SIN REMEDIO


Para concluir el Mes Colombiano, lo haré con la novela Sin remedio del escritor, periodista y caricaturista bogotano Antonio Caballero, siendo junto con el libro infantil Isabel en invierno sus dos únicos trabajos de ficción. Haré una biografía de Antonio Caballero lo más breve posible.

Antonio Caballero Holguín nació en Bogotá el 15 de mayo de 1945. Proviene de dos de las familias más tradicionales de Colombia como los Caballero y los Holguín. Su padre fue el también escritor Eduardo Caballero Calderón, del cual ya analicé su novela Siervo sin tierra, así como su tío Luis Caballero Calderón. Sus hermanos no fueron menos conocidos: su hermano Luis (1943-1995) fue pintor y su hermana Beatriz (1948-2025) fue escritora y divulgadora cultural.

Debido a los cargos públicos de su padre, la violencia partidista y el cierre del periódico El Tiempo donde trabajaba su padre por parte de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, Antonio Caballero vivió los primeros años de su vida entre España y Colombia, graduándose en el Gimnasio Moderno en Bogotá. En un principio estudió en la Universidad del Rosario, pero cuando su padre fue nombrado embajador ante la UNESCO se trasladó a París para estudiar Ciencias Políticas. Estando allí presenció las revueltas de Mayo de 1968, algo que daría pie a su carrera como periodista pero que también lo obligó a regresar a Bogotá tras el cierre de la facultad.

Ya en el país, Caballero siguió trabajando como caricaturista de El Tiempo en Cartones, algo que haría entre 1964 y 1974. Después de eso, viajó por gran parte de Europa llegando a trabajar como redactor para la BBC y The Economist en su estancia en Londres y viviendo de sus caricaturas en Cefalonia (Grecia) durante un año. De ahí se trasladó a España y allí fue cofundador de la revista Cambio 16 junto a Juan Tomás de Salas.

En 1975, Caballero regresó a Colombia para escribir en la revista Alternativa, llegando a ser jefe de redacción y corresponsal internacional hasta su última publicación. Allí publicó dos series de caricaturas, Macondo y El señor agente. Continuó con su carrera periodística en publicaciones como El Tiempo, El Espectador, siendo columnista de esta durante la década de 1980, y la revista Semana, en la que trabajó desde 1996 hasta 2020, año en que renunciaría para unirse al portal digital Los Danieles.

Durante gran parte de su carrera, Caballero fue un gran crítico de la influencia de Estados Unidos en la política local, en particular sobre su rol en la Guerra contra las Drogas y el Plan Colombia, destacando la inutilidad de la lucha contra el tráfico de drogas, la doble moral de los países consumidores contra los países productores y como la misma lucha es usada por los primeros países para mantener una lucha contra los narcotraficantes y por los segundos para usarla como excusa para mantener la desigualdad. También se dedicó a la crítica de arte y a la crónica taurina, siendo un gran defensor de la tauromaquia, algo que se ve en su trabajo de 2003 Los Siete Pilares del Toreo. Por su trabajo como periodista y caricaturas recibió dos Premios Simón Bolívar, uno en 1994 por sus caricaturas políticas y otro en 2001 a la Obra y Vida de un Periodista.

A pesar de que gran parte de su obra fue en gran medida periodística, Caballero llegó a hacer trabajos literarios. En 1984 publicó la novela que nos ocupa la cual, a pesar de su éxito con la crítica, estuvo descatalogada por muchos años hasta 2004 cuando fue reeditada por la editorial Alfaguara. Ya hablaré de ella más adelante. En 1989 publicó un libro infantil, Isabel en invierno, que él mismo ilustró y en 1996 publicó un cuento El padre de mis hijos en la revista El Malpensante, que fue recopilado en Cuentos del Fin de Siglo, antología de escritores colombianos por Luz Mery Giraldo y publicada en 1999 por Seix Barral. Falleció en Bogotá el 10 de septiembre de 2021 a la edad de 76 años tras varios años de graves problemas de salud que afectaron su movilidad y le impidieron seguir escribiendo.

Edición de Alfaguara

Sin remedio nos relata sobre los últimos días de la vida de Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard, un poeta fracasado que fue asesinado por fuerzas oscuras del Estado. La novela se compone de 14 capítulos, pero eso no significa que sea corta; por el contrario, es una novela larga, con ediciones que están entre 552 y 576 páginas (La edición digital de la Biblioteca Básica de Cultura Colombiana, parte de la Biblioteca Nacional, tiene 756 páginas). La historia se desarrolla en Bogotá entre enero y el 23 de abril de 1974 y su título viene del verso de un poema que Ignacio escribe en la novela.

