EL SÍ DE LAS NIÑAS


Después de haber estado en Rusia la semana anterior, en esta semana estaremos en dos países: España y el Reino Unido, así que hoy hay dos entradas correspondientes a ambos países. Esta entrada es sobre El sí de las niñas del dramaturgo español Leandro Fernández de Moratín, que es compañera de La profesión de la señora Warren del también dramaturgo George Bernard Shaw.
Si La profesión de la señora Warren trata sobre como una hija se entera de cómo su madre pagó su educación e intenta alejarse de todo eso, El sí de las niñas trata sobre los matrimonios desiguales, el cómo una madre intenta imponer a su única hija una unión con un hombre cuarenta y tres años mayor que ella sin importarle su opinión ni sus sentimientos.
El sí de las niñas está compuesto por tres actos, el primero acto tiene nueve escenas, el segundo dieciséis y el tercero doce. También tiene siete personajes que se pueden dividir de la siguiente forma:
  • Don Diego y su sobrino, Don Carlos.
  • Doña Irene y su hija, Doña Francisca.
  • Simón, Calamocha y Rita, que son criados de Don Diego, Don Carlos y Doña Francisca, respectivamente.
Sin embargo, para analizar los personajes y apreciar mejor el contraste entre ellos, los dividiré así:
  • Don Diego y Doña Irene.
  • Don Carlos y Doña Francisca.
  • Simón, Calamocha y Rita.
Cabe destacar que Simón, Calamocha y Rita no cambian de posición. Esto lo explicaré más adelante.
Don Diego y Doña Irene son los que dirigen la acción. Doña Irene quiere concertar el matrimonio de su hija Francisca, de dieciséis años, con Diego, que ya tiene cincuenta y nueve años. La razón principal es el interés económico pues Doña Irene y su hija están empobrecidas.
Don Diego, de cincuenta y nueve años, está dispuesto a aceptar una unión entre él y Doña Francisca pero también valora la opinión de su prometida. Algo que puede ver es que la joven está demasiado dominada por su madre, la cual incluso habla por ella, por lo que cada vez que Don Diego quiere hablar con Francisca siempre le pide a Doña Irene que guarde silencio.
A pesar de su edad, Don Diego cree los jóvenes, sobre todo las mujeres, tienen derecho y tener la libertad de expresar sus opiniones y seguir el dictado de su corazón, no el de sus mayores. Por eso cuando se entera de la relación entre su sobrino y Francisca, rompe el compromiso para que Carlos y ella se puedan casar. De esta forma, Don Diego tiene una mente más abierta que Doña Irene.
Doña Irene se muestra como una mujer interesada, dominante y retrograda. Durante su vida se casó tres veces, todas con hombres mucho mayores que ella, y tuvo veintidós hijos de los cuales sólo Francisca sobrevivió a la infancia. A pesar de este hecho, considera que el matrimonio entre una joven y un hombre mayor es aceptable porque para ella la experiencia y la seguridad económica son más importantes que el amor.
Doña Irene tiene una idea subvalorada de su hija Francisca. La cree una joven sumisa y dispuesta a aceptar lo que ella le ordene pero no considera sus sentimientos ni sus opiniones. Incluso recurre al maltrato físico contra ella si ve que sus deseos no son satisfechos. Al final Doña Irene acepta la unión entre Francisca y Don Carlos porque de todas formas es una unión económicamente favorable al ser este último heredero de Don Diego. En resumen, Doña Irene se sale con la suya, obteniendo lo que siempre deseó para Francisca: un matrimonio con estabilidad económica.
Algo curioso con Doña Irene es su semejanza con Susan Vernon, la protagonista de Lady Susan de Jane Austen. Ambas son viudas que está pasando por una difícil situación económica y que creen que solucionaran desposando a sus únicas hijas con hombres mucho mayores que ellas. Las dos jovencitas, de apariencia tímida, se oponen a los deseos de sus madres aunque Doña Francisca se muestra más sumisa que Frederica Vernon y carece del respaldo de la familia extensa que tiene Frederica. Al final Doña Irene y Lady Susan fracasan en casar a sus hijas con los pretendientes que ellas querían pero de cierta forma logran que estas se comprometan con hombres que, a pesar de ser jóvenes, son partidos convenientes en el sentido económico. Y ninguna de las dos es castigada por su conducta.

