LA EDAD DE LA INOCENCIA
Esta semana les presento una entrada sobre La edad de la inocencia,
la novela más conocida de la escritora estadounidense Edith Wharton. Recordarán
que de esta autora ya hice tres entradas y también recordarán que
hablé del protagonista de manera vaga, porque en ese entonces aún no había
leído. Pero ahora tengo la oportunidad de hablar sobre lo que hallé en este
libro.
Este libro encierra, como es habitual en las novelas de Wharton, una
crítica social desde el punto de vista de la clase alta neoyorquina, como ya lo
han planteado La casa de la alegría y Las costumbres nacionales. Sin embargo,
La edad de la inocencia sigue el mismo patrón sutil de Las costumbres
nacionales, muy lejano de la crudeza y el impacto que posee La casa de la
alegría.
Empezaré por los personajes principales que son Newland Archer,
Ellen Olenska y May Welland. Archer es un joven abogado que está comprometido
con su prima May y es un miembro muy considerado de la familia Mingott, una
familia regida por la señora Catherine Mingott, abuela de Ellen y May y por
tanto, familiar cercana de él. Aunque Archer espera casarse con May, a la que
considera una joven dócil e ingenua, siente que algo le falta en su vida y es ahí
cuando reaparece en su vida Ellen.
Ellen Olenska, por su parte, es una mujer de treinta años que se
quedó huérfana de niña y se crío con su tía Medora, una mujer excéntrica y
varias veces casada y viuda. En unos de sus frecuentes viajes a Europa con su
tía acabó casándose con un conde polaco de apellido Olenski, del cual adquirió
el estilo de Madame y el título de Condesa Olenska. Considerando su trasfondo
familiar, los Mingott consideraban que Ellen era afortunada de haberse casado
con un aristócrata europeo, pero para ella estar junto a su esposo era estar en
una jaula de oro, pues este era cruel e indiferente con ella y se da a entender
que le era infiel. Por eso y con la ayuda de un sirviente, Ellen escapa a Nueva
York para la época del compromiso de Archer y May.
Archer e Ellen se conocen desde su niñez y según la señora Mingott,
la abuela de ambos, hubiera preferido que Newland e Ellen se casaran porque
ambos tenían muchas afinidades y no entiende porque en su momento ellos no
tomaron esa decisión. A medida que uno se sumerge en la lectura del libro,
vemos que la cercanía entre Archer e Ellen crece al punto que él considera
terminar su compromiso con May, pero Ellen le dice que no lo haga y que debe
seguir adelante.
Lo interesante que mientras ella se niega a que Archer rompa su
compromiso con May, ella considera divorciarse de su marido, el conde Olenski,
con el consiguiente rechazo del resto de sus parientes, quienes prefieren que
regrese con él a pesar de su crueldad e indiferencia para con ella. Aquí vemos
la hipocresía que tanto criticó Wharton en su obra, pues los Mingott prefieren
que Ellen se mantenga al lado de su marido por temor a que un divorcio y el
consiguiente escándalo que traería causaran consecuencias negativas para ellos
en el ámbito social. En resumen, para la mayor parte de la sociedad neoyorquina
del siglo XIX, el divorcio era algo muy mal visto y era preferible permanecer
casados a pesar de lo desastroso que pudiera ser un matrimonio y la restricción
que eso implicaba a la libertad que un divorcio podría conceder. Ni siquiera el
criado que ayudó a escapar a Ellen quiere que se divorcie.
El único que apoya a Ellen es Archer, que no está de acuerdo con
algunas de las normas que rigen a su sociedad, pero o es su falta de voluntad o
sus prejuicios sociales, pasivos pero visibles que tiene, muy a su pesar, lo que le impide hacer la diferencia. En cualquier caso su falta de reacción y la decisión de
Ellen de no continuar el divorcio condenan cualquier esperanza de que su
relación avance más. Archer se ve obligado a contraer matrimonio con May aunque
sabe que su matrimonio jamás tendrá la pasión que él siente por Ellen.
