LA CIUDAD Y LOS PERROS
Advertencia: para aquellos que no han leído la novela o visto la
película, habrá algunos destripes.
Para terminar el Mes de los Niños y del Idioma
y junto con Emily de Luna Nueva, esta semana analizaré La ciudad y los perros
del escritor peruano Mario Vargas Llosa. Fue publicada en 1952 y es la ópera
prima de este escritor.
Si Emily de Luna Nueva trata sobre el
crecimiento de una niña que quiere ser escritora, La ciudad y los perros trata
sobre unos adolescentes que estudian en un colegio militar y que forman un
grupo que hace toda clase de cosas que no harían cuando los militares están
cerca.
La ciudad y los perros está dividida en dos
partes de ocho capítulos cada una y un epílogo. Pese a que por su división
sería una novela sencilla, lo cierto es que tiene tres narradores y cinco puntos
de vista de personaje (PVP), por lo que es un gran desafío para el lector. Los
cinco personajes que a los que se les muestran su historia son Alberto, El Boa,
El Esclavo, el teniente Gamboa y un quinto personaje cuya identidad se revela
al final.
La historia se desarrolla en el Colegio Militar
Leoncio Prado, ubicado en Lima, la capital del Perú. De hecho, el colegio
existe y se sabe que debido a las fuertes críticas de la novela hacia esa
institución, el Leoncio Prado no la vio y no la ve con buenos ojos.
Los protagonistas de La ciudad y los perros son
un grupo de cadetes adolescentes que se autodenominan el Círculo que está
formado por Alberto Fernández “El Poeta”, “El Jaguar”, Porfirio Cava “el serrano”,
“El Boa” y “El Rulos”, además de Ricardo Arana “El Esclavo”, que es un elemento
aparte del Círculo pero aun así interactúa con ellos. Además de los cadetes, también
se destacan el teniente Gamboa y Teresa.
Alberto Fernández, apodado el Poeta, es un
limeño del distrito de Miraflores1. Tiene una vida desahogada hasta poco
antes de asistir al Leoncio Prado cuando su padre abandona a su madre,
dejándolos en una grave situación económica. Tiempo después, su padre lo
ingresa en el Leoncio Prado por sus bajas calificaciones escolares, a pesar de que
Alberto considera al Leoncio Prado “un colegio de cholos”. Para poder obtener
dinero para cigarrillos, hace cartas de amor y novelas pornográficas, razón por
la que es llamado El Poeta.
A pesar de que según él es una persona leal con
su amigo El Esclavo, lo cierto es que esto no es así y se vería reflejado en la
manera como actúa cuando ocurre el incidente con El Esclavo en el que prefiere
salvar su propio pellejo a hacer justicia.
El Jaguar es, por así decirlo, uno de los
líderes del Círculo. Es del Callao. Entró al Leoncio Prado gracias a su padrino
para alejarse de la vida mala que él poseía. Está tan endurecido por su difícil
vida al punto que en el momento de la iniciación ni siquiera permite que lo
maltraten ni que le pongan un apodo que no le gusta. En su lugar, prefiere usar
su propio alias, llamándose “El Jaguar”.
El Jaguar es el segundo protagonista
(deuteragonista) de la historia debido a su relevancia y a un detalle que sólo
sabrá al final de la novela. Además, en la segunda parte se lo considera
sospechoso de un crimen que se cometió dentro del Leoncio Prado, aunque la duda
al respecto sobre su culpabilidad queda presente en la novela.
Porfirio Cava, apodado El serrano y también El
cholo, es un joven que viene de la sierra peruana. Debido a su lugar de origen,
es visto como un cobarde y un soplón, por lo que es poco respetado entre el
Círculo. Por desgracia, el personaje está condenado al fracaso como se ve en la
segunda parte cuando es expulsado del Leoncio Prado, que no es cualquier
expulsión de un colegio pues un cadete expulsado de este colegio militar debe
de saber que su vida estará destruida para siempre, pero cuando lean la novela
entenderán por qué lo digo.
Ricardo Arana, bautizado como El Esclavo por su
falta de carácter, es un joven de Chiclayo que luego se fue con su familia a
vivir a Lima y cuyo padre lo envía al Leoncio Prado para que según él, “se
convierta en un hombre”, pues considera que los mimos de su madre y de su tía
Adelina lo han vuelto un adolescente débil, algo que se ve en su historia y en
lo que cuenta su padre, un hombre machista y poco paciente con su hijo. Sin
embargo, lo que le ocurre al final de la primera parte sería el detonante del
desarrollo de la segunda parte.
