PERDER ES CUESTIÓN DE MÉTODO
Advertencia: esta entrada contiene algunos destripes.
Para continuar con el Mes Colombiano, analizaré la novela Perder es cuestión de método del escritor bogotano Santiago Gamboa, publicada en 1997.
Perder es cuestión de método es una novela dividida en 47 capítulos ordenados en dos partes: la
primera, con 23 capítulos y la segunda, con 24, además del epílogo. La novela
se desarrolla en Bogotá y en poblaciones aledañas como Chocontá y Tunja en el año 1989,
lo cual es fácil de deducir porque se menciona la final de Copa Libertadores en
la que el Atlético Nacional obtuvo su primera Copa Libertadores y de Colombia.
Sin embargo, la novela es más reconocida por su adaptación al cine en 2004, la
cual es fiel en gran medida.
La primera parte nos muestra la aparición del cadáver de un hombre
empalado cerca del río Sisga. Allí es cuando aparece el periodista Víctor
Silanpa para saber cómo terminó así y por qué. A medida que su investigación avanza
y a él se unen un hombre que busca a su hermano y una joven prostituta, Silanpa
se da cuenta de que el asunto es más complejo de lo que parece. Mientras tanto,
como narraciones paralelas tenemos la historia del oficial que le pide a
Silampa que investigue lo del hombre empalado y un trio de hombres relacionados
con la política y el entretenimiento sórdido que busca hacer un negocio con las
tierras de un hombre que recientemente falleció, pero no pueden encontrar las
escrituras.
La segunda parte tiene un ritmo más acelerado ya que allí las
intrigas en el grupo que quiere negociar las tierras hacen que la débil armonía
que tenían se rompa y comiencen a traicionarse entre sí. Entretanto, Silanpa
descubre lo que le ocurrió al empalado y destrabar el turbio entramado sobre
las tierras del finado, algo que lo lleva a arriesgarlo todo, incluso su frágil
noviazgo.
El protagonista es Víctor Silanpa, un periodista de investigación
del diario El Observador. De acuerdo
con él, es descendiente de finlandeses. El coronel Moya le encomienda
investigar sobre el cadáver de un hombre que fue encontrado empalado cerca del río
Sisga y su mentor Guzmán lo secunda en ello. Al buscar identificar al hombre,
conoce a Emir Estupiñán, el cual está detrás del rastro de su hermano y cree
que lo del empalado puede tener relación con la desaparición de su hermano. A
lo largo de su investigación le ocurren una serie de eventos que le hacen saber
que se está adentrando en algo peligroso como la destrucción de su Renault 6 y
de su casa o la cuasi violación por parte de Susan Caviedes. Sin embargo, no
duda en lograr en sacar a relucir a los culpables, aunque en esto por desgracia
le toca hacer frente ante la corrupción del sistema.
Silanpa tiene una relación inestable de tres años con una mujer
llamada Mónica, que lo engaña con Óscar, su exnovio; por lo que para aliviar su
soledad compra una muñeca por recomendación de su amigo y consejero Guzmán. A
pesar de esto, muchas mujeres se sienten atraídas por él como se ve con Quica,
con Susan y con Ángela, su colega del periódico. Su bebida favorita es el ron,
aunque en general tiende a abusar del alcohol cuando está deprimido, lo que no
ayuda en nada a su problema de hemorroides.
Emir Estupiñán es un hombre que busca a Ósler Estupiñán Juárez, su
hermano menor desaparecido, lo cree que puede tener que ver con el empalado del
Sisga, razón por la que decide acudir a Silanpa, ya que cree que con la ayuda
del periodista podrá descubrir el paradero de su hermano, siempre y cuando el
asunto no tenga que ver con narcotraficantes, a los cuales les teme más que a
nada. Cuando descubre lo que en realidad le pasó a su hermano, decide que
buscará a los responsables de eso y por eso decide apoyar a Silanpa más que
nunca.
A lo largo de la novela, Estupiñán va desarrollando una relación amistosa
con Silanpa basada en la confianza y en el contraste entre ambos. Esto se debe
a que Gamboa quiso construir la relación entre Silanpa y Estupiñán al estilo de
Don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza. Solo que en este caso
Silanpa no se mueve por idealismo sino por el deseo de revelar la verdad
mientras que Estupiñán mantiene su rol de escudero como polo a tierra y con una
visión más cercana al colombiano promedio que Silanpa.
