FAUSTO


Uno de los personajes más adaptados y referenciados en la literatura es el doctor Johann Faust, más conocido como Fausto. La leyenda de Fausto más que conocida es clásica: un hombre que vende su alma al diablo para adquirir conocimiento. Fausto ha inspirado a la literatura, a la música, al cine y a la pintura.

Un ejemplo de la influencia de Fausto en la cultura popular

En el área literaria hay dos obras protagonizadas por Fausto que son las más conocidas: La trágica historia del doctor Fausto del dramaturgo Christopher Marlowe y Fausto del escritor Johann Wolfgang von Goethe, que son las dos obras que voy a analizar esta semana. Para distinguirlos, al primero lo llamaré el Fausto de Marlowe y al segundo, el Fausto de Goethe.
FAUSTO DE MARLOWE

La obra La trágica historia del doctor Fausto escrita por Christopher Marlowe está compuesta por cinco actos, algo normal para la época teniendo en cuenta que su contemporáneo y amigo William Shakespeare también escribía obras de cinco actos. Un detalle particular es que el Fausto de Marlowe habla con frecuencia en tercera persona.
El Fausto de Marlowe es un hombre que aparenta tener mucha más seguridad de la que en realidad posee y está motivado por el deseo de poder de adquirir el conocimiento, dominar las artes negras y disfrutar de los placeres de la vida. También se muestra como un hombre orgulloso pues decide renegar de Dios al creer que no le ha proporcionado lo que en realidad busca y vende su alma a Mefistófeles a cambio de conocimiento. Este último acepta el trato a cambio de no pedir ayuda a Dios, ni siquiera nombrarlo.
Ahora, ¿por qué Fausto se inclina por la magia y la necromancia existiendo otras áreas en las que podría desempeñarse igual de bien? Esto se debe a estas no son parte del mundo existente sino de uno mucho más oscuro que está relacionado con Satanás y cree que con ellas puede aprender mejor que con las demás artes.
En cuanto a sentimientos, este Fausto nunca se enamora y si desea a una mujer es porque siente más bien lujuria por ella como se puede ver cuando manifiesta querer estar más que nada con Helena de Troya, la mujer más bella de la Tierra; alguien que Mefistófeles le ofrece.
A medida que avanza la obra, Fausto ignora las palabras del ángel bueno que desea que regrese a Dios y en cambio escucha al ángel malo, que está del lado de Mefistófeles. Aunque Fausto también exhibe duda sobre la decisión que tomó se mantiene firme en su decisión por orgullo. Cuando Fausto finalmente se da cuenta que su pacto no le ha aportado nada de valor, intenta restablecer su relación con Dios pero ve que ya es demasiado tarde y no tiene más remedio que aceptar su destino.

