HEIDI



Advertencia: para aquellos que no han leído la novela ni han visto las adaptaciones, habrá destripes.
Para continuar con el Mes de los Niños y del Idioma, lo haré con una novela para niños que no necesita presentación porque todos la conocemos en mayor o menor medida. Y por el título, ya saben que novela es y así es. Esta semana analizaré a Heidi de la escritora suiza Johanna Spyri, que publicada por primera vez en 1880, por lo que este año se cumplen 140 años de su publicación. Sin embargo, se debe aclarar que esta fecha corresponde a la primera parte, pues la segunda apareció al año siguiente. Ya sería en 1885 que ambas novelas se publicaría en una sola.
Debido a esto, Heidi consta de dos partes. La primera tiene catorce capítulos, mientras que la segunda posee sólo nueve, para un total de veintitrés capítulos. La historia en general abarca unos cuatro años.
La protagonista, Adelhaid “Heidi” (pronunciado JAI-di), en las ediciones en español Adelaida, tiene cinco años al inicio de la historia. Es una niña con cabello negro y rizado y los ojos oscuros, despierta, extrovertida e inteligente, que aprende muy rápido. Su padre, Tobías, falleció producto de un accidente laboral cuando ella sólo tenía un año y su madre, también llamada Adelhaid, le siguió en la muerte poco después. Desde entonces, Heidi fue criada por su tía materna Dete hasta que esta la deja a cargo de su abuelo paterno debido a una oferta de trabajo que no desea dejar pasar.
Una vez a cargo de su abuelo, ella logra adaptarse a la vida en las montañas, hace amistad con Pedro y su familia y se siente satisfecha con el ambiente allí, pero tres años después y debido a que su abuelo se niega a mandarla al colegio, su tía Dete vuelve por ella para convertirla en la compañera de estudios de Clara Sesemann, una niña de 12 años discapacitada que vive en Fráncfort.
En Fráncfort, Heidi aprende a leer, inicia una amistad con Clara y se lleva bien con los Sesemann a pesar de la rigidez del ama de llaves, la señorita Rottenmeier, pero la estricta vida que tiene allí la hace sentir nostalgia por las montañas y la vida que tenía en los Alpes, misma que le ocasionaría sonambulismo y que deba regresar a las montañas para evitar que su salud siga deteriorándose.
Ya de vuelta en los Alpes, Heidi recupera la salud y su fe en Dios al punto de que se vuelve muy creyente y la transmite a sus seres más queridos. Cuando Clara llega ambas conviven y Clara se contagia de la fe de Heidi, algo que la insta para recuperarse.
El Viejo de los Alpes o El Tío de la montaña (Alpöhi en el original) es el abuelo paterno de Heidi. Vive de manera casi ermitaña desde la muerte de Tobías, su único hijo, enemistado con varios habitantes del pueblo y resentido con Dios. Cuando Heidi llega a vivir con él después de no haberla visto desde hacía cuatro años, él ve la inteligencia, la alegría y el sentido común de la niña, por lo que enseguida ambos inician una linda relación que se afianza cuando Heidi se llevaba bien con la abuela de Pedro. Pero a pesar del verdadero cariño y afecto que él siente por Heidi, no permite que ella vaya a la escuela, por lo que la niña permanece sin educación hasta que Dete se la lleva a Fráncfort. Luego de que Heidi regresa con una gran fe en Dios, esto motiva al abuelo a recuperar la suya.
Cuando Clara llega a los Alpes a pasar una temporada con él y con Heidi, él también le toma un gran afecto a Clara como se le tiene a Heidi y le da cuidados especiales, de los que uno más tarde se enteraría de la razón.
Pedro el cabrero (Gressenpeter en el original) es un pastor de cabras que tiene once años al inicio de la historia y es el primer (y único, hasta cuando Heidi conoce a Clara) amigo que hace Heidi. Él le enseña sobre las maravillas de las montañas pero también sobre sus peligros y ambos desarrollan una gran amistad a pesar de la gran diferencia de edad. Pedro vive solo con su madre Brígida y su abuela invidente cuyo nombre se desconoce, pues su padre, también pastor de cabras y que tenía el mismo nombre, falleció cuando él era niño mientras cortaba un árbol. A diferencia de Heidi, Pedro si va a la escuela aunque durante el invierno cuando no pastorea; sin embargo, nunca ha aprendido a leer debido a su falta de motivación. Más tarde en la historia, Pedro empieza a sentir celos hacia Clara por el tiempo que pasa con Heidi y toma una decisión que a la larga sería determinante para Clara.
