LA IMPORTANCIA DE SER FORMAL (THE IMPORTANCE OF BEING EARNEST)
Esta semana analizaré la que se considera la última obra de Oscar Wilde: La importancia de ser formal, estrenada en 1895.
A diferencia de la mayoría de las obras de Wilde, La importancia de ser formal, una comedia
trivial para gente seria (sí, ese es el nombre completo de la obra) se
divide en tres actos. Originalmente tenía cuatro actos como lo era lo habitual
en las obras de Wilde, pero el actor y director George Alexander le pidió que
recortara uno de los actos. Wilde combinó elementos del segundo y del tercer
acto. Las escenas recortadas se consideraron perdidas hasta que fue encontrada
en los documentos de Wilde y se estrenó en BBC Radio en 1957. Sin embargo, la
mayoría de los críticos y los espectadores consideran que la versión de tres
actos es mejor que la de cuatro.
La importancia de ser formal es considerada la obra maestra de Wilde y es especial porque se
trata de la última obra escrita por él y estrenada antes de los famosos
juicios que causaron su declive total. De hecho, esto
causó que la taquilla disminuyera, a pesar del retiro del nombre de Wilde de
los carteles, y que la obra fuera cerrada a principios de mayo luego de más de
80 representaciones, a dos semanas antes de la conclusión de los juicios.
Ya había dicho en una entrada anterior que no me gusta la
traducción habitual del título original The
importance of being earnest y eso se debe a que muchos traductores no
tienen en cuenta los juegos de palabras que hace en la obra. Por ejemplo, las
palabras earnest y Ernest son homófonas y se usan para
ejemplificar la formalidad del protagonista, que en la obra toma el nombre de
Ernest, puesto que earnest significa
serio o formal. Por ello, algunas traducciones al español cambian el nombre por
Severo u Honesto, que son tanto adjetivos como nombres propios, de manera que
no se pierda dicho retruécano.
Otro error que los traductores cometen con el título es la
traducción de being, el cual es el
gerundio del verbo be, que significa
ser o estar. Cuando precede a un adjetivo, se traduciría como ser. Por lo
tanto, being earnest sería ser formal
y traducir being como llamarse sería
redundante.
Para hablar de los personajes, haré una aclaración: usaré los
nombres originales y no los nombres al español para evitar cualquier tipo de
confusión.
John «Jack» Worthing, J. P.1, es el protagonista
inequívoco. Cuando era bebé, fue abandonado en un bolso de mano en una estación
de tren y fue encontrado por el señor Thomas Cardew, que lo adoptó y crío,
dándole el nombre de John Worthing, siendo este apellido el nombre de un pueblo
costero al que el señor Cardew iba a viajar. Luego de la muerte del señor
Cardew, Jack queda a cargo de la nieta de aquel hombre, Cecily. Conserva el
bolso de mano en caso de que algún día pueda encontrar su verdadero origen.
Jack es una persona responsable y seria para con sus deberes, algo
que calza bien con su oficio de juez de paz. Sin embargo, anhela una activa
vida social que no sería adecuada bajo su rol como tutor de Cecily, el cual, de
acuerdo con la señorita Prism, requiere «un sentido tan alto del deber y de la
responsabilidad» (Wilde, p. 29). Ante esto, él se crea un alter ego llamado
Ernest Worthing, al que hace pasar como hermano menor suyo. Bajo esta
identidad, Jack asiste a las actividades típicas de la clase alta londinense
sin que se le considere un tutor inadecuado para Cecily.
En Londres y como Ernest Worthing, Jack se hace amigo de Algernon
Moncrieff. En general, disfruta socializar y valora su amistad con Algernon,
pero no siempre toma con buen agrado la mordacidad de su amigo, más aún cuando este
casi descubre su doble vida, ante lo cual miente al decir que asume la
identidad de un hermano, el cual tiene una vida libertina. Para Jack, ser
Ernest Worthing es una forma de alejarse del estricto orden y la vida
excesivamente tranquila que lleva.
Gracias a Algernon, John conoce a la aristócrata Gwendolen Fairfax,
de quien se enamora y a la cual quiere pedirle matrimonio tal y como se lo
cuenta a su amigo, con el consiguiente rechazo de la madre de ella, Lady
Bracknell, al enterarse de su origen, a pesar de que la joven sí que le
corresponde. Ante la persistencia de la joven, John le da su dirección, sin
darse cuenta de que alguien más ha espiado la conversación.
