LA PRINCESITA


La entrada de esta semana es sobre la novela La princesita de la autora británica Frances Hodgson Burnett, la misma autora de El jardín secreto, un libro sobre el que hice una entrada hace ya un año.
A diferencia de El jardín secreto, La princesita tiene un claro estilo dickensiano, lo que significa que se trata de una trama en la que el protagonista sufre muchas desgracias hasta que encuentra un final feliz. La única diferencia con las novelas de Dickens es que la protagonista empieza siendo una niña feliz.
Algo que me motivó aún más a leerme el libro fue algo similar a lo que me ocurrió con El jardín secreto, Persuasión e Hijos de los hombres: primero vi una adaptación, ya sea en el cine o en la televisión. En el caso de La princesita, vi la adaptación de 1995 hecha por el mismo director de Hijos del hombre, Alfonso Cuarón. A pesar de las grandes diferencias, les recomiendo verla.
La protagonista del libro es una niña británica nacida en la India llamada Sara Crewe. Su padre era un militar estacionado en la India llamado Ralph Crewe, que tenía el cargo de capitán; mientras que su madre era una francesa que murió en el parto. Cuando Sara cumple siete años, su padre decide que es hora de que se eduque en Gran Bretaña pues el clima tropical de la India no era adecuado para los niños. Para ello, la instala en el internado de la señorita Mary Minchin, en Londres, con todas las comodidades que un hombre de su posición tiene.
Sara es una niña que le encanta leer más que jugar con muñecas. A pesar de que ha sido mimada y criada entre comodidades, es bondadosa, inteligente (habla tres idiomas1), estudiosa y sencilla. Trata a las demás personas como iguales desde una estudiante de la escuela hasta una sirvienta de la cocina. Además le encanta contar e imaginar historias, algo con lo que se mantendría durante los años difíciles. Asimismo, se considera una princesa.
A lo largo de cuatro años, Sara es tratada no tanto como alumna sino como invitada de distinción en el colegio porque la señorita Minchin considera que admitir como alumna a Sara es rentable, no sólo porque gana mucho dinero sino también para darle prestigio a su institución. Sin embargo, está descontenta con Sara por el trato mimado que se le ha dado desde muy niña, porque la pequeña se hace llamar princesa y por el buen trato incondicional que les da a todas las personas que la rodean. En secreto, todo ello le molesta.
Cuando Sara está por cumplir once años, su padre se ha encargado de que ella reciba una gran fiesta de cumpleaños y le informa sobre unas posibles minas de diamantes que prometen riqueza. Sin embargo, en la fiesta de cumpleaños de Sara, ella se entera que probablemente las minas no existan y que su padre está muy enfermo, algo que preocupa a Sara.
Un tiempo después, recibe el anuncio de la muerte de su padre y su ruina económica, pues el capitán Crewe invirtió todo su patrimonio en la investigación de las minas. La señorita Minchin está enfurecida porque ha invertido mucho dinero en Sara y ahora no sabe cómo recuperará el dinero que ya gastó. Desde ese momento, Sara es obligada a hacer los recados de la cocina y a enseñar francés a las alumnas más pequeñas, pues la niña conoce la lengua desde que era bebé. Sólo podrá seguir estudiando cuando esté libre de sus obligaciones, lo cual suele ocurrir en la noche.
Durante ese periodo, Sara sufrió abusos no sólo por parte de la señorita Minchin, sino también de los demás criados de la escuela y de gran parte de las alumnas de allí. Sólo le queda el apoyo de Hermengarde y Lottie, sus dos antiguas compañeras de clase que terminan siendo unas amigas leales en ese periodo difícil. También cuenta con la amistad de Becky, la ayudante de cocina, a la que siempre trató de buena manera incluso cuando era rica. Las dos se apoyan en la esperanza y en las historias de Sara, cuando esta última está a punto de perderla. Sara se apoya en su muñeca Emily, lo único que le queda de su adorado padre, y en Melchisedec, un ratón de la buhardilla en la que vive junto a Becky.
