EL DIABLO DE LA BOTELLA
Cuando
leí por primera vez El Diablo de la Botella del escritor Robert Louis Stevenson
en el año 2000, nunca pensé que podría gustarme una novela de suspenso, pero así
fue. Ahora está en un rincón especial de mi corazón por ser uno de los primeros cuentos fuera del género de hadas que leí.
Por
este mes de Octubre, voy a hablar sobre este cuento muy del estilo de El
Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. La
botella de este cuento contiene un diablo que concede cualquier cosa que su propietario
le pida, pero tiene cuatro desventajas:- Si una persona muere antes de venderla, su alma irá al infierno.
- No puede prolongar la vida de su propietario.
- Sólo puede ser vendida en efectivo y por un precio menor al que se compró, ya que si se vende por un precio igual o mayor, esta regresa a su dueño.
- Si una vez vendida la botella, un hombre no está contento con lo que ya tiene, le ocurre algo pues mientras se tenga la botella el diablo protege al dueño.
El
primer propietario de la botella fue el Preste Juan, un personaje legendario de
la Edad Media que era sacerdote y gobernante del Lejano Oriente y que la compró
por muchos millones. Con el tiempo Napoleón y James Cook también tuvieron esta botella
y ambos lograron sus propósitos (conquistar Europa y descubrir islas del
Pacifico, respectivamente). En efecto, cuando la vendieron ambos tuvieron un
mal final (Napoleón fue derrotado en Waterloo y James Cook asesinado en Hawái).
El
protagonista del cuento, un marinero hawaiano nombrado Keawe por el narrador, compra la
botella a un hombre en San Francisco por cincuenta dólares y tan pronto como la
tiene en sus manos empieza a temerle y quiere deshacerse de ella no sin antes
desear una casa cerca del lugar donde nació. Cuando llega a Hawái se entera de
que su tío y su primo han fallecido y le dejaron una herencia lo suficientemente
grande para construir su casa. Tan pronto como construye su casa, esta se hace
conocida en toda la región como Ka-Hale Nui (La Gran Casa) o La Casa Luminosa y
vende la botella a un colega marinero.
Un
día Keawe conoce a una joven llamada Kokua de la cual se enamora profundamente
y esta le corresponde, así que Keawe sólo tiene que preocuparse de pedirle
matrimonio pero precisamente cuando está más feliz se da cuenta que ha
contraído lepra, enfermedad incurable en ese entonces. Aquí podemos ver el
influjo de la botella ya que como Napoleón o James Cook, Keawe sufre una
desgracia después de haber tenido la botella, pero también podemos ver que
tiene cuatro opciones:
- Dejar la Casa Luminosa e irse a Molokai, una isla colonia de leprosos.
- Casarse con Kokua ocultándole la verdad.
- Encerrarse en la Casa Luminosa y apartarse de todos.
- Comprar la botella de nuevo.
Como
las tres primeras opciones le parecen espantosas y sabe que cualquier de ellas
lo apartaría de Kokua, se decide a comprar la botella de nuevo sólo para tener
una posibilidad de casarse con ella, así que se va a ver a su amigo a quien le
vendió la botella, pero descubre que no sólo ha vendido la botella sino que
también está de viaje pues está a bordo de su barco, el cual obtuvo con la
botella.
Después
de visitar a muchas personas, descubre al último dueño; un haole (término hawaiano para persona de
etnia caucásica). Keawe le dice que quiere comprarle la botella y le pregunta
cuánto le costó cuando la compró. El haole, temeroso y asustado, revela que le
costó dos centavos y entonces Keawe se da cuenta que su alma terminaría en el
infierno al morir porque sólo podría comprarla por un centavo, haciendo imposible
venderla. A pesar del riesgo, Keawe le compra la botella y pide ser un hombre
sano. De esta forma se casa con Kokua pero vive con la tristeza de que cuando
muera se irá al infierno.
