LA CARROZA DE BOLIVAR
Para continuar con el Mes Colombiano, analizaré una novela que fue de las primeras en revelar una de las facetas ocultas del llamado Libertador, Simón Bolívar, una que solo hasta no hace mucho se había dejado pasar, algo que un ginecólogo e historiador aficionado quiere desvelar mediante una carroza en el Carnaval de Negros y Blancos. Esa novela no es otra que La carroza de Bolívar del escritor bogotano Evelio Rosero Diago.
La carroza de Bolívar es una novela de 24 capítulos repartidos en 3 partes, teniendo las
dos primeras 9 capítulos mientras que la tercera y última 6. La historia se
desarrolla en el transcurso de 9 días, entre el 28 de diciembre de 1966, Día de
los Inocentes y el 6 de enero de 1967, Día de Reyes y en el Carnaval de Negros
y Blancos, es el Día de Blancos o del Desfile Magno. Esto lo menciono porque la
historia ocurre durante los días del Carnaval de Negros y Blancos, el cual
ocurre entre el 28 de diciembre y el 7 de enero.
La primera parte nos presenta al protagonista, Justo Proceso, el
cual se siente un extraño dentro de su familia, con una esposa que no lo ama y
dos hijas con la misma actitud de su madre. Su único consuelo es su trabajo en
la biografía de Simón Bolívar, para la cual ha recopilado testimonios de
personas cuyos ancestros les han pasado por tradición oral los actos que
Bolívar cometió contra la población pastusa, verdades que la mayoría de los
pastusos no quieren aceptar. Por ello, logra convencer a un artesano de
carrozas para que cambien la carroza para burlarse de un empresario local en
una para desvelar la verdad sobre Bolívar. Desde el principio, Rosero Diago nos
narra que el protagonista va a morir al final por lo que, como Santiago
Nasar, lo que interesa son las circunstancias que lo llevan a su fatídico
destino.
En la segunda parte, Justo se reúne con el alcalde de Pasto, el
obispo de Pasto y Arcaín Chivo, un historiador que también conoce el lado
oscuro de Simón Bolívar. Entre los tres intentan que Justo no siga con lo de la
carroza porque saben que eso despertaría el desprecio de jóvenes, en particular
de los universitarios, que aún ven a Bolívar como un revolucionario y un hombre
que los liberó de España. Sin embargo, Justo persiste en sus ideas y les
presenta los testimonios de dos pastusos descendientes de victimas de Bolívar.
Luego de escucharlos, los tres entienden que Justo no dará su brazo a torcer y
lo dejan seguir con lo de la carroza. Ya en la noche, él tiene una discusión
física con su esposa Primavera, que tampoco está de acuerdo con la idea. El
resultado de la pelea los distancia todavía más.
Una célula de guerrilleros urbanos aparece en la tercera y última
parte, la cual quiere crear una revolución en las calles de Pasto. A uno de
ellos se le encomienda espiar en todo momento a Justo (a quien ven como un
reaccionario) ya que planean matarlo el 6 de enero, el Día de Blancos, si no lo
logran en el Día de Negros. Se revela que fueron ellos los que se robaron las
primeras esculturas que se habían hecho para la carroza. Mientras tanto, Justo
decide pasar cuatro días con una joven viuda reciente por varios sitios de
Nariño como el Santuario de las Lajas y el mar de Tumaco. Ya en casa, él da
rienda suelta a sus instintos, los cuales no son correspondidos por Primavera,
por lo que los satisface con su vecina Alcira. Justo les paga la carroza a los
artesanos y pasa el Día de Negros bebiendo y bailando. Para el Día de Blancos
decide salir para ver a Primavera y considerar reconciliarse con ella o ver la
carroza en la que puso sus recursos y sus ideas, pero no llega a hacer ninguna
de las dos cosas.
Justo Pastor Proceso Gómez es el protagonista de la novela.
Ginecólogo de profesión y aspirante a biógrafo, es un hombre cuya familia ni lo
ama ni lo respeta por lo que se concentra en su trabajo, en sus rentas y en su
proyecto de toda la vida: una biografía sobre Bolívar, la cual está
fundamentada en los estudios de José Rafael Sañudo, un detractor de Bolívar, y
en los testimonios de descendientes de sobrevivientes de la campaña de Bolívar
sobre Nariño.