Edición de la Biblioteca Básica de Cultura Colombiana

Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard es un aspirante a poeta de treinta y un años de edad que se compara con Arthur Rimbaud. Proviene de una prestante familia bogotana, siendo el hijo menor y el único sobreviviente de dos hermanos luego de la muerte de su hermano mayor tras la caída de un columpio. Es amante de la música, con gustos que van desde música del siglo XVII hasta Los Hermanos Zuleta; pero también le gustan las fiestas, en las que él siempre hace debates con sus amigos, muchos de ellos pertenecientes a la izquierda política y también consume cocaína; de esta manera, teniendo un estilo de vida turbulento. No trabaja, sino que vive del dinero que le da su rica, viuda y ya anciana madre, una mujer obsesionada con el recuerdo de Focioncito, su difunto hijo mayor. De su padre no se sabe mucho; solo hacía el final sabemos que su nombre era Álvaro y que era un gran fanático de las corridas de toros. El hecho de que solo se mencione datos del padre de Escobar hacia el final de la novela cuando él se encuentra con su primo paterno da a entender que su padre murió cuando era pequeño o que no eran muy cercanos antes de su muerte. Tampoco tiene muchos recuerdos de Focioncito porque tenía 5 años cuando este falleció a los 14.

Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard a sus veinte años

Escobar es un bien amigo, pero al mismo tiempo también se muestra como alguien egoísta, pretencioso (p. 154), resentido, misógino y clasista. Tiene frases como:

Las madres tienen hijos para poder ponerles nombres. Los que ellas quieren, no los que quieren ellos. El control. El dominio. Para robarles toda su libertad. Las mujeres se alimentan de la libertad de los demás […] Eso es lo que les digo: las mujeres no soportan la libertad. No conocen la propia. No toleran la ajena. Apenas pueden, se casan con un pobre tipo que no le estaba haciendo mal a nadie. (Caballero, p. 118).

 

Yo no entiendo: es la cosa contra natura de la izquierda, supongo, como señalan los periódicos. Chimenea encendida, como un burgués, porque se es burgués. Pero encima, ruana, porque el pueblo usa ruana. Sólo que la usa precisamente porque no tiene chimenea (Caballero, p. 119).

 

Hablar mierda es lo más auténticamente colombiano que hay (Caballero, p. 138).

 

Constantemente, Escobar asegura que quiere ser libre pero en el fondo es un hombre que no desea comprometerse ni crecer como persona, lo cual demuestra su lado egoísta y cobarde, razón por la que sus amigos lo llaman burgués de mierda.

Escobar quiere demostrar una y otra vez que tiene talento para la poesía, pero al ver la frase de arriba y de acuerdo con lo vemos y dicen los demás, está claro que él no parece tener talento para ello pero es incapaz de aceptarlo. Henna, una amante suya, se lo dice:

Ignacio, ¿sabe qué? A usted lo que le pasa es que es misógino. La miró con rencor.

—Usted qué llama “ser misógino”.

—Es misógino porque lo dejó Fina. — Henna se irguió de pronto, apoyada en un codo: Ignacio ¿sabe una cosa? Usted no es un poeta. Por eso no me escribe versos (Caballero, p. 169).

 

Solo después de un tiempo él se da cuenta de que nunca ha querido nada porque nunca ha tenido metas en su vida. Asimismo, le molesta el estilo de vida de su parentela pero al mismo tiempo es incapaz de dejar de vivir de su madre. Escobar siente que nunca ha sido algo en su vida, siempre ha sido nada.

A pesar de que tener una relación compleja con las mujeres, Escobar siempre está al acecho de cualquier mujer sin importarle su parentesco con él o si es alguien cercano con él como lo demuestran sus interacciones con su prima Patricia o con Ángela, la cuñada de su mejor amigo. Cuando pareciera que por fin va a tener una relación estable o algo mejor en su vida, siempre llega algo que lo echa a perder ya sea porque las cosas no salen como él espera o por culpa de sí mismo. Hacia el final de la novela, termina involucrado en un secuestro sin querer y busca la forma de zafarse de eso, porque sabe que lo están involucrando en un crimen que él no pidió, pero al mismo tiempo está consciente de que no podrá hacerlo. Por ello, deja Bogotá y se va a con un primo paterno a una propiedad de su familia paterna, pero finalmente y en una plaza de toros de Zipaquirá, Escobar tendrá que asumir que está en algo que no desea, pero de lo que no podrá escapar.

