LA ABEJA HARAGANA
La entrada de hoy es el cuento La abeja haragana del escritor
uruguayo Horacio Quiroga, del cual ya presenté una entrada, A la deriva, en
agosto. Este cuento en particular pertenece al compilado Cuentos de la selva de
1918 y tiene una estética infantil, en contraste con el contenido más sombrío
de A la deriva.
Los valores que se rescatan de La abeja haragana son el trabajo, la
inteligencia y el deber. La abeja de este cuento era perezosa pues mientras
otras abejas se esforzaban llevándose néctar hasta la colmena para alimentar a
las recién nacidas y formar miel, nuestra protagonista se tomaba todo el
néctar. Las superiores de la abeja haragana soportaron su holgazanería y sus
promesas nunca cumplidas hasta que finalmente la expulsaron en medio de una
lluvia.
La abeja se dio cuenta de que el trabajo es lo nos ayuda a obtener
y mantener lo que tenemos, conclusión a la que llegó hallándose fuera de su
colmena, en medio del frio y de la lluvia y sin rumbo fijo. Intenta regresar a
la colmena de nuevo con el consiguiente rechazo de las otras abejas.
Cuando se debilita por el frio y la lluvia, la abeja cae a una
caverna donde se encuentra con una serpiente que desea comérsela y se da cuenta
de que es una abeja poco trabajadora. La abeja no quiere terminar siendo la
comida de la serpiente y le dice que se la quiere comer porque es menos
inteligente que ella. La serpiente se ofende, así que las dos se ponen a prueba
y la que hiciese la prueba más extraña, ganaba. Si la serpiente ganaba se comía
a la abeja y si la abeja ganaba podía quedarse toda la noche en la caverna.
La primera prueba consistió en hacer girar unas ramas de eucalipto.
Obviamente la ganadora fue la serpiente pues la abeja ni siquiera decidió
intentarlo sabiendo que nunca lo lograría, pero quiso hacer una última prueba
que consistía en que la serpiente debía buscarla. Esta acepta, sin embargo no
la encuentra, pues la abeja se había escondido en una hoja en espiral de un
arbusto que tenía la propiedad de ser sensitivo. Derrotada, la serpiente acepta
que la abeja se quede en su caverna el resto de la noche.
A la mañana siguiente la abeja regresa a la colmena y se le permite
volver porque las demás habían comprendido que finalmente sabía lo que era
trabajar duro. La abeja vivió felizmente gracias al trabajo duro y en sus
últimos días le enseñó a las abejitas jóvenes sobre el trabajo y la
inteligencia que se deben usar para conseguir sus ideales.
Para la abeja, la expulsión de su colmena por parte de sus
superiores era parte una lección de aprendizaje que debía aprender por si misma
para que entendería que la recompensa proviene del trabajo. A la abeja le fue
difícil asumir todo eso pero cuando tuvo que enfrentarse a la serpiente que
quería comérsela lo comprendió. Ella sabía que si la serpiente se la comía no
tendría siquiera otra oportunidad de volver a su hogar así debe echar de mano a
su inteligencia para salir con la suya, una razón honorable y desinteresada.
Finalmente logra burlar a la serpiente y logra su propósito no sólo regresar a
la colmena, sino también ser más trabajadora, que era su deber desde el
principio.
A los que quieran leer este cuento, les recomiendo ver en la página
Ciudad Seva o Literatura.us aunque la letra es algo pequeña para algunos. Si
tienen hijos, este cuento es ideal si quieres enseñarles sobre el trabajo y el
deber y sé que no se arrepentirán de ello.
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