Antes de regresar a Bogotá, Estupiñán vivió en Cartagena durante 9
años debido a su trabajo como jefe de bodega en una repartidora de Royal Crown
Cola, por lo cual el contacto con su hermano era limitado hasta la desaparición
de este último. Desea emigrar y por eso practica inglés, soltando de vez en
cuando palabras en inglés. También le gusta mucho aprender y cultivarse, por lo
que le hace muchas preguntas sobre política a Silanpa, en teoría mucho más
versado.
El capitán Aristófanes Moya es el oficial de alto rango a cargo del
empalado del Sisga. Es un hombre con un enorme sobrepeso y que come en exceso,
razón por la que su esposa quiere que asista a La Última Cena, una organización
evangélica que cree que se puede perder peso mediante el estudio de versículos
bíblicos.
Cuando encuentran al hombre empalado en el Sisga, lo primero que
hace Moya es llamar a Silanpa para que investigue el caso y al mismo tiempo
pedirle ayuda para averiguar sobre de La Última Cena. A lo largo de la novela, Moya
nos relata su infancia, su entrada a la policía, cómo conoce a su esposa, su
difícil relación con la comida y cómo le afectan sus problemas de peso, no solo
física sino también emocionalmente. También se muestra cómo va cambiando sus
hábitos alimenticios al punto de que para matar el hambre se pone a mascar
chicle y chupar bombón (paleta).
Cuando Silampa reúne las pruebas de la investigación sobre el
empalado y la disputa por tierras relacionadas con el finado, aunque Moya está
de acuerdo con el involucramiento de Esquilache y Barragán, decide que Tiflis y
Vargas Vicuña ya no harían parte de ello. En el último capítulo se revela que,
además de seguir en La Última Cena, él tiene sus propios motivos para dejar a
Vargas Vicuña fuera del asunto de las tierras de Pereira Antúnez.
Fernando Guzmán es su excompañero de universidad y su mentor en El Observador, ayudándolo a entrar allí.
Tuvo un rápido ascenso en el periódico, pero a pesar de su gran capacidad e
inteligencia encontró en el alcohol y en las drogas una vía de escape y de
relajamiento del ajetreo laboral. Todo ello hizo que tuviera una crisis psicótica
y que tuviera que ser internado en un hospital psiquiátrico de Chía desde
entonces. A pesar de su frágil estado mental, Guzmán está lo suficientemente
lúcido como para darle pistas sobre lo que puede estar oculto en la investigación
del empalado.
Marco Tulio Esquilache es un concejal conservador de Bogotá que
está interesado en unas tierras cercanas al río Sisga. Por eso quiere negociar
dichos terrenos con la ayuda de su abogado Emilio Barragán y de Ángel Vargas
Vicuña, el cual quiere construir allí un campo campestre. Supuestamente,
Esquilache quiere usar su posición en el concejo para que la concesión a Vargas
Vicuña sea aprobada, pero en realidad él desea las tierras para sí debido a que
está endeudado con una empresa de construcción que contribuyó a su campaña para
el concejo y quieren las tierras como pago de la deuda.
Esquilache se va mucho por las ramas cuando conversa pero en
general es un hombre que considera que la familia es lo primordial. También es
un hombre muy culto como se ve cuando referencia a Goethe, a Federico Fellini y
cuando lee el significado de cobarde en el diccionario de Covarrubias. Es muy
brusco a la hora de tratar a Barragán llamándolo so mequetrefe, gran pendejo y
so badulaque, algo que al final este último, harto de su constante humillación,
le cobra de manera violenta. A Esquilache le gusta beber wiski, en particular
el coctel whisky sour.
Emilio Barragán es el abogado de Esquilache y pariente político
suyo al estar casado con Catalina, la sobrina de este. Gamboa lo describe como
un «cuarentón elegante, alopécico de bisoñé importado de Italia, abogado del Rosario,
temible jugador de Risk y buen contador de chistes verdes en el Jockey Club. Venía
precedido por una oleada de perfume Obsession,
de Calvin Klein» (p. 25). En apariencia es un abogado exitoso, un esposo devoto
para Catalina y un padre cariñoso para sus dos hijos Juanchito y Cata. Sin
embargo, todo eso no es más que una fachada: es un hombre en permanente estado
de quiebra derivado de sus apuestas en el Club, las cuales provienen de su afán
de aparentar una situación económica similar a las de sus colegas cuando en
realidad no la puede igualar. Todo ello lo convierte en alguien dependiente de
Esquilache para así poder recibir comisiones que solo alivian de manera
momentánea sus problemas económicos, pues de nuevo las usa para realizar
inversiones económicas que acaban en fracaso. Además, le es infiel a Catalina
con otras mujeres, en particular, las trabajadoras de su bufete.