Algernon «Algy» Moncrieff es amigo de Jack. Bromista, mordaz,
derrochador, algo cínico y egresado de Oxford, disfruta mucho más una vida sin
responsabilidades, en la que se crío bajo los cuidados de su tía Lady
Bracknell tras la muerte de sus padres. Por eso, cada vez que le asignan (o
intentan asignarle) algún deber, se va a ver a su enfermizo amigo Bunbury, que
vive en el campo. O eso dice él. Porque al igual que Jack, Algernon también es
un maestro del engaño y de la astucia, pues también usa el nombre de Ernest, en
su caso, para ver a una joven del campo, con la excusa de ir a ver a Bunbury.
La Honorable (The Honorable)2 Gwendolen Fairfax
es la prima de Algernon. Al ser la hija de un aristócrata británico, se espera
que contraiga un matrimonio con alguien de su misma clase social. Sin embargo,
se enamora de Jack Worthing, bajo su alter ego de Ernest, y está más que feliz
de aceptar su propuesta de matrimonio, sin importarle que su madre objete la
unión. Por ello, está dispuesta a ir hasta Woolton, hogar de Jack, solo para
presenciar su bautizo y, de esta manera, que ambos puedan contraer matrimonio.
En su lugar, conoce a Cecily Cardew, con la que forma una breve rivalidad que
termina tan pronto como ambas se enteran de la realidad.
Cecily Cardew es la pupila de Jack, quedando a su cuidado tras la
muerte de su abuelo Thomas Cardew. A pesar de sus dieciocho años, ella
considera que tiene la madurez de alguien de veinte años (a menudo miente en
fiestas diciendo que tiene esa edad) y, por ende, ya debería ser mayor de edad,
algo con lo que su institutriz, la señorita Prism, no está de acuerdo. No le
interesan los estudios, en particular el alemán, a la que considera «una lengua
que no […] sienta absolutamente nada bien» (Wilde, p. 29), por lo que prefiere
dedicarse al jardín de casa. A escondidas de su preceptora, tiene un noviazgo
con un hombre llamado Ernest Worthing, hermano de su guardián, el cual planea
pedirle matrimonio. Lo que ella no sabe es que el hombre en cuestión no se
llama Ernest Worthing, sino que es un alter ego de un aristócrata londinense.
Además de la visita de Ernest, ese día Cecily también recibe a
Gwendolen, que quiere ver a Ernest. Al creer que está detrás de su prometido,
Cecily empieza a tratarla con mordacidad y a fastidiarla, con el objetivo de
colmar su paciencia y lograr que rompa su relación con quien ella cree que es
su Ernest. Tanto ella con Gwendolen se llevarían una gran sorpresa al darse
cuenta de que ambas estaban equivocadas al respecto.
Augusta Fairfax, Lady Bracknell3 es la madre de
Gwendolen y tía de Algernon. Es la típica dama aristócrata esnob y autoritaria,
que quiere que su hija se case con alguien de su misma clase social y le
molesta que su sobrino se ausente de Londres con frecuencia solo para visitar a
su amigo Bunbury, al cual considera una pérdida de tiempo total por sus
enfermedades frecuentes. Por supuesto, su orgullo de clase la hace desaprobar
que su hija se case con un juez de paz adoptado y de linaje desconocido. Su
esnobismo también se mezcla con la hipocresía pues no tiene ningún problema en
consentir el matrimonio de su sobrino Algernon con Cecily cuando Jack presenta
los documentos que certifican el linaje, la dote y el estado de su salud de su
pupila, pero se rehúsa a que su hija se case con Jack porque para ella:
That is not the destiny
I propose for Gwendolen. Algernon, of
course, can choose for himself (Wilde).
Que
traducido al español es más o menos así:
No ese es el destino que le reservo para
Gwendolen. Algernon, como es natural, puede escoger por sí mismo (Wilde, p. 61).
Esto demuestra que ella no tiene ningún problema con que las mujeres
se casen con quienes ellas elijan, sin importar si tienen dote o no. El
problema es que ella no quiere que
su hija haga lo mismo. Sí, bastante hipócrita.
A diferencia de Cecily, Lady Bracknell cree que el alemán es
un «idioma perfectamente respetable». Al parecer, ella conoce desde hace mucho
tiempo a la señorita Prism, pues cuando oye su nombre, exige su presencia de
inmediato, algo que desencadenaría el clímax de la obra.