Fina Gómez es su pareja caleña que aparece al principio de la novela. Bailarina de ballet, es hija de un ingeniero y es posible que haya llegado a Bogotá para tener una carrera en la danza. Quería ser madre, pero Ignacio no tenía ningún deseo de formar una familia, razón por la que ella lo deja y se va a Cali por tres meses. Luego de ese tiempo, regresa al apartamento de Escobar en el capítulo IX solo para encontrarlo intimando con Ángela y con Cecilia, una prostituta que él ya había conocido en una ida anterior al bar Oasis. Esto la enfurece tanto que cuando Escobar le pide que tengan un hijo, ella le revela la verdad de lo que hizo y lo vuelve a dejar, esta vez de manera definitiva. Es fanática de Los Beatles como lo atestiguan los discos que dejó atrás tras romper con Ignacio.

Henna es una bailarina, amiga de Fina en la misma academia de baile que a la que ambas asisten y posterior amante de Ignacio luego de que Fina se fuera. Al igual que Fina, Henna es de Cali. Henna llega un día al apartamento de Escobar preguntando por Fina y pronto ambos comienzan una relación, algo que molesta a una de las inquilinas del edificio. Por error, un día Henna contesta el teléfono y le asegura a Doña Leonor que ella es novia de Escobar, algo que le molesta a este. Es ella la que concluye que Escobar es misógino y que por eso Fina lo dejó. Eventualmente y a pesar de su persistencia, Henna finalmente se cansa de Escobar y lo deja por Ernestico Espinosa, con el que se compromete para el final de la novela.

Ángela Rueda Gómez es una modelo y hermana de Ana María. Estuvo casada pero se separó tras tener un romance con una pintora alemana a la que también dejó. Es amante del lujo como se ve en su elección de comida, bebida e incluso estupefacientes (langostas, ostras, cointreau y cocaína respectivamente) y tiene un perro llamado Lucas al que tiene que hacer orinar de una manera particular por así decirlo. Cuando Escobar termina su romance con Henna, clava sus ojos en Ángela, la cual le corresponde y hace que Escobar le complazca en todos sus caprichos como comprarle cointreau, un licor de alto costo1, llevarla a un costoso restaurante y a conocer El séptimo círculo, un bar de prostitutas que solo frecuentan los bogotanos de clase alta que manejan una doble vida o que tienen un estilo de vida frenético como Escobar.

Ya al final del libro, Ángela es la última persona de su círculo personal con la que Escobar permanece y él quiere que ella corresponda a sus sentimientos, pero lo ocurrido con Fina y la situación de él hacen que ella no quiera dar ese paso. Escobar anhela su presencia cuando sale de la plaza de toros de Zipaquirá.

Patricia Urdaneta de Brigard Ortega es la prima de Escobar, la única hija de su tío Foción. Es una jovencita de 19 años que ha adoptado los ideales comunistas, contrastando con la educación conservadora de su prestante familia, gracias a su breve relación con Jefferson Marroquín, un dirigente de un partido de izquierda. Es fanática de Julio Iglesias y no le gusta la música en un idioma distinto al español, ya que la considera imperialismo cultural. Tampoco le agrada la nueva trova cubana, a la que ve como estalinista. Por eso mismo, ve el baile blanco2 que sus padres quieren hacerle sus padres como algo burgués y una huevonada.

Patricia se considera a sí misma «una verraca cocinando (Caballero, p. 409) y manejando (Caballero, p. 398)», aunque en esto es muy imprudente, y congenia bastante bien con Escobar, al punto de que este piense en casarse con ella (algo que, en teoría, sería bien visto por la familia) e intenta hacer el amor con ella, pero no puede. Cabe aclarar que ella estuvo a punto de ser sexualmente abusada por un sacerdote del colegio al que asistió y que intentó hacer lo mismo con otras jóvenes de la familia, por lo que tiene una gran aversión a los sacerdotes, a los que considera pervertidos, por lo que quizá eso desmotivó a Escobar. Simplemente no quería arruinar el momento.

