizar y el lector puede comprender los sentimientos y los pensamientos que
se encuentran en sus mentes, incluso entre los personajes que se podrían
considerar como los villanos, como es el caso de Rémy.
El punto de vista de Madison le da a la novela una sensación de
claustrofobia que la autora supo plasmar de manera efectiva, pues te insta a
pensar qué hará Madison para fugarse de la casa y volver a la suya. En cuanto a
Léonore, es fácil sentir su dolor por no saber dónde está su hija y su
ambivalencia ante los cambios en su vida.
La novela también muestra cómo la sociedad es bastante cruel con
las familias que sufren el flagelo de la desaparición de un hijo, pues la misma
puede pasar de mostrar compasiva a señalarlas por querer seguir con su vida,
cuando en realidad no comprenden que, aunque las familias que sufren la
desaparición de un hijo siempre intentan seguir adelante porque saben que deben
hacerlo, también están conscientes de que el dolor de no saber el paradero de
su criatura es algo que no los deja vivir por completo en paz.
El único pero que veo que tiene la novela es el punto de vista de
Stanislas. Si bien está bien mostrar una perspectiva distinta del resto de la
familia de Madison, se siente que no aporta nada más allá de mencionar su
relación con su mejor amigo y la relación con Louison. Supongo la autora
intentó plasmar cómo una relación amorosa te cambia la vida, algo que se
contrasta con Amélie: Amélie no puede iniciar un nuevo romance porque no puede
olvidar a su ex novio y Stanislas vive la típica vida de un hombre que quiere
romances pasajeros hasta que se da cuenta de que quiere una vida marital estable
y tranquila mediante, en cierta forma, el karma. Aun así se podría cambiar a
Stanislas por cualquier compañero de clase de Madison y no sería mucha la
diferencia.
A pesar de este fallo, Nunca olvides que te quiero es una novela
que representa muy bien el secuestro y la desaparición de niños y cómo sus familias tienen que vivir una vida en donde la incertidumbre los puede llegar a
consumir. El final demuestra también el alivio y el descanso que representa
finalmente el saber dónde están y que ahora pueden vivir en paz.
Con esto termino el Mes de los Niños y del Idioma. Sé que no fue un
mes muy productivo por las cuestiones de la universidad, pero me gusta intentar
cumplir con mi deber de analizar alguna novela, obra o cuento para plasmar mis
propios pensamientos. Sin importar si mi trabajo llevaría a miles de personas o
a una sola, sé que hice mi trabajo. Muchas gracias y hasta luego.
BIBLIOGRAFÍA
Bertholon, D. Nunca olvides que te quiero.
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