Otra más de las muestras de la hipocresía en La edad de la
inocencia es que después de un tiempo, la familia Mingott reduce la asignación
tanto de Ellen como de su tía Medora en un intento de presionar a Ellen para que abandone
América y regrese con su marido. Para empeorar, la tía Medora pierde casi todos
sus ahorros a causa de una estafa de un supuesto amigo y aparente amante, de
modo que apenas tienen lo justo para vivir. Archer se muestra preocupado por
Ellen pero no cree que ella deba regresar con su marido.
Cuando la situación parecía empeorar, pasa algo que desempeña un
rol en la vida de Ellen: la abuela de todos, la señora Mingott, enferma de
gravedad y se niega a recibir visitas de sus familiares a menos que permitan
que Ellen la cuide durante su enfermedad que parece ser mortal. Cuando ella
logra que Archer e Ellen tengan una reunión en su presencia, una vez saca a
relucir la afinidad y el verdadero amor que ambos se tienen y lamenta no haber
impulsado en su momento un matrimonio. Finalmente Archer e Ellen se dan cuenta
que su amor es sincero, pero es muy probable que nunca estén juntos.
Poco después, la tía Mingott se recupera y meses después, Ellen se
va definitivamente a Europa pero se queda viviendo en París, dejando patente
que aunque no seguirá en América tampoco está dispuesta a regresar con el conde
Olenski. La familia acaba por aceptarlo y no sólo le restituyen su asignación
sino que le organizan una fiesta de despedida.
A los pocos días de la marcha de Ellen, May revela a Archer que
siempre supo que salía con Ellen y que le dijo a esta que estaba embarazada
antes de que el médico se lo confirmara. Archer no puede creerlo. Esto demuestra
que May no es ingenua como lo creía Archer y que por el contrario, es una mujer
astuta y con habilidad para la manipulación.
Archer y May permanecen casados durante casi veintiséis años,
teniendo tres hijos hasta la muerte de May a causa de una pulmonía contraída al
cuidar de su hijo menor. Pasados dos años después de su muerte, el hijo mayor
de Archer, Dallas, anuncia su compromiso con una joven que resulta ser hija del
hombre que defraudó a Medora Mingott. A pesar de los antecedentes de ella y de
tener una personalidad similar a la de Ellen, la sociedad neoyorquina la recibe
con los brazos abiertos. Dallas desea que su padre se reúna con Ellen en París,
donde ella ha vivido en los últimos veintiocho años, a lo que Archer acepta a
pesar de ciertas reservas.
Ya en París, padre e hijo se acercan al edificio de apartamentos
donde vive Ellen, pero Archer le dice a Dallas que llegue primero. En un
momento determinado y después de tener una señal, se va de allí con rumbo
desconocido (probablemente a su hotel).
Wharton fue capaz de retratar los aspectos más negativos de la
sociedad neoyorquina del siglo XIX, los cuales aún se pueden ver en la nuestra.
El principal de todos es la hipocresía. A la mayoría de ellos les desagrada
personas que poseen un espíritu independiente o que viven al margen de las
normas establecidas, como es el caso de Ellen y su tía Medora, mujeres que
prefieren vivir a su manera. Incluso les molestan personas que aunque están
bien consideradas manifiestan estar en contra de ellos, como ocurre
con Newland Archer, que es el único que apoya a su tía y su prima, por quien
parece sentir sentimientos profundos. No perdonan un divorcio o siquiera que
alguien piense en uno pues lo condenan al ostracismo, lo cual le pasa a Ellen, al
cortarle su asignación.
Otra muestra más de hipocresía es cuando después de haber rechazado
a Ellen desde pequeña por ser “diferente” del resto de las demás mujeres,
muchos años después aceptan a la futura esposa de Dallas Archer, que tiene un
carácter y una vida familiar similar a la que tuvo Ellen, y al propio Dallas no
le importa emparentarse con una familia que tanto daño le hizo a la suya.
Podría decirse que para esa época la forma de pensar ya había cambiado en la
sociedad pero en realidad no era así ya que nunca consideraron rehabilitar a
Ellen.