Algo un poco incongruente de Patricia es que a pesar de considerar la música que no está en español como imperialismo cultural, no tiene problemas en beber whisky, una bebida de las Islas Británicas, algo que a Escobar le recuerda a su tío Foción, padre de Patricia (Caballero, p. 409) ni tampoco vino chileno o francés, a pesar de que todo eso es imperialismo cultural como le hace ver Escobar. Además, aunque ella hace trabajo social en los barrios, igual va acompañada del chofer de su padre.

En un principio, Patricia le temía miedo a la vecina de Escobar por los insultos que le hizo la mujer, pero el día después de las elecciones ella le devuelve los insultos, perdiendo el miedo por completo, lo que lleva a la señora Niño a quebrarse.

Federico es un gran amigo de Escobar, escultor de profesión y militante de izquierda. Está casado con Ana María, con la que tiene un hijo y otro en camino. A pesar de sus ideas de izquierda, es un poco más realista que Escobar ya que le crítica su falta de compromiso en la vida y su concepto de libertad, llamándolo (perdonen las expresiones) burgués de mierda y huevón o al menos eso parece. Sin embargo, todas las acciones de Federico (fumar marihuana, casarse, tener hijos, una empleada para atender a una Ana María agotada por el embarazo) son algo que Escobar considera contrarrevolucionarias y poco congruentes. A pesar de su situación, Federico no tiene problemas en seguir yendo a las reuniones y manifestaciones del partido, lo que lo lleva a ser arrestado. Por suerte, Escobar recurre a su tío Foción para que lo liberen.

Sin embargo y a pesar de la persecución, a Federico eso no le impide convertirse en uno de los autores intelectuales del secuestro de un miembro de la elite económica y política del país pues de acuerdo con él fue liberado por pura suerte. Con ello, deja de lado a su esposa que está en pleno parto, durante las elecciones nada menos, solo para hacer algo que reivindique sus creencias políticas, prácticamente dejando de lado todo lo que asegura importarle. Eso hace pensar si cometió ese crimen porque de verdad cree en sus ideales de izquierda o para demostrarle a Escobar que sí es congruente con ellos. En todo caso, puso a Escobar en una situación de la que él no pudo salir.

Leonor Urdaneta de Brigard viuda de Escobar es la madre de Escobar. Como corresponde a una mujer de su alta posición social, es una mujer sofisticada, devota y con un gran dominio del francés. De joven fue reina de belleza escolar; según ella, tan hermosa que los hombres se volvían locos por ella, incluso llevándola a tener problemas con la esposa de un embajador británico. Leonor añora demasiado a Focioncito, su hijo mayor que falleció a los 14 años y del que siempre le hace su misa para el aniversario de su muerte, para la cual pide una dispensa para que sea en latín ya que considera que decir misa en español la vuelve ordinaria. No comprende por qué Ignacio se niega a asistir a la misa de su difunto hermano ni por qué no quiere casarse.

Aunque sin duda Leonor es una mujer que se preocupa por el bienestar de Escobar, en parte ella ha fomentado el sentimiento de él de sentirse como nada al compararlo constantemente con su difunto hermano mayor e incluso incluirlo en una esquela mortuoria como si estuviese vivo (Caballero, p. 707). Leonor ama a su hijo, pero siempre lo pone en segundo lugar junto a Focioncito, sin darse cuenta de que esto ha dañado la estima propia de Escobar.

Foción Urdaneta de Brigard (no confundirlo con el hermano fallecido de Escobar) es el tío materno de Ignacio. Es un hombre con un gran poder político por ser banquero y exministro, por lo que tiene numerosos contactos en el ejército y en la banca, algo que sería útil para lograr la liberación de Federico. Siempre busca que Escobar trabaje en su banco y le desagradan los comunistas, por lo que no le hace gracia que su hija Patricia esté de novia con un dirigente de izquierda. Él y su esposa Clemencia son tan tradicionalistas que en el mismo mes de las elecciones (abril) planean un baile blanco para Patricia en el Jockey Club, del cual Foción es miembro, al punto de mandar a fabricar invitaciones timbradas desde Nueva York.

Pese a ser un destacado miembro del Partido Conservador Colombiano, Foción convence a su familia, al menos a los de más edad, que vote por Alfonso López Michelsen, un liberal, porque lo considera el candidato del FMI (Caballero, p. 625). Es secuestrado mientras estaba en su carro junto a Pasquale, la dama de la noche francesa que trabaja en El Séptimo Círculo, el «club nocturno» que la elite bogotana frecuenta, y su secuestro acaba muy mal.