Debido a su parentesco con Esquilache, está sometido a cualquier
capricho que este tenga incluso hacer una comida en domingo solo porque a Esquilache
le da ganas de invitarse a la casa de Barragán a sí mismo. Esto se debe a que Esquilache
es el único que sabe de los problemas de dinero de Barragán y que está en
capacidad de ayudarlo, pero incluso a él le oculta el verdadero estado de sus
finanzas; sin embargo este logra descubrirlo al fin.
Si no fuera por mí tú no serías más que un
pobre badulaque. Si yo levanto el dedo tú te caes. ¿Crees que no sé de tus
deudas? ¿Crees que no estoy al corriente de que en el casino del club, si
quisieran, te podrían embargar hasta las pelotas, si es que te las encuentran?
Tú no vales nada solo, tú dependes de mí. ¿Y con qué autoridad hablas de la
pobre Catalina? ¿No le clavas cachos con cuanto rabo se te pone delante? ¿Sabe
ella a dónde va a parar la plata que te ganas? Ten mucho cuidado conmigo,
jovencito, conozco demasiado tu vida como para que te pongas ahora a huevonear…
(Gamboa, p. 198)
Para Barragán, las tierras de Pereira Antúnez son la única esperanza
que tiene para evitar la bancarrota (al recibir una enorme comisión) y por ello
también acepta el contrato con Vargas Vicuña a espaldas de Esquilache, a quien
detesta y por eso se venga de él.
Ángel Vargas Vicuña es el dueño de una constructora. Quiere usar
las tierras de Pereira Antúnez para construir un campo campestre para lo cual
necesita el permiso del distrito, algo que solo podría conseguir a través de
Esquilache y sus contactos en el gabinete capitalino. Al mismo tiempo, también
tiene un acuerdo con Barragán para que este reciba una comisión del contrato
sin el consentimiento de Esquilache. Es un hombre que está protegido por gente
peligrosa, siendo uno de ellos el propio Tiflis; aunque esto no le impide
secuestrar a Pereira Antúnez (que ya estaba en manos de Tiflis) solo para
lograr el traspaso de las tierras a como dé lugar.
Heliodoro Tiflis es un exfutbolista convertido en esmeraldero, algo
que lo ha convertido en dueño de varios negocios relacionados con el ocio y la
hostelería. Y cuando hablo del ocio no me refiero solo a restaurantes y bares,
sino a otro tipo de ocio: el de la profesión más antigua del mundo. Al igual
que todos los demás, a él le interesa beneficiarse de la negociación de las
tierras de Pereira Antúnez, el cual le había traspasado las tierras.
El primer pasaje en el que Tiflis aparece es sin duda una escena de presentación, pues
enseguida exige guarilaco (aguardiente)
con limón, gustando de morder este último. Esto contrasta con el vino y el
wiski que gustan de tomar Esquilache y Barragán al principio de la novela, siendo
estos dos bogotanos de clase media-alta, algo que demuestra sus modales menos
refinados y su manera de tratar más directa que la de Esquilache, Barragán y
Vargas Vicuña. Sus gustos más propios de la gente de a pie se confirman cuando
Gamboa describe su oficina:
Su propia oficina, en el penthouse del Hotel Esmeralda, era una habitación rectangular con
ventanas que daban a Monserrate, las Torres del Parque y la Plaza de Toros.
Desde el sillón, con sólo darse la vuelta, alcanzaba a ver el edificio de
Avianca y las puntas fantasmales del frustrado Hotel Hilton. Las paredes de la
habitación estaban cubiertas de afiches taurinos y de fotos de cantantes, y
frente al escritorio, debajo del bar, un tocadiscos en marcha hacía sonar los
violines de Pedro Infante (Gamboa, p. 101).
