LA HISTORIA DE FRAY RINALDO

Esta semana quiero hacer algo similar a lo que hice con El Carnero: tomar un pasaje para analizarlo y hacer de él una entrada. Para este caso, elegí un pasaje de El Decamerón.
Para los que no conocen El Decamerón, trata de diez jóvenes (siete mujeres y tres hombres) que huyen de la ciudad de Siena hacía una villa durante diez días a causa de la epidemia de peste negra de 1347 que estaba azotando a la ciudad. Para no aburrirse, deciden pasar el tiempo contando historias, pero no cualquier clase de historias. Cada día de los diez que pasan en la villa, uno de los jóvenes es designado rey y este elige un tema en el que se basaran las diez historias del día. No por nada, Decamerón en griego significa diez días.

El pasaje de esta semana corresponde a la novela tercera de la séptima jornada, cuyo tema son las esposas que engañan a sus esposos, un tema muy similar al Cuento del molinero de Chaucer.

Los protagonistas de esta historia son el Fray Rinaldo y Doña Agnesa. Rinaldo siempre estuvo enamorado de Doña Agnesa, a pesar de que era una mujer casada. Tiempo después y siendo ya un fraile, se dio cuenta de que sus sentimientos por Doña Agnesa no habían cambiado y decide usar su posición tanto de fraile como de padrino del hijo de Doña Agnesa para seducirla. Ella acepta tener relaciones con él a pesar de sus iniciales reservas.
De repente, regresa el marido de Doña Agnesa. Tanto ella como Fray Rinaldo temen que él los encuentre en las circunstancias en las que se encuentran así que ella le propone a Fray Rinaldo que haga lo que ella diga. Cuando aparece el esposo de Doña Agnesa, ella le dice que Fray Rinaldo se encontraba allí porque estaba curando a su hijo de lombrices por medio de oraciones. A pesar de lo absurda que suena la mentira, el marido se la cree como si nada y al final agasaja a Fray Rinaldo con vino y dulces como agradecimiento por “salvar” a su hijo.
Como ocurre con Del amor y otros demonios, Boccaccio también critica a la Iglesia Católica, pero a diferencia de García Márquez su crítica es más bien satírica. Lo que critica Boccaccio en esta novela era la creencia de que el padrino o la madrina era algo sagrado y que el que los padres tuviesen relaciones amorosas con el padrino o la madrina de su hijo era equivalente a una relación incestuosa entre hermano y hermana, lo cual era lo que estaba pensando Doña Agnesa en vista de la proposición de Fray Rinaldo. Es evidente que para Boccaccio, el carácter “sagrado” de los padrinos es simplemente absurdo por cuanto casi siempre existe poco o ningún vínculo de sangre con los padres y los padrinos y eso es lo que considera Doña Agnesa al aceptar tener sexo con Fray Rinaldo.
Pero también hay algo que es objeto de burla por parte de Boccaccio: los votos religiosos. El hecho de que Fray Rinaldo no dejaba de desear a Doña Agnesa es una muestra de que entró a la iglesia más por deseo de alejarse de su tentación más que un compromiso vocacional. Obviamente esto no funcionaría por mucho tiempo, ya que con el tiempo se volvería a sentir atraído por lo “mundano”, y por lo tanto, por Doña Agnesa, más aún al ser nombrado padrino de su hijo, lo que implicaba más cercanía con ella.
Sin embargo, Doña Agnesa tampoco es una santa paloma a la que se la pueda ensalzar. No sólo le es infiel a su marido con Fray Rinaldo sino también que es ella la que idea el plan para engañarlo y que no se dé cuenta de su adulterio, demostrando su astucia. Peor aún, el marido no sólo es cornudo sino también ingenuo al creer en la palabra de esta.
Personalmente, a pesar de la crítica a la sociedad y a la Iglesia Católica encontré este cuento aburrido y soso. Si pretende ser gracioso, no lo es y no sentí una conexión con él. Para rematar, si tuviera que elegir entre el molinero de Chaucer y Fray Rinaldo de Boccaccio, me quedó con Chaucer.

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