Robertico es el primo paterno de Escobar que hace su aparición en el capítulo XII. Para Escobar, es una inesperada tabla de salvación al no poder regresar a su hogar ni ir al de su madre por temor a un arresto por un crimen que no cometió, pero en el que termina involucrado. Para Robertico, es el reencuentro con un primo que no ve desde hace años, pues se da a entender que dejó de relacionarse con él tras la muerte del padre de Escobar.

Al igual que su familia materna, Robertico tiene una clara inclinación política por el Partido Conservador pues considera que este partido es más favorable a sus intereses. Ve a López como un alguien demasiado inclinado a la izquierda, prácticamente un socialista. Para él, un presidente de tendencias izquierdistas podría destruir sus metas de usar las fincas de su familia en Armero (suspiro) para sembrar coca y así entrar en el negocio de los estupefacientes, de los cuales hace gala repartiendo «pases» a sus acompañantes, incluido Escobar, lo cual no puede hacer debido a las guerrillas, que ya han matado a dos administradores de su padre.

Herminia Niño viuda de Niño es la vecina de Escobar, lo que quiere decir que se detestan mutuamente. A menudo le grita cobarde y comunista a Escobar y puta o modelo a cualquier mujer que él lleve a su apartamento y golpea las paredes de su apartamento que colinda con las del apartamento de Escobar. Con ello, hace que Patricia le teme y que Ángela se sienta incomoda con su presencia. Sin embargo, el día de las elecciones Patricia le devuelve los insultos, por lo que la señora Niño se arroja desde su ventana. Solo volvemos a saber de ella cuando las autoridades la identifican, se revela su nombre completo y se establece que es viuda de un hombre de apellido Niño. Todo lo anterior deja claro que la mujer no se encontraba en su sano juicio. Sin embargo, las autoridades tratan su muerte como un homicidio y no como lo que en realidad es, por lo que detienen a dos personas inocentes.

El coronel Aureliano Buendía (tocayo del personaje de Cien años de soledad) es el jefe de Investigaciones Especiales del Servicio de Inteligencia del Ejército Nacional y el antagonista de la historia, a pesar de que aparece poco. Conoce a Escobar cuando ambos coinciden como clientes de El Séptimo Círculo. Allí el coronel, su amigo el senador Pumarejo y Escobar entran en un duelo de poesía y al igual que los amigos de Escobar, el coronel Buendía le dice a Escobar que no es poeta. Más tarde, aparece con dicho senador y Pasquale en el mismo hotel que Escobar y Ángela, mostrando que tiene cierta orientación sexual. Al darse que Escobar y Ángela ya lo saben no descansará hasta hacerles pagar, por lo que la supuesta participación de Escobar en un secuestro le da la oportunidad perfecta para su venganza.

Ricardito Patiño es un gran amigo de la madre de Escobar y como este, un poeta. Desde su juventud ha estado enamorado de la madre de Escobar, pero en este momento de su vida se contenta con mantener su amistad y recitarle versos. Tartamudea bastante, siendo capaz de hablar con comodidad cuando recita poesía o cuando ha bebido. Le pide a Escobar que no se dedique a la poesía de manera exclusiva.

Ernesto «Ernestico» Espinosa es el cardiólogo de Doña Leonor y un amigo cercano. Doña Leonor acude a él debido a su baja presión arterial. En las reuniones sociales, es muy activo y le gusta conversar. Más tarde, Escobar descubre que Henna, su amante intermitente, ahora es amante de Ernestico y se ha comprometido con él, lo que no le impide acosar sexualmente a Patricia.

Circuncisión «Circua» Hernández Hernández es una joven empleada de hogar del edificio en el que vive Escobar, en concreto de un vecino del piso de abajo. Ella es de gran ayuda para Escobar cuando su apartamento es desvalijado por ladrones, los cuales le roban hasta sus poemas, al darle su cuaderno de cuentas para que él pueda escribir. Además, tiene un par de encuentros íntimos con Escobar. Por desgracia, Circua termina metida en un crimen que ni siquiera lo es.

El monseñor Botero Jaramillo es un obispo amigo de Leonor. Tiene cáncer en la lengua, lo que lo ha dejado con la voz ronca y a pesar de ello tiene la costumbre de besar la mano o la boca de alguien. Primero aparece en la cena por la misa de Focioncito y luego cuando Escobar y Ángela llegan a un hotel y lo descubren entre los invitados de una fiesta; de esta manera, se descubre que tiene una doble vida, siendo la privada enfocada en la homosexualidad.