A pesar de su situación, Sara nunca pierde su amabilidad y bondad tanto con los que la aprecian como con los que la maltratan, llegando incluso una vez a darle cinco panecillos a una pequeña mendiga aunque ella misma tuviese hambre ni tampoco sus deseos de soñar. Nunca se atrevió a responderle de forma grosera a la señorita Minchin. De hecho, nunca dejó de pensar en que era una princesa y que por ello, debía hablar y comportarse con decoro, incluso ante la adversidad.
También se hace amiga de los Carmichael, la familia grande para Sara, que le dan un buen trato; y de Ram Dass, un sirviente indio del vecino del colegio, el señor Carrisford. Ram Dass se encariña con Sara cuando ella le devuelve su mono y le habla en hindi. De inmediato, se da cuenta de lo especial que es Sara y desde entonces funge de espía del señor Carrisford para saber qué le gusta y qué necesita.
Un día, cuando se vuelve a escapar el mono de Ram Dass y Sara lo lleva hasta la casa del señor Carrisford, este se maravilla con la niña al ver que era capaz de hablarle a Ram Dass en su idioma. Le hace una serie de preguntas y al ver que Sara responde a todas con naturalidad, se impresiona tanto que junto con su abogado, el señor Carmichael, le explica a Sara la situación. El señor Carrisford era amigo del capitán Crewe y su socio en la expedición de las minas de diamantes, que en realidad si existieron y le generaron una gran riqueza, pero se siente culpable por haber abandonado a su amigo en medio de la enfermedad y por haber sobrevivido mientras que el capitán Crewe no, así que se ha dedicado durante años a buscar a su hija, a quien finalmente ha hallado. De esta forma, Sara ha recuperado su fortuna y también será la heredera del señor Carrisford, pues este no tiene parientes.
En ese momento, llega la señorita Minchin a exigirle a Sara que regrese al internado pero ella está decidida a no regresar pues siente que finalmente ha encontrado un hogar y una familia. La señorita Minchin la amenaza con prohibirle ver a sus amigas pero el señor Carrisford asegura que Sara tiene derecho a visitar a quien ella quiera. Derrotada, la señorita Minchin no tiene más remedio que ceder.
Finalmente, Sara recupera su vida aunque sigue siendo tan buena, cariñosa y caritativa como lo ha sido siempre y consigue que Becky se convierta en su dama de compañía para que ambas puedan permanecer juntas. Pero sobre todo, nunca deja de sentirse princesa en su interior pues para ella, eso la ayudó a mantener la fe y la esperanza.
Sara Crewe es un ejemplo, no sólo para un niño, sino también para nosotros. A pesar de haberse criado en un mundo de privilegios, ella es una niña bondadosa, amante de los libros y que de verdad le gusta estudiar. Se considera una princesa y esta forma de pensar se pone a prueba cuando pierde toda su fortuna. En el libro nos muestra que Sara se da cuenta de que una princesa no es sólo alguien que tiene riquezas, sino una que se comporta frente a la adversidad y la enfrenta. Una que nunca responde a los que la atacan y que siempre mantiene su espíritu y sus valores ante todo. Esto le permite conservar su personalidad, y a pesar de que por momentos pierde la calma, luego recuerda cómo debe ser su comportamiento y las palabras de Becky; de esta forma recupera su esperanza de algún día salir de La Bastilla, que es como llama al internado de la señorita Minchin y a la buhardilla en la que vive con Becky. No es sorprendente que su nombre Sara signifique princesa en hebreo.
Becky es un personaje que adquiere importancia cuando Sara pierde su dinero puesto que se convierte en su compañera en la adversidad. Siendo ayudante de cocina, recibe maltratos por parte de la señorita Minchin y Sara era de las pocas personas que la trataba bien, por lo que ambas se volvieron cercanas. Becky sigue tratando a Sara como lo hacía cuando era rica y Sara de la misma forma en esos difíciles momentos, siendo más cercanas que nunca y apoyándose la una a la otra. Cuando Sara recupera su fortuna, Becky teme que se haya olvidado de ella y se quede sola a merced de los maltratos de la señorita Minchin, pero al final su lealtad y su amistad son recompensadas cuando Sara pide como compañera a Becky.
