EL ARO

Advertencia: para que los no han leído la novela o visto las películas, habrá algunos destripes.

Después de grandes problemas que me obligaron a retrasar la que iba a ser la primera entrada, empezaré el mes con una novela de terror que sin duda influyó mucho a finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, pues se han hecho tantas adaptaciones de esta novela. Por el título, ya se imaginarán de qué novela hablo y así es. Es El aro del escritor japonés Kōji Suzuki.

El aro es una novela de veinticinco capítulos divididos en cuatro partes llamadas Otoño, Tierras Altas, Ráfagas y Ondas, respectivamente. La primera parte tiene seis capítulos; la segunda dos; la tercera, la más larga, doce; y la cuarta, cinco. No es necesario explicar el argumento, pues es casi de conocimiento común, por lo que me centraré en los personajes.

Kazuyuki Asakawa es periodista y el protagonista de la novela. Está casado desde hace tres años con Shizu y tienen una hija de un año llamada Yōko. Cuando se entera que una prima política falleció en circunstancias extrañas, además de otros tres jóvenes, decide investigar lo ocurrido y ello lo lleva a un hotel donde estuvieron los cuatro muchachos muertos. Allí encuentra la famosa cinta de vídeo.

Ryūji Takayama es un amigo de Asakawa que decide ayudarlo a buscar la forma de librarse de la maldición de la cinta de video. Es profesor universitario que le gusta tener hacer relatar anécdotas, algunas bastantes pesadas, en particular, una de ellas. Hacia el final se descubre que la anécdota de mal gusto que relata podría no ser cierta.

Shizu Asakawa es la esposa de Asakawa. Antes de casarse con él, trabajaba como agente de viajes es una empresa relacionada con el periódico en el que Asakawa trabaja. Como es usual en la sociedad japonesa, una vez se casó y tuvo a Yōko, Shizu se dedicó al trabajo de hogar. Por la descripción de su casa, ella, su esposo y su hija viven en un apartamento pequeño y apretujado, por lo que ella desea que su esposo compre un apartamento o una casa más grande, no solo para tener un mejor lugar donde vivir, sino también para tener un segundo hijo.

Sadako Yamamura es la antagonista que causa todas las muertes que ocurren en la novela. Nacida en 1947 en la isla de Oshima, era hija ilegítima de Heihachirō Ikuma, un médico, y de Shizuko Yamamura, por lo que llevaba el apellido de su madre. Era muy hermosa, tenía poderes psíquicos, es decir, podía ver el futuro y sus pensamientos, los cuales heredó de su madre, además de plasmarlos en medios como video. Pero estos poderes causaban una gran angustia a su portador, algo que llevaría al suicidio a su madre cuando Sadako tenía nueve años. Luego de una fallida estancia en Tokio regresa a Oshima y allí se toparía con algo que cambiaría su vida y de las de muchos más. Un detalle de Sadako es que uno de los pocos personajes intersexuales que existen en la literatura, pero prefiero dejar que lean la novela para que comprende por qué lo digo.

Jōtarō Nagao es un personaje menor pero clave en la historia de El aro. Era un médico que en la década de 1960 atendía enfermos de tuberculosis y se encargó de atender a Sadako, que acababa de regresar de Tokio y visitaba a su padre, que tenía dicha enfermedad. Su encuentro con Sadako causaría todos los eventos de la historia.

El aro trata sobre la venganza y las maldiciones. En ella, Sadako busca la forma de llegar a las personas mediante una cinta en la que imprime sus visiones en forma de grabación visual, la cual solo trae destrucción al que la vea. La triste vida que vivió a causa de sus poderes y las cosas que sucedían a su alrededor hicieron que ella usara la cinta como forma de venganza.

El aro también muestra cómo desafiar la lógica, no seguir las instrucciones o ser descuidado acaba siendo perjudicial para todo aquel que vea el vídeo. Pero también sorprende con su giro final que llevan a una solución drástica y que en algún momento podría caerse. Un gran problema es que si se está acostumbrado a leer literatura de terror o ver películas de dicho género, esta novela no va a impresionar demasiado.