EL PUNTO DE VISTA PATERNO EN PEDRO Y JUAN
Para seguir en el Mes del Padre, pasamos de la populosa ciudad estadounidense de Los Ángeles hasta una ciudad portuaria francesa, Le Havre. Allí vivieron dos hermanos a los que una herencia hace que uno de ellos se replantee sus relaciones familiares, pues piensa que no conoce a su familia como siempre ha creído. Así empieza Pedro y Juan del escritor francés Guy de Maupassant.
Al igual que pasó con La llave de Sarah, Pedro y Juan es una novela
que abarca muchos temas como el favoritismo de los padres y la rivalidad entre
hermanos, temas que no podría tratar en una entrada que está dedicada al Mes
del Padre, por lo que me enfocaré en dos personajes: Roland, el padre de Pedro
y Juan; y Marechal, un viejo amigo de la familia que fue como un segundo padre
para los hermanos.
Roland es un personaje que no se explora tanto como a sus hijos
Pedro y Juan, quizá porque la trama se centra demasiado en la interacción entre
los hermanos y su madre Luisa. Sin embargo, eso no significa que Roland sea un
desconocido para el lector o por lo menos no del todo. Es un hombre con un gran
talento para los negocios, que logró hacer dinero en sus mejores años, lo
suficiente para procurarle una educación completa a Pedro y Juan, siendo ambos
médico y abogado, respectivamente. Una vez retirado, dejó el ritmo frenético de
la ciudad de París para instalarse en la tranquila Le Havre y dedicarse a
actividades más relajadas de las que disfruta mucho como pescar.
Para el lector, Roland es un pensionado tranquilo, de gustos
simples y querido por su familia, pero ese no es el caso. Para su familia, no
pasa de ser un hombre vulgar, simplón y sin gracia. Se da a entender que Roland
no ha sido de capaz de lograr una relación cercana y abierta con sus dos hijos
los cuales, por más que lo desprecien, no se lo manifiestan ya que después de
todo es su padre. Todo lo anterior muestra que para sus hijos, Roland no es el
padre que debería ser.
Sin embargo, hay tener en cuenta que la novela muestra el punto de
vista de Pedro, Juan e incluso el de su madre a través de un narrador cero, es
decir, un narrador que todo lo ve y que todo lo sabe. El problema es que estas
personas tienen pensamientos negativos sobre Roland y casi ninguno positivo,
además como nunca se muestra el punto de vista de Roland, no hay forma de saber
si lo tiene su familia en sus mentes es cierto o no. Esto quiere decir que el
narrador de la novela tiene problemas de fiabilidad porque solo tiene de la
familia, no la de Roland.
Si para su familia Roland es un padre sin mucha cercanía con sus
hijos, carente de finura y la encarnación de la nada, hay otro hombre que es
una figura presente en la familia, al menos para Luisa y para Juan: el señor
Marechal. El señor Marechal fue un viejo amigo del señor Roland durante muchos
años, pero que se distanció de él luego del nacimiento de Juan. Pocos años
antes de su distanciamiento, se hizo cercano a Luisa y al morir le dejo una
enorme herencia a Juan, pues Marechal era muy rico en el momento de su
fallecimiento y no tenía herederos.
La herencia inesperada de Juan plantea una pregunta para Pedro, el
hijo mayor: ¿por qué un antiguo amigo de su padre, al cual había dejado de ver
hacía mucho tiempo, le dejo su dinero al hijo menor de este? ¿Por qué si
Marechal conoció a Pedro desde niño no les dejo su herencia a ambos hermanos? ¿Por
qué Marecha era tan especial con Juan? Estas son preguntas que no dejan
tranquila la mente de Pedro, por lo que decide averiguar por qué Marechal decidió
dejarle su herencia a Juan. Lo que termina descubriendo cambia de forma
irremediable su relación con su madre y con su hermano.
En Pedro y Juan hay dos hombres que son vitales para la psique de
los hermanos: el padre de ambos, que les ha dado todo lo que su posición
económica le permite pero que no les enseñó a verlo con respeto y cariño, por
lo que no sienten ningún aprecio por él. El otro hombre es alguien que fue un
allegado a la familia y que se convirtió en una leve figura paterna para dos
hombres que nunca sintieron una cercanía con el suyo, pero cuyo misterioso rol
y su legado desenterrarían secretos que ponen a prueba los lazos familiares.
Esto es algo que la novela deja claro, pero me gustaría analizar en conjunto en
una entrada dedicada en específico. Por lo momento, es el momento de dejar Le
Havre.
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