Tiflis tiene una frase a la hora de beber alcohol: Cuando no se
tiene costumbre es mejor darle despacio. El trago es como la mujer: si se le
baja la guardia golpea (Gamboa, p. 101). Esto cobra sentido cuando uno de sus
hombres es golpeado por la secretaria de Emilio Barragán, que intentó
defenderse de ellos tras que le tendiesen una trampa. Ante el testimonio de
Runcho, Tiflis contesta así:
Sí, esa mujer es un peligro. Pero así me gustan
a mí (Gamboa, p. 183).
Con esto queda claro cómo Susan Caviedes terminó convirtiéndose en
su amante. A ella la analizaré más adelante.
Pese a que es una persona bastante corrupta, incluso a Tiflis le
asquea el soborno que ofrece Vargas Vicuña a la persona que tenga las
escrituras de las tierras de Pereira Antúnez, el cual era un amigo suyo.
Barragán no es particularmente amante de Tiflis, al punto de considerarlo
maleducado, vulgar y mala gente.
Quica es una prostituta de 17 años que Silanpa conoce cuando acude
al bar Lolita, el cual es propiedad de Tiflis. A pesar de su juventud, Quica
desea ayudarlo a resolver el misterio y los dos mantienen una breve relación.
Ella quiere ser cantante, por lo que pide consejo a Silanpa sobre el vestido
que debería usar. En la novela no tiene tanta participación como en la película,
ya que su contraparte cinematográfica es una combinación de su personaje
literario, Mónica, la novia intermitente de Silanpa, y Nancy, la secretaria de
Barragán.
Casiodoro Pereira Antúnez es el hombre empalado. Es un hombre con
vínculos con Los Hijos del Sol, un culto dedicado al naturalismo, es decir,
personas que consideran que estar desnudo es una manera de estar en contacto
consigo mismo y con el medio ambiente. Al
compartir las mismas creencias y no tener hijos, quería dejarles unas tierras
cercanas al río Sisga que había comprado 15 años antes, las mismas que codician
Esquilache, Barragán, Vargas Vicuña y Tiflis y quienes no soportan la idea que
un grupo de personas empelotas se hagan con ellas. Por eso, los tres primeros
buscan que el cuarto, siendo este amigo de Pereira Antúnez, encuentre la forma
de traspasar el título de las tierras a nombre de sí mismo y así los cuatro
puedan usar esas tierras para su proyecto del campo campestre.
Susan Caviedes es la amante de Tiflis. Ex actriz de cabaret, se
retiró al no tener éxito en su carrera y se convirtió en administradora del
baño turco El Paraíso Terrenal, el lugar de reunión de Los Hijos del Sol. Así
conoce a Tiflis, al ser este amigo y socio de Pereira Antúnez, y los dos se
convierten en amantes. Puede llegar a ser peligrosa e intimidante como lo
demuestra su interacción con Silanpa donde lo amenaza a punta de pistola. Le
gusta beber whisky o café cuando el primero no está disponible y casi nunca
aparece sin su cigarrillo Pall Mall. Es miembro de El Paraíso Terrenal y, por
lo tanto, naturista.
Mónica es la novia intermitente de Silanpa. Debido a que él la
encuentra en una situación comprometedora con su exnovio, decida evadirla al no
saber qué hacer en esa situación. Si bien vemos que la relación está en pausa a
lo largo de la novela, Silanpa se preocupa por su seguridad al punto de pedirle
que se mude por temor a que la vida de ella esté en peligro. Ya en la segunda
parte se vuelven a encontrar y ella lo socorre, pero la intención es que
retomen la relación a pesar de que ella ya tiene una relación con Óscar.
Silanpa la hace ver que no puede estar con los dos a la vez, por lo que deciden
poner fin a su relación de una vez por todas, algo que deja emocionalmente mal
a Silanpa por un tiempo.
El tema principal es la disputa por tierras, el cual es un tema que
siempre ha sido de gran importancia. Para muchas personas, tener tierras
significa tener algo de valor que puede ser usado para el beneficio económico,
ya sea de manera positiva o negativa dependiendo de quién las administre. Sin
embargo, las disputas por tierra son algo candente ya que es habitual que
alguien aparezca disputando la propiedad de algunas de ellas con escrituras en
la mano, a menudo de dudosa autenticidad. O también puede ocurrir que alguien
busca la forma de apropiarse de tierras que no le pertenecen y llega a usar
métodos como la coacción o el asesinato para obtenerlas. Hace unos meses hubo
un caso de apropiación de tierra en el que estuvo involucrado un deportista del
país. No entraré en más detalles, así que dejaré que ustedes mismos lo busquen.