Por su profesión, Justo tiene una gran habilidad para cautivar a
las mujeres, algunas de ellas convirtiéndose en sus amantes. A pesar de esto,
ni siquiera intenta ganarse el cariño de su esposa Primavera Pinzón y de sus
hijas Luz de Luna y Floridita, las cuales lo desprecian. Esto y el hecho de que
está cansado de su fallido matrimonio lo hacen pensar en vender la finca
familiar de Sandoná (lo cual hace de todos modos) e incluso se le pasa por la
mente asesinar a su esposa. Sí, Justo Pastor Proceso Gómez no es la santidad
andando.
Es su interés por estudiar y dar a conocer la cara oculta de
Bolívar los que le dan la idea de hacer una carroza sobre este luego de que los
artesanos son amenazados por el vecino de Justo por hacer una carroza que se
burla de él. Para Justo, la carroza de Bolívar es la manera con la que él busca
que el pueblo pastuso reconozca su historia y acepten que la violencia que
Bolívar cometió contra ellos.
Como era de esperarse, Justo recibe advertencias y amenazas de las
autoridades, de los universitarios revolucionarios e incluso de su propia
esposa sobre la carroza, lo cual demuestra una gran incapacidad de los pastusos
de aceptar el hecho de que Bolívar fue despiadado con Pasto. Sin embargo, para
el Día de los Negros a Justo ya no le importan ni Bolívar ni la carroza sino
solo encontrar la forma de sentirse vivo otra vez, sin darse cuenta de que está
viviendo los dos últimos días de su vida.
Primavera Pinzón es la esposa de Justo. De joven tenía un gran
talento para la poesía, pero lo perdió luego de la noche de bodas. Ahora es un
ama de casa que disfruta de su posición pero que detesta a su esposo y que
fomenta este sentimiento en sus hijas al punto de llamarlo Doctor Jumento, un
claro ejemplo de alienación parental. No sorprende que ella suela engañarlo
teniendo una serie de amantes desde hace tiempo, siendo el general Aipe su
última conquista.
A pesar de que ella y Justo son infieles de manera mutua, Primavera
tolera menos las infidelidades de él que él las de ella como se ve cuando ella
arroja la ropa de Justo y la de su vecina Alcira Sarasti. No duda en decir que pedirá
el divorcio1, algo que a Justo igual no le importa tanto, aunque los
sentimientos de él hacia ella son más bien volátiles. Sin embargo, el lector
sabe que ella no tendrá el divorcio sino que se convertirá en viuda. El nombre
de ella es irónico porque la primavera significa renacimiento y renovación,
todo lo que Primavera Pinzón no es.
Arcaín Chivo, apodado el loco Chivo, era un profesor universitario
que dictaba la cátedra de Historia pero que fue relegado a la de Filosofía por
su visión contra Simón Bolívar, algo que los estudiantes, deseosos de formar
parte de una guerrilla comunista a la usanza de Fidel Castro y el Movimiento 26
de julio o de Camilo Torres Restrepo y el ELN, no estaban dispuestos a aceptar
y por eso le dan una paliza.
Al igual que Justo, Chivo es un hombre que conoce los trabajos
históricos sobre Bolívar por parte de Sañudo y de Karl Marx, al que llama san Carlos Marx, pero a raíz del ataque
físico que le dieron sus estudiantes y su degradación en la universidad no desea
que Justo siga con lo de la carroza porque sabe que su vida estaría en peligro
y los mismos estudiantes que lo atacaron estarían dispuestos a hacerle lo mismo
a Justo. Sin embargo y al ver la persistencia de este último en lo de la
carroza, Chivo lo deja seguir con ello.
Arcángel De Los Ríos, más conocido en Pasto como Furibundo Pita es
un hombre que ganó dinero a través de carreras de caballos y lo invirtió en una
empresa de camiones y fincas queseras, algo que le reportó mayores y más
seguras ganancias que las apuestas, convirtiéndose en uno de los hombres más
ricos de Pasto. Nadie se atreve a meterse con él por temor, ya que es conocido
por su terrible temperamento (de ahí el apodo) y por desenfundar su arma sin
ningún remordimiento, en particular cuando está borracho. Es muy amigo y vecino
de Justo.
Alcira Sarasti es la sufrida esposa de Furibundo Pita. Ella a
menudo padece los celos de su esposo y sus maltratos; de hecho, las constantes
persecuciones que su esposo le hace a ella en su campero cada semana después de
que ella va a misa es lo que lleva a que Tulio Abril haga inicialmente una
carroza para burlarse de eso antes de cambiarla. Intenta evitar sin éxito que Justo
no se dé cuenta de que su esposa Primavera está con su amante, pero no tiene
ningún problema con tener relaciones íntimas con él, a pesar de que ambos están
casados. A pesar de ser católica devota, a Alcira no le importó mucho la
infidelidad a su esposo porque, al igual que Justo, ella tampoco es feliz en su
matrimonio.
