MARIANA PINEDA


La próxima semana se celebrará el aniversario 80 de la muerte del escritor español Federico García Lorca, en pleno comienzo de la Guerra Civil Española, que duró tres años y acabaría con el triunfo de la facción dirigida por Francisco Franco, que gobernaría desde 1939 hasta su muerte en 1975.
Sin embargo, no voy a hablar sobre las circunstancias de la muerte de Lorca, sino de una de sus obras, que está relacionada con una figura de principios del siglo XIX: Mariana Pineda. Como casi todas las obras de teatro lorquianas, Mariana Pineda está dividida en tres actos o estampas como son llamadas en el libro.
Antes de hablar de la obra y de su protagonista, hay que hacer un poco de contexto histórico. En 1808 la fuerzas napoleónicas invadieron España y obligaron a abdicar al monarca de la época, Carlos IV, y a su hijo y heredero, el futuro Fernando VII. Después de una cruenta guerra de independencia de seis años, Fernando VII regresó al trono gracias a los liberales; sin embargo este prefería el absolutismo al liberalismo y por eso, derogó la constitución de 1812, de carácter liberal, lo cual provocó al menos dos levantamientos liberales, uno en 1820 y otro en 1823. La historia de Mariana Pineda ocurre durante el segundo levantamiento.
Mariana Pineda era una mujer joven que vivía sola con su madre adoptiva y sus dos hijos pues con la muerte de su esposo, había quedado con pocos recursos económicos. Su medio de vida era la costura; por lo que no es de extrañar que fuera a ella a la que se le hubiera encomendada bordar una bandera a favor de los liberales.
En la obra de Lorca, se da a entender que Mariana Pineda no entró en el movimiento liberal no sólo porque creyera en las ideas de este sino movida por el amor de un hombre, en este caso, Don Pedro de Sotomayor, uno de los líderes del movimiento liberal en Granada. Pedro parece corresponderle… o por lo menos eso parece.
Mariana atrae la atención de los hombres con facilidad. Ya sabemos que está enamorada de Don Pedro de Sotomayor. Hay otros que sienten atraídos por ella como Fernando, su joven pariente y el gobernador Pedrosa. A diferencia de Pedro de Sotomayor, que huye sin importarle lo que le ocurra a Mariana, tanto Fernando como Pedrosa quieren salvar a Mariana. La única forma es que delate a los conspiradores, pero ella se niega porque quiere que sus hijos mantengan una imagen inmaculada de ella, como una mujer que defendió sus principios y no pasar a la historia como una traidora a estos. Por eso, prefiere ser condenada a muerte.

Mariana Pineda exhibe dos caras: por un lado, es una madre abnegada y entregada a sus dos pequeños hijos; por el otro, es una mujer que desea amar y ser amada por Pedro, pero conforme avanza la obra, es fácil ver que su amor por este no es correspondido pues Pedro huye a Gran Bretaña sin importarle que arresten a Mariana. Al final su lado materno y su lado de mujer encuentran un punto medio pues al negarse a delatar a los liberales no quiere perjudicar a los suyos ni tampoco que sus hijos tuvieran que soportar la mala reputación de ella si salva su vida al confesar la verdad. Para Mariana, es preferible morir con dignidad a vivir en la deshonra.
En mi opinión, Don Pedro de Sotomayor se muestra como un oportunista y un cobarde porque le hace creer a Mariana que está enamorado de ella para asegurarse de que borde la bandera y porque apenas la conspiración sale a la luz, huye para evitar su arresto y deja que Mariana cargue con la responsabilidad.
Lorca muestra a Mariana Pineda como un ser humano, con virtudes y defectos, más que como una mártir del liberalismo. Si bien Mariana creía en las ideas, consideraba que su opinión y sus principios morales eran más importantes que cualquier ideología y esto es lo que Lorca quiso mostrar en su obra.
Al final, Mariana logra su cometido: pasar a la historia como una mujer que prefirió que sus hijos se llevaran una imagen pura de ella a su muerte, arrepentida de haber sido mujer antes que madre, que preservar su vida pero manchada por la traición.

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