Mary Minchin, la directora del internado, es una mujer hipócrita, codiciosa y amargada. Detestaba a Sara pero la soportaba por su condición económica y cuando la pequeña pierde su dinero, demuestra su verdadero carácter al convertirla en mandadera e instructora de francés pues si la tira a la calle las consecuencias serían peores para ella, mostrando también que le importan mucho las apariencias y su prestigio. Incluso quiere convertir a Sara en maestra sin paga del internado cuando se haya mayor. Lo que más le molesta es que Sara ni siquiera le contesta de manera grosera y asume sus deberes sin quejarse. Al final, cuando Sara se encuentra con el señor Carrisford, intenta forzarla a regresar al internado, obviamente para tener acceso a su dinero, y amenazándola con no permitirle ver a sus amigas. Sin embargo, Sara puede ver cómo es en realidad y no sólo se niega a regresar sino también que podrá seguir viendo a sus amigas sin que ella se lo impida. La señorita Minchin se ve obligada a aceptar y debe vivir con el temor de perder su fuente de ingresos: su colegio.
Ram Dass, el criado indio del señor Carrisford, es un personaje interesante pues se lo podría considerar con el guía de Sara pues él y su mono son la clave para que ella y el señor Carrisford se encuentren y ella pueda tener su vida como antes. Cuando oye hablar a Sara en su idioma parece tener sospechas de ello pero también sabe que la niña padece de hambre y frio; por eso la espía. Al final, al presentarse Sara con el mono de Ram Dass, ella se encuentra con el hombre que cambia su vida para siempre.
El señor Carrisford es un hombre que vive enfermo debido a sus acciones pasadas y siente que si no logra redimirse, morirá intranquilo. Siente que la única forma en que podrá estar tranquilo es encontrando a la hija de su amigo y socio. Es gracias a su criado Ram Dass que se encuentra con Sara y no sólo siente que se quitó una gran culpa, sino también que podrá vivir sin remordimientos y recuperar su salud. Lo que es mejor, Sara lo perdona y está dispuesta a vivir con él.
La familia grande, los Carmichael, también tienen cierta importancia pues los niños de la familia le dan dinero a pesar de que ella no se los pidió pero es porque ellos ven que sufre de hambre. Todos se convierten en amigos. El padre de ellos termina siendo el abogado del señor Carrisford y el que le comunica a Sara la restitución de su fortuna y su herencia. Sara les agradece todo lo que hicieron por ella conservando la moneda que los niños Carmichael le dieron como recuerdo.
Uno de los detalles de Hodgson Burnett fue el uso de nombres bíblicos y/o significativos para los personajes. Ya mencioné el ejemplo de Sara. Está Becky, diminutivo del también nombre hebreo Rebeca, una de las primeras matriarcas bíblicas. Así como Sara y Rebeca fueron importantes para sus esposos e hijos, Sara Crewe y Becky se apoyan la una a la otra, sin importar su origen o su clase social.
Por supuesto, está el nombre de la señorita Minchin, que es Mary. Por muy popular que ha sido y que es el nombre, no se puede negar uno de los significados que tiene es el de “amarga”, lo cual cala muy bien con el carácter de la señorita Minchin. Su hermana Amelia, que no aprobaba el trato hacia Sara pero que era demasiado tímida para oponerse, al final le dice de manera directa que es una mujer mala y amargada. El nombre de Amelia también va bien con su personalidad.
Lo que más me agradó del libro fue la forma como Hodgson Burnett muestra que mientras haya esperanza hay vida y que todas las mujeres son, en cierta forma, princesas, no por el dinero sino por su forma de ser, como lo muestra Sara Crewe. Esto hace que La princesita deje un mensaje de fe y esperanza ante la adversidad y el sentimiento de que las cosas algún día pueden mejorar, pero sobre todo que una mujer es princesa por su bondad y su capacidad de resistencia.

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NOTAS
1 Inglés, francés e hindi.

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