Ahora analizaré a los jóvenes, Don Carlos y Doña Francisca.
Don Carlos es el sobrino de Don Diego, que para él es más un padre que un tío. Dada la relación cercana que tiene con Don Diego, probablemente sea huérfano o sus padres no se preocupan mucho por él. Trabaja con soldado en un regimiento de Zaragoza y conoció a Francisca una vez que su unidad se alojó en Guadalajara, en donde se ubicaba el convento donde vivía Francisca, y fueron asistidos por las monjas y las jóvenes educadas por ellas. Para no levantar sospechas, usa como seudónimo Don Félix de Toledo, un apodo usado según él por Pedro Calderón de la Barca para su público.
Al enterarse del inminente matrimonio de Francisca, decide viajar hasta Alcalá de Henares pero al enterarse que el futuro esposo de ella es su tío prefiere darse por vencido a enfrentarse a él y regresar a su regimiento, esperando morir en combate para aplacar sus sentimientos por Francisca.
Como se puede ver, Don Carlos valora mucho a su tío Don Diego y a diferencia de la relación entre Doña Irene y Doña Francisca, la suya está basada en el aprecio y el respeto mutuo. A pesar de todo ello, Don Carlos tiene el defecto de no cuestionar las decisiones de sus mayores. Sólo cuando todo sale a la luz y Don Diego le permite casarse con Francisca ve lo mucho que su tío lo quiere y desea lo mejor para él y para la mujer que ama.
Doña Francisca es una joven de dieciséis años que se ha educado en un convento de Guadalajara, España, gracias a una tía monja puesto que su madre no tiene los recursos para pagar este tipo de educación. A ella no le apetece el matrimonio que su madre le ha planeado pero tampoco tiene deseos de convertirse en monja así que ella no se opone a casar con Don Diego, al menos no de manera abierta.
El gran problema de Francisca es el mismo de Don Carlos: su temor de expresar sus opiniones a su madre pues la han educado para aceptar los deseos de sus mayores y guardarse lo que piensa. Sabe que se casará con Don Diego pero que siempre amará a Carlos, estando consciente de que la tristeza acabará matándola. Cuando se revela su relación con Don Carlos, Doña Irene se opone e intenta maltratar a Francisca pero Carlos y Don Diego no lo permiten y Don Diego rompe el compromiso para que ambos jóvenes se casen.
Los criados, Simón, Calamocha y Rita, a pesar de ser personajes secundarios, tienen cierta relevancia porque ellos son los confidentes de sus amos, en particular Calamocha y Rita que se encargan de llevar la correspondencia entre Don Carlos y Doña Francisca. En general, Simón tiene mucha menor importancia que Calamocha y Rita pero le expresa sus opiniones a su amo acerca de su matrimonio con Francisca. Estos roles son la razón de por qué su posición no varió ante el cambio de agrupaciones que hice al principio de la entrada.
El tema de los matrimonios de edad desigual era relevante en la época en la que Moratín escribió el libro. Él era crítico de este tipo de uniones porque sólo eran de conveniencia, es decir, por interés económico. Además, como se ve en la experiencia de Doña Irene, los matrimonios de edad desigual tenían dificultades para dejar descendencia. En El sí de las niñas Moratín abogaba por los matrimonios entre personas de edad similar porque estaban más motivadas por el amor que casarse a una jovencita con un hombre de edad madura.
La obra El sí de las niñas también criticaba la forma en que las mujeres eran educadas, más para obedecer que para opinar. Aunque es claro que en la obra no hace un cambio radical en cuanto a la educación formal de la mujer, Moratín consideraba que esta debía tener la misma igualdad del hombre de contraer matrimonio con quien ella eligiera, es decir, buscar una unión basada en el amor y con alguien con quien pudiese tener afinidad.
Pero Moratín también muestra otro tema no menos importante: la palabra de la gente mayor. Aunque las personas de edad mayor suelen tener sabiduría y experiencia no siempre son abiertos a aceptar opiniones o toman decisiones que no son las más adecuadas. La obra muestra que es necesario expresar nuestros deseos y nuestros sentimientos hacia nuestros mayores pero que siempre se debe hacer con respeto.
En general, El sí de las niñas posee temas que son esenciales analizar al leerlo. Una buena obra de teatro pero no es una gran obra. Aunque para alguien que quiera analizar los temas maritales, este es un libro recomendado.

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