Pronto
Kokua se entristece al igual que Keawe y le pregunta que le ocurre. Keawe le
cuenta la historia de la botella y Kokua decide que lo ayudará a vender la
botella. Aquí vemos que Stevenson usa la etimología, puesto que el nombre de la
esposa de Keawe, Kokua, significa ayuda en hawaiano, por lo que esto es mucho
más que un simbolismo. Kokua está más que dispuesta a ayudar a Keawe a salvar
su alma del infierno y le propone viajar a Tahití, ya que cinco céntimos allí
son equivalentes a un centavo estadounidense.
Cuando
llegan a Tahití deben aparentar ser ricos, pues nadie creería la historia de la
botella y para ello Kokua le pedía dinero al diablo de la botella. Pero los
habitantes de Tahití o no creían en la historia o se dejaban llevar por la
superstición y no los trataban. Finalmente Keawe pierde la esperanza y tiene una
crisis de llanto; así que Kokua decide comprar la botella por cuatro céntimos
usando a un forastero anciano y comprársela a él por tres céntimos, sólo para
poder salvar a Keawe, pero aceptando condenarse al infierno por ello.
Keawe
se recupera de su tristeza y piensa regresar a Hawái pero Kokua no tiene ganas
de regresar en ese momento, por lo que Keawe se enoja y se va a beber con unos
hombres. Cuando se les acaba el dinero, Keawe decide pedirle dinero a Kokua
puesto que ella lo guarda y se da cuenta de que ella ha comprado la botella, así
que toma unos céntimos y va a buscar a uno de los compañeros de parrandas, un
haole contramaestre. Le dice al contramaestre que compre la botella por dos
céntimos y luego él se la comprará por uno.
El
contramaestre, en efecto, compra la botella por dos céntimos pero se niega a
vendérsela a Keawe porque considera que la botella es lo mejor que ha
encontrado en su vida y aunque este le advierte del riesgo de conservar la
botella hasta la muerte, al contramaestre no le importa porque según él igual
se iría al infierno y la botella era su mejor compañía en ese viaje.
Con
la botella finalmente fuera de sus vidas, Keawe y Kokua regresan a Hawái y
pasan el resto de sus días felizmente en la Casa Luminosa.
La
botella, al ser vendida por un precio menor al comprado, llegaría a un punto en
que ya no podría venderse y la persona que la poseyera, al no poder venderla,
terminaría en el infierno. Este concepto es en sí una paradoja, ya que como el
diablo no puede prolongar la vida de su propietario, en cualquier momento puede
morir y se iría al infierno.
Vemos
muchas formas en cómo los personajes hacen parte de esta paradoja. Keawe compra
por segunda vez la botella para poder desposar a Kokua sabiendo que quizás se
iría al infierno porque al pagar por ella un centavo ya no podría venderla. Kokua
usa al anciano para que compre la botella por cuatro céntimos y luego ella se
la compra por tres sólo para salvar a Keawe, aunque se condenara a sí misma al
infierno. Lo mismo intenta hacer Keawe haciendo que el contramaestre compra la
botella por dos céntimos y él se la compre por uno. Estos actos muestran el
amor y sobre todo el sacrificio con tal para salvar a su amado(a). El forastero
pudo haberse quedado con la botella porque según él ya no era feliz en ese
mundo pero se la da a Kokua porque ya está cerca de morir.
Pero
aquí entra en escena el contramaestre, que compra la botella y se niega a
vendérsela a Keawe. De esta forma salva de la condenación tanto a Keawe como a
Kokua ya que está dispuesto a sacrificar su alma y acabar en el infierno sin
importarle porque de cualquier manera acabaría allí.
gracias me ayudo en mi tarea =) :) ;)
ResponderEliminarMe alegra que te haya sido de ayuda. Saludos.
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarMe alegra que te haya sido de utilidad. Saludos.
EliminarSe llama "Casa Resplandeciente" la de Keawe y Kokúa
ResponderEliminarLa traductora Diana Castellanos lo tradujo como La Casa Luminosa cuando se publicó en la línea Torre de Papel, mientras que Carlos Silvi le puso el nombre de La Casa Resplandeciente para la edición de La Oveja Negra (de la traducción viene el nombre que dices), ambos traducidos de Bright House, que es el nombre en el idioma original. Por eso, hay discrepancias en cuanto a las traducciones del nombre en la casa de Keawe. Saludos.
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