La señorita Lætitia Prism es la institutriz de Cecily desde hace
unos tres años. En su juventud fue niñera de familias aristocráticas y fue
durante este periodo en el que fue protagonista de un incidente desagradable
(algo que es importante durante el clímax de la obra), motivo por el cual dejo
este empleo y en su lugar se volcó a enseñar a señoritas de familias adineradas
o nobles. De modales estrictos, se preocupa por la educación de Cecily, elogia la
alta moralidad de Jack y desaprueba la conducta libertina de Ernest. A pesar de
su rigidez, esto no le impide ser objeto de chistes mordaces y tener una
limerencia con el Reverendo Chasuble, el cual corresponde a sus sentimientos. Su nombre presagia su rol en el incidente
pues Miss Prism se pronuncia similar a misprision, que sería negligencia
criminal, algo que cobra sentido al final de la obra.
Como es lo habitual con las obras de Oscar Wilde, La importancia
de ser formal está lleno de diálogos mordaces y un giro argumental que
desvela un secreto. Sin embargo y a diferencia de sus demás trabajos teatrales,
esta obra carece de denuncia social. Esto se debe a que está escrita para
leerse y representarse como una farsa, es decir, como una obra de sátira,
burla, juegos de palabras y representaciones caricaturescas.
En La importancia de ser formal tenemos de todo: el playboy,
la dama esnob, la joven casadera, la institutriz, el clérigo… Incluso los
nombres de los personajes hacen referencia a sus personajes como es el caso de
la señorita Prism o del Reverendo Chasuble. No presenta un trabajo que invita a
reflexionar sino a disfrutar de él y mostrarnos como los arquetipos forman una
representación de lo superficial de la clase alta británica, tan llena de
hipocresía en actitud y en lenguaje.
El lenguaje es un factor primordial en La importancia de ser
formal porque juega mucho con los llamados parónimos, es decir palabras de
sonido similar pero significado diferente. Al empleo de estas se le denomina
paronomasia. En la obra están los ejemplos ya mencionados: earnest – Ernest,
Miss Prism – misprision. Por supuesto, mucho de este juego se
pierde en las traducciones, por lo que su apreciación puede ser muy compleja y
hace que para algunas sea fastidiosa, como me pasó con Salomé. Sin embargo, siendo La
importancia de ser formal más larga y más simple, su paronomasia es menos
repetitiva y más fluida.
Al tratarse de una obra que se apoya mucho en los juegos de
palabras, puede que los lectores que no sean angloparlantes les cueste mucho
comprenderla e incluso la pueden encontrar presuntuosa, pero fuera de todo ello
tiene frases que nos dicen mucho sobre la frivolidad, la hipocresía o el
aburrimiento. Por ejemplo, ¿quién no inventó a una persona a la que uno iba a
ver solo para evitar reunirse con familiares que no son del agrado? ¿Quién no
pensó que estudiar economía política o un idioma extranjero eran aburridos?
¿Quién no tuvo una relación a escondidas de los demás? Por mucho que todo ello suene absurdo, muchas
de estas interacciones son caricaturas de la vida misma. Por ello, La
importancia de ser formal es una caricatura de la trivial vida cotidiana de
la clase alta británica y, tal vez, un poco de la actual en general, que
también puede pecar de trivial.
Esta obra podría ser divisiva pues habrá muchos que disfrutan de
sus elementos lingüísticos que se completan con personajes arquetípicos para
satirizar la vida cotidiana, así como también habrá otros que la consideran
poco accesible por esto mismo. En mi opinión, pertenezco al primer grupo, aunque
tuve que leerla dos veces para poder apreciarla porque, como dije antes, la
mejor manera de apreciarla es desmenuzando de a poco los juegos de palabras.
BIBLIOGRAFÍA
Wilde, O. La importancia de
llamarse Ernesto.
NOTA
1 Abreviatura para Justice for the Peace,
es decir, juez de paz.
2 Tratamiento
que reciben los hijos menores de un conde y los descendientes de un vizconde o
de un barón, el cual parece ser el caso de Gwendolen, pues a su madre se le da
el tratamiento de una baronesa. En cualquier caso, al casarse mantendría el
tratamiento de Hon pero con el nombre y apellido de su esposo, ya que
dicho tratamiento es suo iure (por derecho propio). Por lo tanto, al ser
vitalicio una mujer conserva dicho tratamiento aunque no se case entre iguales.
3 Bracknell es el título nobiliario de su esposo, que ella tomó. Su nombre de pila es fácil de suponer dado que Algernon la llama tía Augusta y a su hija la llaman señorita Fairfax, este último un apellido, obviamente el de su padre.
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