La novela nos describe a través de sus más de 500 páginas el desencantamiento de la vida y la madurez (o más bien la falta de ella). Escobar es una persona que no tiene ninguna motivación en su vida más allá de beber, rumbear, consumir drogas y tener sexo casual. Tampoco tiene el deseo de madurar no solo en el sentido de establecerse, es decir, trabajar, casarse y tener hijos, sino también como persona. Todos intentan hacerle ver que no puede seguir viviendo de las rentas de su madre, que siga intentando tener éxito solo con la poesía y que debe tener un plan B en caso de que su carrera como poeta falle. Pero Escobar simplemente no puede o no quiere hacerlo: simplemente siente que eso no es para él y al mismo tiempo siente que piensa demasiado en lugar de decidirse por algo en concreto.

El sentido de pertenencia, o la falta de este, es plasmado en la novela en forma generacional y social. A pesar de que Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard pertenece a la Generación Silenciosa3 (habiendo nacido en 1943) y es un claro representante de ella al mostrar su aferro a su vida conformista y su deseo de no arriesgarse, también se muestra contrario a su propia generación al no querer hacer parte del propio sistema, como ocurría y ocurrió como muchos de su generación, y tener una visión más bien pesimista sobre su vida y lo que lo rodea, todo lo contrario de la Generación Silenciosa (hablaré un poquito más adelante). Sin embargo, tampoco logra encontrarse a gusto con la generación de la familia de su madre, la cual era más conservadora que la suya, y los ve como un montón de gente obsesionada con el dinero, la clase y el poder, los cuales desean conservar a toda costa, además de no soportar la obsesión de su madre con su hijo fallecido 26 años antes. En resumen, al ser sentirse insatisfecho entre sus amigos ni en su familia y no estar dispuesto a desprenderse de las comodidades pero tampoco querer trabajar para obtenerlas, Escobar es incapaz de encontrar su lugar y siente que no es nada porque no sabe quién es. No sorprende que a él se le haya adjudicado el concepto de Generación Desencantada y a la vez se lo haya apartado de la misma, al menos inicialmente.

Sin remedio hace una pequeña crítica a las autoridades, más o menos a una que se puede encontrar en el episodio de Los Simpson, Marge la rebelde. Se supone que las autoridades, ya sean armadas, civiles o eclesiásticas, deberían mantener la ley y el orden. Pero al igual que en dicho episodio, en Sin remedio no siempre están haciendo ese trabajo, como se ve cuando ni siquiera ayudan a Escobar en lo que respecta al robo en su apartamento. En su lugar, se ponen a parrandear en lugares nocturnos de mala muerte, beben e incluso inhalan cocaína. Sin embargo, cuando tienen que castigar a alguien, ahí sí están presentes como se ve cuando buscan detener a Escobar por su supuesto rol en un secuestro o como cuando detienen a Circua y a un miembro de grupo de izquierda por ser sospechosos de un crimen que no es un crimen.

Otra crítica importante es a la alta sociedad, un círculo social que cuando no son reaccionarios que se niegan a dejar su estatus quo al creer que un cambio en la sociedad sería el fin de todos sus privilegios, son personas que supuestamente quieren cambiar la sociedad, pero no lo hacen de manera razonable y segura, sino precipitada y violenta, o ni siquiera están dispuestos a renunciar a su comodidad. Al hacer esto, Caballero muestra que la alta sociedad, sin importar su posición política, quieren mantener su privilegio y sus comodidades a como dé lugar.

La novela también trata la influencia de las lenguas francas en la sociedad colombiana, como lo son el inglés y el francés. A pesar de que en la novela ya se mostraba que el inglés comenzaba a introducirse como lengua franca gracias a la popularidad de la música en dicho idioma, también tiene bastantes diálogos en francés, que era la lengua franca de la época antes de que el inglés la desplazara, en particular proveniente de personajes de las altas esferas como la madre de Escobar y varios personajes que aparecen en El Séptimo Círculo y en Los jardines de Alá. Incluso a la hora de elegir bebidas alcohólicas la influencia francesa está presente. Ángela prefiere el cointreau, el monseñor Botero Jaramillo bebe benedictine, trago de eclesiástico como dice Ernestico Espinosa (Caballero, p. 212) y la prostituta francesa de El Séptimo Círculo consume chartreuse4, además de cantar La Vie en Rose.