Vemos que Dallas está consciente de que el verdadero amor de su
padre fue Ellen Olenska y no su madre, cuando le confesó que se había visto con
ella. Esto es porque su madre se le dijo antes de morir. De esta forma, sabemos
lo que pensaba May sobre su esposo y también las razones por las que permaneció
a su lado durante veintiséis años en lugar de abandonarla por Ellen cuando tuvo
la oportunidad.
Un detalle curioso e irónico que noté es la matriarca de la familia
Mingott, la señora Catherine. Al ser el miembro más antiguo de su familia
también debería ser la más tradicionalista y estar en contra de Archer y de
Ellen, sin embargo es la única que los apoya porque los conoce desde que eran
niños y sabe que ellos tenían una buena relación desde su juventud. Incluso se
arrepiente de no haber impulsado la relación de ellos hasta el matrimonio. Eso se debe a que es una mujer que se ha hizo cargo de su familia desde joven y a raíz de esto tiene una fuerte personalidad y una visión moderna de la vida.
Para mí, Newland Archer es víctima de su deber porque aunque tiene
la oportunidad de abandonar todo para irse con Ellen, decidió que era mejor
para mantenerse en una relación estable y aburrida a otra con más libertad pero
que no le ofrece suficiente firmeza. Archer intenta todo para encontrar el
punto medio que intentan otros protagonistas de Wharton como Undine y Lily, y
no lo consigue, teniendo que elegir el deber y la estabilidad al amor y a la
libertad. A medida que me acercaba al final del libro, me quedó una pregunta:
teniendo la oportunidad de estar al fin con Ellen pues los cónyuges de ambos
han muerto, ¿por qué prefirió dejarla pasar?
Para mí, hay dos posibilidades. La primera, es que a pesar de la
aparente de la evolución, la sociedad no ha cambiado tanto como quisiera y tal
vez no aceptarían una relación entre él y una mujer que se atrevió a abandonar
a su marido. Esto era lo que quizá pasó por su mente. A muchos le parecerá dura
y difícil de creer, pero es un poco realista y aún para nosotros en nuestra era
moderna, aun nos cuesta ver una relación entre dos personas que abandonan a sus
cónyuges.
La otra posibilidad es un poco más romántica, pero que se puede
intuir cuando se lee el capítulo final. Aparentemente Archer se da cuenta de
que Ellen y él ya habían hecho sus vidas aparte, y que a esas alturas, su
relación no sólo era imposible sino también ilusoria. Para Archer, Ellen es un
hermoso recuerdo de su pasado y así se mantendrá.
Ellen, por su parte, también es víctima del deber, pues es ella la
que impulsa a Archer a casarse con May, muy a su pesar, porque sabe que Archer
y ella, a pesar de amarse, jamás podrán estar juntos. Sin embargo, aún conserva
su personalidad determinada y persistente, pues a pesar de saber que nunca
podrá estar con Archer, tampoco está dispuesta a volver con su infiel y cruel
marido.
El hecho de preferir vivir tanto lejos de Archer como del conde
Olenski muestra su decisión de querer vivir a su manera y mantener tanto su
carácter como su vida independiente. Le hace caso en parte a su familia: se
aleja de Archer pero no regresa con su esposo, de esta forma diciendo: No podré
estar con el hombre que amo pero de ninguna manera volveré con mi marido. Esto
también muestra que ella, como Archer, también quiso buscar y encontrar un
punto medio, pero a diferencia de él, si lo consigue, aunque ello le cueste
estar con el amor de su vida.
Para mí, este es un claro ejemplo de una relación de amor verdadera
que no pudo seguir adelante a causa de los prejuicios y los convencionalismos
sociales. A diferencia de Florentino y de Fermina, que logran retomarla cuando
ya están en el ocaso de su vida, cuando Archer e Ellen pueden estar juntos
están en su edad madura, pero él decide no seguir adelante y prefiere no volver
con el amor de su vida, considerando que es mejor que quede así: siendo mejor
un bello recuerdo que una posiblemente difícil y dura realidad.
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