LA PESTE
Esta semana analizaré una novela que, dadas las circunstancias mundiales actuales, está más vigente que nunca. Por el título sabrán que es La peste del escritor francés Albert Camus, siendo que este año se cumplieron los 60 años de su muerte.
La peste es una novela de cinco capítulos, los
cuales son muy largos y nos cuentan la historia de una epidemia de peste
ocurrida en la ciudad argelina de Orán, cuando aún era colonia francesa. La
historia se desarrolla más o menos durante la década de 1940, quizá después de
la Segunda Guerra Mundial, entre el 16 de abril y el mes de febrero del año
siguiente.
Ahora analizaré a los personajes.
El protagonista es el doctor Bernard Rieux, un
hombre casado que vive con su madre, pues su esposa, que está enferma, se va a
un sanatorio fuera de Orán debido a sus problemas de salud. Siendo el encargado
de tratar al primer paciente de peste y teniendo poco conocimiento sobre ella,
lo usa como objeto de estudio y busca que las autoridades tomen cartas en el
asunto, pero a medida que la epidemia empeora, entiende las graves
consecuencias y el peligro que la peste encara, por lo que con el permiso de la
prefectura, crea un comité médico que se encargan de tratar los casos de peste.
A pesar de sus diferencias en creencias (es ateo), Rieux entabla amistad con
Tarrou y con el padre Paneloux.
Jean Tarrou es el compañero de Rieux al
encargarse de organizar a los voluntarios en la lucha contra la peste. Antes de
la peste, estaba de paso en Orán por cuestiones itinerantes y llevaba una
crónica de su estadía en Orán, la cual lleva durante gran parte de la epidemia.
A diferencia de Rieux, que se ocupa de tratar a los enfermos de peste por
pragmatismo, Tarrou lo hace porque siente que es deber de todas las personas
ayudar en lo que puedan y esto los acerca a una relación cercana a la amistad,
aunque no crean en lo mismo. Le ocurre algo impactante en el último capítulo de
la novela.
Joseph Grand es un secretario del gobierno
local. Le encanta escribir pero nunca pasa de una sola frase debido a que le cuesta
expresar sus sentimientos de forma adecuada, lo cual lo lleva reescribir la
frase una y otra vez. Del mismo modo, tampoco logra escribirle a su esposa, que
le abandonó hace mucho tiempo.
Cottard es vecino de Grand. Una persona
reservada y de la que se sabe muy poco de su vida, intenta suicidarse pero se
las arregla para ocultar el hecho debido a que el suicidio es un delito en
Orán. Con la llegada de la peste, deja su carácter taciturno para ser un ser
más bien alegre a medida que la peste se recrudece. Sin embargo, esto en
realidad sería el preámbulo de algo que sería mucho más grave que un simple
cambio de personalidad.
El padre Paneloux es el párroco de Orán.
Durante la epidemia de peste, se encarga de mantener la fe en los católicos de
la ciudad. A pesar de que difiere en ideas con Rieux, ambos logran una relación
cercana a la amistad porque ambos están en una misma misión: ayudar y dar
consuelo. Paneloux y Rieux son el contraste de cada uno, pues el primero cree
en Dios y considera que la epidemia es una forma de mostrar la fortaleza de la
fe en cada individuo, Rieux es ateo y se encarga de atender a los enfermos por
pragmatismo, es decir, porque es su deber como médico. El padre Paneloux tiene
una gran importancia en el penúltimo capítulo.
Rambert es un periodista de París que estaba de
paso en Orán cuando empieza la epidemia de peste. Al principio, lo primero que
desea es salir de allí de manera desesperada porque necesita ver a su compañera
sentimental con la que apenas está formando una relación, pero después de
varios intentos que acaban en nada y ver la magnitud de la epidemia, decide
quedarse en la ciudad y colaborar con los demás voluntarios.
La peste nos muestra cómo las personas y las
autoridades piensan y actúan durante una epidemia. Muchos se angustian por lo
que les puede ocurrir si contraen la peste, otros saben que si un familiar o
ellos mismos enferman pueden que nunca más los vuelvan a ver. También hay
personas que aprovechan la situación para realizar actividades tales como
especulación y contrabando o actuar como si algo grave no estuviera ocurriendo.
Otras toman medidas drásticas como quemar sus casas, pensando que eso acabaría
con la peste. Algunos más, simplemente huyen o no quieren salir de sus casas. Todas
estas actitudes muestran que el pensamiento del ser humano se ha mantenido
igual durante todas las epidemias y pandemias.
Un detalle que vemos que las creencias que
manifiestan Rieux, Tarrou y Paneloux. Rieux es ateo, por lo que creer en Dios
le parece extraño. En el caso de Tarrou, aunque parece una persona más bien
secular, piensa que es deber de todas las personas ayudar durante la peste. El
carácter solidario de Tarrou hace contraste con el de Rieux, que se involucra
por su deber como médico más que por otra cosa. Y Paneloux se encarga de mantener
la fe en los habitantes de Orán.
En general, los personajes de La peste, pese a
sus diferencias en lo que respecte a creencias personales, son seres con los
que es posible sentir empatía y que mantienen el respeto entre sí.
En La peste se hacen preguntas como ¿mantendrían
sus creencias religiosas o las dejarían de lado? ¿Se puede ser un santo sin ser
religioso? ¿Qué actitud tomarían si estuvieran atrapados en una ciudad en medio
de una cuarentena? ¿Harían parte de los grupos de voluntarios para ayudar en
una epidemia? Estas preguntas no solo se las hicieron los personajes de La
peste, sino también la mayoría de nosotros en medio de esta pandemia que ha
cambiado la vida de la humanidad en un solo año.
La peste es una novela compleja y filosófica,
la cual no es fácil de entender. A veces es necesario leer más de una vez para
comprenderla, pero es un clásico que nos muestra cómo un evento catastrófico
puede influir en las vidas de las personas que hayan sido afectadas y cómo
actúan ante ello. Es una gran obra literaria que merece la pena leer.
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