Luz de Luna y Floridita son las hijas de Justo, de 15 y 7 años
respectivamente. Influenciadas por su madre, las niñas no parecen tener ningún
aprecio o respeto por él. Luz de Luna ya tiene sus primeras relaciones íntimas
con solo 15 años, siendo su amante su primo materno, el cual tiene cierta
discapacidad cognitiva. Y Floridita, traviesa al grado de la maldad, aprovecha
que su cumpleaños cae en Día de los Inocentes para hacer bromas pesadas como
poner vidrio a la lechona rellena o un cántaro encima de la puerta o en la
Fiesta de Flores cuando juega a las escondidas y deja encerrado en un baúl al
hijo del mayordomo de la finca familiar, demostrando una vena psicópata a sus
escasos 7 años. Es gracias a ella que los revolucionarios logran identificar a
Justo.
Al ser una novela que trata sobre un evento histórico como la
Campaña de Pasto y las acciones ocurren durante el tercer gobierno del llamado
Frente Nacional, toca temas como la conciencia política entre los
universitarios y la conformación de las guerrillas, organizaciones criminales
que ocasionado problemas en Colombia.
El hecho de que La carroza de
Bolívar se desarrolle a mediados de la década de 1960 es significativo
porque fue en dicha época donde las guerrillas actuales tuvieron sus inicios.
De hecho, el que la novela se desarrolla en el Carnaval de Negros y Blancos de
1966-1967 también es representativo de lo anterior. Recién en el país había
terminado el periodo de cuatro años de Guillermo León Valencia, un presidente
conocido por su mano dura contra las disidencias y su anticomunismo, y se
instalaba el de Carlos Lleras Restrepo. Se sabe que a pesar de la dureza con la
que Valencia trató a los grupos al margen de la ley, no logró exterminarlos por
completo, por lo que los sobrevivientes serían los que conformarían las
llamadas FARC.
Esto queda claro con los universitarios de izquierda que aparecen
en la novela. Aunque el estado fue duro con ellos, no fue capaz de resquebrajar
su espíritu. Estos no dudan que querer detener a todo lo que ellos consideran
reaccionario o procolonial, por lo que ellos quieren conformar una guerrilla
urbana, pues consideran que la revolución debe hacerse en la ciudad y no en la
selva como las guerrillas anteriores. Dicho esto, no tienen ningún problema en
darle una paliza a Arcaín Chivo, a pesar de que este dijo que Bolívar no había
sido piadoso con Pasto y en encomendar a alguien para que espíe a Justo,
encontrar la carroza y destruirla. Todo ello porque estos jóvenes no están
dispuestos a aceptar que Bolívar no es esa figura luminosa en la que los
historiadores lo han convertido.
Entre las referencias culturales que tiene la novela se destacan
las que se hacen a El general en su
laberinto de Gabriel Garcia Márquez. Por ejemplo, se la cita varias veces
porque este trabajo es uno de los primeros que muestra a Bolívar tanto en su
persona pública como en su persona privada. Sin embargo, en La carroza de Bolívar el lector es capaz
de entender que el autor no es un gran fanático de esta novela y aún menos de
García Márquez; el primero, porque a pesar de que García Márquez no muestra a
Bolívar de una manera que uno podía llamar positiva, para Rosero Diago sigue
siendo un retrato romantizado de Bolívar y no lo suficientemente duro con él.
En cuanto al segundo, no está claro el porqué de su desagrado por el Nobel pero
en la novela lo llama taumaturgo hechicero de pluma pluscuamperfecta (Rosero
Diago, p. 91).
Chivo y Justo logran obtener estudios concretos y veraces como el
libro Estudios sobe la vida de Bolívar de
José Rafael Sañudo y el artículo Bolívar
y Ponte de Karl Marx, los cuales desmitifican el mito de Bolívar en todos
los sentidos. Primero, descubren que Bolívar no tuvo ningún problema en
traicionar a Francisco de Miranda y entregarlo a los españoles, los mismos de
los que él buscaba independizarse, tal como lo lee el líder de los
revolucionarios universitarios:
Leyó que la traición a Miranda valió a Bolívar
el especial favor del español Monteverde, al extremo de que cuando solicitó su
pasaporte, Monteverde manifestó que «la solicitud del coronel Bolívar debe
satisfacerse como recompensa al servicio prestado al rey de España al entregar
a Miranda» (Rosero Diago, p. 83).