El Boa es un miembro del Círculo. Llamado así
por el gran tamaño de su miembro, El Boa (que no le gusta su apodo) resulta ser
el más leal al Jaguar como se ve cuando fue el único que se mantuvo a su lado
luego de que todos lo consideraran un soplón. A pesar de ser un personaje
secundario, es uno de los narradores más importantes de la novela al describir
lo que ocurre dentro del Leoncio Prado y por su relación con la perra de la
institución, La Malpapeada2, a la cual quiere mucho.
Teresa es el principal personaje femenino de la
novela, puesto que es la única mujer que tiene relevancia en la historia. Ha
sido criada por su tía modista desde niña puesto que su padre murió y su madre
la abandonó. A pesar de su pobreza, es una persona tranquila, trabajadora y de
naturaleza pura, lo cual hace que Alberto, El Jaguar y El Esclavo se fijen en
ella.
El teniente Gamboa se destaca por ser el único
que le interesa cumplir con sus deberes de militar, en contraste con la mayoría
de los otros cachacos3 que son perezosos y corruptos. Además, siente
la necesidad de estar con su esposa, con la que tiene poco tiempo de casado y
que está esperando un hijo suyo. Por ello, es el único que muestra interés en
que el crimen ocurrido en el Leoncio Prado se resuelva pero sus superiores
prefieren hacer de cuenta que eso está en el pasado y que no fue un crimen. Al
final, su deseo de hacer justicia no logra su objetivo y él recibe un castigo
disfrazado de reubicación, lo que significa que tampoco podrá estar con su
esposa como él quería.
La ciudad y los perros es un retrato de cómo la
educación militar coarta la libertad de cada individuo, lo que permite que este
se desenvuelva de maneras ilícitas o amorales como se ve en la manera como
interactúan Alberto, El Jaguar y El serrano para sobrevivir en un colegio
militar siguiendo muy bien la frase “comer o ser comido”. Alberto prefiere usar
sus habilidades literarias y su lengua ácida para evitar las confrontaciones
porque sabe que no es bueno en el combate físico. El Jaguar usa su fuerte
temperamento y sus habilidades de pelea para mostrar que no es un cadete cualquiera
y que no permite que hagan con él lo quieran y El serrano trata de demostrar
que es digno del Círculo haciendo algo que al final le cuesta su sueño y
destruye su vida. Se puede decir que al intentar comer El serrano acabó siendo
comido.
Además de mostrar la falta de libertad individual
y la ley del más fuerte, La ciudad y los perros hace un crítico retrato sobre
las fuerzas armadas, razón por la que el Colegio Militar Leoncio Prado
desprecia esta novela. En ella, el ejército es mostrado como corrupto y
prefiriendo mantener las apariencias antes que hacer lo correcto, llegando
incluso a ocultar o deformar un incidente sólo para evitar o disminuir la pérdida de
reputación que ello acarrearía. Peor aún, las personas que intentan hacer
justicia son a menudo chantajeadas o castigadas de una u otra forma, como se ve
con dos personajes de la novela.
Por desgracia, este es el común denominador de
las fuerzas armadas en muchos países de Hispanoamérica pues escándalos dentro
de estas instituciones suelen ocurrir todo el tiempo y siguen teniendo un
tratamiento similar al que se ve en La ciudad y los perros.
Como dije antes, esta novela es un total
desafío debido a los distintos narradores que posee, por lo que no será
comprendida la primera vez que se la lea. Es necesario leer más de una vez para
entender la trama y los hilos narradores que nos muestran a los distintos
personajes que componen esta novela. Además, puede que el crudo lenguaje y la
gran cantidad de modismos peruanos sean un problema para el lector. De todas
maneras, para ser una ópera prima está escrita con mejor cuidado que
otras que he leído de varios autores y al leerla es posible ver que Vargas
Llosa entró en el mundo literario a lo grande.
Con esta entrada, el Mes de los Niños y el
Idioma concluye. Fue un mes con muchas historias que dan alegría y esperanza en
uno de los momentos más críticos de la humanidad. Estas historias no sólo son
para leer a nuestros hijos sino para buscar ese niño que todos llevamos dentro.
Otras, por el contrario, deben servir como una lección para aquellos que buscan
mantener algo que al final no resultará. Esperemos que pronto esto concluya.
Por lo pronto, sólo les deseo gracias y hasta luego.
NOTAS
1 Uno de
los 43 distritos que conforman la provincia de Lima. Habitada por personas de
alto nivel socioeconómico, es conocido por sus parques y su vista al mar, lo
que lo hace muy visitado por los turistas.
2 Papear
significar comer o alimentarse en Perú. Por lo tanto, malpapeada significa
desnutrida.
3 En Perú, dicha palabra es usada para referirse
a un miembro del ejército.
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