EL PUNTO DE VISTA PATERNO EN ENRIQUE IV, 1ª PARTE

Para proseguir con el Mes del Padre, tuve que cambiar una lectura debido a falta de tiempo dada su longitud, por lo que decidí retomar el universo shakesperiano leyendo un drama histórico, algo que no había hecho hasta ahora puesto que de Shakespeare solo he leído comedias, tragedias u obras de clasificación compleja. Sin embargo, no le había dado una oportunidad al drama histórico y ahora se la doy con Enrique IV, 1ª parte, segundo tomo de la llamada Enriáda. Ahora bien, al ser junio el Mes del Padre analizaré la obra desde el punto de vista, en este caso, entre el rey Enrique IV y su hijo, el entonces Príncipe de Gales y posterior monarca Enrique V, que también tiene su propia obra.

El rey Enrique IV es un hombre que ha llegado al trono en una frágil alianza con la poderosa familia Percy luego de derrotar al monarca anterior, su primo Ricardo II. Debido a esto, es considerado como un usurpador (p. 896, 899); por lo que su presencia en el trono es frágil y está constantemente puesta en peligro por su enemigo Edmund Mortimer y por la guerra contra escoceses y galeses. Por todo ello, no puede llevar a cabo su plan de realizar una cruzada a Tierra Santa.

Pero si hay algo que más le pone los pelos de punta es su hijo y heredero Enrique «Hal» o «Harry», el cual se dedica a la parranda y andar con sus amigos de cuna inferior. Esto ha llevado a que muchos consideren a Hal como indigno de ser heredero y futuro rey de Inglaterra, prefiriendo apoyar a Edmund Mortimer, el heredero de Ricardo II. En el momento en que se desarrolla la obra, tiene lugar la rebelión de Owen Glendower, el cual es apoyado por Edmund Mortimer, lo que ha puesto su trono en riesgo, pero Harry Percy «Hotspur» ha logrado frenarla de momento en la Batalla de Homildon Hill. El hecho de ver la valentía de Hotspur hace que Enrique IV inevitablemente lo compare con su propio hijo, Hal, envidiando al padre de Hotspur, Henry Percy, conde de Northumberland.

Sí, y sin embargo ese título me apena y peco de envidioso de Northumberland porque ha sido bendito con un hijo, un hijo al que no hay lengua que no alabe, entre los árboles del bosque el más robusto, de la dulce Fortuna favorito. Y mientras oigo de él tales elogios solo veo excesos y deshonras manchar la frente de mi joven Harry. ¡Ah, si fuera posible demostrar que un hada de la noche cambió los infantes en la cuna, llamando al mío Percy, al de él Plantagenet! En ese caso sería mío su Harry, suyo el mío (p. 889-890).

 

En la corte, es bien conocida la difícil relación de Enrique IV con Hal por el comportamiento libertino de este último, algo que menciona Hotspur.

Aquí mismo renuncio a toda meta que no sea torturar a Bolingbroke y a ese mequetrefe de su hijo, el príncipe de Gales. Aunque creo que a ese hijo el padre no lo quiere y se alegrará si algo le ocurre: de otro modo le pondría yo veneno en toda esa cerveza que se bebe (p. 899).

 

Enrique IV desea que su hijo se interese en los asuntos del reino en lugar de parrandear pues ahora más que nunca el trono está en riesgo y se reúne con su hijo para recordar sus responsabilidades, así como recordarle que su estilo de vida lo ha alejado de su familia y de la corte contándole cómo la manera de ser libertina de Ricardo II lo llevó a ser derrocado del trono. Sin duda, Enrique IV teme que, por causa de su hijo, pase lo mismo que él le hizo a su primo, llegando a ver a Hal como su enemigo. Cuando Hotspur se pone del lado de Glendower y de Mortimer, Enrique IV le pide al príncipe Hal que se una a la lucha contra Hotspur y Edmund Mortimer. Hal acepta y demuestra ser un guerrero competente, al grado de ser esencial en la batalla de Shrewsbury.

En general y como padre, Enrique IV es una persona que le importa mucho la reputación tanto de su hijo como de sí mismo, algo que muchos considerarían frívolo; pero siendo el monarca, para Enrique IV es importante mantener una buena imagen para asegurar la estabilidad de su reino. Por ello, el frenético estilo de vida de Hal es una amenaza para dicha estabilidad, más cuando tienen enemigos poderosos que esperan sacarlo del trono inglés, mismo en el que ellos lo pusieron.

Sin embargo, Enrique IV también sabe que su hijo no es solo un parrandero. Sabe que, sí se lo propone, podría usar esas habilidades en la batalla al motivar al ejército, aunque no sabe si será capaz de derrotar a Hotspur, un noble conocido por su destreza en el campo de batalla. Aun así, Enrique cree en las oportunidades y por ello le permite a Hal ir al combate.

Hacer esta entrada me hace pensar en hacer una entrada sobre la obra al completo. Si considera que debería hacerla o incluso sobre el resto de la Enríada, lo pueden dejar en comentarios.

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