Sin embargo, también se muestra una clara resistencia por parte de la población que busca mantenerse lejos de todo lo que represente a Estados Unidos y en cambio busca reivindicar lo nacional, lo colombiano. Un ejemplo de ello son los constantes anuncios publicitarios que Escobar ve sobre la gaseosa Colombiana y cuando entra una heladería. Inicialmente se le pasa por la cabeza pedir una Cola-Cola, pero luego recuerda a sus amigos de izquierda y ante las sugerencias de la empleada de gaseosas de fabricación nacional, las cuales tampoco lo dejan conforme (Kist5, Lux, cualquier gaseosa Postobón), opta por una Colombiana (Caballero, p. 551), lo cual vuelve a hacer en el antepenúltimo capítulo.

Esa resistencia también reflejaba la profunda división que tenía el país a mediados de la década de 1970. Para esta época, el Frente Nacional había llegado a su fin y ahora el Partido Liberal y el Partido Conservador tendrían que rivalizar en las urnas. De hecho, en el capítulo XI tiene lugar las elecciones presidenciales de 1974 llamadas Gran Evento Democrático en la novela, y que se llevaron a cabo un 21 de abril. Además, la aparición de grupos insurgentes, tanto rurales como urbanas, eran un serio desafío para la estabilidad del país, la cual se había estancado durante el Frente Nacional.

En estas elecciones, los candidatos principales fueron el liberal Alfonso López Michelsen y el conservador Álvaro Gómez Hurtado. Ambos tenían un fuerte legado a sus espaldas al ser hijos de dos presidentes de Colombia: Alfonso López Pumarejo (1934-1938, 1942-1945) y Laureano Gómez (1950-1951), respectivamente. Para resumirlo todo, los capítulos XI y XII nos muestra lo que ocurre en unas elecciones que no son tranquilas: represión armada, predisposiciones personales y oportunismo político, atestiguados por Escobar cuando un poeta colega suyo es asesinado por las fuerzas del orden y Jefferson Marroquín usa su muerte para politizarla; que Robertico tema con la victoria de López haya expropiaciones y alza de impuestos a los ricos debido a que el padre de López había hecho reformas agrarias (las cuales igual fueron desbaratadas en su segundo mandato). Además, el tío Foción prefiere aliarse con López y no con Gómez, su copartidario, porque ve a López como alguien más favorable a sus intereses que Gómez debido a los escándalos sobre negociaciones en los que López estuvo involucrado durante el segundo mandato de su padre. Para Foción, Gómez sería menos tolerante con ese tipo de maniobras.

Hablando de candidatos presidenciales, un detalle que noté mientras hacia esta entrada es que ningún Presidente de Colombia nacido en el siglo XX perteneció a la Generación Silenciosa, la cohorte demográfica de la que hizo parte Escobar o el propio Antonio Caballero. Todos los presidentes nacidos en el siglo XX, salvo Iván Duque, que es parte de la Generación X, han sido miembros de la Generación Grandiosa o de la Baby Boomer, aunque sí hubo candidatos de la Generación Silenciosa: María Eugenia Rojas de Moreno, Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal, Horacio Serpa, Carlos Gaviria y Rodolfo Hernández.

La novela posee una excelente narración a la hora de describir lugares, personas y, en particular, sentimientos. Es capaz de plasmar el sentimiento de ser nada por parte de una persona y cómo eso rige su vida, además de una ambientación bien cuidada al punto de sentir que estamos en el apartamento desvalijado de Escobar, en El Séptimo Círculo o en Los jardines de Alá. Esto, sin duda, hace que Sin remedio un estilo urbano desenfrenado y detallado, similar a Opio en las nubes y un poco en Un mundo huérfano. También se nota esa narración descriptiva en un pasaje sobre una corrida de toros, en la que Caballero plasmó su gran amor por la tauromaquia. Esta parte tiene una excelente descripción, pero si eres antitaurino y/o defensor de los animales, es mejor saltarse ese pasaje.

No hay tantas referencias literarias a pesar de que el protagonista es un poeta, pero la que más destaca es su eterna comparación con Arthur Rimbaud, al creer que morirá a su misma edad solo para recordar que Rimbaud había muerto a los 37 años. Otras son el libro bíblico El Cantar de los Cantares y el Romancero Gitano de Federico García Lorca.