Los conflicto en torno a la tierra es el caso que atañe a Perder es cuestión de método. El
concejal Esquilache codicia unas tierras cercanas al río Sisga para obtener
ganancias en los típicos negocios que suelen hacer los políticos, para lo cual
necesita un abogado (Barragán, su pariente político) y de un constructor
(Vargas Vicuña) para hacer un campo campestre, para los bogotanos adinerados,
por supuesto. Pero como las tierras no son de los tres, Esquilache, Barragán y
Vargas Vicuña quieren que el dueño de las tierras (Pereira Antúnez) se las dé o
que alguien lo fuerce a dárselas a los tres. Ese alguien no es otro que Tiflis,
el cual supuestamente es amigo de Pereira Antúnez. Por ello, hacen que Tiflis
ordene el secuestro de Pereira Antúnez pero Vargas Vicuña después lo secuestra
y cómo la muerte de Pereira Antúnez complica las cosas, se ven obligados a
hacer todo tipo de maromas para evitar la atención de las autoridades y usan a
otro hombre al que matan y lo entierra como si hubiese sido Pereira Antúnez.
Además, a Esquilache no le interesa darle las tierras a Vargas Vicuña para su
proyecto sino que quiere dárselas a la empresa que le financió su campaña como
pago (en la película, al distrito). Todo lo anterior demuestra que no hay honor
entre ladrones.
Además, la novela también muestra cómo la corrupción mora en la
elite que maneja el país así como en las autoridades, como se ve cuando el
capitán Moya decide mantener detenido a Barragán y declarar como autor
intelectual principal al fallecido Esquilache pero libera a Tiflis y a Susan y
ni siquiera considera detener o siquiera investigar a Vargas Vicuña a pesar de
la gran cantidad de pruebas en su contra que ha recogido Silanpa porque Moya
tiene sus propias razones que se revelan al final. Estas razones no son más que
el ejemplo de un sistema que no tiene ningún problema en castigar a los que
tienen poco poder o dinero pero deja que los más poderosos se salgan con la
suya.
En las referencias literarias podemos encontrar a Johann Wolfgang
von Goethe, del cual ya analicé su Fausto y Las penas del joven Werther y a Vicki Baum, de la cual Silanpa se lo menciona leyendo su
novela Shanghái Hotel, en una edición
de dos tomos (nada descabellado, considerando que sus ediciones sobrepasan las
500 páginas y a veces casi llegan a las 600). Además, a Silanpa se le vienen a
la cabeza frases de escritores como Malcolm Lowry, Virgilio Piñera, Emilio
Salgari y Luis Sepúlveda, del cual piensa la frase que le da título a la
novela.
Un detalle que he notado de esta novela es el gran uso de marcas,
como si fuera una colocación de productos (product
placement). Entre las marcas que aparecen en Perder es cuestión de método se encuentra bebidas alcohólicas como el
vino chileno Casillero del Diablo, el aguardiente Cristal (el favorito de
Tiflis), el Ron Viejo de Caldas, los wiskis Old Parr y Jack Daniels, siendo el
primero popularísimo en el norte de Colombia, la marca de aguardiente y ron
Tres Esquinas; marcas de cigarrillos como Pielroja, Pall Mall (la favorita de
Susan Caviedes), Nacionales y Marlboro y los habanos Montecristo n° 5; la
gaseosa Royal Crown Cola, ahora llamada RC Cola, y dulces como el chicle Juicy
Fruit (mal escrito en la novela como Juice Fruit), el famoso pudin Chocoramo y el
bombón (chupeta) Bom Bom Bum. A veces uno siente que está viendo una película
por estos detalles.
¿Me gusta Perder es cuestión
de método? Es una novela que mezcla la narrativa policiaca, la realista, la
histórica y la de aventuras. Su adaptación fue un gran acierto, con Sergio
Cabrera logrando plasmar la corrupción institucional, tal como lo hizo Gamboa
en el medio escrito. Es un poco complicado decir cuál me gusta más, pero yo
diría que me quedó con la novela por el final, ya que al menos este tiene cierta
esencia agridulce mientras que el de la película es más pesimista. Les
recomiendo leer la novela y ver la película para que tengan su propia opinión.
BIBLIOGRAFÍA
Gamboa, S. Perder es cuestión de método.
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