EL PRÍNCIPE QUE TODO LO APRENDIÓ EN LOS LIBROS
Para terminar el Mes del Idioma y de los niños, haré una entrada doble. Junto con Nunca olvides que te quiero, analizaré la obra de teatro El príncipe que todo lo aprendió en los libros del dramaturgo español Jacinto Benavente.
El príncipe que todo lo aprendió en los libros se compone de dieciséis
escenas, comprendidas entre dos actos y cinco cuadros. Es una obra que nos
muestra una historia de tipo coming-of-age,
es decir, un viaje de crecimiento de un personaje de entre sus últimos años de
su niñez hasta el final de la adolescencia o el inicio de la juventud. En la
obra no solo es un viaje de descubrimiento, un viaje metafórico, sino también
un viaje literal puesto que el príncipe titular hace un viaje para aprender lo
que él piensa que los libros no le pueden enseñar.
El príncipe es un jovencito al que sus padres deciden mandar a
viajar por el mundo para que aprendiese a valerse por sí mismo y no se deje
guiar tanto por los libros, que tanto le gustan. Para ello, le asignan como
compañeros Tonino, su criado personal y su preceptor, los cuales se encargan de
protegerlo y cuidarlo.
Su amor por los libros hace que él se considere a sí mismo como un
príncipe azul. Aunque el príncipe pareciera alguien crédulo, pronto empieza a
darse cuenta de que a veces lo que lee en los libros no siempre le es útil,
pero al mismo tiempo le da pautas para conseguir sus objetivos.
Tonino es el criado personal del príncipe. Se encarga de mantener
su alimentación y de velar por su cuidado. Tiene lo que se conoce como la
sabiduría del pueblo, puesto que sabe muchas cosas que no necesariamente
aparecen en los libros, algo que es ignorado por el preceptor y que los lleva a
meterse en problemas. Para él, lo más importante es que «no hay más verdad que
echarse a lo que salga» (Benavente, p. 54).
El preceptor es el encargado de educar al príncipe. Es un hombre en
apariencia instruido pero tiende a ignorar a Tonino porque no lo considera
alguien a la par de su educación y al príncipe por su fijación con los cuentos,
algo que lo lleva a tomar malas decisiones y meterse en problemas. Esto se debe
en parte a que siempre se ciñe a la ciencia y cree que los cuentos de hadas son
tontos.
El príncipe que todo lo aprendió en los libros en una historia que
repasa y parodia los recursos narrativos de los cuentos de hadas como la mujer
bella, la señora mayor, las tres hijas de un rey y todo eso. En lugar de seguir
estos recursos de forma directa los satirizan o los subvierte, como ya dije,
pues se muestra que los personajes cliché de los cuentos de hadas no se aplican
igual en la obra o en la vida real. Por ejemplo, el príncipe se va con la
anciana creyendo que es un hada madrina. Esto haría pensar al lector que es una
bruja o una mujer malvada, pero el príncipe termina teniendo razón sobre ello,
pero no porque sea un hada madrina, sino porque la anciana es una buena mujer y
tiene un rol importante en la seguridad del príncipe, por lo que se convierte
en parte de su comitiva de viaje.
Al contrario que el príncipe, Tonino y el preceptor se van con una
mujer de gran belleza, casada con un rico y malhumorado usurero, al que
describe como un ogro y de hecho ese es su nombre en la obra. El hombre trata a
Tonino y el preceptor de manera grosera y no le da vergüenza darse grandes
viandas delante de ellos. Más tarde vemos que la mujer del usurero no es tan
buena como parece.
En el primer cuadro del segundo acto también ocurre una subversión
de un cliché clásico de los cuentos de hadas pues el príncipe llega a la casa del
usurero junto con la anciana y cree que el usurero es un ogro, por lo que
intenta atacarlo, en una escena en la que todo termina de manera absurda y un
tanto cómica.
Para el segundo cuadro del segundo acto, también ocurre una
subversión del cliché de la hija menor de un rey, pues el príncipe creía que la
hija menor era la más virtuosa. Pero la anciana que lo acompañaba y que conocía
el carácter de la hija menor del rey Chuchurumbé, le aconseja que haga una
serie de pruebas que muestren el carácter de las tres princesas. Ahí el
príncipe se da cuenta de que su elegida no es la que él creía, pero igual
encuentra a su princesa bella y virtuosa en otras de las hijas de Chuchurumbé.
La obra es sin duda un ejercicio sencillo y en el que Benavente juega con los recursos narrativos típicos de los cuentos de hadas al cambiarlos, pero al mismo tiempo mantenerlos en cierta forma, lo que permite que el príncipe mantenga su inocencia hasta el final. El final también es el típico de una obra de teatro en el que el hijo se reencuentra con sus padres, un clásico final feliz. Sin duda, es una obra fácil de representar, pero a veces siento que su estilo no es algo que llamaría la atención a un niño.
BIBLIOGRAFÍA
Benavente, J. El príncipe que
todo lo aprendió en los libros.
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