A pesar de su longitud, considero que leerla no es, de ninguna manera, una pérdida de tiempo. Con su crítica sociopolítica, estilo urbano y narración descriptiva, se notan los 10 años de trabajo que Caballero se tomó en ella y ningún personaje es desaprovechado. Por desgracia, Sin remedio es una novela a la que no le presta la atención que se debería, lo que queda claro al haber estado descontinuada hasta 2004. Es una lástima porque es una novela de gran calidad, pero también es una triste muestra de que Caballero tenía madera para escribir historias de ficción y fuera de esta e Isabel en invierno, se dedicó exclusivamente a su faceta periodística.

Edición de la Biblioteca El Tiempo

Un último detalle, la música es fundamental en Sin remedio, en particular una canción de salsa, pese a que su aparición allí es un anacronismo, y Julio Iglesias, al cual referencian bastante dado que fue en la década de 1970 en la que él consolidó su carrera y se popularizó en nuestro continente. Aquí dejo una lista de canciones que aparecen en la novela:

Cambalache de Julio Sosa

Recuerdos de Ipacarai de Luis Alberto del Paraná (la versión de Julio Iglesias se lanzó en 1976)

La Que Se Fue de José Alfredo Jiménez

La Media Vuelta de José Alfredo Jiménez

El Mesías de Georg Friedrich Händel

Mis Zapatos Blancos de Joe Arroyo (un anacronismo porque este sencillo se lanzó en 1977)

La Cartera de Larry Harlow

Para Elisa de Ludwig Van Beethoven

Serenata n° 7 Haffner de Wolfgang Amadeus Mozart

La Murga de Willie Colón y Héctor Lavoe

Tres Días de Carnaval de Celia Cruz y Johnny Pacheco (otro anacronismo porque este sencillo en 1975)

Periódico de Ayer de Héctor Lavoe

Obertura de Tannhäuser de Richard Wagner

Misa de Réquiem de Johann Sebastian Bach

La Vie en Rose de Edith Piaf

Dime de Willie Colón y Rubén Blades (otro anacronismo porque este sencillo se lanzó en 1978)

Me olvidé de vivir de Julio Iglesias (otro anacronismo porque este sencillo se lanzó en 1978)

Flor de azalea

El plomo (No vales nada) de Los Embajadores Vallenatos (otro anacronismo porque la canción se lanzó en 1984)

Con esta novela, que me demandó varios meses de lectura, termino el Mes Colombiano. Pasamos por una tira cómica que exploramos los paisajes y las problemáticas que hacen parte del país, una carroza que representa el lado oscuro de uno de los personajes más importantes de la historia sudamericana, un periodista que intenta resolver un misterio que termina involucrándolo en una trama de corrupción y los conflictos en torno a la tierra y un poeta desencantado de la vida y que no sabe qué hacer con ella hasta que se enreda en un crimen del que no supo hasta que fue demasiado tarde. Espero que el próximo año sea igual de provechoso. Gracias y hasta luego.

 

BIBLIOGRAFÍA

Caballero, A. (2017) Sin remedio. Biblioteca Básica de Cultura Colombiana.

 

NOTAS

1 En el momento en que hago esta entrada, una sola botella de cointreau cuesta entre 140.000 y 165.000 pesos colombianos (entre 34 y 40 dólares).

2 Evento para jóvenes solteras que deben vestir de blanco. Es parecido a los bailes de debutantes.

3 Los nacidos entre 1927 y 1945.

4 En la novela se dice que Pascale bebe benedictine, pero en realidad es chartreuse, dado que se dice que lo que bebe es un licor verdoso (Caballero, p. 495). La versión más popular del chartreuse es de color verde, mientras que el benedictine tiene una tonalidad dorada con destellos salmón (naranja). Es probable que se trate de un error por parte de Caballero.

5 Originalmente introducida por The Citrus Products Company en 1919, esta gaseosa con sabor a naranja (y luego de uva y de limón) se caracterizó en un principio por sus botellas en forma de rodajas de naranja. Desde la década de 1930 hasta la de 1960 se expandió, llegando a comercializarse en América Latina. En 1965, la compañía fue adquirida por Monarch Food Packing y a su vez comprada por The Coca Cola Company en 2019. En cuanto a Colombia, fue promocionada como El Rey de los Refrescos, vendiéndose en Bogotá, Girardot y Cucutá, y distribuida por Postobón hasta mediados de la década de 1970, época en la que se desarrolla la novela, aunque algunos aseguran que siguió vendiéndose hasta principios de la década de 1980.

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