Luego, usó las victorias de otros militares mucho más brillantes
que él como Antonio José de Sucre y José Antonio Páez, atribuyéndoselas a sí
mismo solo para afianzarse en el poder, convertirse en dictador e implementar
esta figura en los territorios en los que de a poco derrotaban a los españoles,
solo para mostrar su completa ineptitud como mandatario y administrador,
llegando a quemar puentes con sus partidarios de lucha.
Con el ya mencionado Miranda, asimismo Bolívar demostró que no le
temblaba la mano a la hora de deshacerse de militares y políticos que veía como
enemigos. Peor aún, si estos eran pardos los hacían ejecutar pues veía con
paranoia a esta etnia al crear que podría rebelarse de forma sanguinaria como
había ocurrido en Haití, demostrando así su racismo. Por ejemplo, no dudó en
conspirar contra Manuel Piar, el cual ya lo había amenazado (con toda razón)
con enviarlo a una corte marcial por sus constantes deserciones, y al que
Bolívar hizo fusilar al acusarlo falsamente de conspiración contra los blancos.
Lo mismo pasó con José Prudencio Padilla cuando ocurrió la Conspiración
Septembrina a pesar de que las pruebas en contra de este último no eran
sólidas.
Además, como militar tampoco era muy destacado: desobedecía las
órdenes de sus superiores, dejaba que sus rencores nublaran las mejores
oportunidades que tenía de doblegar a sus enemigos y se retiraba con facilidad
al más mínimo problema, razón por la que se lo llamó el Napoleón de las
retiradas (Rosero Diago, p. 84). Como ejemplo, Chivo explica que la supuesta
victoria en la Batalla de Bomboná fue más bien una victoria pírrica, puesto que
se obtuvo a costa de una gran cantidad de bajas, en la que incluso minimizó el
esfuerzo de los neogranadinos (Rosero Diago, p. 101). Solo obtuvo la victoria en
la Campaña de Pasto porque las fuerzas pastusas se vieron obligadas a rendirse
tras el triunfo de los republicanos en Pichincha, que cortó su suministro de
armas y municiones, impidiéndoles continuar con la lucha armada.
En la novela también se rompe el mito de que Pasto era realista. No
lo era y de hecho, ya había estado en contra de la Corona española en una
revuelta contra los impuestos, similar a la revuelta de los comuneros, ocurrido
unos meses antes. Sin embargo, el de Pasto fue único por su violencia pues
llegaron a asesinar a recaudador de impuestos. Chivo establece que Pasto
siempre fue una región que padeció mucho las cuestiones relacionadas con los
impuestos y que esa fue una de las razones principales de por qué Pasto se
rebeló en contra de Bolívar, el cual solo les impuso más impuestos en lugar de
reducir o mantener los ya existentes.
La manera cómo se obtuvo la victoria en Bomboná, la negativa de
Pasto a pagar más impuestos y que solo se rindieran al perder su ruta de armas
fueron varias de las razones por las que Bolívar decidió que debía ejecutar a
los pastusos y confiscar sus propiedades en un episodio conocido como la
Navidad Negra, uno de los momentos más oscuros de la Campaña Libertadora y que
se ha tratado de pasada en las adaptaciones sobre Bolívar. Para que tengan una
idea sobre cómo ha sido tratada la Navidad Negra en la televisión colombiana, en
Bolívar, el hombre de las dificultades la
Navidad Negra fue representada brevemente, con apenas dos escenas, una donde
planean darle un escarmiento a Pasto mostrando a Sucre como cerebro y ejecutor,
aunque se considera que solo fue esto último; y la otra con una mujer pastusa a
la que le llevan el cadáver de su hijo, con ella dejando escapar a Agustín Agualongo
y a sus hombres y echando a los soldados libertadores. En Bolívar se la mencionó fuera de escena, aunque en esta serie
Bolívar sí reconoce su implicación en dicho suceso.
El rol de Bolívar en la Navidad Negra es importante porque más
adelante en la novela queda claro que a Bolívar le desagradaba que alguien se rindiera
ante él en lugar de que le derrotaran, es decir, no le gustaba que alguien
hiriera su orgullo y su vanidad. Con esto, queda demostrado que Bolívar no era
el hombre humilde que se presenta en la figura romantizada por parte de los
historiadores sino todo lo contrario: un hombre caprichoso, vano y egocéntrico
que llegó a compararse con Jesús y con Don Quijote.