Clara (Klara en el original) Sesemann es una niña de 12 años que vive en Fráncfort con la única compañía de la señorita Rottenmeier, el ama de llaves de la casa, pues su padre, comerciante, pasa la mayor parte del tiempo viajando y su madre falleció. Al no poder caminar y con sólo su maestro enseñándole, se siente sola y por eso pide una compañera de estudios. Así es como conoce a Heidi. A pesar de la diferencia de edad y académica entre ambas, logran hacerse amigas gracias al carácter de Heidi que hace que la vida de Clara sea más alegre.
Sin embargo, cuando Heidi debe regresar a los Alpes, Clara se entristece y esto afecta su ya delicada salud, por lo que Heidi le propone irse a vivir con ella y con su abuelo una temporada para que el aire de la montaña puede hacer una gran mejora en su salud. En efecto, Clara poco a poco se reestablece y pronto daría una enorme sorpresa.
La abuela de Pedro es un personaje que tiene cierta relevancia en la novela. Siendo ciega, le encanta que Heidi la visite y escuchar su voz y, a pesar de su discapacidad, es capaz de hilar en la rueca. Cuando Heidi se va a Fráncfort, la señora siente su ausencia y teme no volver a oírla; pero cuando la niña regresa la anciana se alegra, más aún cuando Heidi ya ha aprendido a leer y puede recitarle un viejo libro de himnos que ella conserva. Se podría que la abuela de Pedro es una especie de abuela sustituta para Heidi.
La señora Sesemann es la abuela paterna de Clara. Conoce por primera vez a Heidi cuando ella visita a su nieta en Fráncfort y de inmediato hay una cercana entre ella y la niña al mostrarle cariño y preocuparse por sus necesidades. Y así, la señora Sesemann actúa como una abuela más para Heidi igual que para su nieta de sangre Clara.
Dete es la tía materna de Heidi. Desde que la pequeña perdió a sus padres con tan sólo un año, ella la ha criado junto con su madre, que murió un año antes del inicio de la historia. Es ella la que deja a Heidi a cargo de su abuelo paterno cuando a ella le ofrecen un trabajo en Fráncfort que no está interesada en dejar pasar y es ella la que lleva a Heidi a Fráncfort para que sea compañera de estudio de Clara. En resumen, en la novela es evidente que Dete sólo se preocupa por sí misma y no por el bienestar de Heidi. Su desdén por Heidi y su temor a su abuelo se traduce en el hecho de que ni siquiera aparece ni es mencionada en la segunda parte.
La novela hace un magnifico retrato del acercamiento del hombre con la naturaleza y con Dios. Spyri hace una gran analogía sobre como la naturaleza puede influenciar en la salud del ser humano mostrando que el contacto constante da una buena salud o la mejoraba, como pasa con Heidi y con Clara. Por otro lado, cuando el ambiente es represivo o poco idóneo, no sólo no favorece la salud sino que la empeora. Esto tiene trasfondo personal puesto que Spyri padeció de depresión durante varias etapas, entre ellas durante el embarazo de su único hijo, y siempre se sentía más tranquila y recuperada cuando iba a los Alpes.
La fe en Dios también es muy relevante en la novela. Muchos de los personajes aprenden que la oración no sólo es una forma de comunicación con Dios, sino también que esta no es contestada de inmediato, sólo Dios crea que es el momento adecuado, que es algo que Heidi y Clara aprenden.
En Heidi también se ven mucho las luchas con Dios, por parte del abuelo de Heidi, el cual tomó malas decisiones en el pasado y que cuando perdió a su hijo recibió insultos en lugar de condolencias, lo que llevó a dejar de asistir a la iglesia. Sin embargo, cuando Heidi aprende sobre Dios, el abuelo recupera su propia fe.
Heidi es un canto a la naturaleza y a Dios. Es una novela menos melosa de lo que esperaba, con varias analogías sobre la salud física y emocional y enseñanzas sobre el amor al prójimo, el contacto del hombre con la naturaleza, la amistad y las relaciones personales. Definitivamente la recomiendo.

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