FAUSTO DE GOETHE

El Fausto de Goethe tiene un estilo un poco diferente al que escribió Marlowe y esto hace que a veces no se lo pueda clasificar. La forma de la narración, con los nombres precediendo cada parlamento es propia de una obra teatral; sin embargo, no está dividido en actos ni escenas sino en dos partes que a su vez están partidas en capítulos, algo así como un estilo dialogado que se puede encontrar en, por ejemplo, La Celestina; de esta forma y a diferencia de la obra de Marlowe, que fue escrita en gran medida para ser representada, la novela de Goethe fue escrita para ser más bien leída. Y aquí Fausto se llama Heinrich1.
El libro empieza con una conversación entre Dios y Mefistófeles, la cual parodia el diálogo entre el primero y Satanás en el primer capítulo de Job2. Dios alaba las cualidades de Fausto, tal como hace con Job en la Biblia; y al igual que Satanás, Mefistófeles lo cuestiona. Ambos terminan haciendo una apuesta sobre Fausto en la que Mefistófeles haría un pacto con Fausto. Si Fausto mantenía el pacto, se quedaría con su alma; pero si este se arrepentía y se volvía a Dios, el trato se rompería y Fausto se salvaría.
En efecto, y al igual que en la obra de Marlowe, Fausto se muestra insatisfecho con el conocimiento que ya ha adquirido mediante las cuatro ciencias que en entonces eran las que se estudiaban (medicina, derecho, filosofía y teología) y se muestra aburrido en particular con la teología. Busca algo nuevo como las artes oscuras pero también siente que sus fuerzas se están agotando por causa de la edad.
Un día, encuentra un perro de aguas negro al que nadie se le acerca por superstición3 y que lo sigue. Ya en su residencia, el perro se convierte en un estudiante viajero que no es otro que Mefistófeles, que le ofrece un pacto: juventud y conocimiento oculto a cambio de su alma. Con la ayuda de una bruja que le prepara una poción, Fausto adquiere juventud, que mantendrá hasta el término del pacto.
A diferencia del Fausto de Marlowe, el Fausto de Goethe se enamora de verdad. Primero fija su atención en Gretchen4, una jovencita por la que Mefistófeles siente desprecio por su origen humilde ya que desearía que Fausto se fije en Helena de Troya, tal como es su deseo y como ocurriría en la segunda parte. Otro detalle de este Fausto es que menos orgulloso, tiene un carácter más melancólico y dubitativo que el de Marlowe y no aparenta ese sentimiento de falsa seguridad que caracteriza al Fausto de Marlowe. Incluso por momentos tiene argumentos con Mefistófeles a causa de su amor por Gretchen.
Sin embargo, a pesar de no estar de acuerdo siempre con Mefistófeles acaba cediendo ante sus palabras precisamente a causa de su personalidad indecisa, lo que acaba provocando la caída en desgracia y posterior muerte de Gretchen, algo que Fausto intenta evitar pero ella se niega y prefiere asumir su destino, aunque eso implique su ejecución.
La segunda parte es muy diferente de la primera. Aunque mantiene el estilo dialogado y también tiene veinticinco capítulos, estos están divididos en cinco actos que poseen cada uno una cantidad diferente. El primer acto tiene siete capítulos; el segundo, también tiene siete; el tercero, dos; el cuatro, tres y el quinto y último posee seis.
Su contenido también es muy distinto de la primera parte. Si la primera parte se basa en una relación amorosa que termina de manera trágica, la segunda trata sobre un viaje para encontrar a Helena, la que se cree que es la mujer más hermosa de la tierra y que Mefistófeles quiere que Fausto la desee. A pesar de esto, sigue teniendo momentos en los que no está de acuerdo con el demonio.
La segunda parte hace más referencias a la filosofía y a la mitología de la Antigua Grecia, con la que Fausto y Mefistófeles parecen más afines tanto que ambos viajan hasta allí en el tiempo-espacio y siguen una travesía que los lleva a encarar toda clase de peligros, similar a la que se enfrentaron los héroes griegos con el objetivo de llegar hasta Helena, que ha sido secuestrada. Después de muchas dificultades, Fausto y Helena finalmente están juntos y llegan a concebir un hijo, Euforión, conocido por su belleza y su talento musical y que muere al querer emular a Ícaro. Helena es incapaz de superar la muerte de su hijo y pide que la envíen al infierno para estar con su hijo, dejando solo a Fausto. También ingresa a la corte del emperador y se convierte en el hombre más poderoso del reino, sólo después del emperador. Al mismo tiempo se rumorean su pacto con el Diablo y mucha gente acaba por temerle.
Para cuando su vida está finalizando, Fausto siente que el poder y el dinero no significan nada y sólo quiere morir, más aún cuando Mefistófeles comete un crimen en nombre de él, causando que la Atención le quite la vista a Fausto. Sintiéndose culpable por sus malos actos, Fausto muere pero su alma es reclamada y recogida por los ángeles, significando que Mefistófeles ha perdido la apuesta. Ya en la eternidad, el espíritu de Gretchen intercede por él y logra su salvación, para que ambos puedan estar juntos para siempre.
Vemos que a pesar de los intentos de Mefistófeles por dominar por completo a Fausto, este siempre logró mantener sus deseos y sus sentimientos independientes; así como su amor por Gretchen que durante la segunda parte parece olvidado pero que luego resurge al momento de morir y su meta de llegar al Paraíso a pesar de su pacto, que no le traído ningún beneficio perdurable. Sólo en la muerte Fausto puede recobrar su felicidad y su tranquilidad.
Aunque los dos textos se centran en la leyenda de Fausto, el Fausto que escribió Marlowe y el Fausto que nos presenta Goethe son muy diferentes el uno del otro. El Fausto de Marlowe es un hombre que está lleno de soberbia y que cree que las artes negras le darán el conocimiento que las ciencias ya no le ofrecen. Es precisamente su orgullo lo que lo lleva a ser condenado al infierno. El Fausto de Goethe tiende a dudar más de sí mismo y de su pacto con Mefistófeles, es menos orgulloso y llega a sentir amor y remordimiento. Al final es redimido por estos dos últimos sentimientos y porque se arrepiente de su pacto al ver que el dinero y el poder no le han traído ninguna felicidad.
Los dos textos han sido un reto para mí. El primero tiene muchas dificultades por el lenguaje pues al ser más antiguo que el de Goethe tiene una forma de escribir que a veces es difícil de entender. Además pierde mucho tiempo en detalles innecesarios. En cuanto al segundo, es muy denso sobre todo en la segunda parte que se centra más en la mitología y en las referencias bíblicas; además es necesario leerla detenidamente pues su sinopsis se va desarrollando con el paso del tiempo e incluso cambia. A pesar de su forma compleja, es más comprensible que la obra de Marlowe. Cualquiera de ustedes puede alguno de estas dos obras y decidir cuál le gusta o pueden buscar otra que también trate sobre la leyenda de Johann Faust pues Marlowe y Goethe no fueron los únicos que escribieron sobre ella.
NOTAS
1 En algunas traducciones es llamado Enrique.
2 Dependiendo de la traducción bíblica, aparece como el adversario o el ángel acusador.
3 Se creía que un perro negro era la manifestación del diablo.
4 En algunas traducciones es llamada Margarita puesto que esa es la traducción de su nombre, Margarete. Gretchen es su diminutivo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CUCHILLA