Por último, se reveló que Bolívar no murió empobrecido, sino que al
contrario dejó una gran cantidad de metal en forma de vajillas, espadas y
condecoraciones; además de joyas, ropa de hogar e indumentaria personal de alto
costo de acuerdo con un inventario que hicieron su mayordomo y su sobrino (Rosero
Diago, p. 86).
Todo lo anterior que se ha mencionado sobre Simón Bolívar hace
surgir una pregunta, ¿por qué se lo ha puesto en dicho pedestal de libertador? Justo
cita esto:
Pero ya Bolívar se apropiaría con maña del
laurel, porque a Bolívar, como ayer y como hoy, nadie lo quiso contradecir,
todos sus historiadores, sarta de medrosos, pretendieron componer su
ineficacia, todos. Es increíble que tanto sesudo historiador se haya devanado
los sesos para justificar a Bolívar en cada una de sus acciones, ya militares,
ya de estadista. De modo que estas «acciones» pasaron a la historia más por
obra y gracia de los mismos ligeros historiadores, aparatosos y delirantes, y
en graves aprietos debieron poner a los historiadores medianamente veraces
cuando pretendieron acomodar los dramones a la verdad. ¿Lo harían avergonzados?
¿Era la oculta consigna a través de generaciones, la consigna inconsciente,
instaurar un genio latinoamericano a lo Washington o Napoleón? Si hasta la
infancia de Bolívar la maquillaron de prodigios, y sobre todo su díscola
juventud, con ese estrambótico juramento en el Monte Sacro, cuando ni siquiera
tenía pensado contribuir a la independencia de los pueblos. Todos, todos los
historiadores participaron en la fabricación del fraude, desde los más lúcidos
hasta los más cretinos, excepto Sañudo (…) [Rosero Diago, p. 109-110].
Esto quiere decir que quizás a lo largo de la existencia de nuestro
país, los historiadores buscaron dar a Simón Bolívar un aura de estadista y
genio que tal vez no tenía o no de la manera cómo se nos ha enseñado.
Si en El general en su
laberinto García Márquez presenta a Bolívar como un ser con sus luces y sus
sombras, básicamente en La carroza de
Bolívar Rosero Diago destroza a Bolívar al mostrar su lado más cruel,
cobarde y sanguinario. Se le puede reconocer que da a conocer dos de los momentos
más olvidados de la Independencia de Colombia como lo son la campaña de Pasto y
la Navidad Negra. Pero en general considero que las personas comunes queremos
poner en lo más alto o en lo más bajo a las figuras históricas cuando en
general eran personas con virtudes y defectos como cualquiera de nosotros.
También intentamos juzgar el pasado con la mira del presente, aunque incluso en
la época independentista hubo voces en contra de lo desproporcionada que fue la
respuesta de los independentistas hacia los pastusos. Con todo ello quiero
decir que es bueno saber todos los hechos para poder analizar y llegar a una
conclusión.
¿Recomiendo La carroza de
Bolívar? La recomiendo para aquellos que desean un retrato sobre el
Carnaval de Negros y Blancos, pero también para aquellos que quieran conocer
sobre la campaña de Bolívar en Pasto. Debo admitir que fue una novela que no
pude dejar de leer y que mantiene su ritmo sólido casi hasta el final. Casi
porque considero que el final es muy apresurado no porque el protagonista
muere, sino por el destino de la carroza. Siento que Rosero Diago no halló la
manera cómo acabar la novela e ideó esa conclusión de la nada, dejando una
resolución un poco agridulce y que se haría realidad en el Carnaval de Negros y Blancos en 2018. Si tienen la oportunidad de leerla, léanla.
BIBLIOGRAFÍA
Rosero Diago, E. La carroza
de Bolívar.
NOTAS
1 Aunque el Código Civil de 1887 contemplaba el divorcio en Colombia, este solo fue posible en 1992, cuando se lo reglamentó. Antes de esa ley, solo los matrimonios civiles (los cuales solo pudieron realizarse en Colombia desde 1973 sin tener que renunciar a la fe católica) podían divorciarse, por lo que los matrimonios eclesiásticos solo podrían obtener una separación de cuerpos, es decir, dejarían de vivir juntos, pero no podrían disolver su unión como tal. Por lo tanto, lo que hubiera obtenido Primavera de Justo sería una separación de cuerpos y no un divorcio.
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